Entre amor y buenas noches… Cap1




Capítulo 1:

A pesar de ser un frío día de Noviembre, la idea de comenzar desde cero entusiasmaba tanto a Seto Koji que el tiempo pasaba volando.
Se encontraba en casa guardando sus últimas pertenencias en una caja de cartón, cuando finalmente el camión de mudanzas llegó y anunciaba la hora de partir hacia una nueva vida.
Al salir de aquella vieja casa, tuvo el presentimiento de que su felicidad por fin llegaría, y que sería un excelente cambio; pero todas esas ideas se dispersaron cuando Seto notó que en la parte delantera del camión no iba Sakurada Dori, como habían acordado anteriormente.
Aquello lo llenó de dudas, al punto de querer arrepentirse pero ya era demasiado tarde.
Durante todo el viaje que solo constaba de 40 minutos, Seto iba mirando el cielo, dándose mensajes mentales de ánimo y miles de ideas que emplearía para hacer feliz a Dori… Era momento de que él le pagara con la misma moneda.
En otra parte de la ciudad, los pájaros y las palomas se encontraban cantando y comiendo de los restos de pan que la gente dejaba sobre la acera.
El teléfono móvil de Sakurada Dori comenzó a sonar.
- ¿Sí, diga?. – El joven no se notaba tan entusiasmado como su interlocutor.
- ¿Dori-chan?, ¿ya tienes todo listo?, es tan tarde, yo ya estoy en camino.
- Tonto, ya voy para allá, tal vez llegue un poco tarde. Pero mande todo en el camión, ¿Está bien?.
- ¡Sí!, pero enserio no tardes, quiero que me ayudes a acomodar la casa.
- Si tenías que ser flojo… – Tomó su teléfono y colgó.
Aquel acto desconcertó aún más a Seto, quien al llegar a su nuevo hogar, no se mostraba tan animado y le deprimía aún más aquel color blanco silencioso de todas las paredes, pero al pensar que había sido idea de Dori, no se lo podía reprochar.
Finalmente, decidió poner manos a la obra y comenzó a desempacar y a poner fotos y más fotos de él y Dori en la pared de la sala principal.
Duro bastantes horas en su ardua labor cuando, al ir bajando las escaleras con una pesada caja cuya etiqueta decía ‘muñecos de peluche’, Seto resbaló e inicio una lluvia de peluches que volaron hacia todas las direcciones.
En ese momento, Seto pudo escuchar como Dori anunciaba que ya estaba en casa, pero no lo veía, así que grito con todas sus fuerzas.
- ¡Dori-chan, ven por favor!, ¡Dori-chan!
- ¿Qué rayos quieres?, ¿No te basto con ridiculizar la entrada con nuestras fotos? – Dori parecía muy enojado, eso lo percibía claramente Seto.
- No son solo fotos, ¡son nuestros recuerdos!… Además, necesito que me ayudes.
- ¿Qué quieres?- Dori pasó junto a las escaleras y advirtió todo el desorden y a Seto tirado con la pierna derecha estirada sobre el aire.- ¿Qué te paso?, ¡Levántate de ahí!.
- Me duele el tobillo, ayúdame a levantarme.
- No puedo.
- No por nada tomaste ese curso de primeros auxilios ¿cierto?
- Esta bien, está bien, pero no puedo revisar si tienes el tobillo inflamado con tus pantalones estos que te untas con mantequilla, desabróchatelos.- Seto, obedeció y se desabotono rápidamente, luego arqueo un poco su cuerpo para poder quitarse los pantalones.
- Dori-chan, ¿estás seguro de lo que haces?
- ¡Claro que sí!, See-chan debe confiar en mi.- Al quedar desnudas las piernas de Seto, Dori comenzó a darle un ligero masaje examinando el área del tobillo pero no notó nada extraño… Seto tenía la mirada fija en él y estaba completamente callado.
Después, Dori continúo haciendo el masaje hasta que sus ojos se posaron en el miembro de Seto y notó una erección… No dijo nada, simplemente sus manos se dispusieron a ir más arriba y despojar del bóxer a Seto.
Seto seguía en silencio.
Dori tomó entre sus manos aquella erección, se acomodó de rodillas en el escalón más próximo y comenzó a succionar lo que tenía entre sus dedos.
El silencio se rompió entre quejidos que Dori no sabía si eran de dolor ó de placer.
- Dori-chan, dori-chan… – La voz de Seto sonaba suplicante.
- ¿Te estoy lastimando, See-chan?
- Ahh… Dori…
Cuando Dori terminó no dijo nada, se sentía culpable. Tenía presente que acababa de formar la tormenta en el vaso y aquello le aterraba. También sabía, que había tenido una práctica extraña con su amigo de la infancia. Estaba preparado para ser odiado.
Rápidamente tomo los bóxer que anteriormente había quitado tan deprisa y se los arrojo a la cara a Seto, después se fue y se encerró en el baño.
Seto rápidamente te incorporó, se vistió y fue corriendo al baño.
Dori no había cerrado con seguro y se encontraba frente al espejo con la cara recién mojada. Al ver a Seto entrar, bajo la mirada y se quedo callado.
- Dori-chan… ¿Por qué estas triste? – Seto se aproximo para poder abrazar por detrás a Dori.
- Te hice daño, See-chan, lo siento. Perdóname. – Sus manos se posaron sobre las de Seto que ya lo estaban abrazando.
- No me hiciste nada, yo te quiero Dori-chan.
- Yo te quiero a ti, See-chan… – Permanecieron en silencio unos minutos. – ¡Ahhhh!, así que todo ese asunto de tu tobillo te lo inventaste tu ¿ehh? ¡See-chan es un mentiroso!
- No, no soy mentiroso, me duele mi tobillo.
- Entonces yo te cuidaré.

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