Parallel World. Cap 10



Parallel World
FicxCap
FuDa
~Hana no mau machi / Ueda~
To: Lexi

CAPITULO 10: El adiós incomprendido.


Akanishi se veía absolutamente estupefacto, si Ueda hubiera tardado un solo segundo más en abrir, probablemente le hubiera pegado en la cara, por lo que fue inevitable que se le dibujara una sonrisa estúpida sólo de imaginar la escena; Ueda por el contrario no le devolvió la sonrisa al verlo, ni siquiera lo saludo por cortesía… de alguna manera, la expresión de su rostro le daba la impresión de que estaba enojado… con él. Aquella sonrisa se esfumó de inmediato, seguramente estaba enojado por todos los mensajes en la contestadora…
-Ho-hola Tatsuya… ¡Vaya! Después de todo estamos en sintonía, ¿no te p…- Ni siquiera lo dejó terminar de hablar, soltó lo que llevaba en la mano. El puñetazo fue tan duro que en cuanto Akanishi se llevó la mano al labio, la sangre le manchó de rojo los dedos.
-¡Escúchame  bien Jin!- Ueda se inclinó para tomarlo por el cuello de la chamarra y levantarlo del piso sin tacto alguno. -¡Si le vuelves a poner un dedo encima a Fujiie o a cualquiera de mis amigos, vas a desear nunca haberme conocido!- Una vez que le dijo todo lo que quería, lo aventó con fuerza hacia la calle, se giró para tomar el bolso y su bufanda y luego cerró la puerta. Aquella mirada tan fiera y esa actitud tan salvaje y dominante le habían resultado simplemente fascinantes, nunca antes había visto ese lado suyo y ahora más que nunca quería hacerlo suyo. Todo aquel deseo terminó en un impulso que lo obligó a empujarlo contra la puerta y comenzar a besarle el cuello y la oreja, pasando sus manos sin control a través de su entrepierna y bajo su camisa blanca. Nunca antes se había podido resistir a eso… Ueda siempre caía directo a sus labios. Pero no había respuesta de su parte, de ningún tipo. De pronto sujetó con fuerza sus muñecas… con demasiada fuerza… se volteó y estampó a Akanishi contra la pared.
-Lo siento… yo no te pertenezco… no vuelvas a acercarte a mí por favor…- Se quedó boquiabierto mirando cómo se alejaba calle abajo mientras se frotaba las manos y la mandíbula. Nunca se hubiera esperado que ese chico, al que siempre defendía, tuviera tanta fuerza. No podía dejarlo ir, no, eso era mentira, la verdad es que no quería dejarlo ir… ahora menos que nunca.

Cuando menos pensó, ya lo había seguido hasta el Hospital. Lo perdió de vista cuando la puerta del elevador se cerró… al menos sabía que se dirigía al sexto piso. Por un momento le pareció que el hospital era demasiado lujoso para que el chico ése pudiera pagarlo, pero luego concluyó que con toda seguridad era cosa de Ueda, después de todo, era el hospital de su tío. Entró al ascensor y oprimió el botón marcado con el número seis; el único problema ahora era saber en qué habitación estaban… pensó que tal vez debía ser su día de suerte: Ishigaki y  sus amigos iban saliendo del cuarto al final del pasillo. Se escondió cerca del lobby, entre toda la gente no sabrían siquiera que era él. Se quedó ahí un rato más, por si acaso regresaban; gracias a sus continuas paranoias de persecución, Yodogawa no pudo verlo cuando regresó, Ueda corría por el pasillo con una chamarra en la mano.
-Gracias Ueda…- Decía con una sonrisa tomando la prenda.
-Ah, no hay de que, hace mucho frío afuera… Yodogawa, ¿podrías dárselos a Dai-chan, por favor? Debe cuidar sus manos- Recibió los guantes que le extendía algo tímido y los guardó en el bolsillo de la chamarra que se acababa de poner. Ueda tenía razón en algo: estaba haciendo frío, Ishigaki era un poco friolento y a menudo se le acalambraban los dedos cuando hacía frío, estaban en finales, así que debía cuidarse.
-Gracias… sí, yo se los doy… Ueda…- Se giró al escuchar que lo llamaba.
-¿Qué pasa?- De nuevo estaba aquella sonrisa.
-Cuida de Fujiie por favor…- Le sorprendió que le pidiera aquello pero de inmediato entendió que había aprobado su relación. Yodogawa se dio media vuelta y entró al elevador diciéndole adiós por última vez con la mano. Ueda no pudo evitar poner una sonrisa tonta, se sentía demasiado feliz. A diferencia de Akanishi que había despedazado por completo el vaso de unicel  que tenía en la mano. Ueda regresó al cuarto, el celular de Akanishi comenzó a sonar, por el timbre sólo podía ser Kamenashi. Ueda se detuvo, a lo lejos le pareció escuchar el teléfono de Akanishi sonando… Aquella cancioncita desapareció de repente.
-Debe ser mi imaginación…- Pensó en voz alta y echó a andar mientras Akanishi tapaba desesperadamente la bocina de su móvil para atenuar el ruido, no iba a colgarle, sabía que si no le respondía se preocuparía y seguiría marcando, era mejor responderle y dejarlo tranquilo aunque fuera con mentiras.

-¿Cenaste algo delicioso mientras estabas en casa?- Dentro de la habitación, Fujiie lo esperaba con una sonrisa.
-Noup…- Se acercó a él y lo besó. –Sólo saqué la basura… se había apilado por toda la casa sin que me diera cuenta…- Ueda reía traviesamente, tal vez por la verdad oculta tras aquellas palabras.
-¿En serio? Bueno, al menos ya no está ahí, verdad?, así que eso es bueno…- Fujiie jugaba con su cabello pues lo había despeinado un poco cuando le quitó la bufanda; a Ueda le gustaba tenerlo así de cerca, así que no le molestaba en lo más mínimo.
-¿Ya cenaste?, ¿tienes hambre?- Por su expresión al escuchar su pregunta supo de inmediato que la respuesta sería un “no”; por lo poco que comió durante el almuerzo y la comida, fácilmente se podía deducir que la comida no le había gustado; pero no podía culparlo, incluso la de la cafetería era mala, por eso él mismo había pedido tantas cosas, tenía la esperanza de que al menos una de entre todas tendría que estar buena, a pesar de su apariencia, también era de buen apetito pero no cualquier cosa le resultaba deliciosa.
-Tenía hambre… pero no me gustó lo que me trajeron… sólo me comí la fruta y la gelatina…- Estaba un poco apenado, no quería que lo considerara quisquilloso con la comida. –Le cambié el resto a Igo por unos chocolates…- Señalaba la envoltura vacía junto a la charola con los trates sucios.
-Mmm… pero todavía tienes hambre, cierto?- Lo miraba un tanto preocupado, siempre se comportaba así cuando se trataba de comer, no por nada él era un chico sano.
-Si…- Fujiie se ruborizaba mientras asentía tímidamente. –Un poco…- Ahora le resultaba inclusive más adorable mirándolo de ese modo.
-¡Ya sé!… ya que no te prohibieron nada de alimentos, iré a traerte algo saludable pero delicioso… te gusta el pastel? Me gusta comerlo como postre…- La idea también le agradaba en demasía.
-Sí… también me gusta…- Jugueteaba con los dedos sobre el dorso de la mano de Ueda. Alguien llamaba a la puerta. La enfermera de guardia les sonreía amablemente. Revisó los medicamentos y tomó la bandeja para llevársela.
-Disculpe… tengo un poco de hambre, la cafetería ya cerró y no quiero dejarlo solo por mucho tiempo… ¿hay problema si voy por comida y ceno aquí?…- Ante aquella carita y ese tono de voz era casi imposible decirle que no.
-Ah, no te preocupes hijo, si vas ahora, te tocará el cambio de guardia de la noche y nadie te prestará mucha atención, anda, ve…- La mujer, que se veía ya un poco mayor, le hablaba pausada y amablemente sonriéndole.
-Será mejor que vayas antes de que cierren los lugares cercanos… Estaré bien, te prometo que no iré a ningún lado…- Aún a pesar de su condición, bromeaba y sonreía.
-Ok… te creeré… pero mejor no me tardo… Si no encuentro nada cerca, tendré que probar suerte con las maquinas despachadoras del piso de abajo…- Los dos se despidieron entre risas. Ueda no mentía ni exageraba, no quería dejarlo solo mucho rato, aquel mal presentimiento continuaba y no quería averiguar a qué se debía.

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