CAPÍTULO 1. El chico de los ojos tristes.
Aquella mañana subí al tren decidido a alcanzar el sueño de toda mi vida, en ese entonces, jamás imaginé que tras aquella puerta encontraría todo lo que siempre soñé…
Después de acudir a la audición, sin muchas esperanzas de ser elegido debido a la gran cantidad de chicos mucho más talentosos y atractivos que yo, salí del edificio con un sentimiento de gran satisfacción personal; me sentía bien conmigo mismo por haber dado lo mejor de mí frente a los directivos de la agencia de talentos; miré hacia arriba; el cielo, azul y despejado de nubes, como muy pocas veces podía verse en las grandes ciudades… un profundo suspiro se escapó de mi boca… metí las manos dentro de los bolsillos traseros de mi pantalón, sonreí para mI mismo, feliz de haber podido cantar para alguien, creo que aún estaba un tanto perdido entre mis pensamientos cuando comencé a caminar de regreso a la estación del tren, pues no me percaté cuando la luz se puso en verde.
El sonido de las llantas haciendo fricción contra el asfalto, el claxOn repetitivo y el grito furioso del conductor me trajeron bruscamente de regreso a la realidad; un automóvil negro y elegante de vidrios oscuros estaba a menos de medio metro de mí en plena avenida; de pronto la sangre se agolpó en mis mejillas, el conductor me gritaba reprimiéndome por mi falta de atención; me disculpé tantas veces como me permitía hablar, la puerta trasera del lado del copiloto se abrió lentamente; supuse que alguna mujer histérica o un anciano ricachón saldría a gritonearme también, pero para mi sorpresa, él no parecía para nada el tipo de persona que le gritaría a otra.
Vestía un sencillo pero elegante pantalón negro, una camisa blanca a medio abotonar, un chaleco a cuadros en color gris y una bufanda negra adornaba su rostro joven y amable; una voz profunda pero dulce me preguntó si estaba bien a la vez que unos ojos melancólicos se clavaban sobre los míos con sincera preocupación. No debía ser mucho mayor que yo, sin embargo distaba mucho de parecerse a mí. Cuando se disponía a acercárseme para repetir su pregunta, un chico de apariencia angelical salió y me analizó de pies a cabeza.
-Eh, YooChun, él está bien, será mejor que nos demos prisa o Hyung se enfadará con nosotros por llegar tarde.- Su voz era tranquila y hermosa, pero un tanto carente de emoción, y así, sin más, volvió al interior del vehículo sin mirar atrás.
-Oye, ¿estás bien? ¿Podemos hacer algo por ti? ¿Llevarte a algún lugar? ¿Llamar a alguien?- El tono de su voz, sus palabras, fueron como el sonido del viento entre las hojas, en ese momento no entendí lo que sentí, sólo sabía que quería seguir escuchándolo por siempre.
-Sí, no se preocupe, estoy bien, lamento mucho mi torpeza.- Y caminando hacia la acera fui solamente capaz de ver como aquel chico subía al auto y se perdía en el horizonte en dirección contraria a donde yo me dirigía.
Pasaron un par de días y no había recibido noticias de la agencia, resignado al rechazó regresé a mi trabajo en la cafetería de la familia de mi mejor amigo. Entonaba una cursi canción mientras acomodaba las botellas de colores brillantes y olores dulces sobre el mostrador cuando la campana de viento junto a la puerta principal anunció la llegada de alguien entre los murmullos y risas de los clientes.
Levanté la mirada acompañada de mi mejor sonrisa, listo para dar la bienvenida a los clientes recién llegados. La luz del sol se filtraba a través de los vitrales multicolores que decoraban las ventanas otorgándole una apariencia de ensueño, el aire ondeaba suavemente su cabello mientras sonreía tímidamente. Las palabras me abandonaron, mi cuerpo se negaba a moverse, no podía ser verdad… el destino lo había vuelto a poner en mi camino.
SungMin era mi mejor amigo desde el instituto, él era el barman en la cafetería desde que su padre la inauguró, siempre mostró talento para la cocina, y tras la muerte de su padre quedó al frente del negocio familiar. Al percatarse de la llegada de los clientes salió de la cocina listo para preparar su orden; yo tenía que ir a tomárselas primero, pero mi corazón latía tan aprisa que no pude escuchar cuando SungMin me preguntó si me pasaba algo al ver que no me movía de donde estaba parado. Tras respirar hondo un par de veces, me armé de valor y me dirigí hacia su mesa con una gran sonrisa.
-¡Bienvenidos caballeros! ¿Qué desean ordenar?-
-Mmm, sí, quiero un café late frío.- Decía un chico de sonrisa coqueta y mirada penetrante.
-¡Ah! Eres el chico del otro día ¿no es así?- Decía él.
-¿Lo conoces?- Preguntaba el hombre que los acompañaba.
-¡Oh!, cierto, el que caminaba mientras soñaba despierto.- Decía el chico de la voz hermosa.
-¿El chico al que casi arrollan la semana pasada?- Preguntaba curioso un chico de sonrisa tierna.
-Ammm… sí, soy yo… lamento mucho lo que pasó.-
-Lo importante es que no pasó nada ¿no?- Decía él mientras sonreía gentilmente.
-Entonces… ¿están listos para ordenar?- Decía un poco sonrojado… Él me recordaba, y a pesar del tono sarcástico de la voz del otro chico, sus palabras me resultaron graciosas, así que las pasé por alto.
-Tras tomar su orden, regresé al mostrador para entregársela a SungMin. Luego me dirigí a la cocina para servir los postres que iban a comer.
La campanilla del mostrador me informó que las bebidas estaban listas, así que salí de la cocina con las bandejas listas y fuimos a entregar la orden.
Aunque no era nuestra intención escuchar su conversación, no pudimos evitarlo.
-¿Y qué vamos a hacer entonces, Hyung? Si la empresa quiere un quinteto tendremos que hacer audiciones a la de ya ¿no es así?-
-Así es YunHo, el tiempo es vital si queremos debutarlos para la fecha acordada.-
-Pero realizar una audición como ésta tomará varios días, mismos que no disponemos dadas las circunstancias.-
-Lo sé YooChun, por eso debemos comenzar a convocar a la audición hoy mismo, debemos conseguir que un gran número de chicos asistan mañana si queremos encontrar el talento que necesitamos.- De pronto, alguien tomó parte en la conversación sin que nadie se lo esperara.
-Ammm… perdón por entrometerme, pero he escuchado que buscan un cantante ¿es así?-
-Sí, así es hijo, ¿por qué lo preguntas?-
-No deberías meterte así en las conversaciones de la gente ¿sabes?-
-Déjalo hablar ChangMin, podría tener algo importante que decirnos.-
-Lo siento de verdad, no es algo que suela hacer, les ofrezco mis disculpas, es sólo que mi amigo canta, y creo que lo hace bastante bien, ha participado y ganado en muchos concursos de canto y baile, y ahora audiciona porque quiere volverse profesional.-
-¡SungMin! No deberías decir cosas extrañas a los clientes. Caballeros, lo siento mucho, con permiso, disfruten de su comida.- Haciendo acopio de mis fuerzas, arrastré a SungMin a la cocina tan rápido como me fue posible.
-¿Qué demonios estabas pensando, SungMin?-
-Pero, es que… ¿no los escuchaste? Ellos parecen buscar un cantante porque están por ser lanzados al estrellato, está podría ser tu oportunidad, JunSu, ¿no te das cuenta?-
-La… lamento interrumpirlos… pero si de verdad quieres ser cantante profesional, ¿por qué no acudes a la audición del día de mañana?- Tímidamente acercó a mí una servilleta con una delicada y clara caligrafía con los datos para acudir a la audición; una vez que tuve el papel en mi mano, él volvió a su mesa.
-Vas a acudir, ¿verdad?-
-Yo… no lo sé… lo pensaré detenidamente, ¿ok?-
Algo dentro de mí me decía que sí, ¿acaso todo era cosa del destino? Mientras me perdía entre mis pensamientos dentro de la cocina, la luz del sol comenzó a desaparecer, al ver el reloj me di cuenta de que habían pasado las horas; ellos ya se habían ido cuando regresé, lo cual me resultó comprensible. Pronto la luna apareció en el cielo, era hora de volver a casa, así que me cambie de ropa, tomé mis cosas y emprendí la caminata hasta mi casa; supongo que seguí dándole vueltas al asunto, pues cuando menos pensé, ya había llegado.
Después de cenar le platiqué a mi madre lo que había sucedido, ella me animó a acudir a la audición; tenía razón, no tenía nada que perder y en cambio, había mucho que ganar. Así que me preparé y me fui a dormir, pues tenía que levantarme temprano para vocalizar.
-Número 83, Kim JunSu. Número 83...- Mi turno había llegado. Me levanté de mi asiento con una sola idea clara y fuerte en mi cabeza: Ser seleccionado en esta audición.
-Sí, aquí…-
-Muy bien, pasa por favor.-
La mujer de acento francés abrió la puerta torpe pero rápidamente, un chico con lágrimas en los ojos, salía de la habitación sujetando fuertemente su guitarra, pero eso no me sacudió ni un poco de mi ideal. Iba a dar lo mejor de mí y seguramente sería seleccionado.
Una mesa negra yacía inerte frente a mí separándome de la gente que sería jurado para determinar al nuevo integrante de la exitosa futura agrupación Dong Bang Shin Ki.
Con mi mejor sonrisa respondí su saludo y me presenté.
-Muy bien chico, ¿por qué crees que mereces ser parte de DBSK?-
-Porque quiero hacer realidad mi sueño, señor, y ser capaz de compartirlo con el mundo a través de mi voz.-
-Entonces comienza por compartir tu sueño con nosotros ¿quieres?-
Y sin duda alguna en mi corazón, sin temor y sin vacilación en mí, comencé a cantar… perdí la noción del mundo… sólo era yo, mi voz, mi sueño… Para cuando terminé de cantar, la mujer que estaba afuera estaba de pie junto a la puerta con lágrimas en los ojos. Las cuatro personas frente a mí sonreían complacidas.
-¡Felicidades hijo! Eres el quinto miembro de DBSK.- Decía con la voz un poco entrecortada el hombre que acompañaba a aquellos chicos ayer.
-Soy SeoHyung, el representante de la agrupación, será un placer trabajar contigo.- Decía a la vez que estrechaba gentilmente mi mano con una gran sonrisa de satisfacción.
-Ammm… Soy JunSu, mucho gusto. Y gracias señor, daré lo mejor de mí.- Decía tímido por el repentino exceso de atención.
-Necesitaremos que acudas mañana a este lugar con tus padres o tutores, ahí se encuentra la oficina central de la compañía, para la firma del contrato y todas las cuestiones legales ¿está bien? A las 10:00 am.- Me decía mientras me extendía una elegante tarjeta de presentación con las letras SME grabadas al frente.
La mujer de anteojos que había estado callada e inexpresivamente sentada detrás del escritorio se levantó, al pasar a mi lado asintió un poco la cabeza a manera de saludo y salió de la habitación agradeciendo a los que aún estaban ahí, por haber acudido e informando que ya habían encontrado la voz que buscaban.
-Ella es la vicepresidenta de la compañía, y creo que le agradaste, no suele mirar a la gente a menos que le agrade.- Susurraba el señor SeoHyung mientras se acercaba un poco a mi oído.
-Creo que por ahora será mejor que vayas a casa y te prepares para mañana, hijo; una nueva vida comienza para ti, Junsu.-
Al decir la última frase puso su mano sobre mi hombro dándome una leve palmada, luego sonrió y se dispuso a salir junto a los otros dos hombres que se despedían educadamente de mí.
-¡Ah! Cierto…. Mañana te reunirás con el resto de los chicos, los recuerdas ¿verdad? Los cuatro que estaban conmigo ayer. A partir de mañana ustedes cinco serán como una familia.- Al escuchar aquello, reparé por fin lo que realmente significaba todo esto: a partir de ahora estaría a su lado y cumpliría mi sueño junto a él. Una extraña y fuerte sensación invadió mi cuerpo, como si una corriente eléctrica circulara por mis venas, pero no fui capaz de descifrar lo que era.
Después de llenar algunos formularios, le día las gracias a la mujer de acento francés que me había recibido y regresé a casa para darle la noticia a mi familia que me felicitó con lágrimas en los ojos.
Eran casi las 10 de la mañana, mi madre revisaba una y otra vez la corbata de mi padre, así como mi cabello; estaba tan nerviosa como yo. A la hora en punto, la señorita de recepción nos indicó que pasáramos, guiándonos hasta una puerta de cristal con el rótulo “Gerencia General”. Abrió la puerta y nos anunció. Un hombre de voz grave y serena nos dio la bienvenida.
Después de un par de horas de explicarnos todos los beneficios y obligaciones que adquiriría al pertenecer a la compañía, así como los términos del contrato, salí de ahí como un miembro oficial de la SM Entertainment. De pie en el lobby esperaba por mi el señor SeoHyung. Tras saludar cortésmente a mis padres y presentarse, les informó que debía llevarme a la agencia de talentos para ser presentado al resto de la agrupación e integrarme a las actividades previas al debut. Mis padres se despidieron de mi sabiendo que pasaría algo de tiempo antes de que volviera a casa.
De camino, los nervios y aquella extraña sensación volvieron a mí. El auto se detuvo y el hombre parado fuera del edificio de espejos se acercó y abrió la puerta para que saliera. El señor SeoHyung me pidió que lo siguiera, caminando a su lado a través de la recepción hasta el elevador, toda la gente lo saludaba afectuosamente.
-No deberías estar nervioso, Junsu, creo que se van a llevar muy bien; además, si Changmin logró adaptarse, seguramente será mucho más fácil para ti.-
-Ammm… Sí, supongo…- Contesté con una tímida sonrisa, sin estar seguro de lo que su comentario significaba.
Sin embargo, sólo yo sabía que mis nervios no se debían para nada a algo que el señor SeoHyung fuera capaz de imaginar.
Conforme subíamos, los números en rojo de la pantalla junto al tablero aumentaban, del mismo modo que los latidos de mi corazón. En un par de minutos que me parecieron más como un simple suspiro, el elevador se detuvo y la puerta se abrió.
Ahí, en un amplio salón acondicionado como sala de estar, los cuatro chicos que serían mis compañeros estaban plácidamente platicando y tomando café. Al percatarse de mi presencia, el silencio sustituyó sus voces y todas las miradas se clavaron sobre mí con asombro; todas, excepto la de ese chico de mirada triste que me veía sin gota de sorpresa, como si estuviese seguro de que entraría por esa puerta algún día. Me dedicó una amplia y amable sonrisa y se sentó al lado del chico de cabello corto y sonrisa coqueta.
Después de acudir a la audición, sin muchas esperanzas de ser elegido debido a la gran cantidad de chicos mucho más talentosos y atractivos que yo, salí del edificio con un sentimiento de gran satisfacción personal; me sentía bien conmigo mismo por haber dado lo mejor de mí frente a los directivos de la agencia de talentos; miré hacia arriba; el cielo, azul y despejado de nubes, como muy pocas veces podía verse en las grandes ciudades… un profundo suspiro se escapó de mi boca… metí las manos dentro de los bolsillos traseros de mi pantalón, sonreí para mI mismo, feliz de haber podido cantar para alguien, creo que aún estaba un tanto perdido entre mis pensamientos cuando comencé a caminar de regreso a la estación del tren, pues no me percaté cuando la luz se puso en verde.
El sonido de las llantas haciendo fricción contra el asfalto, el claxOn repetitivo y el grito furioso del conductor me trajeron bruscamente de regreso a la realidad; un automóvil negro y elegante de vidrios oscuros estaba a menos de medio metro de mí en plena avenida; de pronto la sangre se agolpó en mis mejillas, el conductor me gritaba reprimiéndome por mi falta de atención; me disculpé tantas veces como me permitía hablar, la puerta trasera del lado del copiloto se abrió lentamente; supuse que alguna mujer histérica o un anciano ricachón saldría a gritonearme también, pero para mi sorpresa, él no parecía para nada el tipo de persona que le gritaría a otra.
Vestía un sencillo pero elegante pantalón negro, una camisa blanca a medio abotonar, un chaleco a cuadros en color gris y una bufanda negra adornaba su rostro joven y amable; una voz profunda pero dulce me preguntó si estaba bien a la vez que unos ojos melancólicos se clavaban sobre los míos con sincera preocupación. No debía ser mucho mayor que yo, sin embargo distaba mucho de parecerse a mí. Cuando se disponía a acercárseme para repetir su pregunta, un chico de apariencia angelical salió y me analizó de pies a cabeza.
-Eh, YooChun, él está bien, será mejor que nos demos prisa o Hyung se enfadará con nosotros por llegar tarde.- Su voz era tranquila y hermosa, pero un tanto carente de emoción, y así, sin más, volvió al interior del vehículo sin mirar atrás.
-Oye, ¿estás bien? ¿Podemos hacer algo por ti? ¿Llevarte a algún lugar? ¿Llamar a alguien?- El tono de su voz, sus palabras, fueron como el sonido del viento entre las hojas, en ese momento no entendí lo que sentí, sólo sabía que quería seguir escuchándolo por siempre.
-Sí, no se preocupe, estoy bien, lamento mucho mi torpeza.- Y caminando hacia la acera fui solamente capaz de ver como aquel chico subía al auto y se perdía en el horizonte en dirección contraria a donde yo me dirigía.
Pasaron un par de días y no había recibido noticias de la agencia, resignado al rechazó regresé a mi trabajo en la cafetería de la familia de mi mejor amigo. Entonaba una cursi canción mientras acomodaba las botellas de colores brillantes y olores dulces sobre el mostrador cuando la campana de viento junto a la puerta principal anunció la llegada de alguien entre los murmullos y risas de los clientes.
Levanté la mirada acompañada de mi mejor sonrisa, listo para dar la bienvenida a los clientes recién llegados. La luz del sol se filtraba a través de los vitrales multicolores que decoraban las ventanas otorgándole una apariencia de ensueño, el aire ondeaba suavemente su cabello mientras sonreía tímidamente. Las palabras me abandonaron, mi cuerpo se negaba a moverse, no podía ser verdad… el destino lo había vuelto a poner en mi camino.
SungMin era mi mejor amigo desde el instituto, él era el barman en la cafetería desde que su padre la inauguró, siempre mostró talento para la cocina, y tras la muerte de su padre quedó al frente del negocio familiar. Al percatarse de la llegada de los clientes salió de la cocina listo para preparar su orden; yo tenía que ir a tomárselas primero, pero mi corazón latía tan aprisa que no pude escuchar cuando SungMin me preguntó si me pasaba algo al ver que no me movía de donde estaba parado. Tras respirar hondo un par de veces, me armé de valor y me dirigí hacia su mesa con una gran sonrisa.
-¡Bienvenidos caballeros! ¿Qué desean ordenar?-
-Mmm, sí, quiero un café late frío.- Decía un chico de sonrisa coqueta y mirada penetrante.
-¡Ah! Eres el chico del otro día ¿no es así?- Decía él.
-¿Lo conoces?- Preguntaba el hombre que los acompañaba.
-¡Oh!, cierto, el que caminaba mientras soñaba despierto.- Decía el chico de la voz hermosa.
-¿El chico al que casi arrollan la semana pasada?- Preguntaba curioso un chico de sonrisa tierna.
-Ammm… sí, soy yo… lamento mucho lo que pasó.-
-Lo importante es que no pasó nada ¿no?- Decía él mientras sonreía gentilmente.
-Entonces… ¿están listos para ordenar?- Decía un poco sonrojado… Él me recordaba, y a pesar del tono sarcástico de la voz del otro chico, sus palabras me resultaron graciosas, así que las pasé por alto.
-Tras tomar su orden, regresé al mostrador para entregársela a SungMin. Luego me dirigí a la cocina para servir los postres que iban a comer.
La campanilla del mostrador me informó que las bebidas estaban listas, así que salí de la cocina con las bandejas listas y fuimos a entregar la orden.
Aunque no era nuestra intención escuchar su conversación, no pudimos evitarlo.
-¿Y qué vamos a hacer entonces, Hyung? Si la empresa quiere un quinteto tendremos que hacer audiciones a la de ya ¿no es así?-
-Así es YunHo, el tiempo es vital si queremos debutarlos para la fecha acordada.-
-Pero realizar una audición como ésta tomará varios días, mismos que no disponemos dadas las circunstancias.-
-Lo sé YooChun, por eso debemos comenzar a convocar a la audición hoy mismo, debemos conseguir que un gran número de chicos asistan mañana si queremos encontrar el talento que necesitamos.- De pronto, alguien tomó parte en la conversación sin que nadie se lo esperara.
-Ammm… perdón por entrometerme, pero he escuchado que buscan un cantante ¿es así?-
-Sí, así es hijo, ¿por qué lo preguntas?-
-No deberías meterte así en las conversaciones de la gente ¿sabes?-
-Déjalo hablar ChangMin, podría tener algo importante que decirnos.-
-Lo siento de verdad, no es algo que suela hacer, les ofrezco mis disculpas, es sólo que mi amigo canta, y creo que lo hace bastante bien, ha participado y ganado en muchos concursos de canto y baile, y ahora audiciona porque quiere volverse profesional.-
-¡SungMin! No deberías decir cosas extrañas a los clientes. Caballeros, lo siento mucho, con permiso, disfruten de su comida.- Haciendo acopio de mis fuerzas, arrastré a SungMin a la cocina tan rápido como me fue posible.
-¿Qué demonios estabas pensando, SungMin?-
-Pero, es que… ¿no los escuchaste? Ellos parecen buscar un cantante porque están por ser lanzados al estrellato, está podría ser tu oportunidad, JunSu, ¿no te das cuenta?-
-La… lamento interrumpirlos… pero si de verdad quieres ser cantante profesional, ¿por qué no acudes a la audición del día de mañana?- Tímidamente acercó a mí una servilleta con una delicada y clara caligrafía con los datos para acudir a la audición; una vez que tuve el papel en mi mano, él volvió a su mesa.
-Vas a acudir, ¿verdad?-
-Yo… no lo sé… lo pensaré detenidamente, ¿ok?-
Algo dentro de mí me decía que sí, ¿acaso todo era cosa del destino? Mientras me perdía entre mis pensamientos dentro de la cocina, la luz del sol comenzó a desaparecer, al ver el reloj me di cuenta de que habían pasado las horas; ellos ya se habían ido cuando regresé, lo cual me resultó comprensible. Pronto la luna apareció en el cielo, era hora de volver a casa, así que me cambie de ropa, tomé mis cosas y emprendí la caminata hasta mi casa; supongo que seguí dándole vueltas al asunto, pues cuando menos pensé, ya había llegado.
Después de cenar le platiqué a mi madre lo que había sucedido, ella me animó a acudir a la audición; tenía razón, no tenía nada que perder y en cambio, había mucho que ganar. Así que me preparé y me fui a dormir, pues tenía que levantarme temprano para vocalizar.
-Número 83, Kim JunSu. Número 83...- Mi turno había llegado. Me levanté de mi asiento con una sola idea clara y fuerte en mi cabeza: Ser seleccionado en esta audición.
-Sí, aquí…-
-Muy bien, pasa por favor.-
La mujer de acento francés abrió la puerta torpe pero rápidamente, un chico con lágrimas en los ojos, salía de la habitación sujetando fuertemente su guitarra, pero eso no me sacudió ni un poco de mi ideal. Iba a dar lo mejor de mí y seguramente sería seleccionado.
Una mesa negra yacía inerte frente a mí separándome de la gente que sería jurado para determinar al nuevo integrante de la exitosa futura agrupación Dong Bang Shin Ki.
Con mi mejor sonrisa respondí su saludo y me presenté.
-Muy bien chico, ¿por qué crees que mereces ser parte de DBSK?-
-Porque quiero hacer realidad mi sueño, señor, y ser capaz de compartirlo con el mundo a través de mi voz.-
-Entonces comienza por compartir tu sueño con nosotros ¿quieres?-
Y sin duda alguna en mi corazón, sin temor y sin vacilación en mí, comencé a cantar… perdí la noción del mundo… sólo era yo, mi voz, mi sueño… Para cuando terminé de cantar, la mujer que estaba afuera estaba de pie junto a la puerta con lágrimas en los ojos. Las cuatro personas frente a mí sonreían complacidas.
-¡Felicidades hijo! Eres el quinto miembro de DBSK.- Decía con la voz un poco entrecortada el hombre que acompañaba a aquellos chicos ayer.
-Soy SeoHyung, el representante de la agrupación, será un placer trabajar contigo.- Decía a la vez que estrechaba gentilmente mi mano con una gran sonrisa de satisfacción.
-Ammm… Soy JunSu, mucho gusto. Y gracias señor, daré lo mejor de mí.- Decía tímido por el repentino exceso de atención.
-Necesitaremos que acudas mañana a este lugar con tus padres o tutores, ahí se encuentra la oficina central de la compañía, para la firma del contrato y todas las cuestiones legales ¿está bien? A las 10:00 am.- Me decía mientras me extendía una elegante tarjeta de presentación con las letras SME grabadas al frente.
La mujer de anteojos que había estado callada e inexpresivamente sentada detrás del escritorio se levantó, al pasar a mi lado asintió un poco la cabeza a manera de saludo y salió de la habitación agradeciendo a los que aún estaban ahí, por haber acudido e informando que ya habían encontrado la voz que buscaban.
-Ella es la vicepresidenta de la compañía, y creo que le agradaste, no suele mirar a la gente a menos que le agrade.- Susurraba el señor SeoHyung mientras se acercaba un poco a mi oído.
-Creo que por ahora será mejor que vayas a casa y te prepares para mañana, hijo; una nueva vida comienza para ti, Junsu.-
Al decir la última frase puso su mano sobre mi hombro dándome una leve palmada, luego sonrió y se dispuso a salir junto a los otros dos hombres que se despedían educadamente de mí.
-¡Ah! Cierto…. Mañana te reunirás con el resto de los chicos, los recuerdas ¿verdad? Los cuatro que estaban conmigo ayer. A partir de mañana ustedes cinco serán como una familia.- Al escuchar aquello, reparé por fin lo que realmente significaba todo esto: a partir de ahora estaría a su lado y cumpliría mi sueño junto a él. Una extraña y fuerte sensación invadió mi cuerpo, como si una corriente eléctrica circulara por mis venas, pero no fui capaz de descifrar lo que era.
Después de llenar algunos formularios, le día las gracias a la mujer de acento francés que me había recibido y regresé a casa para darle la noticia a mi familia que me felicitó con lágrimas en los ojos.
Eran casi las 10 de la mañana, mi madre revisaba una y otra vez la corbata de mi padre, así como mi cabello; estaba tan nerviosa como yo. A la hora en punto, la señorita de recepción nos indicó que pasáramos, guiándonos hasta una puerta de cristal con el rótulo “Gerencia General”. Abrió la puerta y nos anunció. Un hombre de voz grave y serena nos dio la bienvenida.
Después de un par de horas de explicarnos todos los beneficios y obligaciones que adquiriría al pertenecer a la compañía, así como los términos del contrato, salí de ahí como un miembro oficial de la SM Entertainment. De pie en el lobby esperaba por mi el señor SeoHyung. Tras saludar cortésmente a mis padres y presentarse, les informó que debía llevarme a la agencia de talentos para ser presentado al resto de la agrupación e integrarme a las actividades previas al debut. Mis padres se despidieron de mi sabiendo que pasaría algo de tiempo antes de que volviera a casa.
De camino, los nervios y aquella extraña sensación volvieron a mí. El auto se detuvo y el hombre parado fuera del edificio de espejos se acercó y abrió la puerta para que saliera. El señor SeoHyung me pidió que lo siguiera, caminando a su lado a través de la recepción hasta el elevador, toda la gente lo saludaba afectuosamente.
-No deberías estar nervioso, Junsu, creo que se van a llevar muy bien; además, si Changmin logró adaptarse, seguramente será mucho más fácil para ti.-
-Ammm… Sí, supongo…- Contesté con una tímida sonrisa, sin estar seguro de lo que su comentario significaba.
Sin embargo, sólo yo sabía que mis nervios no se debían para nada a algo que el señor SeoHyung fuera capaz de imaginar.
Conforme subíamos, los números en rojo de la pantalla junto al tablero aumentaban, del mismo modo que los latidos de mi corazón. En un par de minutos que me parecieron más como un simple suspiro, el elevador se detuvo y la puerta se abrió.
Ahí, en un amplio salón acondicionado como sala de estar, los cuatro chicos que serían mis compañeros estaban plácidamente platicando y tomando café. Al percatarse de mi presencia, el silencio sustituyó sus voces y todas las miradas se clavaron sobre mí con asombro; todas, excepto la de ese chico de mirada triste que me veía sin gota de sorpresa, como si estuviese seguro de que entraría por esa puerta algún día. Me dedicó una amplia y amable sonrisa y se sentó al lado del chico de cabello corto y sonrisa coqueta.
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