Recuerdos inolvidables (KoyaTego)



RECUERDOS INOLVIDABLES
One-Shot
KoyaTego
~DREAMS~ / NEWS
16-10-09



Aún recuerdo la primera vez que lo vi…

Él estaba felizmente platicando con Shige y Kusano, ellos tres habían estado trabajando juntos desde que entraron en la agencia, así que a estas alturas no me sorprendió que fueran tan unidos. Parecía que estaban en un descanso de la clase de baile; Shige estaba tirado boca arriba sobre la duela de madera, Kusano acostado con las piernas levantadas apoyadas en la pared y Koyama sentado entro los dos inclinado hacia atrás apoyando el peso de su cuerpo en sus manos. Se veían agotados pero realmente felices. Cuando miré hacia el otro lado del salón vi por primera vez a Masu, practicaba algunos pasos de baile con Taippi. Pasando junto a mí entraron Yamapi, Toma, Ryo y Uchi acompañados de Tsubasa, detrás de ellos venían Jin, Kame, Yabu y Yuto, seguidos del resto de los KAT-TUN y varios de los Juniors.
 
Al parecer el descanso había terminado. Yo estaba de pie junto a la puerta y mientras esperaba a Tackey, vi a ese grupo de chicos dando todo de sí mismos mientras se divertían; contemplar aquella escena me hizo darme cuenta de que en verdad quería ser parte de todo eso, así que me sentí totalmente listo para demostrarles lo que yo podía hacer… mi espíritu de competencia estaba alimentado por el talento de aquellos chicos.

Por fin llegó Tackey. Me saludó tan cordial y afectuosamente como suele ser él diciéndome lo lindo que era y tras explicarme lo que iba a estar haciendo durante la clase, abrió la puerta gritando “¡buenos días chicos!” interrumpiendo a Tsubasa que les explicaba algunos detalles sobre la coreografía. Todos respondieron su saludo con entusiasmo. “Tegoshi será parte de esta familia a partir de hoy, háganlo sentir como en casa…” les decía con una gran sonrisa mientras me invitaba a pasar; aunque me sentía nervioso supe disimularlo muy bien, entré, los saludé y me presenté… me agradaba ser el centro de atención y que murmuraran entre ellos sobre mí en voz baja.

Miré alrededor buscando reconocer gestos que alimentaran mi ego, y de pronto, me topé con su mirada, me sonreía amablemente. “¡Bien! Sigamos con la clase… Tegoshi, por ahora trabajarás con Masuda, Taisuke y Hiromitsu… ¡cuiden de él chicos!” decía Tsubasa señalando a los tres chicos frente a mí. Y sin tiempo para saludos ni presentaciones personales, me integré al grupo y comenzamos a hacer ejercicios de calentamiento. Como Masu era el senpai se ofreció a explicarme todo lo que no entendiera; desde el principio hubo una extraña y genial conexión entre nosotros, pero él no me hacía sentir eso que sentía cuando Koyama me miraba… esa especie de escalofrío que recorría mi cuerpo como si me dieran toques.
Casi no podía creer que estaba en el mismo lugar que la gente a la que tanto admiraba. Recuerdo que después de un par de días Masu, a quién por cierto ya todos llamaban así por mi culpa, y yo ya éramos amigos aún cuando sus compañeros de la unit no me caían muy bien.

Un día, de camino a la estación del tren, tuve la sensación de que alguien me seguía mientras caminaba… más que miedo, me sentí sorprendido, era algo que nunca me había pasado. No supe por qué, pero mi perseguidor no me significaba amenaza alguna, seguí mi camino a paso rápido por precaución pero concluyendo que tal vez sólo era alguien con el mismo destino que yo. Una vez me hallé en el andén, me giré para ver quién, era la sombra misteriosa que me seguía y, para mi sorpresa, al mirar resultó ser Koyama, que se veía con la misma cara de asombro que yo. Se acercó a mí tímidamente, saludándome con una sonrisa, él siempre era amable con todos, respondí su saludo del mismo modo y luego caímos en un breve pero incómodo silencio; mismo que él rompió comenzando una platica estúpida de respuestas obvias preguntando “¿Así que tomas el tren para ir a tu casa?”… después de un par de preguntas de ese tipo no pude evitarlo y estallé a carcajadas, lo que pareció tomarlo por sorpresa por la expresión desconcertada en su rostro; después de eso subimos al tren entrados en una conversación más natural y amena sobre nosotros mismo, sin haberlo dicho sentí que ambos habíamos llegado al acuerdo de no hablar sobre la agencia.

Me sorprendió saber que nos dirigíamos a la misma estación cuando le pregunté dónde se bajaba, pero la verdad es que eso me hizo feliz, aún cuando no me atreví a preguntarle lo que en realidad quería y que no desaparecía de mi mente. De pronto su voz me devolvió a la realidad “¿Tegoshi?… te decía que si te parece bien que volvamos juntos a casa a partir de mañana…” me repetía gentilmente una vez que recuperó mi atención. No lo podía creer… era cómo si supiera lo que estaba pensando mientras soñaba despierto. Sin ponerlo a consideración le dije que sí. Bajamos del tren y caminamos mientras nos reíamos de las cosas tontas que nos habían ocurrido en el pasado. Despedirnos fue toda una travesía… estábamos en la esquina donde ambos tomaríamos caminos diferentes diciendo “nos vemos…”, “descansa…”, “hasta mañana…” una y otra vez. Era más que obvio que ninguno quería irse todavía a casa; al final mi celular sonó y como era mi madre, tuve que contestar y despedirme de él de una vez por todas. Tras colgar, vi el reloj y entendí el motivo de la preocupación en la voz de mi madre, pasaba de la media noche y nunca había vuelto tan tarde a casa.

Dormirme fue una tarea aún más difícil… había tantas cosas dando vueltas en mi cabeza, que no podía dejar de pensar; finalmente me quedé dormido tras liberarme jugando videojuegos.

Estaba tan cansado que no escuché la alarma de mi despertador, y me hubiera quedado dormido de no ser por mi mamá, que siempre subía a asegurarse de que ya me había despertado para que bajara a desayunar, Me bañé, me vestí y preparé mis cosas para irme. Volví a la cocina y tomé dos manzanas y un puño de chocolates del dulcero que mi abuela tenía en la mesita de centro de la sala de estar al salir. Iba cinco o seis minutos más temprano de lo que acostumbraba… tenía la tonta y vaga esperanza de encontrármelo de camino a la estación. Pasé la esquina donde nos habíamos despedido la noche anterior y me sentí un completo idiota, pues ni siquiera sabía si entrábamos a la misma hora… después de todo, él ya formaba parte de una unit y yo apenas estaba con los Juniors. Me puse los audífonos y presioné el botón de play en mi reproductor caminando cuesta abajo.

Inesperadamente alguien me abrazó por la espalda. “Te vas a quedar sordo” me decía él con una amplia y bella sonrisa mientras me quitaba uno de los audífonos, mi corazón latía sin control mientras sujetaba las manzanas dentro de los bolsillos de mi chamarra, pretendiendo mantenerme en la realidad. Me soltó y comenzó a caminar, “no te quedes ahí o perderemos el tren…” me decía andando hacia atrás para mirarme. Tuve que correr un poco para alcanzarlo.“Casi me quedo dormido, mi madre tuvo que subir a despertarme…” decía un poco apenado. Comencé a reír, al ver que de nuevo ponía esa cara de confusión, le platiqué lo que me había pasado esa mañana y él también estalló a carcajadas. Su risa era tan refrescante que me ponía de buen humor. Entonces me di cuenta de que constantemente miraba mis manos ocultas dentro de mi chamarra, “si caminas siempre así, te vas a lastimar si te caes…” su comentario me resultó gracioso, aunque se notaba que lo decía porque le preocupaba, era más que obvio que detrás se ocultaba un “¿Qué tienes ahí?”. Le extendí la mano con una sonrisa, él tomó feliz la manzana; subimos al tren y seguimos nuestra conversación entre risas y sabor a manzanas.

Toda la mañana fue extenuante; tanto Tsuyoshi como Tsubasa nos tuvieron horas y horas practicando coreografías y pasos de baile; y aunque me gustaba mucho el ejercicio, de no ser por Masu, esto no era tan divertido como veía a los KAT-TUN o a los K.K.Kity… Incluso los chibikos se divertían más. La hora del almuerzo se volvió mi momento más esperado y feliz del día. Íbamos a los vestidores para tomar un baño y cambiarnos de ropa antes de poder ir a la cafetería por órdenes de la agencia. Cuando salí, el estaba esperándome, se veía tan contento de verme como yo a él. Comenzamos a andar por el pasillo platicando sobre lo difícil que había sido la clase y esas cosas cuando Shige y Kusano nos alcanzaron… Sí, debí suponerlo… por un momento me había olvidado de ellos; pero quería estar con él, así que no me importó demasiado… además tenía la impresión de que terminaría siendo gran amigo de esos dos. Shige era un chico realmente interesante y maduro, y Kusano era tan… Kusano, eso no era algo malo, al contrario, eso era lo que me resultaba tan divertido de él, siempre estaban tan llenos de energía que Koyama terminaba cansado de estarlos cuidando.

Los descansos no eran muy largos o tal vez era sólo que el tiempo pasaba volando cuando estaba con ellos… de cualquier manera, éramos felices. Claro que después de mi tiempo con él, mi parte favorita llegaba después de la comida: las clases de canto e interpretación vocal. A pesar de que nos dividían en varios grupos, tuve la suerte de poder estar con él al mismo tiempo en el salón aunque no en el mismo grupo, al menos podíamos vernos. Desde el primer día me sentí realmente bien con todos los halagos y cumplidos que recibía gracias a mi voz, tanto los senpai como los profesores titulares se sorprendían con las notas que podía alcanzar y se mostraban complacidos por mi trabajo. Pero aún cuando eso me agradaba, lo que más me gustaba era saber que él me escuchaba siempre aunque estuviese del otro lado del salón; la primera vez que me escuchó cantar tenía una expresión de total asombro, pero me dí cuenta de que ahora sólo los disfrutaba, sería realmente genial para mí si lo hiciera feliz con mi voz… pero hasta ahora nunca había nada al respecto, a excepción de decirme como mil millones de veces que yo era genial lo único que quería escuchar era si se sentía feliz al escucharme cantar… Desde ese entonces ya era un completo narcisista… Y al igual que ahora, no me importaba en lo más mínimo y a él tampoco parecía molestarle.

Nos despedimos de Ohno y Tackey, quienes habían estado con nosotros en la clase; ya era hora de volver a casa y creo que ambos lo estábamos esperando con ansias. Estaba tan ansioso que terminé de arreglarme antes que todos, por lo que lo esperé en la entrada. Al escuchar su voz sentí un vuelco en el corazón, pero luego me pregunté por qué habría de venir hablando solo… pero no lo estaba; Shige venía con él. Debo admitir que sentí una extraña decepción y que hubiera preferido mi primera opción y reírme de él por ello, pero tuve que esperar para escuchar de su boca lo que me negaba a creer por mí mismo: que Shige nos acompañaría porque también vivía cerca de nuestras casas.

Los días pasaban y aunque estaba con él, no era lo mismo. Comencé a obsesionarme con el baile para liberarme un poco; casi todo el tiempo estaba con Masu, ahora incluso Taippi y Hiro me trataban bien.
Cuando terminamos las actividades esa noche, Koyama y Shige me estaban esperando para volver a casa. Aunque la platica era entretenida, sentía una especie de vacío y no pude evitar sentir celos de Shige al ver que él y Koyama tenían demasiado contacto físico… se abrazaban, se empujaban, se acomodaban el cabello, la ropa o simplemente se tocaban el uno al otro como parte de su lenguaje corporal y eso me molestaba; así que aunque todo el tiempo estuve al tanto de la conversación, la verdad es que intervine muy poco. Sí… me daba cuenta por primera vez de que estaba totalmente celoso y me molestaba esa sensación, pero en ese momento también despertó dentro de mí una idea: debía ser mejor que Shige a los ojos de Koyama, ser todo lo que quería y necesitaba, porque lo quería sólo para mí; además de que nada me molestaba más que el hecho de perder… y no iba a perder contra Shige.

Cuando bajamos del tren, ellos jugaban y reían saltando y corriendo por la calle, a veces hablaban o se reían de cosas que yo no entendía, pero aún así me daban risa, prefería sólo seguir mirándolo. Nos detuvimos en la esquina, Shige se giró y se despidió de ambos echando a andar en dirección a mi casa pues vivía un poco más lejos que yo. Con mi más sincera sonrisa le dije “¡buenas noches!”, Koyama iba a decir algo, pero al ver que no tenía intención de ir con Shige se quedó para sí mismo sus palabras y me miró con los ojos abiertos de par de par y una expresión de total desconcierto que desapareció tras una sonrisa mía.

No dijimos nada durante varios minutos. Ambos mirábamos calle arriba mientras la silueta de Shige se desvanecía entre las sombras. Un profundo suspiro de Koyama rompió el silencio, cosa que me caló hondo; se volvió hacia mí como para decirme algo, pero yo estaba muy molesto y sólo quise salir de ahí, así que no lo dejé decir nada, le dije un animado “¡hasta mañana!” y comencé a correr rumbo a mi casa.

Nunca hubiera esperado que corriera detrás de mí gritando mi nombre, así que ni siquiera me percaté de ello al principio, y cuando lo hice me paré en seco debido al impacto que me provocó. Traté de volver a correr pero él sujetó con fuerza mi brazo y me jaló contra sí para abrazarme. Mi cabeza estaba contra su pecho, podía escuchar cómo latía su corazón descontroladamente mientras sus brazos aferraban mi cuerpo contra el suyo; sentí como se empezó a entrecortar su respiración para comprobar lo que suponía: estaba llorando. Sus lágrimas comenzaron a caer sobre mi mejilla cuando apoyó su cabeza contra la mía. No era capaz de decirle nada, estaba demasiado confundido, decidí seguir mis impulsos y sin más lo abracé. Pude sentir como temblaba cuando puse mis manos sobre su espalda y luego se desmoronó sin que pudiera evitar que ambos termináramos en el piso… él permanecía abrazándome… llorando.

Sentí como poco a poco me apretaba escondiendo su rostro entre mi cuello y mi hombro, pausadamente susurrando “estúpido Tegoshi…”, ante lo cual no pude evitar emitir un “¿!aaah!?” que él respondió diciendo “Hace días que quería estar a solas contigo… pero cuando llegábamos aquí te despedías y te ibas con Shige… Últimamente casi no hablamos y estás muy serio… ¡me molesta!”, para luego estallar nuevamente en llanto. “Si prefieres estar con Masu sólo tienes que decirlo…” decía con un tono de voz triste y a la vez molesto después de suspirar. ¿De qué rayos hablaba?¿Acaso no era obvio lo que sentía por él?¿Y a qué venía su reclamo si él ya tenía a Shige?… Miles de preguntas más aparecieron en mi mente intermitiendo dentro de mi cabeza como luces navideñas… tras un esfuerzo inútil por ordenar las palabras, mejor las dejé salir como se les dio la gana:”¿Por qué metes a Masu en la conversación y a qué viene tu reclamo?¿Estás celoso?¿Yo te digo algo por qué hasta suspiras cuando Shige se va?”, mientras gritaba aquello rápida y atropelladamente, apretaba con fuerza mis puños que temblaban a mis costados.

“¡Sí!¡Estoy celoso!¿eso te molesta? He tratado de hacerte lo mismo usando a Shige, pero… ¡ni te importó! ¡Seguiste como sin nada y sólo he logrado que te alejes de mí y te acerques más a Masu! ¡Y ya no lo soporto!…” Sus palabras estaban teñidas de dolor y enojo… y a mí me hacían inmensamente feliz… instintivamente al escucharlo, mis manos volvieron a rodear su cintura; y más tranquilo lo escuché decir “no suspiraba por Shige… suspiraba por ti… porque por fin estaba a solas contigo…” Aunque me esforcé en tragarme mis lágrimas, al final fue en vano, cuando susurro dulcemente un “te quiero” en mi oído…

Mi corazón latía a un nuevo ritmo y la sensación me fascinaba. Lentamente subí mis manos a través de su espalda para acariciar su cabello mientras entre lágrimas de felicidad le decía “Perdóname… ha sido un verdadero estúpido… los dos lo hemos sido…” “No vuelvas a alejarte nunca más de mí…” me decía apretándome entre sus brazos. “Te lo prometo… estaremos juntos por siempre… cueste lo que cueste…”, por fin se lo había dicho.

Recuerdo que 2 semanas después nos llamaron temprano a la agencia, por supuesto llegamos juntos. Habían muchos Juniors en el salón de baile cuando entramos, uno a uno fueron llamándonos. Kusano, Shige, Masu, Yamapi, Ryo, Uchi, Mori, Koyama y yo. Ese día nació NewS. Y aunque estaba realmente feliz porque al fin debutaríamos, lo mejor de aquél día fue saber que a partir de ese momento él y yo estaríamos juntos dentro y fuera de la agencia todos los días haciendo nuestros sueños realidad.




*Nota de la autora:
me acordé de esto que escribí al ver ciertas fotos
de ciertos chicos cantandose en el piso en cierto concierto…*

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