JUEGO DEL DESTINO
One-Shot
SeDa
~Begin / DBSK~
01-04-10
Como los últimos tres días, las nubes grises mantenían ocultos los rayos del sol obligándome a permanecer en casa para que mi resfriado no empeorase. Después de una semana de no haber salido desde que comencé a sentirme mal, hoy sentía que si no salía a respirar aire fresco me volvería otra de las plantas de mi departamento. Miré de reojo el reloj en la pared de la sala… apenas eran las 6:00pm; faltaban dos horas todavía para que llegara Tomo-chan a hacerme compañía como había estado haciendo desde que enfermé. Me amarré las agujetas de los tenis y descolgué mi chamarra del perchero al salir. Me acomodé la bufanda mientras bajaba las escaleras y me eché encima el gorro, más que para evitar que me reconocieran en la calle, para que la casera no me viera salir… si Tomo-chan se enteraba me regañaría por más tiempo del que podría disfrutar de su compañía.
-¡Ah… se siente genial!- Levanté los brazos y me estiré en cuanto me encontré libre de la jaula en la que me mantenían. Metí las manos en los bolsillos de mi chamarra roja favorita, ya que me había olvidado los guantes. No pensé en regresar por ellos pues no planeaba estar fuera por más de una hora. Me decidí a disfrutar de mi paseo. Caminé en línea recta por la misma avenida por donde vivía, a unos veinte minutos a pie estaba un parque donde me gustaba ir a leer, ese era un buen lugar para desaburrirme. Aunque normalmente estaba lleno de niños jugando y corriendo por todas partes, hoy apenas si pasaba alguien. Desde donde estaba pude ver el árbol debajo del cual me gustaba sentarme. Corrí hasta él y me deje caer de espaldas sobre la pila de hojas secas que estaba ahí. Si alguien me hubiera visto en ese momento, probablemente hubiera pensado que estaba loco… riendo a carcajadas mientras lanzaba las hojas al aire para que cayeran en mi rostro. Una vez que pasó mi efusión saqué mi reproductor, me puse los audífonos y oprimí el botón de “play”. Me sentí como nuevo apenas si escuché los acordes de la guitarra que inundaban mi cuerpo de pies a cabeza.
Me despertó el vibrador de mi teléfono… abrí poco a poco los ojos, no quería despertar… me sentía demasiado a gusto. Nuevamente sentía el celular vibrando dentro del bolsillo izquierdo de mi pantalón. ME quité un audífono sólo para comprobar que era Tomo-chan quien me estaba llamando… La luz de día casi se había ido por completo… El móvil comenzó a sonar por tercera vez…
-¿Tomo-chan?…-
-Kouji… ¡Gracias a Dios…!- Parecía a punto de romper a llorar apenas escuchó mi voz. -¿Dónde demonios estás?- Ahora estaba regañándome molesto -¿Estás bien?- Después de tantos años ya había aprendido a acostumbrarme a sus drásticos cambios de ánimo… después de todo esa era una de las cosas que tanto me gustaban de él.
-Tranquilo… sí, estoy bien… me quedé dormido en el parque… lamento haberte preocupado…-
-Quédate ahí, ok? Voy por ti…-
-No hace falta, espérame en casa… enseguida estaré ahí… mejor comienza a preparar la cena, sí?- Sabía que nunca podría negárseme cuando le hablaba con ese tono de voz-
-¿Estás seguro? No me gusta que andes solo por la noche…-
-Seguro… tan seguro como que me muero de hambre…-
-Ok… entonces la cena y yo te estaremos esperando…- Colgué después de que dijera aquello, me senté y me estiré un poco para desperezarme. Finalmente me levanté y me sacudí las hojas que se empeñaban en venir conmigo a casa.
Emprendí mi camino a casa con el “Drain away” haciendo eco en mi cabeza. Sentí un poco de calor, probablemente porque caminaba lo más aprisa que podía; me descubrí la cabeza y seguí caminando. No quería preocupar más a Tomo-chan, ya bastante se había preocupado por mí todo este tiempo.
Una vez que vi la estación del metro me relajé, pues sólo me faltaba la mitad del camino. Iba tan absorto en mis pensamientos que no estaba demasiado atento a lo que me rodeaba… y terminé chocando de lleno con alguien que iba saliendo de la estación. Si bien no se veía corpulento ni era más alto que yo, si era mucho más fuerte y justo como yo solía hacer, llevaba puesto el gorro de la sudadera gris que usaba.
-¡Ah, lo siento! ¿Estás bien?- Me dijo de inmediato quitándose los audífonos con un particular y hermoso timbre de voz.
-Sí, estoy bien… perdón, fue mi culpa… no iba muy atento…- Me quedé sin palabras cuando lo miré… su rostro era demasiado lindo para ser un chico… y sus labios… no podía quitarles los ojos de encima.
-Yo tampoco… varias veces antes me ha pasado por absortarme en la música…- Su sonrisa también era hermosa; se agachó, levantó mi reproductor y me lo devolvió, se me había escapado de las manos pero ni siquiera me había dado cuenta.
-Ah, gracias…- Me sentía idiota… cosa que no pasaba a menudo y menos por cosas así… de pronto me percaté de ese extraño hormigueo recorriéndome la espalda.
-Con permiso… creo que ambos debemos tener más cuidado al caminar, no crees? Uno nunca sabe con quién puede terminar chocando en la calle…- Me volvió a sonreír, luego se inclinó levemente a modo de saludo y siguió su camino con pasos lentos pero firmes. Me di la vuelta y reanudé mi camino también. No debí avanzar más de diez pasos cuando dos chicos de mi edad más o menos me cerraron el paso al llegar a la esquina.
-Amigo… ¿traes cambio?- Me dijo el más alto.
-Lo siento… no traigo mi cartera…- Traté de esquivarlos pero el otro chico se me puso enfrente.
-¡Ah vamos! Vistes buena ropa, debes traer algo contigo…- Acercó la mano hacia mí, retrocedí un par de pasos, me di media vuelta, era mejor que subiera al metro, al menos ahí habría más gente que donde estaba. Me agarraron por la espalda abrazándome como si me conocieran para no levantar sospechas si alguien veía y me empujaron nuevamente rumbo a la esquina.
-De verdad no traigo dinero, sólo estab…- Me empujaron contra la pared, el chico más alto me golpeó en el estómago sofocándome por completo; el otro me sujetó por la chamarra para que no me cayera. Se reían maliciosamente viendo mi expresión mezcla de dolor y miedo. DE nuevo estaba contra la pared, su brazo presionando mi cuello no me dejaba respirar bien.
-Mmm… lo veas por donde lo veas, no parece un chico, no crees?- Le decía el que me sujetaba al otro.
-Mmm… Tendremos que asegurarnos entonces…- Me quitó la chamarra con facilidad aunque me resistí lo más que pude.
-Vaya, vaya… parece que después de todo no nos iremos con las manos vacías…- Por el tono del timbre supe de inmediato que era Tomo-chan. Aunque no quería, mis lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Mi teléfono sonaba en el bolsillo de mi pantalón mientras él se ponía mi chamarra.
-¿Tomo-chan?…- Decía el chico alto al ver la pantalla.
-Me pregunto si tu novia es más bonita que tú…- El sonido se detuvo cuando apagó el celular para meterlo en su bolsillo.
-Por supuesto que debe serlo… los idiotas como él siempre consiguen a las mejores chicas…- No entendí por qué se enojó así de repente. Comenzó a golpearme con fuerza y al final me mandó al piso de un puñetazo en la cara.
-¡Hey!- Escuché que alguien se acercaba corriendo.
-¡No te metas en lo que no te importa!- El chico alto terminó en el piso de un solo golpe a pesar de ser muchos más alto y corpulento. El otro sacó una navaja del bolsillo y se le acercó amenazante pero el chico no retrocedió, esquivó el navajazo y le lanzó un puñetazo justo en la boca del estómago que hizo retroceder un poco al atacante; el chico alto se puso de pie y trató de golpearlo por la espalda.
-¡Cui…dado!- Le dije lo más alto que pude, justo a tiempo para que reaccionara. El chico con la navaja trató de aprovechar la situación pero lo tomó del brazo y usando la misma fuerza de su impulso le dobló el brazo aplicándole una especie de llave que lo obligó a soltar el arma mientras gritaba del dolor. El otro chico pasó corriendo para escaparse, cuando intentaba levantarme me aventó con fuerza para quitarme de su camino.
Cuando volví a abrir los ojos percibí un olor agradable mezclado con una sensación cálida que me hacía sentir seguro…
-Lav…vanda…- Sí, ese era el olor que flotaba a mi alrededor.
-¿Eh? ¿Estás despierto?…- Esa voz… la recordaba de alguna parte… Sentí mi cuerpo extraño… la tenue luz que me rodeaba se desvaneció en pocos segundos.
La suave melodía de los violines me hacía sentir tranquilo, a través de mis ojos entreabiertos vi una luz amarillenta colgada del techo semejante a una esfera navideña brillando en medio de la oscuridad. Me sentí mareado… cerré nuevamente los ojos seguro de que aún seguía soñando y que debía despertar. Algo se sentía realmente agradable… fresco… en mi cabeza… nuevamente aquel olor a lavanda trajo a mi mente los recuerdos del mejor verano de mi vida… Dolía… De pronto todo el cuerpo me dolía… Volví a abrir los ojos asustado al recordar lo que había pasado camino a casa… ¿Dónde estaba? ¿Por qué estaba aquí? Eran sólo dos de las muchas preguntas que flotaban en mi mente atropellándose unas a otras.
-Tranquilo… tranquilo…- Al principio no lograba enfocar el rostro al que le pertenecía aquella suave voz… poco a poco su imagen se fue volviendo nítida. Sus ojos me miraban llenos de sincera preocupación… Volví a recostarme, todo me dolía… nuevamente me quedé dormido mientras me perdía en aquellos labios rojos que parecían decirme “descansa”…
Tenía frío… no podía ver más allá de mi nariz pero aún así corría… algo realmente aterrador venía tras de mí! Debía escapar pero cada ves había más obstáculos en mi camino que me hacían tropezar constantemente y caer… estaba cada vez más cerca… podía escuchar su respiración en mi nuca…
-¡¡¡Detente!!!- Le grité con todas mis fuerzas cuando sentí que cerraba sus garras alrededor de mi cuello.
-Tranquilo… fue una pesadilla… ya pasó…- Me susurraba lentamente al oído abrazándome. Podía sentir las gotas de sudor sobre mi cuerpo, respiraba trabajosamente con el corazón latiéndome fuera de control por el pánico. Su mano acariciaba mi cabello a la vez que su voz seguía sonando en mi cabeza. Era una pesadilla… sólo era un mal sueño… el miedo se fue dejando tras de sí un río de lágrimas que fluía silencioso. De pronto aquellas manos me sujetaron con fuerza haciéndome sentir protegido… como respondiendo a un llamado que yo no podía escuchar, mis manos aferraban con fuerza aquel cuerpo que me envolvía en su calidez.
La luz del sol que se colaba a través de las oscuras y gruesas cortinas del ventanal que tenía frente a mí me dio de pronto en la cara obligándome a despertar. Lo primero que noté fue la tibieza de su mano sobre la mía y el contacto de su cabeza apoyada en mi costado izquierdo. Los rasgos delicados de su rostro se veían aún más hermosos a la luz del día… nuevamente me encontré a mí mismo embrujado por su boca… ¿Qué estaba pensando? Sacudí un poco la cabeza para sacarme las ideas absurdas y descabelladas que me revoloteaban dentro. Desvíe la mirada hacia otro lado. El reloj sobre el escritorio marcaba las diez de la mañana… Había pasado la noche fuera de casa, Tomo-chan debía estar muerto de la preocupación… Tomo-chan debía estar buscándome… Tomo-chan… de pronto salió de mi cabeza cuando mis ojos se toparon con los suyos.
-Buenos días…- Su voz adormilada recalcaba su apariencia angelical… mi mano se sintió fría… vacía… cuando la soltó para frotarse los ojos, se incorporó y se estiró mientras hacía ruiditos chistoso; no supe por qué, pero no podía quitarle los ojos de encima. -¿Te sientes mejor?- Me dijo dulcemente mientras me sorprendía al colocar su mano sobre mi frente… sólo atiné asentir tímida y torpemente con la cabeza agachándome para esquivar su mirada al sentir que me miraba, tratando de ocultar que me sonrojaba. –Espero que no te moleste… si te hubieras quedado con tu playera te hubiera hecho daño, estaba demasiado húmeda por el sudor, lo bueno es que la fiebre ya te bajó…- Hasta que lo mencionó me di cuenta de que la que llevaba no era mi playera, empezando porque ésta era de manga larga. Se levantó y sacó algunas cosas del closet, mismas que dejó a mis pies sobre la cama. –Si quieres puedes tomar un baño, las toallas están en la puerta izquierda… ¿Tienes hambre?… Yo sí, iré a preparar el desayuno…- Su sonrisa fue lo último que vi antes de que cerrara la puerta. Sentía todo mi cuerpo adolorido, así que el agua de a regadera me hizo sentir mucho mejor.
-Perdón por las molestias… y gracias por cuidar de mí…-
-Ah, no te preocupes por eso… vamos, siéntate, debes estar hambriento, verdad?…- Su rostro sin duda se iluminaba con sólo una de sus sonrisas. -¿Cómo te llamas?- Preguntaba en su habitual tono dulce y bajito.
-Kouji… Seto Kouji…-
Traté de irme a casa convencido de que ya estaba bien y porque no debía estar más tiempo con él, pero mi cuerpo me traicionó y al final terminé nuevamente en sus brazos, perdido en esos ojos, tentado por esos labios…
-Será mejor que te vayas a recostar, ya que estés mejor te llevaré a casa, de acuerdo?… Así que no te sobreesfuerces y mejor descansa.- Salió de la habitación dejándome en medio del silencio con mis pensamientos y los locos latidos de mi corazón que parecían nunca irse a detener.
De pronto comencé a escuchar una hermosa melodía… Las notas a veces dulces a veces melancólicas del piano inundaban cada célula de mi cuerpo llenando hasta el más olvidado rincón con extrañas emociones. La canción no me resultaba para nada conocida… ¿acaso era él quien tocaba?… La necesidad de saber fue más fuerte que el dolor que sentía… Caminé lentamente siguiendo aquel sonido que cada vez se escuchaba más fuerte. Al fondo del pasillo alcancé a ver una puerta entreabierta… de pie desde ahí sujetándome del marco de la puerta lo vi… la música fluía como agua a través de sus manos mientras su cuerpo se volvía uno con cada nota… Se sobresaltó un poco cuando me vio pero continuó tocando.
A medida que transcurrían las horas entendí muchas cosas sobre él… que vivía solo desde hacía algún tiempo… que aunque no lo pareciera, era mayor que yo… que probablemente su familia era adinerada… también me di cuenta de que no estaba acostumbrado a tener compañía aún cuando no le gustaba estar sólo. Entre más lo conocía, más me gustaba… había algo en él que lo hacía parecer misteriosamente encantador.
Mientras comíamos nuestra conversación giró en torno a la música y la comida… me sorprendió escuchar que aquella canción que tocaba había sido composición suya… Lavaba los platos preguntando cómo me sentía, y si bien aún no me sentía del todo bien, estaba mucho mejor que en la mañana, aún así debía volver a casa… algo me decía que si esto continuaba, ya no iba a querer irme nunca.
-Ah ya veo… entonces será mejor que te lleve a casa ahora, verdad? Deben estar preocupados y buscándote… me refiero a tu familia…- Me dio la ligera impresión de que sonaba triste, ¿acaso era por mí?
-No, creo… también vivo solo… probablemente los únicos que lo hagan sean mis amigos o mi manager…-
Aunque insistí en que no era necesario, él se negó a que viajáramos en metro pues le preocupaban mis heridas, así que subimos a un taxi. Pasaron quince o veinte minutos cuando llegamos a mi edificio. Me ayudó a subir las escaleras, lo cual nos tomó más tiempo del habitual pues todavía me sentía un poco débil y adolorido.
-Bueno… si n o necesitas nada más, será mejor que me vaya…- Me dijo tras ayudarme a abrir la puerta y darme la bolsa de papel con mis cosas.
-Etto… si no tienes nada más que hacer… ¿por qué no te quedas un rato?…- No entendía muy bien lo que me estaba pasando, pero al ver que estaba a punto de despedirse, un miedo inexplicable se apoderó de mí, ordenándole a mi cuerpo que lo retuviera un poco más… sabía que si se iba tal vez jamás volvería a verlo…
-¿Estás seguro?… Entonces me quedaré un poco, me preocuparía que estuvieras solo si te vuelves a sentir mal…-
-Gracias… por preocuparte tanto por mí… Ahmm… sé que a estas alturas es una grosería de mi parte… pero aún no sé cómo te llamas…- Sabía que debía estar tan rojo como un jitomate y no me molestó que se riera… su risa eran tan hermosa como su sonrisa.
-Ah lo siento… supongo que olvidé presentarme… me llamo Ueda… Ueda Tatsuya…-
¿Cuánto tiempo pasó? Realmente no estoy seguro, estando con él mi percepción del tiempo se distorsionaba. La puerta de la entrada se abrió de repente. Tomo-chan y Shunji-kun aparecieron de la nada; al parecer le habían pedido a mi casera que les avisara si me veía llegar. Tomo-chan me miraba atónito e inmóvil desde la entrada.
-Seto, ¿estás bien?, ¿dónde estabas? Estábamos muy preocupados por ti…- Tomo-chan me veía con los ojos llorosos, incapaz de decir algo… cómo si no pudiera creer que yo estaba ahí.
-Chicos… lo siento… pasaron muchas cosas… pero ya estoy bien…- Sonreía como de costumbre porque ya no quería que estuvieran preocupados. Ueda estaba de pie en la cocina con la bandeja del té en las manos, como dudando de sí entrar a la sala o no. Al ver que le sonreía le regresó la sonrisa al rostro y entró, haciendo una educada reverencia al llegar a donde estábamos. Por primera vez desde que llegó vi reacción por parte de Tomo-chan… estaba enojado.
-¿Pero qué fue lo que pasó?… Debiste habernos llamado, al menos debiste contestar cuando te llamamos…-
-Lo siento… me asaltaron de camino a casa… él es Ueda… me salvó… no estaba en condiciones de volver a casa… lamento haberlos preocupado…-
-Fue mi culpa, debí…- Ni siquiera lo dejó terminar de hablar… Tomo-chan le dio un fuerte puñetazo en la mejilla y comenzó a gritonearle… Ueda estaña tan desconcertado como yo… supongo que Tomo-chan malentendió lo que Ueda trataba de decir… o tal vez sólo lo convirtió en un pretexto para golpearlo… ¿acaso estaba celoso? Cuando menos pensé ya lo arrastraba a la entrada diciéndole que se fuera y que no se me volviera a acercar… Al final perdí de vista a Ueda cuando Tomo-chan le cerró la puerta en la cara. No sabía qué hacer, no parecía verdad lo que acababa de suceder…
-¡Tomo-chan! ¿Por qué hiciste eso? Él sólo…- Supongo que me levanté demasiado rápido, el dolor me dobló y de no ser por Shunji, hubiera terminado en el piso.
-¿Por qué lo hice? ¡Kou-cha, mírate! ¡No puedo perdonarlo si por su culpa estás así! ¡No soporto la idea de perderte!- Tomo-chan nunca me había hablado de esa manera, aunque parecía intentar retenerlas apretando los puños con todas sus fuerzas, las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Un incómodo silencio se apoderó de la habitación.
-¡Tomo-chan! ¡Eres un tonto! Tienes razón… Sí es su culpa que esté así… ¡Si él no me hubiera ayudado no quiero ni imaginar qué me hubieran hecho!… Peleó contra ellos, aún cuando estaban armados; me cargó hasta su casa y no durmió ni se separó de mí durante toda la noche; cuidó de mí toda la mañana y estaba aquí preocupándose por mí para que no estuviera solo hasta que ustedes llegaran… ¿Cómo pudiste decirle todo eso?- De pronto me descubrí a mí mismo enojado… estaba enojado con Tomo, sí… pero también estaba enojado conmigo por no haber evitado que lo tratara así… Ueda… No podía dejarlo ir así… no quería dejarlo ir así… simplemente no quería que se fuera…
Salí corriendo del departamento para total sorpresa de Tomo y Shunji… el dolor se volvía más insoportable a medida que bajaba; por más que me asomaba, no lograba verlo escaleras abajo. De pronto escuché la voz de Tomo llamándome desde arriba… no, tenía que encontrar a Ueda. Seguí bajando, presionando con fuerza mi mano por debajo de mis costillas… ¡Ahí estaba! Bajando el último recodo antes de llegar a la calle.
-¡Ueda!- Lo llamé con todas mis fuerzas. Se paró de inmediato y volteó hacia arriba. Al verme se dio media vuelta y comenzó a subir de regreso. Mi corazón comenzó a acelerarse cuando lo vi de pie en el descanso a escasos metro de mí.
-Seto… ¿Qué haces?… Deberías estar descansando…- Corrió los últimos escalones hasta alcanzarme, rodeándome con el brazo para servirme de apoyo al ver que me sujetaba del pasamanos. Sentir nuevamente ese olor a lavanda envolviéndome junto con la calidez de su cuerpo, provocó algo extraño dentro de mí… y entonces entendí que quería quedarme así, con ese sentimiento inundándome de pies a cabeza… -¿Seto…?- Lo abracé fuerte, no me sentía triste aún así las lágrimas no se detenía… -¿Seto? ¿Qué tienes? ¿Qué te duele?…- Sonaba angustiado tratando de separarme de él para ver mi rostro mientras yo me aferraba a él para ocultarlo en su hombro… Supongo que finalmente entendió todo, porque sólo me abrazó con fuerza.
-Kou-chan…- Escuché la voz de Tomo más lejana que nunca. -… ya entiendo…- No podía mirarlo… no quería mirarlo… porque sonaba como si estuviera a punto de llorar. Lo escuché pasar corriendo a mi lado; no quería que se fuera así… pero al sentir que me estrechaba más entre sus brazos, entendí que Ueda no iba a dejarme ir… así que olvidé la idea de ir tras él.
-Ueda-san… ¿Puedes quedarte hoy con Seto?-
-Seguro… parece que tu amigo no estaba bien…-
-Seto… iré a buscar a Tomo… Te veo luego, ¿de acuerdo?… Llámame si necesitas algo, te dejé mi numero sobre la mesa…- Me limité a asentir a lo que Shunji decía. Me sentía culpable, pero no iba a cambiar de opinión. Mis lágrimas comenzaban a cesar, pero no quería que me soltara, así que permanecí abrazado a él por un momento más, sintiendo sus dedos entre mi cabezo y su brazo en mi espalda.
-¿Estás mejor?- Su voz fue tan suave y dulce como la primera vez que lo vi. Puso sus manos en mis mejillas y secó los rastros de lágrimas que quedaban.
-Perdóname…-
-¿Por qué…?-
-Por ser tan egoísta después de todos los problemas que ya te he causado…- El sol comenzaba a ponerse llenando el cielo de un color rojizo que hacía su rostro aún más cálido.
-Uhmm…- Negó levemente mientras me sonreía; los tenues rayos del sol iluminaban su rostro…. Sus ojos me miraban llenos de ternura… sus mejillas se veían un poco sonrojadas y pude ver que el golpe que le había dado Tomo había sido más fuerte de lo que había pensado… puse mi mano en él para darle un poco de alivio… y sus labios, ahora me resultaban más tentadores que nunca… -Jamás me serías un problema Seto… y no me importa si quieres ser egoísta…-
-¿Entonces está bien si digo que no quiero perderte nunca?…- sentí cómo se encendían mis mejillas… agaché la mirada por miedo a cómo pudiera reaccionar ante mis palabras…. Inevitablemente aparté mi mano de su cara. Su silencio me asustaba. De pronto sentí que me rodeaba con sus brazos atrayéndome contra su cuerpo. Mientras apoyaba su rostro contra el mío me di cuenta de que ahora eran sus lágrimas las que fluían.
-Eso nunca va a pasar…- Susurró entrecortadamente en mi oído. Un escalofrío me recorrió la espalda… Debía haberlo puesto en un predicamento… él era demasiado amable y probablemente no sabía cómo rechazarme…
-Lo siento… olvida lo que dije… fue muy egoísta de mi parte…- Apoyé mis manos en su pecho para apartarme de él evitando mirarlo a los ojos. – …no debí agobiarte de esta manera después de todo lo que has hec…- En ese momento sujetó mis hombros con fuerza y ahogó mis palabras en un profundo beso…
-Eso nunca va a pasar… nunca vas a perderme Seto… porque nuestra historia apenas comienza…- Su voz se apagó en mis labios junto con los últimos rayos de Sol.
Nuevamente la luz de la mañana a través del espacio que abría el viento entre las pesadas cortinas del ventanal de su habitación me obligaba a despertar… Los finos destellos iluminaban su rostro acurrucado contra mi pecho… Su cuerpo se sentía tan cálido sobre mi piel… Aparté cuidadosamente el cabello de su rostro para no despertarlo… Y mientras yo me perdía en su encanto, esa sonrisa que tanto amaba me dio los buenos días por segunda vez…
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