Título: Imborrable
Pairing: Tegoshi + Ryo
Fandom: NewS
Fandom: NewS
To: Luz, mi
partner hermosa que se ha vuelto adicta al RyoTego por mi culpa y sigue
queriendo más de esta historia XD pero por gracia o desgracia, con este shot se cumple la trilogía y la historia llega a su final ^^b
Todo en Tokio seguía tal
cual como lo había dejado cuando me fui hacía varios meses, ni siquiera
recordaba cuántos. Lo único que había cambiado era el color de los árboles,
comenzaban a tornarse anaranjados y a perder sus hojas, sin duda el otoño
estaba por terminarse pronto para dar paso al invierno. El viento, un tanto
frío para mí pues venía de haber estado en un lugar más templado, me lastimaba
los ojos, que aún seguían irritados de tanto llorar, mientras el taxi avanzaba
a gran velocidad sobre el asfalto. Él, el chico que había sido mi primer amor y
que se había ido un día sin decir una sola palabra dejándome una profunda
herida que tardó mucho tiempo en sanar, de pronto me llamó un día para decirme
que quería verme, que necesitaba arreglar las cosas conmigo, rogando que lo
perdonara, que volviera a estar a su lado, amándolo como cuando éramos
adolescentes. Y yo, en un arranque de estupidez y melancolía, salí corriendo
detrás de un fantasma de mi pasado en busca de respuestas, sin detenerme a
pensar en cuánto lastimaría a la persona que ahora amaba y que sin duda alguna,
también me amaba, al chico de ojos tristes y hermosa sonrisa que seguramente
lloraría amargamente días enteros preguntándose qué había pasado. Y durante
todo el camino en el autobús rumbo a mi pueblo natal, las lágrimas habían
surcado mi rostro sin descanso. Me odiaba. Me odié con todo el corazón por
herir de ese modo a quien con tanto amor había cuidado de mí hasta sanar mi
corazón destrozado. Me odié por hacerle lo mismo que él me había hecho a mí
años atrás. Por dejarlo sin explicaciones, con sólo un estúpido y confuso
mensaje de voz cuyas palabras no pensé bien y que sin duda le habrán destrozado
el corazón en cuestión de segundos. Me odié porque no pretendía hacerle daño,
tan sólo quería cerrar una vieja herida para poder dar por fin vuelta a la
página y continuar escribiendo nuestra historia... juntos. Sí. Porque en el
momento en que subí al autobús y cerré los ojos dejando que los recuerdos de mi
vida antes de Ryo regresarán a mi mente, me di cuenta de que nunca podría
perdonar a mi primer amor, me había dejado una marca imborrable y por mucho que
llenara los huecos que tenía en mi pasado, jamás podría volver a ser mi
presente, mucho menos mi futuro. Aunque
lograra volver a unir los fragmentos de mi corazón, las grietas y marcas seguirían
siendo evidentes. Sí. Fui a buscarlo para decirle todo lo que no había podido
gritarle cuando me dejó, para decirle cuánto lo odiaba por todo el dolor que me
hizo pasar, y finalmente, agradecerle, pues había sido a causa de su egoísmo y
su falta de sinceridad que yo había encontrado a Ryo y había superado por fin
su impronunciado adiós. Después de eso volvería a casa, le pediría perdón a Ryo
por haberme ido de ese modo, le explicaría todo lo que pasó y si me perdonaba,
le haría el amor hasta que no pudiera recordar lo sucedido nunca más.
Y mientras repasaba una
y otra vez las palabras adecuadas para finalizar todo y enterrar cada uno de
los fantasmas de mi pasado debajo de aquel árbol que guardaba celosamente mis
recuerdos con él, lloraba amargamente debido al extraño dolor que me oprimía el
pecho cada vez más fuerte. Pero como a menudo pasa en mi vida cuando se trata
de ironías, al salir de la ciudad los recuerdos empezaron a llegar a mí como
pequeños flashazos que disfrutaban haciéndome sufrir repitiendo cada una de sus
sonrisas, cada una de sus palabras dulces, cada beso, cada lágrima. Las calles, los edificios, las tiendas,
librerías, cafeterías, centros comerciales, parques, todo de ese lugar me
hablaba de él y de cada uno de los momentos que habíamos compartido juntos
desde que nos conocimos muchos años atrás.
Pero no todas las
historias de amor estudiantil son de color rosa. La mía en definitiva distaba
mucho de tener un final feliz. Cuando menos esperé, mi primer amor desapareció
de mi vida una tarde soleada el día en que nos graduamos. Se fue sin decir
siquiera una palabra y desapareció de mi vida sin dejar rastro, como si se lo
hubiera tragado el mar. Y viví mis días entre el dolor, el resentimiento y la
culpa. Me alejé de todo y de todos, me perdí por completo a mí mismo y comencé
a dejarme morir porque no era tan fuerte como para vivir una vida sin él,
simplemente no quería vivir en un mundo donde no estuviera con él.
Cerré el baúl de mis
recuerdos. Ya estaba de regreso en el lugar a donde realmente pertenecía.
De pronto un mal
presentimiento se apoderó de mi cuerpo. Ese último recuerdo de mis días de
instituto en mi ciudad natal detonó un pensamiento horrible que retumbó con
fuerza dentro de mi cabeza. Pero... Ryo-chan no era tan débil como yo...
verdad? Ryo-chan no me amaba tan estúpida y locamente como para preferir morir,
verdad?
Estaba aterrado,
rogando incluso a un Dios en el que ni siquiera sabía que creía, que no lo
apartase de mi lado y que lo mantuviera con vida para que se quedara conmigo
porque… en verdad amaba a Ryo con cada célula de mi cuerpo como jamás creí
poder amar a nadie y yo sí no sería capaz de vivir un día más si él me dejaba,
no podría soportar perder a la persona que amaba por segunda vez. No. No debía
ser negativo. Todo estará bien. Ryo estará bien y seremos felices el resto de
nuestras vidas… juntos.
Los últimos minutos a
bordo del taxi me parecían eternos. Saqué mi celular y comencé a mirar todas
las fotografías que tenía guardadas… Aún cuando me hacía reír el ver aquellas
sonrisas, su rostro dormido, sus caras graciosas, mis lágrimas amenazaban con
correr cuesta abajo a través de mis mejillas, pero no tenía derecho a llorar, todo
esto era culpa mía, así que las obligué a permanecer donde estaban. Lo que
menos quería era verme horrible cuando me reencontrara con él después de todo
este tiempo en el que habían pasado tantas cosas que me habían mantenido lejos
de mi hogar… de su lado.
La avenida que daba
hasta el lujoso edificio de apartamentos seguía tan limpia y desierta como
siempre. El casero me dio la bienvenida como si tuviera años que no me veía, de
algún modo sí era como si eso hubiera pasado. Me preguntó cómo seguía Ryo-chan,
eso sí que me preocupó porque significaba que había estado enfermo o algo, no?
Fue obvio que se me había ido la sangre del cuerpo cuando me dijo que había
estado en el hospital y que gracias a Yamashita, que venía a verlo todos los
días, no le había pasado nada grave. Lo dejé hablar cuanto quiso. De ese modo
me enteré de mucho de lo que había pasado durante todos esos meses que no
estuve aquí. El hombre parecía no entender la gravedad de lo que en realidad
estaba pasando. Ryo, el chico responsable que incluso iba a trabajar con
fiebres de cuarenta grados no había salido de casa desde hacía meses. Ryo, el
chico escandaloso y extrovertido que siempre andaba por el vecindario saludando
a medio mundo aunque fuera por hipocresía, no había sido visto desde hacía
meses por nadie del vecindario. Ryo, el chico que siempre ve la televisión y pone
música a todo volumen cuando está en casa había estado tan tranquilo, que
incluso pensaron que se había ido de vacaciones o que hasta se había mudado sin
decir nada. Ryo... mi Ryo, estaba encerrado dentro de su departamento sin
salir, hablar o hacer ruido desde que me había ido. El horrible mal
presentimiento se acrecentó dentro de mi, una sensación tan desagradable que
había iniciado como un pequeño hueco en el estómago y que ahora incluso me
impedía respirar con normalidad y me provocaba ligeros temblores; yo mismo
sentía que había palidecido, hasta sentía las manos sudando frío. Me zafé de su
conversación tan amablemente como mi paciencia y mi desesperación me lo
permitieron. Una voz interior no dejaba de repetir incesantemente "sube
ahora", "debes verlo ya", "asegúrate de que está
bien". Corrí por el pasillo tan pronto como las puertas del ascensor se
abrieron. Estaba cerrado con llave. No tenía las mías a la mano, así que
importándome poco, vacié todo lo que traía en el bolso de mano al piso y
revolví mis pertenencias hasta dar con ellas. Temblaba tanto que se me cayeron
de las manos cuando intenté levantarme. Poco me importó dejar todo botado ahí
afuera, sólo me importaba meter la llave en la cerradura y entrar. Sentía que
me iba a explotar el corazón mientras sostenía el picaporte con fuerza, mis
manos estaban mucho más frías que ese trozo de metal que sujetaba con fuerza.
El sentimiento no
mejoró mucho al contemplar el interior. Lo primero que cruzó por mi mente fue
que se habían metido a robar. Pero de inmediato descarté esa idea porque
Maruno-san no mencionó nada relacionado con eso y de haber sido así, hubiera
sido lo primero que me hubiera dicho. De cualquier modo, me preocupó mucho ver
la sala tan vacía y oscura.
-Ryo-chan?!- El pánico
se apoderó de mí al ver un bulto tirado junto a la cama sobre la alfombra de la
habitación principal. -Ryo!!!... Qué has hecho?- Al encender la luz comprobé
que sí se trataba de él. -Abre los ojos! Mírame... no me dejes... Te amo
demasiado como para vivir sin ti!... Ryo!- Por un segundo estuve casi seguro de
que me miró, una débil sonrisa se dibujó en sus labios antes de que cerrara los
ojos. Mis lágrimas comenzaron a derramarse a cántaros. No. No había tiempo para
dramas y crisis. Debía llamar a la ambulancia. Su celular sonaba una y otra
vez. Después de colgarle a la enfermera, respondí la llamada. Yamapi llegó en
menos de quince minutos al hospital y me gritó como nunca antes me habían
gritado. No podía refutarle nada. En cierto modo sí era culpa mía que Ryo-chan
estuviera postrado en esa cama debatiéndose entre la vida y la muerte en esos
momentos.
Mi alma regresó a mi
cuerpo cuando el doctor salió y nos dijo que estaría bien en unos días. Estaba
vivo. Por milésima vez había sobrevivido aún a pesar de sus esfuerzos por
quitarse la vida. El hecho de que le dijera a Yamashita en tono tan serio
"ya le había dijo que lo mantuviera vigilado, sigo creyendo que si no
puede cuidar de él en casa, lo mejor es internarlo en una institución
psiquiátrica " hizo que se me helara la sangre y cuando finalizó su sermón
con un frío "no aseguro que su cuerpo vaya a soportar otro intento de
suicidio así que será mejor que decida lo que hará con él de ahora en adelante..."
terminó por derrumbarme. Corrí a su habitación. No quería escuchar nada de
aquello, sólo quería estar a su lado, sostener su mano y hacerle saber que
estaba ahí con él… que lo amaba y que no lo dejaría morir.
El primer día fue el
más difícil de afrontar. Había sufrido una crisis a media noche y aunque habían
logrado estabilizarlo, no sabrían cómo estaba realmente hasta que despertara. Verlo
tan delicado y débil me rompía el corazón. Los vendajes en su muñeca me
recordaban constantemente que había estado a punto de perderlo para siempre.
Aún a pesar de mi pánico a las agujas, fui el primero en ofrecerse como donante,
aún cuando obviamente, no me lo permitieron, supongo que en ese momento no
pensaba con claridad. Lo único que me importaba era que se recuperara. Teníamos
tanto de que hablar y había tantas cosas que nos quedaban por vivir y
compartir...
El segundo día
transcurrió con lentitud. Los aparatos que tenía conectados le daban un aspecto
aún más deprimente a su delgado y pálido cuerpo. Yamashita insistía en que me
fuera y me alejara de él para siempre, pero no iba a obedecer lo que alguien
como él me dijera. Aún así, el miedo a que fuera mi Ryo-chan quien me pidiera
que me largara y nunca más volviera, me hacía tener pesadillas durante los
pocos ratos que podía dormir. Pero tampoco quería que despertara y no me viera
ahí, así que poco me alejaba de su lado en todo el día. Pasaba las horas
hablándole y cantando en su oído. Sabía que eso le gustaba. Aún era así,
verdad? Él podría escuchar mi voz, cierto? Me aferraba con todo el corazón a
creer que podía hacerlo y que eso le demostraría cuánto lo necesitaba, cuánto
lo amaba.
Después del tercer día,
las horas se volvieron mis peores pesadillas y los minutos, sus mortales
verdugos. Aunque ya el doctor nos había advertido que era probable que nunca
despertara del coma, yo me negaba a aceptarlo. Lo conocía. Al menos lo
suficiente como para saber que saldría de esta... sólo necesitaba encontrar una
razón para querer seguir viviendo. Podría otra vez ser yo su razón de existir
así como él lo era para mí?... Mis monólogos continuaron. Tenía la tonta
esperanza de que mi voz lo guiara de regreso a mí. Así que no me cansaba de
contarle una y otra vez nuestra historia de amor, cada una de las cosas que
amaba de él, cada uno de los preciados recuerdos a su lado que ocupaban cada
espacio dentro de mi mente y mi corazón.
El primer mes me
resultó la peor tortura. Estaba harto de la vida de hospital. Tan sólo quería
llevarlo a casa. Aparentemente estaba recuperado. Por qué demonios no abría los
ojos y me miraba aunque fuera con odio por lo que le había hecho? El
sentimiento de culpa comenzó a rondar mis pensamientos... Si tan sólo no me
hubiera ido nunca de su lado... Si tan sólo hubiera regresado mucho antes... Si
tan sólo no hubiera perdido tanto el tiempo hablando con nuestro casero... Qué
caso tenía… Ya nada haría desaparecer la marca imborrable que le había dejado
en el corazón. Había cometido un pecado que tal vez jamás merecería ser
perdonado. Sí. Tal vez esta sería mi condena... vivir el resto de mis días
anhelando volver a escuchar su voz y ver sus ojos, su sonrisa, teniéndolo a mi
lado pero sin tenerlo conmigo nunca más. No. Ese no era el futuro que quería
para nosotros. Yo lo quería de vuelta conmigo, como siempre…
Lloraba amargamente
sujetando su mano con fuerza, rogando a cualquier fuerza suprema que estuviera
dispuesta a escuchar a alguien tan miserable como yo, que el amor de mi vida
pudiera abandonar aquella oscuridad en la que su alma estaba sumida y que
volviera a caminar bajo el cielo azul... aún si no era de mi mano, hasta que me
quedé dormido.
Me despertó una
sensación extraña. Tal vez provocada por algo que soñaba. La verdad no estaba
seguro. Primero fue un leve movimiento que de inmediato atribuí a mi
imaginación, o como tantas otras veces, a un reflejo producto de su sistema
nervioso que seguía trabajando con normalidad; después fue más fuerte, como si
tratara de mover los dedos de su mano para asegurarse de que todavía estaban
ahí. Aún estaba adormilado pero me decidí a abrir los ojos para asegurarme.
No. No era mentira. No
era una alucinación. Mis oraciones habían sido respondidas. Había abierto los
ojos.
-Ryo-chan?...- Lo llamé
aún amodorrado. Parecía confundido mirando en todas direcciones, por momentos
cerraba los ojos y un dejo de dolor cubría su rostro antes de volver a
abrirlos. –Ryo-chan…- Oprimí su mano para hacerle saber que estaba ahí. Lentamente
giró su rostro hacía donde yo estaba pero no parecía verme realmente. Cerraba y
abría los ojos como si no pudiera ver con claridad. -Amor, me oyes?...-
Entrecerró los ojos mientras seguía mirándome, no podía dejar de sonreírle, mis
lágrimas habían comenzado a caer pero nada me importaba en ese momento más que
saber que estaba ahí. Abrió la boca pero sus palabras no tenían sonido. Casi
sin fuerzas, su mano subió hasta mi mejilla. -Bienvenido...- Me sentía tan
dichoso que mi sonrisa parecía ya no caberme en el rostro. Sus dedos acariciaban
débilmente mis labios mientras sus lágrimas rodaban silenciosas hasta perderse
en la almohada. No dejaba de mirarme como si tampoco pudiera creer que yo
estaba ahí. De nuevo intentó decirme algo, pero no pude escucharlo. Él no tenía
por qué decir nada, yo era quien debía hablar en ese momento, tenía tantísimas
cosas que decirle, pero quería empezar por las más importantes, las que más
necesitaba hacerle saber. -Perdóname, amor... Perdóname por todo...- Lo abracé
con cuidado. Cielos… cuánto ansiaba poder sentirle así. Terminé rompiendo en
llanto cual niño pequeño. -No debí alejarme de ti. Fui un estúpido...
Perdóname... Quiero estar contigo para siempre. No existe nadie más a quién
pueda amar si no eres tú...- Apenas si podía hablar de tanto que sollozaba. -Déjame
estar contigo una vez más...- Susurré mientras le llenaba de besos dulces los
labios. Lo necesitaba tanto que no entendía cómo había podido vivir sin él
todos estos meses.
-Estúpido egoísta...-
Murmuró en mi oído cuando lo volví a estrechar entre mis brazos, sus brazos se
aferraron suavemente a mi espalda. -Por qué tardaste tanto en volver?!... No
vez que estuve a nada de morir por tu culpa?...- Su voz sonaba lejana, pero
podía oírla, por fin podía escucharlo nuevamente, así que ni siquiera me
importaba si me decía de cosas, merecido lo tenía.
-Perdóname, Ryo-chan...
Te amo y no volveré a dejarte solo nunca más... Ya entendí que no necesito
desear nada a las estrellas porque si tú estás conmigo no necesito nada más...-
Solté de corrido todo lo que sentía en ese momento. Se separó un poco y me
miró, con tanta ternura que sentí que mis mejillas se ruborizaban.
-Estúpido... Y tenías
que largarte para descubrirlo?...- Apoyó su frente contra la mía.
-No... Tenía que alejarme
para que descubrieras que soy tu única y más poderosa razón para estar vivo...-
Se rió y me besó. Besos y besos que gritaban todo lo que no habíamos podido
decirnos en todo el tiempo que estuvimos separados. Mi mayor miedo había
quedado en el olvido… Ryo, mi Ryo no me odiaba, no me gritaba histérico que
desapareciera para siempre de su vida. No. Sus besos decían que me amaba tanto
como los míos le decían que lo amaba.
-Narcisista...- Murmuró
entre risas cuando por fin nos separamos para tomar aire.
-Pero así me amas...-
Hice una de mis caritas más adorables al tiempo que volvía a acomodarlo en la
cama. Aunque no quisiera que nadie ni nada nos arruinara el momento, todavía
debía llamar al doctor para que lo revisara. Debíamos asegurarnos de que todo estaba
bien.
-Uhn...- Asintió y me
jaló para recostarme sobre su pecho. No dejaba de mirarme, como si fuera la
primera vez que me veía, tal vez tratando de memorizar cada milímetro de mi
rostro. Empezó a besarme otra vez. Y así continuó llenándome de mimos y besos
hasta que se quedó profundamente dormido. No quise que nadie lo molestara, de
algún modo se veía tan apacible, que sentí como si fuera la primera vez que
dormía así desde que me fui, así que quería que descansara. Ya había tenido
suficientes pesadillas para toda una vida, así que merecía tener dulces sueños
de ahora en adelante.
Sí. Quería pasar cada
uno de mis días a su lado. Viviría mi vida haciéndolo sonreír mil veces por
cada una de las lágrimas que había derramado por mi causa. Me aseguraría de
alejar para siempre todo el dolor de su corazón y de que fuera feliz por el
resto de sus días.
Lo amaba más que a nada
en la vida y no estaba dispuesto a perderlo.
Así que estaba decidido a dar todo de mí por hacer que esto funcionara,
para poder seguir compartiendo mi vida a su lado y continuar escribiendo
nuestra historia juntos.
Porque nada de lo que
hubiera en mi pasado valía lo suficiente como para perder un sólo segundo más
de mi presente. Porque cualquier cosa que viviera con Ryo valía la pena con tal
de construir un futuro donde estuviéramos él y yo amándonos.
Sí, ahora sé que aunque
puedan existir heridas imborrables que nos dejen marcados de por vida
recordándonos que hay cosas y personas que nos lastimaron, no hay ninguna que
duela por toda la eternidad. Siempre habrá una cura milagrosa para todos los
dolores… la mía la encontré en ti.
2 comentarios:
Ahhh me haces llorar! Me gusto mucho!!! Amo el RyoTego :D
No llores, HaNa!~ XD
Fue un final perfecto para ese par o no? o*O*o jejejejejejeje
Digo, merecían ser felices después de todo lo que habían pasado...
a menos claro, que seas fan del TegoMasu y no quieras ver a Tegonyan con nadie que no sea el Butita XD jejejejejejejejeje
Pero pues como dices, amas el RyoTego!~ ^^b
asi que mejor muchas sonrisas porque acabaron finalmente juntos y felices ^O^/
Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer y comentar mis divagues ^^b
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