EL LUGAR PERFECTO
Fic x Cap
JunDa
~Someday for Somebody~
19-03-10
Fic x Cap
JunDa
~Someday for Somebody~
19-03-10
CAPITULO 2: EL brillo de una SONRISA.
¿Cuánto tiempo estuvimos corriendo?… No tenía ni idea… Nos detuvimos porque ninguno de los dos podía seguir corriendo. No habíamos dicho nada durante todo aquel rato, tal vez no había nada que decir… Tal vez no había nada que quisiéramos decir… Pero aún cuando nos habíamos detenido, seguíamos sujetándonos con fuerza la mano, era como si ambos sintiéramos que algo malo pasaría si nos soltábamos. Lo miré bajo la luz amarillenta de la lámpara de aquel solitario parque donde nos encontrábamos… su cabello aún húmedo estaba completamente despeinado… su pecho subía y bajaba agitado mientras respiraba, algunas gotas de sudor bajaban desde su frente brillando con la tenue luz sobre su blanca piel. Supongo que se sintió observado, porque levantó la mirada, al comprobar que efectivamente lo estaba viendo, me sonrió. El miedo había desaparecido de sus ojos, me sentí aliviado… le devolví la sonrisa y pronto estábamos los dos riéndonos sin razón aparente. Su teléfono celular comenzó a sonar y finalmente tuve que soltar su mano… por la expresión en su rostro cuando vio la pantalla supe que era Akanishi. Como por un impulso mi mano le quitó el celular.
-¡Déjalo en paz!- Ni siquiera le di tiempo de decir algo, le colgué el teléfono. Comenzó a marcar nuevamente y lo apagué.
-¿Nos vamos?- Le dije a Ueda guardando su celular en el bolsillo de mi pantalón.
-¿A dónde?- Me miraba preocupado.
-A mi casa…- Me acerqué a él y abotoné su camisa, me quité la chamarra y se la di. –Seguramente irá a buscarte a la tuya, así que no puedes quedarte ahí… vamos…- Se puso mi chamarra, como pensé tenía frío… todo había pasado tan rápido que no hubo tiempo siquiera de tomar sus cosas.
-Gracias…- Caminamos varias calles sin tener idea de dónde estábamos. Ninguno quiso hablar sobre lo que había pasado… anduvimos sin rumbo platicando cosas sin sentido pero ambos estábamos bien con ello. Por fin llegamos a la avenida que daba hasta la agencia, en verdad habíamos corrido mucho. Bajamos las escaleras del subterráneo y esperamos hasta que llegó el tren. Cuatro estaciones después nos bajamos, de no conocerlo hubiera pensado que estaba enojado, pero sabía que sólo estaba demasiado cansado. Continuamos caminando platicando sobre lo que seguramente habría preparado mi madre para cenar; cuando por fin llegamos a mi casa se paró en seco antes de subir los escalones de la entrada.
-Será mejor que me vaya a casa… no quiero darle problemas a tu familia…-
-No digas tonterías… tú nunca serías un problema Ueda.-
-Junno… ¡Bienvenido!… ah, tienes compañía… ¡Pasen!- Mi madre había salido a abrir la puerta, probablemente me había oído pensando que estaba al teléfono pues Ueda usualmente hablaba en un tono bajito. Bajé los escalones, lo tomé de a mano y lo hice entrar.
-Pero que chico más lindo… ¿es tu amigo de la escuela?-
-No abuela, es mi compañero de trabajo…-
-¿Y tu amigo tiene nombre?- Preguntaba curiosa mi madre ante el silencio de Ueda.
-Ueda… Tatsuya Ueda… Mucho gusto…- Decía él apenado.
-Y además también su nombre es lindo…-
-¡Abuela! No lo molestes, es un poco tímido… Oye mamá, Ueda tuvo un problema, ¿no te molesta si se queda aquí esta noche, verdad?-
-Claro que no… es la primera vez que traes a alguien en mucho tiempo… eso quiere decir que son muy buenos amigos. Estás en tu casa Ueda-kun.- Le dio una palmadita suave en el hombro acompañado de una amable sonrisa y luego entró de vuelta en la cocina.
-Estaremos en mi cuarto…-
-Si hijo, cuando esté lista la cena los llamo…-
-¿Vamos?- Ueda parecía un gatito asustado, mirando todo a su alrededor como si fuera la primera vez que veía la casa de una familia.
-Todos en tu familia se quieren mucho, verdad?- Me dijo apenas entramos en mi habitación.
-Sí, así es… pero ¿por qué pareces sorprendido? Eso es así en todas familias… está un poco tirado… lo siento…- Quité algunos libros, discos y revistas de mi cama. –Siéntate…- Levanté la ropa y juguetes que estaban desparramados por el piso, y lo que no había podido lograr en toda la semana, había limpiado mi cuarto en tan sólo 10 minutos, durante los cuales él no me había dejado de mirar.
-La cena está lista…- Mi madre tocó y abrió la puerta como era su costumbre. -¿Eh? ¿Pero que pasó aquí?… Ueda-kun, deberías venir con más frecuencia… la habitación de Junno te lo agradecería…- Mi madre echó a reír tras decir aquello mirando incrédula que el tiradero que dejé en la mañana había desaparecido.
-Sólo si usted me invita…- Ueda sonreía como hacía mucho que no lo veía.
-¡Por supuesto!… Esta es tu casa, de acuerdo? Siéntete como de la familia y ven a visitarnos cuando quieras…-
-Gracias…- Ueda le hizo una reverencia, muy típico de él..
-Vaya, no seas tan formal… aún eres un niño, compórtate como tal…- Mi madre lo empujaba jugando en el hombro. Aunque seguía riendo, me di cuenta de que le había dolido. No quise preguntarle nada, ya tendría tiempo más tarde.
-¡Déjalo en paz!- Ni siquiera le di tiempo de decir algo, le colgué el teléfono. Comenzó a marcar nuevamente y lo apagué.
-¿Nos vamos?- Le dije a Ueda guardando su celular en el bolsillo de mi pantalón.
-¿A dónde?- Me miraba preocupado.
-A mi casa…- Me acerqué a él y abotoné su camisa, me quité la chamarra y se la di. –Seguramente irá a buscarte a la tuya, así que no puedes quedarte ahí… vamos…- Se puso mi chamarra, como pensé tenía frío… todo había pasado tan rápido que no hubo tiempo siquiera de tomar sus cosas.
-Gracias…- Caminamos varias calles sin tener idea de dónde estábamos. Ninguno quiso hablar sobre lo que había pasado… anduvimos sin rumbo platicando cosas sin sentido pero ambos estábamos bien con ello. Por fin llegamos a la avenida que daba hasta la agencia, en verdad habíamos corrido mucho. Bajamos las escaleras del subterráneo y esperamos hasta que llegó el tren. Cuatro estaciones después nos bajamos, de no conocerlo hubiera pensado que estaba enojado, pero sabía que sólo estaba demasiado cansado. Continuamos caminando platicando sobre lo que seguramente habría preparado mi madre para cenar; cuando por fin llegamos a mi casa se paró en seco antes de subir los escalones de la entrada.
-Será mejor que me vaya a casa… no quiero darle problemas a tu familia…-
-No digas tonterías… tú nunca serías un problema Ueda.-
-Junno… ¡Bienvenido!… ah, tienes compañía… ¡Pasen!- Mi madre había salido a abrir la puerta, probablemente me había oído pensando que estaba al teléfono pues Ueda usualmente hablaba en un tono bajito. Bajé los escalones, lo tomé de a mano y lo hice entrar.
-Pero que chico más lindo… ¿es tu amigo de la escuela?-
-No abuela, es mi compañero de trabajo…-
-¿Y tu amigo tiene nombre?- Preguntaba curiosa mi madre ante el silencio de Ueda.
-Ueda… Tatsuya Ueda… Mucho gusto…- Decía él apenado.
-Y además también su nombre es lindo…-
-¡Abuela! No lo molestes, es un poco tímido… Oye mamá, Ueda tuvo un problema, ¿no te molesta si se queda aquí esta noche, verdad?-
-Claro que no… es la primera vez que traes a alguien en mucho tiempo… eso quiere decir que son muy buenos amigos. Estás en tu casa Ueda-kun.- Le dio una palmadita suave en el hombro acompañado de una amable sonrisa y luego entró de vuelta en la cocina.
-Estaremos en mi cuarto…-
-Si hijo, cuando esté lista la cena los llamo…-
-¿Vamos?- Ueda parecía un gatito asustado, mirando todo a su alrededor como si fuera la primera vez que veía la casa de una familia.
-Todos en tu familia se quieren mucho, verdad?- Me dijo apenas entramos en mi habitación.
-Sí, así es… pero ¿por qué pareces sorprendido? Eso es así en todas familias… está un poco tirado… lo siento…- Quité algunos libros, discos y revistas de mi cama. –Siéntate…- Levanté la ropa y juguetes que estaban desparramados por el piso, y lo que no había podido lograr en toda la semana, había limpiado mi cuarto en tan sólo 10 minutos, durante los cuales él no me había dejado de mirar.
-La cena está lista…- Mi madre tocó y abrió la puerta como era su costumbre. -¿Eh? ¿Pero que pasó aquí?… Ueda-kun, deberías venir con más frecuencia… la habitación de Junno te lo agradecería…- Mi madre echó a reír tras decir aquello mirando incrédula que el tiradero que dejé en la mañana había desaparecido.
-Sólo si usted me invita…- Ueda sonreía como hacía mucho que no lo veía.
-¡Por supuesto!… Esta es tu casa, de acuerdo? Siéntete como de la familia y ven a visitarnos cuando quieras…-
-Gracias…- Ueda le hizo una reverencia, muy típico de él..
-Vaya, no seas tan formal… aún eres un niño, compórtate como tal…- Mi madre lo empujaba jugando en el hombro. Aunque seguía riendo, me di cuenta de que le había dolido. No quise preguntarle nada, ya tendría tiempo más tarde.
A pesar de que me preocupaba que no le agradara la comida, se comió todo de lo más feliz; incluso mi padre lo bromeaba diciéndole que no era necesario ser tan educado a la hora de la comida en nuestra mesa. De hecho logró hacerlo que se comiera todo lo que quedaba en su plato usando sus dedos, justo como hacíamos todos. Parecía disfrutarlo… en verdad se veía feliz y eso me hacía inmensamente feliz a mí.
Reímos a carcajadas con las ocurrencias de mi abuela mientras veíamos una película todos juntos en la sala. Después se hizo hora de irnos a dormir, al menos los demás así lo harían. El sueño y el cansancio parecían haber desaparecido de él, volvimos a mi cuarto.
-Toma… será mejor que te cambies de ropa, esa no parece cómo para dormir… aunque tal vez te quede un poco grande…- Le pasé un pants y una de mis playeras.
-Ah, no te preocupes por eso…- Las puso sobre la cama y se quitó la camisa. Entonces lo vi, tenía algunos moretones cerca del hombro y otro por un costado y parecía haber más en la espalda.
-Ueda…-
-No te preocupes por esto…- Me dijo al ver que los miraba preocupado. –Desaparecerán por completo en unos días…- Se sonrojó. Me quedó claro que no eran los primeros, pero si esperaba que fueran los últimos.
-¿Duele mucho?…-
-Sólo si los toco…-
-Espérame, si?- Bajé corriendo hasta el baño de la planta baja, rebusqué en los estantes hasta encontrar la crema que mi madre siempre usaba cuando me golpeaba. Subí a toda prisa, él ya se había terminado de vestir.
-¿A dónde fuiste?-
-Quítate la camisa… esto es casi milagroso…- Parecía reacio a a obedecer, pero sabía que igual lo iba a hacer, así que esperé. Fui lo más cuidadoso que pude para no lastimarlo mientras le aplicaba la crema. –Listo!, hay que dejar que se sequé un poco… ¿qué te parece si por mientras jugamos algo?- Le dije señalando la consola de videojuegos conectada al televisor.
-¡Ok!… aunque te advierto que puedo dormirme de un momento a otro…-
-Ah, no te preocupes… Sí eso pasa, te echo una cobija encima y te acomodo…-
-Jajajajaja… bueno…-
-Escoge lo que quieras jugar, iré a ponerme otra ropa.- Me vestí en el baño y me lavé los dientes.. .Salí corriendo.
-¿Qué te pasa Taguchi?- Me preguntó al verme pasar rumbo a la puerta, bajé otra vez al baño.
-¡Aquí está!…- Subí de nuevo. –Toma…- Estaba un poco agitado, ya había corrido bastante por un día. Me sonrió al tomar el cepillo de dientes.
-Gracias… Junno…- Se dio la vuelta y entró al baño. Yo estaba estupefacto… nunca antes me llamado siquiera por mi nombre. Mi corazón latía como loco.
-Toma… será mejor que te cambies de ropa, esa no parece cómo para dormir… aunque tal vez te quede un poco grande…- Le pasé un pants y una de mis playeras.
-Ah, no te preocupes por eso…- Las puso sobre la cama y se quitó la camisa. Entonces lo vi, tenía algunos moretones cerca del hombro y otro por un costado y parecía haber más en la espalda.
-Ueda…-
-No te preocupes por esto…- Me dijo al ver que los miraba preocupado. –Desaparecerán por completo en unos días…- Se sonrojó. Me quedó claro que no eran los primeros, pero si esperaba que fueran los últimos.
-¿Duele mucho?…-
-Sólo si los toco…-
-Espérame, si?- Bajé corriendo hasta el baño de la planta baja, rebusqué en los estantes hasta encontrar la crema que mi madre siempre usaba cuando me golpeaba. Subí a toda prisa, él ya se había terminado de vestir.
-¿A dónde fuiste?-
-Quítate la camisa… esto es casi milagroso…- Parecía reacio a a obedecer, pero sabía que igual lo iba a hacer, así que esperé. Fui lo más cuidadoso que pude para no lastimarlo mientras le aplicaba la crema. –Listo!, hay que dejar que se sequé un poco… ¿qué te parece si por mientras jugamos algo?- Le dije señalando la consola de videojuegos conectada al televisor.
-¡Ok!… aunque te advierto que puedo dormirme de un momento a otro…-
-Ah, no te preocupes… Sí eso pasa, te echo una cobija encima y te acomodo…-
-Jajajajaja… bueno…-
-Escoge lo que quieras jugar, iré a ponerme otra ropa.- Me vestí en el baño y me lavé los dientes.. .Salí corriendo.
-¿Qué te pasa Taguchi?- Me preguntó al verme pasar rumbo a la puerta, bajé otra vez al baño.
-¡Aquí está!…- Subí de nuevo. –Toma…- Estaba un poco agitado, ya había corrido bastante por un día. Me sonrió al tomar el cepillo de dientes.
-Gracias… Junno…- Se dio la vuelta y entró al baño. Yo estaba estupefacto… nunca antes me llamado siquiera por mi nombre. Mi corazón latía como loco.
Estuvimos jugando tal una hora o dos, nos divertían bastante los juego donde teníamos que matar monstruos o zombies. Era inevitable que terminaría quedándose dormido… lo supe desde que se arrebulló en la cama acomodando la almohada en la que se recargaba. Para cuando el display de la siguiente misión se había terminado él ya estaba profundamente dormido… me sorprendió que aguantara tanto rato, en verdad estaba cansado después de todo lo que había pasado. Guardé la partida y dejé pausado el juego, no podía dejarlo así, amanecería adolorido de la espalda, yo lo sabía perfectamente. En ese momento, al ver de nuevo los moretones me sentí enojado… Lo tomé con cuidado para recostarlo… no me había equivocado, los moretes en su espalda estaban mucho peores. Odié a Akanishi como nunca creí ser capaz de odiar a alguien. Puse su cabeza contra la almohada, fui por una manta al closet y lo tapé, no quería que se resfriara por dormir destapado y sin camisa. Justo en ese momento se giró hacía donde yo estaba atrapando mi brazo izquierdo bajo su cuerpo. Era la primera vez que tenía tan cerca su rostro… se veía tan tranquilo mientras dormía… Aparté el cabello de su rostro y besé su frente… zafé con cuidado mi mano, apagué todo y tendí el futón junto a la cama para dormir.
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