Parallel World. Cap 3



Parallel World
FicxCap
FuDa
~Hana no mau machi / Ueda~
To: Lexi


CAPITULO 3: El beso que mató una sonrisa.


Para cuando terminaron de tocar, la luz de día había desaparecido por completo. Las luces de la ciudad llenaban la noche con cientos de estrellas multicolores. Desde donde estaban, parecía como si la ciudad misma fuera una especie de mar de destellos de colores. Ueda permanecía recargado en el marco de la ventana contemplando aquella vista que tanto le fascinaba y que sólo podía ser vista desde las afueras de la ruidosa ciudad.

Lenta y sigilosamente, Ishigaki se acercó a él por la espalda, aguantándose con todas sus fuerzas la risa para no delatarse… sólo para acercarse lo suficiente como para soplar suavemente en su oreja. No podía evitarlo… Ueda siempre reaccionaba de una forma tan linda que cuando tenía la oportunidad, no podía contenerse. Sin embargo esta vez la tan esperada reacción no llegó, a cambio sólo recibió una nostálgica mirada y una sonrisa a medias… Sabiendo que no era bueno preguntar en ese momento, no le quedó de otra más que sonreírle mientras revolvía su lacio y oscuro cabello con los dedos. Fujiie contemplaba a aquel par desde el otro extremo de la habitación donde desconectaba y guardaba los cables de su bajo, preguntándose si acaso ellos dos eran más que amigos.
-Será mejor que me vaya… si no me doy prisa perderé el último tren…- No quería interrumpirlos, pero se hacía cada vez más tarde y ellos parecían no hartarse de no hacer nada mientras estuvieran juntos.
-¿Es tan tarde ya?- Ueda miraba con desgano el reloj que colgaba de la pared sobre la pecera. –Yo también me voy…- Tomó del respaldo del sillón su abrigo negro y comenzó a abotonarlo lentamente, resultaba obvio que no quería irse.
-¿Seguro que quieres irte? Sabes que puedes quedarte…- Por el modo en que se lo dijo, dedujo que no sería la primera vez.
-No, puedo escuchar a mi almohada llamándome suplicante para que vuelva a casa…- Miró a Ishigaki una última vez sonriéndole de nueva cuenta de aquel modo que tanto le gustaba y los despidió agitando la mano desde la barandilla de la escalera cuando los vio salir a la calle después de perderlos de vista mientras bajaban las escaleras.
-¿También tomarás el tren, Ueda-san?- Tímidamente rompió por fin el silencio que había entre ellos.
-Llámame sólo Ueda, quieres?- Su voz era agradable.
-Seguro?- Le parecía extraño pues acaban de conocerse hacía apenas unas horas.
-Sip…- A través de los mechones de cabello y la capucha de su abrigo sobre su cabeza, alcanzó a ver una cálida sonrisa.

A medida que se acercaban al parque comenzaron a sentir frío. Ueda caminaba con las manos dentro de los bolsillos de su abrigo sin notar que era cuidadosamente observado por la delgada figura que caminaba uno o dos pasos detrás de él con las manos rojas por el frío.
-¿Lluvia…?- La suave voz de Ueda lo sacó de sus pensamientos. Ambos miraron hacia arriba al notar que la luz de la luna había desaparecido entre densas y oscuras nubes, finas gotas comenzaron a caer resbalando sobre sus rostros.

Para cuando llegaron al andén de la estación, ya estaban empapados de pies a cabeza… aquella leve llovizna se había convertido en tormenta en apenas unos minutos. Tuvieron que correr los últimos metros para no perder el tren. Al verse en el reflejo del cristal los dos echaron a reír al ver el aspecto que tenían. Por suerte su abrigo había impedido que su ropa se mojara, así que Ueda se desabotonó rápido y se lo quitó para atravesarlo en el pasamanos más cercano. Por el contrario Fujiie estaba completamente mojado, así que aunque se quitase la sudadera, no hubiese servido de mucho.

Su viaje transcurrió tranquilamente entre risas y una plática amena sobre música y comida… dos de las cosas favoritas de ambos. Su sorpresa fue mucha cuando descubrieron que Ueda vivía cerca de la universidad donde él e Ishigaki estudiaban… y todavía se sorprendió más al saber que Ueda también estudiaba ahí pues no recordaba haberlo visto antes.

Lo último que vio antes de que la puerta se cerrara y el tren se alejara de donde estaba parado fue una amplia y hermosa sonrisa de parte de aquel chico que le decía adiós con la mano a través del cristal… su mirada se había tornado más amable conforme habían estado hablando, su cabello oscuro, aún húmedo y despeinado, enmarcaba las delicadas y finas facciones de su rostro; por alguna razón que apenas si lograba entender, aquel chico que lo miraba mientras se despedían le parecía cada vez más fascinante, casi como si fuera algo a lo que se había vuelto adicto.

En su pequeño y acogedor apartamento todo seguía cómo lo había dejado cuando se fue… lo único que había cambiado era el brillo en sus ojos. Y mientras se daba un baño caliente, Fujiie se preguntaba si volvería a ver pronto a aquel enigmático chico que se ocultaba del mundo bajo el gorro de su abrigo.

Todo estaba oscuro cuando abrió la puerta; había salido con tanta prisa que había olvidado encender la luz del recibidor antes de irse. Una luz pequeña y roja parpadeaba al fondo de la sala. No estaba seguro de querer escuchar, pero podía ser algo importante, así que presionó el botón para oír el mensaje. Como suponía, no era más que su ex… después de haber ido por una toalla para secarse un poco el cabello, estaba completamente decidido a borrar el mensaje sin terminar siquiera de escucharlo… pero algo en el tono de su voz le dijo que algo había pasado… de pronto le pareció que Akanishi estaba conteniéndose el llanto y aunque no sabía la razón, podía sentir como si algo se agolpara en su pecho… el mensaje terminó, pero él seguía sentado junto a la mesita donde estaba el teléfono, apoyando ambos brazos sobre sus rodillas, cabizbajo, ocultando el rostro debajo de la toalla blanca… aunque no quería, sus tibias lágrimas cayeron sobre la duela de madera… Quería odiarlo… pero era demasiado tonto como para seguir preocupándose por él.

Ya estaba acostumbrado a levantarse temprano. Aún cuando no hacía más de 15 minutos caminando a la Universidad, le gustaba tomarse su tiempo para arreglarse y dejar todo en orden en su casa antes de marcharse. Ueda siempre había sido así, después de todo, su padre era un político respetado y desde pequeño tuvo que aprender a ser independiente y autosuficiente, aún si eso significaba estar siempre solo; ahora había terminado por disfrutar de la soledad y a veces olvidaba lo que era la compañía de alguien más… así, Akanishi había logrado convertirse en su todo… en un mundo donde la música era su vida, el amor se había convertido en una cálida luz brillante que le recordaba que ya no estaba solo… esa misma luz que empezaba a extinguirse rápida e inevitablemente. Caminó lentamente hacia el recibidor, tomó las llaves y su saco, se puso los zapatos y abrió la puerta. De algún modo, al ver dentro, de pronto su casa le pareció un poco fría y sombría. El sonido de la puerta al cerrarse disipó la nube de pensamientos estúpidos que azotaban su mente en ese momento. Caminar siempre le ayudaba a relajarse, así que al final decidió tomar el camino largo hacia la escuela, al fin y al cabo, tenía mucho tiempo de sobra.

Como todos los días, su despertador fue apagado inconscientemente en su afán por dormir un poco más. Ahora era su celular el que llenaba la habitación con una dulce melodía… de pronto abrió los ojos… por el tono sabía que era Yodogawa, lo cual sólo podía significar una cosa: otra vez se había quedado dormido… Se incorporó de la cama de un salto y buscó el celular. Mientras hablaba con su mejor amigo se daba prisa en cambiarse de ropa… el chico al otro lado de la línea le explicaba algunos detalles sobre arreglos que le había hecho a las canciones al tiempo que Fujiie se lavaba los diente, tras lo cual salió corriendo cargando el bajo y su mochila, cerrando de prisa y como podía la puerta. Si corría alcanzaría el tren de las 8:00 y sólo llegaría 15 minutos tarde, con lo cual aún tendría derecho a un retardo en vez de una falta.

Ueda caminaba tranquilamente por uno de los amplios jardines de la escuela rumbo al edificio donde tendría su primer clase del día. No pudo evitar quedarse inmóvil en cuanto vio a unos metros de donde estaba a Akanishi con Kamenashi despidiéndose afectuosamente al pie de las escaleras que él tenía que subir. No podía continuar… aún no se sentía capaz de enfrentarse a ellos, mucho menos si estaban juntos, sabía perfectamente que la sonrisa amable de Kamenashi y la mirada cínica de Akanishi no harían más que destrozarle más el corazón… ya estaba harto de llorar, simplemente quería dejarlos atrás.

Aunque quiso seguir corriendo para ser el primero a quien le diera los buenos días, al contemplar aquella escena entendió que no obtendría a cambio aquella sonrisa que estaba anhelando volver a ver. Aquel par se alejó tras un largo beso. El rostro de Ueda le pareció el vivo retrato de la tristeza encarnada… y un fuerte dolor comenzó a oprimir su pecho al ver cómo aquel chico que emanaba tanta luz se encogía poco a poco, como si se escondiera del mundo. Fujiie no supo que hacer o que decir en ese momento… simplemente no pudo hacer nada… al final sólo lo vio alejarse y subir los escalones del edificio de la sección de piano y voz.

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