Justo como recuerdo. (RyoPi)




Título: Justo como recuerdo .
Pairing: Ryo + Yamapi / OC
Fandom: NewS
 *y un poco de otros pairings de Kanjani y KAT-TUN*
~Stereo - Nishikido Ryo~
Tipo: One-shot
Género: Shonen-Ai
To: Risa!~ que ama a los Principitos con locura~ (gomen ne por haber tardado tanto en postearte el fic, perdí muchas veces el archivo mientras lo transcribía de mi cuaderno por culpa de mi celular u.uU Espero que te guste.)




El verano por fin había llegado a su fin... El paisaje a mi alrededor había cambiado de color tornándose con los cálidos tonos ocres y marrones del otoño. El bullicio de la ciudad debido a las vacaciones había cesado poco a poco después de que terminaran los festivales y junto con todo lo que dejaba de ser lo que era ayer... el amor que comenzó en mi adolescencia... ese primer amor, el que creí que sería eterno... también llegó a su fin.

"¿Es así cómo se siente un corazón roto?"

"¿Es éste el dolor de la separación?"

"Lo odio..."

No podía sino pensar en todo lo que habíamos compartido juntos. Llorar mientras recordaba cada mínimo detalle suyo, cada hábito y manía. Y las lágrimas no cesaban. Muerto en vida. Así era como me sentía sin su compañía.

Pero no pude odiarlo... Todo lo que soy ahora es gracias a él... Todo lo bueno que hay ahora en mi vida se lo debo a él y a su egoísmo.

¿Cómo pudo una relación de tantos años terminar de este modo?


Caminaba de regreso a mi departamento. Siendo viernes por la noche, Ryo-chan seguramente estaría en casa de Uchi o en algún bar con sus amigos de la banda; lo cual me daría tiempo para tomar una ducha y disimular de algún modo esos ataques de ansiedad que a menudo terminaban en un mar de lágrimas. Busco como siempre, las llaves en el bolsillo de mi pantalón y las deslizo suavemente en la cerradura. De un modo casi mecanizado me quito los zapatos y camino en silencio por el pasillo que lleva del recibidor a la sala, siguiéndome derecho hasta mi habitación. Ni siquiera me molesté en cerrar la puerta. Todo dentro de esas cuatro paredes me recordaba algo de él... su sonrisa mientras me miraba desde la ventana... su rostro dormido cuando se quedaba en el pequeño diván junto al balcón... su delgado cuerpo sobre mi cama hablando de mil y un cosas... su mirada coqueta desde la puerta del baño. En cualquier lugar a dónde mirara había un eco de su paso por mi vida que desaparecía casi tan pronto como aparecía frente a mis ojos.

Simplemente no pude más...

Me dejé caer de rodillas al piso y rompí en llanto. Me sentía vacío y no podía imaginar ni un segundo más de mi vida sin él.
-¿Yamapi?...- Ni siquiera escuché cuando se acercó a mí, pero escuchar su voz y sentir su mano sobre mi hombro, fueron suficientes para romperme en pedazos, indefenso como un niño perdido. Me sentí tan seguro al saberlo ahí a mi lado abrazándome y reconfortándome, que ni siquiera lo pensé y me aferré a su cuerpo con todas mis fuerzas, incluso lastimándolo un poco, aún cuando no lo expresó ni por un segundo, las marcas fueron visibles para cuando me calmé un poco.

Me sentía como un muñeco de trapo que era cuidadosamente colocado sobre la cama y estrechado con delicadeza para dormir mientras le susurran palabras dulces. La gente podría pensar mil cosas horrendas sobre Ryo-chan, pero la verdad es que siempre había sido así de lindo conmigo. Me conocía mejor que nadie y siempre se preocupaba por mí. No por nada había sido mi mejor amigo desde hacía más de diez años.

¿Cuándo me quedé dormido? La verdad es que no tenía ni idea. Pero cuando desperté Ryo-chan seguía escondiéndome del mundo entre sus brazos, manteniéndome alejado de mis miedos y tristezas. Al menos el tiempo suficiente como para que pudiera respirar y no olvidar que estaba vivo.
-¿Te sientes mejor?- Me encontré directamente con sus ojos oscuros y melancólicos que me miraban preocupados y adormilados. Por sobre su hombro miré la hora en el despertador que estaba sobre la mesita de noche marcando las 5:00 am. Me sentía confuso por todo lo que había pasado, pero sabía que le había arruinado sus planes con Uchi, así que me sentí terriblemente culpable y no pude más que darle un asentimiento por respuesta. -Menos mal... me diste un susto de muerte porque no te escuché entrar y cuando te hablé ni siquiera me notaste... parecías un zombie...- Sonrió levemente apartándome el cabello de la frente, tras lo cual se acomodó boca arriba. Al notar que movía discretamente el brazo me aparté. Después de tantas horas, era obvio que lo tendría acalambrado por haberlo usado como almohada al dormirme sobre él.
-Lo siento...-
-No te preocupes... si ayudó a que te sintieras mejor, este dolorcito es un precio insignificante a pagar...- Se estiró sobre la cama cuan largo era. -Vaya, supongo que así se sienten los hermanos mayores cuando ven llorar a sus hermanitas...- Su comentario lejos de ofenderme, me causó gracia y aunque no tenía muchas ganas de hacerlo, me reí. -Bueno, creo que mejor llamo a Hiroki antes de que vaya a buscarme a la clínica forense...- Se desperezó y bajó de la cama. -Descansa otro rato... no sé tú pero yo muero de hambre. Iré a preparar algo para desayunar...- Salió de mi habitación sin más. Podía escucharlo tarareando algo en su pésimo inglés mientras lo oía ir y venir por toda la casa. Supuse que hablaba con Uchi cuando el apartamento se quedó en silencio. Me levanté casi corriendo y entré al baño a vomitar tras recordar casi como si lo volviera a vivir, cada palabra que me había dicho la persona en la que más confiaba unas horas atrás cuando lo encontré en la cama con otro. Abrí la regadera. Dejé que el agua fluyera esperando que el ruido silenciara al menos un poco el eco de su voz dentro de mi cabeza, pero fue en vano. Al menos ahí dentro nadie notaría la diferencia entre las gotas de agua y mis lágrimas.

¿Cuánto tiempo me quedé ahí? No tenía ni idea. Ni siquiera escuché cuando Ryo-chan llamó a la puerta, mucho menos oí cuando entró preocupado al no escuchar respuesta de mi parte cuando me habló. Al verme ahí empapado de pies a cabeza hecho un ovillo dentro de la tina, cerró la llave.
-Si pretendes pescar un resfriado, es más fácil y barato dormir en la terraza desnudo, Pi...- Me quitó la playera mojada y me cubrió con una toalla; tras lo cual me obligó a levantarme para salir de la bañera. -Mmm... vas a tener que hacer a cambio algo por mí, eh?... los servicios de niñero y enfermero no venían incluidos en el contrato de renta cuando te mudaste aquí...- Me miró a los ojos al ver que su comentario, que normalmente me habría hecho reír a carcajadas, no había provocado reacción alguna de mi parte mientras me quitaba también el pantalón y me ponía la bata de baño. Guardó silencio un momento; mismo que me pareció una eternidad. Me condujo de vuelta a la cama y secó un poco mi cabello con la toalla que traía sobre el hombro izquierdo. -No pretendo obligarte a decirme qué fue lo que te pasó que te puso así, pero me preocupas... Así que si puedo ayudarte, así sea con algo mínimo, no dudes en acudir a mí, ok?... Sabes que sin importar cuándo o dónde, siempre estaré a tu lado, entendido?- Me sentía una estúpida molestia en la vida de mi mejor amigo. Sabía perfectamente que lo que decía era una verdad indudable, por eso no le respondí. Ya le estaba dando suficientes problemas en ese preciso momento como para encima darle más en un futuro... uno no muy lejano por cómo me sentía. -Iré a traer el desayuno...- Se levantó y caminó hacia la puerta. -Promete que te mantendrás lejos de la ventana, el balcón, el ventilador y la bañera... no vaya a ser que en vez de un resfriado, se te ocurra pescar una pulmonía en pleno otoño.- Sonrió con su habitual ironía pintada en la cara, recargado contra el marco de la puerta, antes de desparecer en el pasillo. Nuevamente canturreaba algo, imagino que desde la cocina.

Al mirar a mi alrededor me encontré directamente con el lastimoso reflejo del yo que era en ese instante y entendí el motivo de ese fugaz tinte de angustia que advertí en los ojos de Ryo-chan cuando miró en el baño: me veía terriblemente mal.
-No es una delicia parisina, pero para haberlo preparado en diez minutos con sólo lo que había de sobras de la semana en el refrigerador, sé que te va a fascinar...- Entró con una enorme y radiante sonrisa sosteniendo la bandeja de madera con ambas manos. No tenía ni fuerzas para bajar de la cama, así que me obligó a levantarme y con extremo cuidado para no tirar nada, puso la bandeja entre los dos. Lo vi con toda la intención de darme de comer en la boca, así que me le adelanté y tomé los palillos y aunque realmente no tenía nada de apetito, comencé a comer lo que con tanto esmero me había preparado. Eso bastó para tranquilizarlo y que fuera a la cocina por su comida. Regresó en menos de dos minutos y comió en el piso junto a mi cama; lugar que curiosamente le gustaba para estar dentro de mi habitación. Noté que me miraba discretamente de vez en cuando pero no sabía el por qué; me limitaba a verlo de reojo rehuyendo el mirarlo directamente a los ojos. Quería decirle lo que había pasado, pero no sabía cómo.
-Kame terminó conmigo...- Sentí que clavaba su mirada sobre mí, seguramente sorprendido ante mis palabras. -...dijo que no quería seguir mintiéndome...- Me pregunté qué expresión tenía mientras me miraba, estaba completamente inmóvil y en silencio. -...él... está con Jin desde hace tiempo... Los encontré en su departamento…- Volteé a verlo al escuchar que sus palillos golpeaban el plato al caer. Mi veía atónito. Como si le costara creer lo que acababa de decirle. Casi como si esperara que de un momento a otro le sonriera diciendo "¡es mentira!", tal cual acostumbraba hacer él a menudo. Pero no. La manera en que me miró me dejó en claro que entendía que lo que acababa de decirle no era una broma. Continué comiendo, tratando de parecer lo más tranquilo posible aún cuando sentía que temblaba de sólo recordar aquella escena. No quería que hiciera algo estúpido o impulsivo. Después de todo, Jin siempre había sido uno de nuestros mejores amigos.

Lo miré. Me preocupaba el no escucharlo respirar siquiera. Aquello que descubrí en Ryo-chan ese día era aterrorizante y fascinante al mismo tiempo. Porque era algo que nunca antes había visto dentro de sus ojos aún a pesar de todo el tiempo que tenía de conocerlo. De algún modo era algo extraño… nuevo… como una especie de furia y desesperación entremezcladas con miedo e impotencia, y al mismo tiempo parecía tan carente de cualquier emoción como si fuera un maniquí. Su teléfono celular comenzó a sonar pero era como si ni siquiera lo pudiera escuchar. Lo sentí tan lejos de mí en ese momento.
-No vas a responder?-
-Eh?-
-Tu celular... está sonando...-
-Oh...- Se levantó y salió de la habitación con el pequeño aparato en su mano. Terminé de desayunar y aún no regresaba, así que me preocupé. Pero justo cuando me había logrado levantado para ir a buscarlo, entró en silencio a mi habitación. Nuevamente era el Ryo-chan de siempre. Me alivié de ello.
-Creo que me tardé mucho, verdad?- Decía con una sonrisa tímida mientras miraba mi plato vacío y se sentaba de nueva cuenta sobre el cojín para seguir comiendo.
-Gracias... por la comida...-
-Ah, no fue nada!... Espera a probar la cena.- Fue entonces que me percaté de lo dañados que se veían sus nudillos. Sabía por qué estaban así. Sabía que yo era el culpable. Sabía que esto pasaría si le decía la verdad. Y sabía que eso no había sido nada en comparación a lo que haría cuando se encontrara con cualquiera de los dos.
-No tendrás ensayo con la banda hoy?- Me gustaba su presencia ahí, tan cerca mío, pero sinceramente quería estar solo. Tenía tantas ganas de llorar. No podía hacerlo frente a él. Eso lo preocuparía aún más.
-No... sólo iré a la tienda de discos y volveré a casa. Tú vas a salir?- Tardé un poco en responder a su pregunta. Tenía que pensar muy bien lo que iba a decirle; porque tanto un "sí" como un "no" le dirían más de lo que pretendía. Era en estos casos cuando odiaba su capacidad para leerme entre líneas.
-Sí... aún tengo trabajo pendiente en la oficina...- Odiaba mentirle, pero odiaba aún más preocuparlo.
-Paso por ti cuando salgas?... Así no vuelves solo y me acompañas a comprar lo de la cena...- Este era el momento para disculparme por mi mentira y confesar o decidirme a hacerla una verdad.
-Pues no sé a qué hora termine... pero si no te molesta esperarme...-
-Ok, salgo como a eso de las seis. Paso por ti como a las seis y media. Te llamo cuando esté ahí, va?- Se metió en la boca todo lo que le quedaba en el plato y como de costumbre, tuvo que beber desesperadamente su té para no morir atragantado. Era como un niño. -Bien... entonces iré a tomar un baño para irme a trabajar... y tú deberías vestirte, porque te creo capaz de olvidar que llevas la bata de baño puesta e irte así a la oficina...- Siempre que me miraba sonriéndome de ese modo entre cínico y perverso, me hacía sonrojar. Esta vez no había sido la excepción.

Pronto me quedé completamente solo. Creo que por primera vez extrañaba su voz desentonada y escandalosa cantando por cada rincón del apartamento. Sí, en realidad no tenía ni la más mínima intención de salir de mi cama nunca más, pero no había soportado el horrible sentimiento de culpa al haberle dicho algo que no era verdad. Aunque tampoco se podría contar como una mentira. Literalmente me arrastré hasta el closet y saqué lo primero que vi colgado. Por suerte combinaban. Me vestí, apagué las luces y cerré la puerta con llave al salir. Como imaginaba, no había nadie más adentro de la oficina del Departamento de Marketing, así que me refugié en la semi penumbra detrás de la puerta doble de cristal que estaba en mi oficina. Ni siquiera me molesté en encender las luces. Un par de horas de perfecto silencio también serían buenas para desahogar un poco del dolor que sentía entre el estómago y el pecho y que me impedía respirar. Pero como pasaba últimamente, nada me salía como quería, así que apenas me había sentado cuando mi celular comenzó a sonar. Se me fue la sangre del cuerpo. Quien llamaba era nada más y nada menos que Jin. ¿Qué demonios podía querer que ameritara el llamarme? ¿Qué no había sido suficiente con haberme quitado a Kame? ¿Qué más podía querer de mí? De pronto recordé que lo que tenía de inteligente, lo tenía de descarado; así que ya no pareció tan irracional que me estuviera llamando. Siendo él, podría incluso estarme marcando mientras estaba en la cama con Kame, igual por lo que había entendido, no hubiera sido la primera vez. Dejé el teléfono sonar y sonar hasta que el ruido se detuvo. Encendí la lámpara que estaba sobre mi escritorio. Nuevamente sonaba. Ni siquiera tenía caso que mirara quién era. De antemano sabía que ese chico era insistente. Si quería decirme algo, no se estaría en paz hasta que lo escuchara. Tras la séptima llamada sin contestar exploté. Tomé el aparato y lo lancé.
-Wooo~!... si no quieres responderme sólo apágalo...- Me sorprendió ver a Ryo-chan entrar a mi oficina en ese preciso momento. Afortunadamente tenía buenos reflejos, porque justo alcanzó a esquivar el celular antes de que se impactara directo en su cara y sólo fue a dar sobre el sillón de la sala de espera.
-Lo siento! No te escuché entrar...-
-Claro que no! Cómo ibas a escucharme con todo ese ruido... Deberías cambiar de tono, ese es muy infantil y escandaloso, sabes?...- Levantó del piso mi teléfono y caminó hasta donde me encontraba. En el momento en que se disponía a devolvérmelo, sonó de nueva cuenta. Fue inevitable que viera quién era. Me miró. Supongo que todo tomó sentido dentro de su cabeza. -Lo siento... Yamapi no puede responderte ahora... y será mejor que no vuelvas a llamar...- Y sin más, colgó y apagó el maldito aparato. -Por eso no me respondías, verdad?- Su expresión pasó del enojo a la angustia en un segundo. -¿Quién demonios se cree que es como para llamarte después de todo lo que te hizo?- Agradecí que no lo tuviera enfrente en ese momento. Sé que le hubiera dejado por lo menos un ojo morado tan sólo por el cinismo de insistir en que le respondiera. -...estás bien?- Era un gran alivio tenerlo ahí en ese momento. Sólo atiné a decirle que "sí" con la cabeza.  No dijo nada durante un buen rato. -Si quieres llorar, hazlo... nadie te verá...- Apagó la luz. Me conocía tan bien. Aún cuando no me lo hubiera sugerido, hubiera terminado haciéndolo. Me sentía del asco por haber sido traicionado por dos de mis mejores amigos de toda la vida, como para que encima, uno de ellos quisiera pretender que no había pasado nada y pensar que podríamos seguir siendo los buenos amigos de siempre. Sí, a veces podía ser ingenuo y confiado, pero gracias a Ryo-chan, había aprendido a no ser idiota. Ya no.

¿Cuánto tiempo estuve llorando desconsoladamente en medio de aquella oscuridad? Realmente no lo sé. Lo único que recuerdo es el calor de la mano de mi ángel guardián sosteniendo con fuerza la mía mientras caminábamos en silencio por entre la multitud que chocaba de vez en cuando conmigo y me ignoraban al pasar y que no me soltó ni por un segundo hasta que llegamos nuevamente a casa.

-Ryo?- Su voz me pareció tan lejana que incluso me pregunté si no la estaba imaginando.
-Hiroki... qué haces aquí?-
-Eso debería preguntarlo yo... qué haces TÚ aquí?-
-Pues... aquí vivo, recuerdas?-
-Por supuesto... pero veo que eres realmente malo mintiendo... porque eres TÚ quién no recuerda haber dicho que no irías al ensayo porque tendrías que doblar turno en la tienda...- Sentí cómo se estremecía. Uchi tenía razón, Ryo-chan era pésimo mintiendo. Aunque lo hacía todo el tiempo, de inmediato admitía que mentía y decía la verdad. Creo que era la primera vez que sostenía una mentira por tanto tiempo. Me sentí mucho peor por eso que por lo que había pasado con Jin unas horas antes. Esto era culpa mía. Traté de zafarme pero él me lo impidió apretando aún más mi mano entre la suya.
-Tú lo has dicho...- Sacó la llave del bolsillo de su pantalón de mezclilla deslavado y abrió la puerta.
-Y eso es todo?-
-Si quieres escuchar una explicación o una disculpa, lo siento pero deberías saber que ese no es mi estilo...- Dio un paso hacia adentro pero yo no me moví y mi mano cayó inerte a mi costado al oponer resistencia a que me llevase con él. Me miró de ese modo tan suyo cuando no está de acuerdo. Se volvió, tomó de nueva cuenta mi mano y me hizo entrar.
-Ryo...- Lo llamó casi con desesperación.
-Si quieres creerme, espera a que salga... Si no, mejor vete a tu casa...- Cerró suavemente la puerta. No podría precisar si Uchi lo miró dolido o enojado, sólo sé que a mí me fulminó con la mirada cuando el brazo de Ryo-chan rodeó mis hombros para hacerme entrar.
-No deberías ser así con Uchi-san... es tu novio y...-
-Y por lo mismo debería creer en mí aún si le miento...- Me interrumpió un tanto cortante.
-Ryo-chan...-
-No digas nada, quieres?... Eres mi... mejor amigo... y no pienso dejarte solo cuando más me necesitas... Hiroki debería entenderlo...-
-Pero...-
-Pero nada.- Me miró muy seguro de que diría a continuación. -Si quiere saber la verdad, estará ahí cuando salga, me tarde lo que me tarde...-

Me llevó hasta mi habitación y tras encender la luz, nos sentamos en mi cama. Ninguno de los dos decía nada. De algún modo, en momentos así, nos sobraban las palabras y eso me agradaba. No quería mirar a mi alrededor. Ver a Kame en todas partes me hería una y otra vez. Mantenía la mirada clavada en mis pies.
-Será mejor que vayas a explicarle todo a Uchi-san...-
-De acuerdo... lo haré, no porque me lo digas, sino porque sé que no me vas a dejar en paz hasta que lo haga...- Sin muchas ganas se levantó y caminó hasta la puerta. De pronto se detuvo. -...no me tardaré mucho, así que espera un poco y preparamos la cena...- Dejó abierta la puerta, así que de inmediato entendí que lo había hecho a propósito para escuchar por si me pasaba algo. Era uno de esos pequeños detalles tan Ryo-chan, que apenas si creerías después de conocerlo. Era una lástima, pero él prefería que sólo vieran su "lado malo" para que no lo volvieran a herir, aún cuando era su "lado bueno" el que realmente prefería. Por fortuna, yo nunca había conocido al chico malo que se esforzaba en ser porque desde nos conocimos, conmigo siempre ha sido él mismo. De algún modo sentimos que podemos ser cómo somos el uno con el otro mientras estamos juntos, no hay necesidad de máscaras ni farsas entre nosotros.

Juro que no habían pasado ni cinco minutos cuando lo escuché tarareando algo en la cocina. Me preocupaba. Sonaba tan triste aún a pesar de lo mucho que intentaba expresar lo contrario con su voz. Lo conocía mejor de lo que me conocía a mí mismo. No pude evitar ir directo a donde estaba.
-Oh! Llegas justo a tiempo... me alcanzas de esa alacena el ajo y la pimienta?- Sólo vi su rostro durante un par de segundos antes de que volviera a girarse hacia la estufa, pero fueron suficientes para notar que había llorado. Sólo podía ser una de dos cosas: o Uchi no estaba ahí cuando salió o habían discutido y se había ido casi de inmediato. Pero para que Ryo-chan hubiera terminado llorando, creo que sólo pudo haber sido a causa de la primera.

Caminé hasta quedar detrás de él. Apoyé mi frente contra su espalda. El ruido del cuchillo golpeando contra la superficie de plástico cesó. Lo escuché suspirar.
-Lo siento, Ryo-chan...- Ahora él sufría por mi culpa. Y ambos lo sabíamos.
-No digas nada, sí?... No es culpa tuya...- Se quedó en silencio un instante; como poniendo todas sus fuerzas en no romperse. -Sólo abrázame un momento...- Su voz apenas si podía escucharse. ¿Había pensado aquello en voz alta? Mis lágrimas caían nuevamente. Llevé mis brazos hasta su cuerpo y lo rodeé con ellos. Sentí aquellas cálidas gotas chocando contra mi piel. Envidiaba tanto su fuerza. Todos estos años había envidiado su capacidad para sanar. Un par de minutos después ya era el mismo de siempre, tarareando, cantando, bailando de aquí para allá por toda la cocina. Como si nada hubiera pasado. Pero por primera vez entendí algo que nunca antes había podido ver: no era que sanasen de inmediato sus heridas, sino que no quería mostrarse débil ante los demás. Cenamos y nos preparamos para ir a dormir. No quería estar en mi cuarto, así que perdía el tiempo en la sala. Escuché su puerta cerrarse, al menos ya no tendría que seguir cambiando canales a lo tonto haciendo como que veía la TV. Después de un rato apagué el televisor y me quedé mirando la pantalla, ni siquiera supe en qué momento había comenzado a llorar otra vez. De pronto lo vi en el reflejo de la pantalla, estaba de pie detrás de mí, mirándome con los brazos cruzados. No me moví. No supe cómo reaccionar. Sinceramente esperaba que fuera producto de mi imaginación y que desapareciera en cualquier momento. Pero no fue así.
-Vas a seguir ahí muriéndote de frío o vienes a la cama y nos dormimos de una buena vez?...- Sonaba un poco frío, sí, pero sabía perfectamente que sólo era debido a su mal humor cuando tenía mucho sueño y no podía dormir. Me levanté del mueble y dejé el control remoto sobre la mesa de centro. Caminé hacia él. Me extendió la mano y, como si fuera ya lo más natural del mundo, me aferré a su calidez.  ¿Acaso se había dado cuenta de que no quería estar en mi habitación? Porque por fortuna no me había conducido a la mía sino a la suya. No entendí por qué pero me hizo sentir mejor saber que se quedaría otra vez a mi lado durante toda la noche. Por fin pude conciliar el sueño.

Los días pasaban. Ellos se distanciaban cada vez más, haciendo que nosotros nos uniéramos aún más. En su afán por no dejarme solo, tras las insistentes llamadas de Jin, tanto a mi celular como a mi oficina, terminó llevándome con él a cada lugar a donde iba. Aún cuando me opuse, ignoró lo que le decía. Obviamente Uchi no estaba nada feliz con todo eso. Al final, Ryo-chan me obligó a tomar por fin vacaciones después de que Jin se apareciera un día en mi trabajo exigiéndole a mi secretaria verme. Por suerte ese día había tenido una reunión de última hora con la Junta Directiva, así que no estaba ahí cuando se presentó. Aquello había sido la gota que derramara el vaso. Tras dejarme en casa de Maruyama, su bajista, se fue pidiéndome que lo esperara ahí, alegando que no tardaría mucho, me convenció. Sí, en efecto no se había tardado. Para haber regresado con el labio inferior reventado, no me quise ni imaginar cómo había terminado Jin. No me dijo nada. Apenas si volvió, tomó su guitarra y comenzaron con el ensayo. Uchi no aparecía, así que me pidieron que cantara un rato para ellos. Me moría de pena y no quería hacerlo, pero todos habían sido muy amables conmigo, así que no pude negarme. De pronto sentí todas las miradas sobre mí. No sabía el por qué pero incluso habían dejado de tocar. Al principio me sonrojé suponiendo que lo había hecho tan mal que no lo podían creer. Pero luego me di cuenta de que sus ojos no reflejaban decepción sino sorpresa. Se miraron entre ellos con esas sonrisas tan típicas que tenían en señal de aprobación y siguieron con el ensayo. Al final, Uchi no llegó, pero a ninguno pareció molestarle o importarle siquiera. Sus halagos a mi voz hicieron que me cohibiera más de lo usual.

-No sabía que pudieras cantar así...- Fue lo primero que dijo al llegar a casa.
-Bueno... supongo que ahora ambos lo sabemos...- Le sonreí tímidamente ya que la forma en que me miraba me apenaba.
-Los chicos quieren que te nos unas a los ensayos...-
-Eh?-
-Sí, les gustó tanto tu voz que quieren saber si quieres participar con nosotros alguna vez...- Dijo lo último un tanto inseguro.
-Eso significa que quieren que cante con ustedes... sobre el escenario?...-
-Ehmm... pues sí...- Ahí estaba su dulce y boba sonrisita que ponía cuando estaba nervioso.
-Pero yo no soy cantante... sólo soy un aburrido oficinista...-
-Tal vez tu creas que "sólo" eres eso, pero la verdad es que eres mucho más, Pi...- Se hizo un extraño silencio entre nosotros. No era nuestro habitual y agradable silencio. Este hacía a mi corazón latir mucho más aprisa de lo normal.
-Iré a darme un baño...- Huí.
-Ok, prepararé la cena...- Cerré de golpe la puerta de mi habitación. ¿Por qué estaba tan nervioso? Era por algo en sus palabras, en su mirada... pero qué.

Ni siquiera nos dimos cuenta cuándo se nos volvió un hábito el dormir juntos. Supongo que ambos nos sentíamos seguros teniendo al otro a su lado, casi como si fuéramos un amuleto contra las pesadillas. Habíamos adoptado una pequeña rutina diaria que, sin que me diera cuenta siquiera, comenzó a alejar de mí la profunda depresión que la herida de su adiós me había dejado como recuerdo de despedida. Pero aún a pesar de ello, no vivíamos de modo monótono. Ese era uno de los encantos de vivir con alguien como Ryo-chan... Nunca te aburrías.

Aquella mañana hacía frío, así que no me extrañó sentir su cuerpo abrazándose al mío en busca de un poco de calor. Nunca había logrado que me hiciera caso y se pusiera algo más de ropa que sus bóxers para dormir. Un ruido que no pude precisar me había despertado, pero tras no volver a escuchar nada, cerré los ojos otra vez esperando poder dormir un poco más. Definitivamente hoy sería un día ajetreado. Todos los preparativos en secreto me lo habían dejado en claro desde la semana pasada. Era su cumpleaños, así que lo más probable es que ni siquiera dormiríamos hasta el día siguiente. Si bien cada año la celebración se prolongaba más de lo planeado, este año sin duda la fiesta sería la mejor. Había mucho que celebrar: su primer cuarto de siglo, su primer concierto en un gran lugar, su contrato con una prestigiosa disquera. En definitiva debía ser un día perfecto. Se lo merecía.

-El sonido de algo haciéndose añicos contra el piso me hizo abrir los ojos de inmediato. Lo sentí sobresaltarse y aferrarme contra sí en instinto protector justo antes de incorporarse sobre la cama todavía adormilado.
-Lo sabía!- Uchi gritaba molesto, histérico e incrédulo viéndonos.
-Hiroki?... Qué haces aquí?- Ryo-chan apenas terminaba de despertar, bostezando y desperezándose cual niño pequeño.
-Uchi-san... no es lo que piensas...- Me levanté de inmediato de su cama y caminé hacia él para salir y dejarlos a solas. Probablemente eso que ahora estaba roto en el suelo había sido su regalo de cumpleaños.
-Tú no te metas!-
-Hiroki, te hice una pregunta...-
-No te preocupes, ya me voy... no era mi intención interrumpir nada!-
-Disculpa?!- Ryo-chan se veía realmente molesto. Uchi avanzó hacia la cama.
-Ten!- Le lanzó algo sobre las cobijas. -...no debiste dármela si no querías que me enterara de nada!-
-Uchi-san, espera... En verdad lo has malentendido todo...-
-Fuera de mi camino!... Eres aún peor de lo que Akanishi-san dijo!- Me aventó con fuerza para hacerme a un lado. Con demasiada fuerza. Terminé en el piso, cortándome la mano con uno de los trozos de cristal que yacían en el suelo al intentar frenar la caída. Ryo-chan saltó fuera de la cama al ver que sangraba.
-Yamapi... déjame ver...- Se arrodilló junto a mí para ver la herida.
-Lo siento... no era mi intención...- Uchi sonaba preocupado.
-Vete! Ya has hecho suficiente!- Lo interrumpió bruscamente. Por cómo lo miró, seguramente era la primera vez que Ryo-chan le gritaba de ese modo.
-Ven... hay que lavarte para saber qué tan grave es...- Me ayudó a ponerme de pie y me condujo al baño.
-Deberías alcanzarlo y aclararle las cosas...-
-No quiero...-
-Eh?-
-Si me cree capaz de hacer algo así, no vale la pena que siga con él... Déjame ver...- Examinaba con cuidado mi mano procurando no lastimarme. -Creo que será necesario que te den puntadas, mejor vamos al hospital.- La sangré mezclada con el agua, hacía que pareciera más aparatoso de lo que en realidad debía ser.
-No es necesario... estaré bien...-
-Pero yo no! Así que hazlo por mí... No querrás tenerme preocupado todo el día, verdad?- Negué de inmediato con la cabeza. -Gracias... Espera un segundo.- Buscó el botiquín de primeros auxilios y me aplicó un par de antisépticos antes de cubrir la herida con una gasa y ayudarme a ponerme una sudadera de cierre. Se puso lo primero que encontró y salimos para tomar un taxi e ir al hospital.

De camino a casa y con un par de puntadas, su celular comenzó a sonar, pero por alguna razón no lo escuchaba. Tuve que repetirle un par de veces que le estaban llamando. Más que distraído estaba pensativo. Probablemente preocupado por todo lo que había pasado. La culpa me consumía por dentro. Había arruinado su cumpleaños. Por cómo le respondía, supe de inmediato que era Okura quien le hablaba.
-Sí, aquí está conmigo, por?... Te lo paso... Ten, Tacchon quiere hablar contigo...-
-Aló?- Hasta que lo mencionó me di cuenta de que había olvidado mi celular en casa. Me había estado marcando desde hacía rato y al no recibir respuesta, se había preocupado. Me preguntó cómo estaba. Al parecer Uchi le había mandado un mensaje de texto, desesperado por lo mucho que había empeorado las cosas con Ryo-chan por culpa de sus celos. Un "no te preocupes" y un "sabemos que no es culpa tuya" fueron suficientes para que mi consciencia se quedara mucho más tranquila. Me dijo que él se encargaría de explicarles a los demás y que ahora yo sólo debía hacerle compañía a Ryo-chan un rato y asegurarme de que llegase a tiempo al ensayo antes de la presentación, que el resto se lo dejara a ellos. Ver lo grandiosos amigos que eran, no hizo más que profundizar mi herida. Pero era un día muy importante para el único mejor amigo que me quedaba, así que no iba a dejar que se arruinara del todo por mi estado de ánimo.
-Qué quería?- Me preguntó tan pronto como colgué y le devolví el celular.
-Saber cómo estaba. Olvidé mi teléfono y estaba preocupado... Uchi le dijo lo que había pasado y...-
-No quiero que me lo menciones, de acuerdo?... Tengo muchas cosas de las cuales ocuparme en vez de preocuparme por estupideces...-
-Ryo-chan...- No dije más al respecto. No tenía derecho. Ya había interferido demasiado entre ellos. Tampoco tendría sentido hacerlo. Conocía a Ryo-chan.

Volvimos a casa. Me aseguré de mantenerlo con la mente ocupada durante todo el trayecto. Y la verdad no lo hacía por obligación, realmente me interesaba saber todo lo que harían antes del concierto. Lo cierto era que ahora me importaba mucho más que antes todo lo que tuviera que ver con Ryo-chan. Supongo que era de esperarse, después de convivir 24/7 con una persona, termina por volverse una parte importante de tu vida.

Desayunamos algo que compramos en el conbini de pasada. Insistí en que era su cumpleaños y que no quería que hiciera nada cotidiano. Al ver que no dejaría que cocinara, terminó aceptando mi propuesta, aún así se empeñó en preparar algo como postre. No le dije que no porque dijo que quería comer algo dulce. Decidí ayudarle a prepararlo. Hubiera preferido hacérselo yo, pero con sólo una mano creo que hubiera estado listo para la cena, lo cual no tendría ningún sentido porque no volveríamos a casa en toda la noche. Así solían ser las fiestas de Ryo-chan y sus amigos. Por fortuna sabía que no se prolongaría por días ya que no estaría Jin.

-No seas terco!... No hay nada ahí dentro que no haya visto al menos una vez... Así que abre la maldita puerta!-
-No... Yo puedo solo...-
-Para cuando termines de bañarte ya se habrá acabado el concierto!- Había algo de cierto en sus palabras. Bueno, lo admito, tenía totalmente la razón.
-De acuerdo... pero entra hasta que yo te diga...- Le quité el seguro a la puerta, dispuesto a correr hasta la bañera y ocultarme entre la espuma, pero no contaba con que justo en cuanto oyó que podía entrar, abriría la puerta.
-RYO!!!-
-PI!!!- Los dos teníamos el ceño fruncido en un gesto enfurruñado. De pronto guardamos silencio y echamos a reír. Tras ver mi rostro incandescente cual bengala en la oscuridad, se limitó a voltear al piso, tras lo cual entré al agua y se limitó a lavar mi cabello y a pasarme la bata de baño para ayudarme a salir. -Si necesitas algo, me hablas, ok?- Dijo antes de salir y después de haberme ayudado a vestir, para también ducharse.
-En realidad, creo que exageras... Cuando el doctor dijo que tuviera cuidado y evitara esfuerzos... creo que sólo se refería a que no los hiciera con esta mano!- Eché a reír ante la expresión "indignada" e "incrédula" de su cara debido a mis palabras.
-Pues no! No exagero!... Sólo sigo las instrucciones que me dio el doctor: "Asegúrese de que no haga esfuerzos con la mano, como cargar o sujetar cosas, de preferencia que la mantenga en reposo TOTAL..." Entiendes lo que esa palabra significa, verdad?-
-Obvio...-
-Entonces, déjame en paz... Sólo hago mi trabajo como enfermero...-
-Jajaja! Ahora eres mi enfermero?-
-No, creo que preferiría ser algo más... pero por ahora puedo conformarme con eso...- Salió de mi habitación mientras decía lo último.

-Yamapi~-
-Qué?-
-Qué demonios haces ahí dentro que te tardas tanto en salir?!... Se está haciendo tarde, sabes?-
-Ya voy... Sólo un segundo!... bueno, dame un minuto más!- Si usando ambas manos me resultaba todo un reto, tratar de envolver un regalo a una mano era algo titánico para mí en esos momentos, sobre todo atar el lazo con el moño.
-Voy a entrar...-
-No! No!... Por favor...-
-Pero es que...- Entonces lo entendí. Estaba preocupado por mí.
-Ok... Espera un segundo!... Pero cierra los ojos...- Corté trozos de cinta adhesiva y traté de envolver la caja lo mejor que pude. -No te vayas a reír!- Ya estaba conteniendo la risa y aún no lo veía.
-Ya puedo abrirlos?- Hizo una mueca chistosa al sentir que le ponía la caja entre las manos.
-Sí...- No necesitaba verme a mí mismo para saber que estaba rojo hasta las orejas.
-Pi...- Para mi sorpresa no se rió. Contempló largo rato mi obsequio sin razón alguna, al menos para mí no la había. Me pareció que se le llenaban los ojos de lágrimas. -...Shales... Hubieras pedido que te lo envolvieran en la tienda... Ah ya sé! Lo hiciste a propósito para que el regalo me pareciera más genial después de haber visto el desastre que era por fuera, verdad?... Qué listo! No esperaba menos de ti!...- No pude contener la risa al ver que me guiñaba de ese modo el ojo dándome un ligero codazo en el brazo para enfatizar su comentario. Sin embargo, yo sabía que esa reacción tan típica de él, sólo podía significar que estaba tan feliz que podía romper en llanto de un segundo a otro, así que mejor se cortaba a sí mismo la emoción haciendo o diciendo alguna tontería. Así era él. Tenía una extraña y particular forma de demostrar lo que sentía, lo cual incluía agradecer las cosas de ese modo raro y baka. Pero no me molestaba. Era parte de su encanto.

Salimos de la casa. Me sentía nervioso. No lo había destapado, así que me pregunté por qué, pero no me atreví a preguntarle. Llegamos al sitio donde tendrían el concierto. Por fuera no parecía la gran cosa. Aún faltaban varias horas para que les permitieran entrar, no obstante, ya había una fila larguísima de personas afuera. ¿Acaso venían a verlos tocar?

Por dentro era un lugar genial. El escenario se veía increíble. Cuando llegamos estaban colocando las luces. Okura se aseguraba de que su batería estuviera bien acomodada sobre la tarima. Yasuda daba instrucciones a los chicos del staff que subían con cuidado el letrero con el nombre de la banda que él mismo había diseñado y elaborado. Maruyama conectaba algunos cables a uno de los amplificadores que estaban al borde del entarimado que era el escenario. El único que no se veía por ningún lado era Uchi y eso me preocupó. ¿Podría ser que no pensara presentarse?
-Oh! Dokkun! Un minuto más y oficialmente hubieras llegado tarde...-
-Que gracioso, Yoko...- Hacía poco que había conocido a Yokoyama, pero me caía bastante bien, aún cuando estaba medio loco. Independientemente de que fuera su representante, era un buen amigo de Ryo-chan y de Yasu, y por lo que me había dado cuenta hasta ahora, parecía mucho más cercano a Maruyama que a todos los demás ya que a menudo llegaban o se iban juntos. Lo cual no era extraño tomando en cuenta que Okura y Yasuda eran pareja desde antes de que conocieran a Ryo-chan y formaran la banda.
-Qué es esa cosa? Te peleaste con eso y te ganó y por eso te tardaste?- De pronto Maruyama y su sarcástico sentido del humor repararon en mi regalo.
-Yamashita-kun! Pensé que te veríamos hasta más tarde...- Yasuda fue el primer en reparar en mi presencia y saludarme. Conociendo a estos chicos, era casi seguro que sería el primero en percatarse de que estaba ahí, justo detrás de Ryo-chan.
-Oh! Yamashita...- Okura bajó sin mucho esfuerzo del escenario ya que era muy alto, a diferencia de Yasuda, que bajó por la pequeña escalinata de un costado. -Cómo está tu mano?-
-Supongo que viviré...- Levanté con cuidado la mano a la altura de mi cara para que la viera. No se esforzó ni un poquito en disimular su preocupación al ver el aparatoso vendaje que tenía debajo del guantelete de red que cubría mi mano derecha.
-¿Duele mucho?- Yasuda también se veía preocupado.
-Sólo cuando la muevo mucho...- Sonreí para restarle importancia al asunto.
-Entonces, sólo quédate sentado ahí. Ensayaremos un rato y luego vamos a comer algo, va?- Ryo-chan me señaló una mesa junto a la pared, del lado derecho, sobre la que había un letrero con la palabra "RESERVADO". Luego se dio media vuelta y se fue hacia donde estaba el ingeniero de audio.
-Ryo reservó esa mesa para ti... Quería que lo vieras bien esta noche...- Susurró en mi oído Okura antes de girarse e ir tras Yasuda, pues los demás ya estaban sobre el escenario. Sonreí contemplando a lo lejos a Ryo-chan y fui y me senté. Estaba algo cansado, así que poder quedarme ahí sin nada que hacer fue agradable. Me gustaba verlos tocar, pero era raro que no hubiera nadie detrás del micrófono.
-Esto no va a funcionar sin un vocal...- Ryo-chan detuvo de súbito el ensayo.
-Me temo que esta vez tienes completa razón...- Agregó entre risas Maruyama al ver tan serio al chico junto a él que se aferraba con ambas manos a su guitarra.
-Y qué propones?...- Preguntaba Yasuda, que estaba sentado sobre uno de los amplificadores también con su guitarra.
-Yamapi...- Me pareció oír que me llamaban pero no me molesté ni en abrir los ojos. Estaba a gusto como estaba. -¡Ya-ma-pi!- Al escuchar fuerte y clara su voz cuando gritó por el micrófono mi nombre hasta se me quitó el sueño. Un poco molesto por su poco tacto para despertarme, me acerqué al entarimado tras ver que me hacía señas para que fuera hasta donde estaban. -¿Podrías ensayar con nosotros un rato?-
-Pero...-
-Quieres o no?- Aunque sonaba cortante con su actitud y palabras, su mirada suplicaba por un "sí".
-Si me lo pides por favor...- Dije a modo de broma. Sabía que eso no iba con el chico de la lengua afilada.
-Por favor... canta para nosotros... Hazlo por mí...- Me interrumpió. Lo que dijo no sólo me tomó a mí por sorpresa. No pude seguir haciéndome del rogar.
-De acuerdo...- Subí y acomodé el pedestal a mi altura. Estaba un poco alto para mí.
-Ok... empecemos...- Y al momento Okura marcó la cuenta regresiva y comenzaron a tocar. Había pasado tanto tiempo con ellos en los últimos meses que para mi sorpresa, ya me sabía casi todas las canciones. Ryo-chan permaneció a mi lado todo el rato, cantando algunas partes cuando se daba cuenta de que no recordaba lo que seguía o de que no me sabía alguna parte de la letra. Me gustaba el sonido de nuestras voces entremezclándose en una sola. Cuando menos pensé, los nervios se habían ido e incluso sonreía. Disfrutaba el momento... su compañía... su cercanía. Me sentía feliz. El tiempo pasó volando y antes de que me diera cuenta, el ensayo había terminado.
-Buen trabajo, chicos!- Yokoyama me extendió una botella con agua al tiempo que le daba una toalla a Maruyama. -Bien, entonces vayan a darse un baño y salgamos a comer algo para festejar...-
-Festejar?- Preguntaba tímidamente Ryo-chan.
-Claro! Es un día importante, no?- Dijo animadamente Yasuda.
-Chicos...- El pobre de Ryo-chan tenía esa carita que ponía cuando estaba demasiado emocionado con algo.
-Sí, no todos los días tenemos un concierto en un lugar como éste.- El comentario de Maruyama borró en automático la sonrisita boba en su carita ilusionada. Él no se dio cuenta, pero todos intercambiamos fugaces miradas de complicidad antes de partir rumbo al camerino. Sabíamos que al sentirse decepcionado, entraría primero a ducharse. Así que terminamos los preparativos para la primera de las sorpresas que le habíamos preparado.

El restaurante estaba a sólo tres cuadras del lugar del concierto, y teníamos tiempo de sobra para ir y volver, así que no llevábamos prisa mientras caminábamos hacia allá. Verlos riendo y haciendo el tonto por la calle, me hizo preguntarme si todo cambiaría después de esta noche. Quería que alcanzaran su sueño, pero de algún modo, lograrlo los privaría de momentos como estos. Así de traicionera era la fama.
-Te sientes mal?- Por ir sumido en mis pensamientos me había quedado un par de pasos por detrás de ellos.
-No... sólo pensaba...- Corrí para alcanzarlo.
-Hoy aprendí algo nuevo de ti...-
-Ah, sí?...- Reanudamos la marcha.
-Sip... Al parecer piensas con los pies...- Echó a reír. Rodeó mis hombros con su brazo y seguimos caminando.

La comida fue por demás agradable. Sus amigos podían dar un poco de miedo al principio porque les faltaban un par de tornillos, pero una vez que te acostumbrabas a ese pequeño detalle, resultaba bastante divertido estar con ellos. Nadie mencionó el cumpleaños de Ryo-chan mientras estábamos ahí. Brindamos por el contrato, por el concierto y por su éxito futuro. El pobre estaba tan desilusionado que ni cuenta se dio de que todo lo que habíamos ordenado eran sus platillos favoritos. Aún cuando bromeaba y reía como de costumbre, sus ojos lucían más tristes que de costumbre. Salimos del restaurante y regresamos al teatro. El staff ya había terminado de instalar y acomodar todo, tanto en el escenario como en el área alrededor de este, desde que nos habíamos ido, así que estaban por aquí y por allá terminando de afinar detalles y ordenando a los fans que esperaban para ingresar. El número de personas afuera era mucho mayor que cuando llegamos. Como todo el día habían estado entrando y saliendo personas del lugar, ni siquiera repararon en nuestra presencia. "Llamaríamos más la atención si entramos por la parte trasera” había dicho Yokoyama, pero no entendí realmente lo que significaba hasta que un par de chicas voltearon hacia dónde estábamos y gritaron a todo pulmón al reconocer a Ryo-chan. En menos de tres segundos la multitud corrió y nos rodeó por completo. Si bien para ellos eso parecía ser ya algo normal, para mí no lo era y me asustó un poco toda aquella repentina conmoción. De inmediato algunos de los empleados que estaban por ahí acudieron para tratar de apartar a la masa de personas que se amontonaban a nuestro alrededor gritando, llorando, tomando fotografías, pidiendo autógrafos, repartiendo presentes... Por instinto me llevé la mano contra el pecho en un desesperado intento por no ser lastimado mientras me empujaban de un lado a otro para llegar hasta ellos.
-Pi?!!!- Lo escuché llamarme pero no podía verlo, sólo alcanzaba a ver a Okura, que sobresalía por su altura y a Maruyama que destacaba de inmediato por llevar puesto el gorro tejido multicolor de Yasuda. -Yamapi?!- Sonaba preocupado, casi desesperado y cada vez más lejano.
-Ryo-chan!- Mi voz respondió a su voz como por instinto. Las chicas cerca de mí comenzaron a gritar como locas. Ryo-chan había regresado por mí, Yokoyama venía con él.
-Señoritas, sean tan amables de dejarnos pasar...- A pesar de que se notaba que estaba un poco molesto, les hablaba tan educado como siempre.
-Estás bien?- Solo asentí como no muy convencido de estarlo. Me abrazó con fuerza en un gesto protector poniendo su otro brazo por delante de mí para que no lastimaran mi mano por los empujones. Yokoyama caminaba por delante de nosotros tratando de abrirnos paso. Ryo-chan iba cada vez más molesto. La expresión fría en sus ojos me lo decía, estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por no gritarles o golpear a esas chicas cada que me aventaban. Y era obvio que quería hacerlo, lo conocía demasiado bien, pero no debía, después de todo, él era el líder de la banda y ellas eran sus fans. Los dos nos relajamos un poco al llegar a los escalones de la entrada, pues ahí estaba ya el staff conteniendo por completo a la muchedumbre. En cuanto estuvimos a salvo en el interior y cerraron la puerta, Ryo-chan se volvió hacía mí.
-Estás bien? Te lastimaron?-
-No mucho...- Tomó mi mano entre las suyas para asegurarse.
-No vuelvas a hacer algo tan estúpido, Ryo... te dije que no le pasaría nada y yo iba a ir a buscarlo.-
-No iba a dejarlo ahí en medio de ese desmadre a que lo lastimaran mientras YO estaba seguro aquí dentro!- Ni siquiera se lo pensó dos veces para interrumpirlo. Ahora sabía por qué se veía tan molesto Yokoyama cuando habían ido por mí.
-Lo siento... todo esto fue mi culpa...-
-No! Ni empieces con tus delirios de culpa, quieres?... No hoy...- Se dio media vuelta y se fue rumbo al camerino.
-Será mejor que vayas con él... debe tranquilizarse. No puede salir así al escenario... Y tú eres el único al que dejará entrar...- De alguna manera comprendí perfectamente lo que Okura decía entre líneas.

-¡¿QUÉ?!... Déjenme solo!-
-Lo siento... estaba preocupado por ti y quería ver si estabas bien...-
-Yamapi?- Se apresuró para abrirme la puerta.
-Entiendo si quieres estar solo... no te preocupes...-
-No. Si eres tú, está bien... Pasa...-
-Perdón...-
-Por qué?-
-Desde que despertaste no he hecho más que arruinarte el día...-
-Por supuesto que no!... Qué te hace pensar eso?... Lo que pasó con Hiroki?...- Asentí lentamente. Estaba demasiado apenado como para mirarlo a los ojos. Confieso que eso era lo que más culpa me provocaba: por mi culpa estaban a nada de terminar su relación. -...olvídate de eso. De cualquier modo hacía meses que las cosas habían dejado de funcionar entre nosotros... es por eso que sus celos se dispararon en cuanto se dio cuenta de todo...-
-A qué te refieres?-
-No, a nada importante... Bueno, sí lo es... pero ya llegará el momento adecuado para hablarte de ello...-
-Ya veo...-
-Y?... Qué más te tiene con esa cara de palo?- Se rió un poco al ver mi expresión ante lo absurdo de su comentario. -Lo que pasó ahorita con Yoko? Sólo ignóralo, obviamente no te iba a dejar ahí a que te aplastaran esas locas...- Esa sonrisa suya me fascinaba desde la primera vez que la vi.
-Gracias...-
-Por qué?...- Esa palabra lo tomó por sorpresa.
-Por volver por mí...-
-Sabes?... Hoy estás particularmente raro... Podría ser que te hayas vuelto bipolar?- Se veía tan serio al decirlo que por un segundo creí que lo decía de verdad. -Miento! Miento!- Y como de costumbre, se echó a reír confesando su mentira justo después de haberla dicho. Me hizo sonreír.

Nos quedamos ahí platicando de mil y un cosas hasta que se quedó apaciblemente dormido. El reloj anunció las seis de la tarde. Alguien llamaba a la puerta, así que temiendo que el sonido lo despertara, me di prisa para abrir.
-Está más tranquilo?- Preguntó Okura en voz baja al verlo de espaldas en el sofá y tapado con mi chamarra.
-Se quedó dormido mientras hablábamos.... Supongo que soy más aburrido de lo que imaginaba...- Dije con una tímida sonrisa.
-No lo creo... Más bien diría que es todo lo contrario... Pero bueno... está bien... No lo despertemos, así no sospechará nada... Tienes un minuto? Necesito decirte algo.- Volví la mirada para asegurarme de que seguía dormido.
-Espera...- Regresé y le dejé una nota en una servilleta de papel sobre la mesita diciendo que iba al baño. No quería que se pusiera histérico si despertaba y no me veía ahí con él.

Acompañé a Okura hasta la parte trasera del escenario. Empezó a preguntarme cosas sobre los preparativos de la fiesta sorpresa, pero sabía que eso no era lo que nos tenía ahí, así que preferí preguntarle qué pasaba.
-Qué es lo que te tiene tan preocupado?- No es que normalmente fuera despreocupado o que no le importara lo que pasara a su alrededor, en realidad eso era lo que los demás suponían por su forma de ser, pero la verdad es que era el más maduro y centrado de los cinco, sólo que no lo demostraba porque por lo general era callado e introvertido.
-Me temo que Uchi no vendrá...-
-Eh?... Te refieres a que botará todo? La banda, el concierto, a Ryo-chan?-
-Sí... ese chico se deprime con facilidad y cuando eso pasa deja todo a un lado.- Nuevamente la culpa me recorrió de pies a cabeza. No supe qué decirle. Lo vieran como lo vieran, la culpa era mía. -Los demás creen que vendrá, pero ninguno ha conseguido ponerse en contacto con él...- Se sentó sobre unas cajas y escondió su rostro entre las manos que tenía apoyadas sobre las rodillas. Suspiró. Parecía tan frágil en ese momento.
-No te preocupes, si no tienen noticias de él de aquí a las siete, pensaremos qué hacer, un plan B, ok?... Deja de preocuparte o terminarás enfermándote...- Apoyé ambas palmas sobre sus hombros.
-Tienes razón... Debo calmarme. Todo saldrá bien, cierto?- Le sonreí y asentí. Volvimos a los camerinos. Tenía que tomarme las pastillas, el dolor había comenzado a volverse más fuerte.

-Oh! Despertaste?... Te sientes mejor?...- Me dio la impresión de que se había levantado de malas, lo cual no sucedía a menudo. No me respondió.
-Dónde estabas?- No sonaba adormilado.
-En el baño... no viste la nota?- Tomé el papelito de la mesa y se lo mostré. -No quería que te preocuparas si despertabas y no me veías...-
-Mmm... y los chicos?- No sé qué era, pero actuaba extraño. Frío. Y algo me hacía sentir que era contra mí. Qué había hecho para que se pusiera así conmigo?
-Supongo que en el camerino...-
-Iré a caminar...-
-Quieres que te acompañe?-
-No...- Sí. Algo tenía, eso era seguro. Ahora podía casi jurar que estaba enojado conmigo. Salió sin decir nada más y sin mirarme siquiera.

Acababa de tomarme la medicina cuando escuché mi celular sonando. Me quedé helado. Quien llamaba era Kame. Al final no me atreví a responder. No quería escuchar su voz. Sabía que al hacerlo rompería a llorar. Una parte de mí quería que volviera a llamar, como buscando un pretexto para tener que contestar, pero no sucedió. La pequeña habitación me pareció tan enorme, vacía y fría que estuve a punto de salir corriendo lejos de ahí. Lejos de todo.
-Estás bien?- Al escucharlo me sentí tan vulnerable que cuando menos pensé ya había corrido hacia él para abrazarme a su cuerpo con todas mis fuerzas. Deseaba poder fusionarme con él y poder sentirme protegido entre sus brazos por siempre. -Yamapi?- Me sentía estúpido llorando de ese modo pero no podía evitarlo. Aunque al principio no hizo nada, de a poco sentí que me respondía el abrazo. Una vez que me calmé, le conté lo que había pasado. Sacó su teléfono y marcó a alguien. -Oh! Kamenashi-kun, yo tengo el celular de Pi, vi que llamaste hace unos minutos, necesitas algo?- Me quedé inmóvil. Nunca imaginé que iba a llamarlo a él. -Ah, ya veo... Pues gracias. No creí que lo recordaras... Sí, este es mi número...- Sonaba educado pero cortante. -Sí, así que te pediré amablemente que no vuelvas a molestar a Pi, vale?- Y sin más, le colgó. -No te preocupes, no creo que vuelva a llamarte y si lo hace, o no le tomas la llamada o me pasas el cel y yo le contesto, ok?- En ningún momento dejó de abrazarme. Eso me calmó bastante.
-Gracias...- Alguien llamó a la puerta.
-Haremos una última prueba de sonido...- Era alguien del staff.
-Debo irme, quieres quedarte aquí un rato o vienes conmigo?-
-No quiero estar solo...-
-Ok, entonces lávate la cara y vamos...- Ahí estaba nuevamente esa sonrisa. Y era para mí.

-Y entonces?- Yasuda estaba sentado en la orilla de la tarima balanceando los pies de un lado a otro.
-Supongo que Ryo deberá decidir...- Agregaba Maruyama sin su habitual sonrisa.
-Que yo qué?-
-Uchi no vendrá...- Okura lo conocía y sabía que era mejor decírselo sin rodeos porque el tiempo apremiaba. Al escuchar aquello guardó silencio. Estaba preocupado, la forma en se tensaron sus hombros lo delataron al instante.
-Ok...- Mil opciones debieron cruzar por su cabeza en ese momento. Suspiró. Ya había decidido. -Yo cantaré... Tacchon, tú y Maru me harán coros en las canciones de tono alto. Cantarás los estribillos de las partes graves, ok? Yassu, puedes hacer la armonía de la segunda voz, lo dejo a tu criterio, canta las partes que quieras cuando quieras... Necesitaremos conectar y sonorizar cuatro micrófonos, de acuerdo?- Dijo dirigiéndose al ingeniero de audio que estaba en la cabina comprobando el sonido de los instrumentos. Diez minutos después ya estaba todo preparado y habían empezado con las pruebas de sonido. El resultado era increíble. Independientemente de cualquier cosa que hubiera pasado, se escuchaban mucho mejor que con Uchi.

-Ok, todo listo! Ya pueden irse a cambiar. Comenzamos en treinta minutos!- Regresamos al camerino. Sus vestuarios eran sencillos pero geniales. Cada uno de acuerdo al estilo personal de cada uno. Ver la ropa de Uchi colgada ahí me hizo sentir mal por él. Ryo-chan era muy responsable y comprometido con todo lo que hacía. Era seguro que después de esto, sacaría a Uchi de la banda por no haber estado ahí cuando era un paso importante y decisivo para su futuro y más porque ni siquiera había tenido la delicadeza de avisar.

Como siempre, se estrecharon las manos, luego Ryo-chan les dedicó algunas palabras, cosa extraña en él, bastante conmovedoras. Estaban listos para darlo todo sobre el escenario. Yokoyama y yo fuimos a sentarnos a la mesa que teníamos reservada cerca de la barra. Yo quería estar en primera fila con el público, pero Ryo-chan se opuso tajantemente, pues no quería que me lastimaran más la mano. Aún sentía ese extraño hueco entre el estómago y el pecho que se apoderó de mí después de que abrazara antes de subir al escenario.
-Quiero que lo lleves tú...- Me dio el guante que llevaba. -Así sentiré que eres mi mano derecha.- Se sonrojó al ver la boba sonrisa que se había dibujado en mi rostro. Estaba realmente feliz. Sabía lo que ese guantelete significaba para él. Siempre lo usaba durante sus presentaciones.
-Ryo-chan...-
-Además, así llamarás menos la atención. No debes destacar más que yo esta noche, entendiste?- Me reí.
-Ok, ok... lo entiendo. Hoy es tu noche. Hazlos tuyos!- Lo abracé. El público coreaba su nombre. Las luces azules prendían y apagaban conforme el dueño del lugar les indicaba a los fans que gritaran y alzaran las manos. Todos estaban en su posición detrás del telón negro que los ocultaba.
-Sé mi amuleto de la suerte esta noche...- Susurró en mi oído antes de separarse un poco para mirarme a los ojos y besarme. El mundo dio un giro de trescientos sesenta grados dentro de mi cabeza. Su sonrisa tímida y su silueta se alejaron de mis labios cuando escuchó que los presentaban y que los fans enloquecían al caer el telón.

No pude moverme hasta que terminó la primera canción y los gritos me regresaron a la realidad. Yokoyama me ofreció un vaso con agua fría en cuanto tomé asiento a su lado. Me miraba lleno de curiosidad con esa típica sonrisita tan sarcástica que ponía cuando entendía las cosas por su propia cuenta. No me dijo nada. Igual hubiera sido inútil porque no lo hubiera escuchado con todo ese ruido. Alguien llegó buscándolo, así que se disculpó con una inclinación de cabeza y se fue con el hombre bien vestido que le presentaba a otro chico cerca del bar. Estando libre de su mirada me llevé los dedos a los labios. Aún sentía la tibieza de los suyos sobre los míos. De pronto miré hacia el escenario y note que estaba mirando en dirección a donde yo estaba, pensé que no alcanzaría a verme realmente, pero en cuanto vio que mis ojos estaban sobre él, sonrió. A pesar de lo que aparentaba, era tan tierno e inocente como un niño. No sabía si podía verme tan bien como yo a él pero le devolví la sonrisa inmediatamente, ni siquiera tuve que pensarlo, tan sólo me descubrí a mí mismo haciéndolo antes de que me diera cuenta. Apenas habían transcurrido quince minutos de concierto y ya tenían a todos los asistentes saltando, gritando y cantando como si fueran uno. Me pregunté qué sentirían Ryo-chan y los chicos de ver y oír todo aquello si hasta yo tenía el corazón latiendo como loco.

Estaba tan emocionado disfrutando de su actuación, que ni siquiera me percaté de que ellos estaban ahí también, ni siquiera los vi cuando se aproximaron a donde yo estaba.
-Mira nada más a quién tenemos aquí... No sé por qué no me extraña en lo más mínimo...- Jin siempre era así. No por nada se había ganado el odio de muchas personas a lo largo de su vida, hacía y decía siempre ese tipo de cosas aunque en realidad no lo quisiera, se le había vuelto un mal hábito. Kame me miró sin decir nada, a pesar de todo, siempre era muy educado. Yo tampoco le respondí. Me limité a voltearme hacia otro lado. -No puede ser!... Me estás ignorando?... Me está ignorando!- Se paró justo frente a mí impidiendo que viera hacia el escenario. Habían encendido las luces al terminar esa canción, era momento del MC. Las chicas gritaban mientras cada uno se presentaba. -No te atrevas a ignorarme!... Seguirás sintiéndote tan valiente aunque ahorita no está tu querido Ryo para protegerte?- Le dediqué una fugaz mirada con todo el repudio que era capaz de sentir por alguien y luego miré hacia otro lado para dejarle en claro que me tenía sin cuidado lo que hiciera o dejara de hacer. Se echó a reír. Ya lo había visto tener ese tipo de reaccionar una infinidad de veces pero nunca pensé que yo fuera a estar del otro lado algún día. -Con que esas tenemos...- Se acercó a la mesa y se sentó en el lugar que antes ocupaba Yokoyama. -Sabes?... Fue precisamente por esa actitud tan pasiva que tienes que Kazu se hartó de ti y de tu forma tan ñoña de hacerle el amor...- Kame bajó la mirada. Lo cual significaba que lo que decía Jin no era más que la pura verdad. -Ay, Pi... te lo digo porque eres mi amigo desde hace años. Debes hacer algo con tu estúpida y anticuada forma de ser... De ese modo no lograrás conseguirte ni siquiera una novia...- Las cosas que decía me tenían sin cuidado, su actitud era la que me molestaba y el silencio de Kame y la forma en que me miraba, me dolían aún más que cuando los encontré en el departamento de Kame. Seguía haciéndome el fuerte, mostrándome indiferente, pero la verdad es que ya no sabía cuánto más podría soportarlo. Ryo-chan se reía a lo lejos de algo que había dicho Yasuda. Traté de verlo a través de Jin, imaginarlo ahí de pie con los brazos cruzados sobre el pecho como a menudo hacía, mirando con esa sonrisa casi diabólica a los chicos pensando en qué responderles. Aquella imagen me calmaba un poco. Ya ni siquiera oía lo que decía mi ex mejor amigo. Ya ni siquiera lo notaba mirándome con lastima mientras seguía moviendo los labios. Sólo pensaba en Ryo-chan. -Me estás ignorando?- Sujetó bruscamente mi rostro y me obligó a mirarlo. Sabía que esa risita de satisfacción se debía a la mezcla de miedo y odio con que yo lo miraba y que no había logrado disimular. Aparté su mano con mi mano izquierda. Kame se acercó hasta quedar junto a Jin.
-Ya vámonos...- Los dos sabíamos cómo se ponía Jin cuando se enojaba. Más que preocuparse por mí y lo que me pudiera hacer, le preocupaba lo que pudiera sucederle a su amado novio si algo ocurría ahí. Por eso trataba de alejarlo de mí.
-No molestes, Kazu... ¿Acaso te preocupa que le haga algo?- Lo decía de forma sarcástica, pero era obvio que la sola posibilidad de que fuera cierto, le hacía hervir la sangre.
-No.- El hecho de que tardara tanto antes de responderle lo había herido más que un "sí". Así era Jin, tenía un orgullo tan frágil aún a pesar de lo enorme que era.
-Ya veo...-
-Ya vámonos, sí?... No soporto verlo... Eso es todo...- Jin no le quitaba los ojos de encima. Kame ni siquiera me miró. En verdad sentía aquello. No estaba preparado para escucharlo decir algo así. Conocía a Kame de toda la vida y sabía cuándo me odiaba y lo que las palabras que acaba de pronunciar significaban en realidad. Me levanté y eché a andar hacia la barra. Necesitaba algo fuerte.
-¿A dónde crees que vas? Todavía no termino contigo...- Se levantó detrás de mí y al ver que me alejaba uno o dos pasos por delante de él, se estiró y me aferró del brazo izquierdo. Me zafé de inmediato. Ni yo sabía que tenía tanta fuerza, así que entendí el por qué de que me mirara de ese modo.
-No quiero seguirte escuchando...- Lo miré directo a los ojos de modo amenazante. Creí que eso sería suficiente para que me dejara en paz de una buena vez. Me equivoqué.
-¿Y crees que me importa lo que quieras?- El número de personas que nos miraban aumentó una vez que nos levantamos de la mesa. Noté que Kame nos miraba suplicando que nos detuviéramos, parecía bastante incómodo al atraer de ese modo las miradas de tantas personas. Eso de dar espectáculos públicos no era lo nuestro.
-Jin, ya vámonos. Nos están mirando...- Sujetó con delicadeza su brazo.
-Tú no te metas!- Lo apartó de un empujón. Kame lo miraba boquiabierto, incapaz de creer que lo había apartado de esa manera. Aquello me molestó y al mismo tiempo me alegró. No me metería a menos que fuese a lastimarlo. Kame lo había elegido a él aún a pesar de que sabía cuán voluble e impulsivo era a veces. Me di media vuelta para alejarme aprovechando la distracción que me había creado Kame. Fue inútil. -Todavía tengo algo que decirte, Yamapi...- Esta vez lo que apresó entre sus dedos fue mi mano derecha. El dolor fue insoportable. Fue inevitable que se me escapara un grito semi ahogado que no alcancé a reprimir. Busqué desesperadamente a alguien conocido con la mirada para pedir ayuda, pero ni siquiera logré ver a Yokoyama. Traté de zafarme, pero sólo conseguí que me atenazara con más fuerza. Sujeté su muñeca tratando en vano de aflojar su mano. Caí de rodillas. Sentí como el vendaje y el guantelete se humedecían. Cerré los ojos. Los rostros y las luces giraban a gran velocidad haciendo que me mareara.
-¡¿Qué demonios haces?! ¡Suéltalo!- Ryo. Era su voz. Podía saberlo aún por encima de los gritos que escuchaba a mi alrededor. Se oía furioso.
-No te metas, Ryo! No tienes nada que ver aquí!- Todos miraban hacia dónde estábamos. No era para menos después de haber visto a Ryo-chan saltar del escenario y abrirse paso entre los fans para llegar hasta ahí y sujetar a Jin por la espalda para que me soltara. De pronto se hizo un incómodo silencio.
-Claro que me meto! Suéltalo!- Su brazo presionaba a Jin por el cuello contra su pecho pero Jin no me soltaba, por el contrario, apretaba más mi mano haciéndome gritar. Desesperado, Ryo-chan dio un paso atrás para quitarle el aire. -Déjalo!-
-Nishikido-kun, basta!- Kame trataba de quitárselo de encima.
-Akanishi-san! Ya fue suficiente! Informaré de esto a tu agencia y lo haré público de ser necesario a través de los medios.- Por primera vez vi a Yokoyama enojado. Hasta donde sabía, no se llevaba nada bien con el manager de Jin debido a problemas que habían tenido en el pasado después de ser buenos amigos durante toda su carrera.
-Jin, deja ya a Yamashita, no quiero que te hagan daño por su culpa...- Kame sonaba desesperado, pero esta vez mentía, la verdad era que estaba asustado por verme sufrir y gritar de ese modo y por ver cómo estaban todos contra Jin.
-Akanishi-san, suelta a Yamashita. No creo que le venga bien a tu imagen un arresto. No me obligues a llamar a la policía.- Okura le hablaba tan amablemente que hasta daba miedo ver su mirada amenazadora acompañando esa dulce sonrisa. Incluso Maruyama y Yasuda que estaban detrás de él miraban a Jin con cara de pocos amigos. Los empleados del lugar estaban esperando órdenes para dejársele ir.
-Okura-san, no llames a la policía, por favor... Su contrato ya pende de un hilo, si lo haces puede que hasta se lo revoquen...- Al ver a Kame en ese estado, suplicando por él, Jin por fin me soltó. Okura y Yasuda se apresuraron para ayudarme a levantar.
-Si vuelves a ponerle una mano encima, me las vas a pagar, Jin, entendiste?- La forma en que le dijo cada palabra, hizo que a todos se nos pusiera la piel de gallina. -¡¿Entendiste?!-
-Sí!- No fue sino hasta que le respondió fuerte y claro que Ryo-chan lo soltó. Kame se apresuró a abrazarlo para cerciorarse de que estaba bien, pero yo sabía que más bien era él quien necesitaba que lo abrazaran y lo consolaran porque el pobre temblaba de pies a cabeza.
-Jin, estás bien?... Estás sangrando!-
-Eh?, no yo estoy bien...- Jin se miró la mano antes de voltear a verme a mí. Ryo-chan me abrazó sujetando con cuidado mi mano sobre la suya y me condujo de regreso al camerino. Yokoyama venía detrás de nosotros. Podía escuchar nuevamente a Yasuda y Maruyama bromeando con el público y disculpándose por lo sucedido culpando al "exceso de alcohol" por las impertinencias del alborotador.
-Será mejor que te llevemos al hospital...-
-De acuerdo... pero con una condición...-
-Eh? Cuál?-
-Debes volver al escenario y continuar con el concierto..-
-Yamapi...-
-Si no lo haces, no iré al hospital...-
-Pero...-
-Pero nada!-
-Yo estaré con él y volveremos lo más pronto posible.-
-Gracias, Yoko...-
-Estaré aquí para antes del encore, así que da lo mejor, sí?-
-Lo prometo...- Corrió de regreso al escenario. Yokoyama y yo salimos por la parte trasera donde ya estaba esperando el valet con su auto, así que partimos enseguida.

Lo cierto es que nos tardamos más de lo que yo esperaba, mi mano había resultado bastante lastimada debido al desgarre provocado cuando se abrieron las puntadas, pero estaría bien y aún así volvimos antes de la parte final del concierto. Viendo esa enorme sonrisa en su rostro, fue fácil saber que todo el tiempo había estado esperando a que regresara. Cosa que no me extrañó en lo más mínimo, era un preocupón sin remedio. Supuse que alcanzaría a verme, así que agité la mano a modo de saludo. Enfatizó una frase mientras cantaba, así que supe que había sido un mensaje para mí. Me sentí feliz.
-¿Quieres ir al camerino o volver a la mesa?- La voz de Yokoyama me sacó de mi estado de ensoñación.
-No, quiero estar aquí un rato más. Muchas gracias por todo...-
-¿Quieres que me quede contigo?-
-No, no es necesario. Ya te he causado demasiados problemas para un sólo día... además  debes de tener otras cosas que hacer...- Eso lo sabía de sobra. Toda la noche había estado de un lado para otro hablando con patrocinadores y publicistas.
-Ok. Cualquier cosa llámame, de acuerdo?... Aunque dudo mucho que sigan por aquí...- Me dio una palmadita en el hombro acompañada de una sonrisa amable y luego fue hacia la barra, donde un par de caballeros con trajes de marca lo recibieron calurosamente. Reconocí a dos de ellos. Uno, el de cabello largo que usaba traje negro, era Subaru Shibutani, dueño de la firma discográfica con la que grabarían su disco Ryo-chan y los chicos. El otro, de cabello corto y saco gris, era Murakami Shingo, productor de espectáculos musicales de una importante televisora. No cabía duda. A la banda le esperaba un futuro brillante.

Disfruté el resto del concierto desde mi propia primera fila. En el lugar VIP donde él cantaba sólo para mí. Estando entre los demás fans no hubiera tenido todo eso. Al terminar la que anunciaban como la penúltima canción, Ryo-chan les pidió a todos que guardaran silencio. Cosa que por supuesto hicieron después de callar sus histéricos gritos al ver que se acercaba a la orilla de la tarima.
-Esta última canción está dedicada para alguien muy especial...- Decía con una dulce sonrisa mientras se inclinaba hacia el frente como si contase un secreto. Todas comenzaron a gritar al verlo señalar en varias direcciones, terminando justo en donde yo estaba. -...alguien que siempre ha sido como una estrella brillando en mi cielo y haciendo mis deseos realidad...- Las fans, incluso las que no eran precisamente sus fans, gritaban locamente por la emoción. -Esta canción es para ti... mi amuleto de la suerte...- No pude escuchar los primeros acordes de la canción debido a la histeria colectiva, pero poco a poco los gritos desaparecieron. Esa canción no estaba en el repertorio de las que habían ensayado para el concierto. Sin embargo la conocía. Hacía algunos meses que Ryo-chan la había terminado. Era esa cancioncita que se la pasaba tarareando por toda la casa. Sentía que iba a romper en llanto al escuchar cada palabra que contaba aquella historia. No podía creer que hubiera escrito esa canción para mí.

Sí. Todo este tiempo me había tratado de convencer a mí mismo de que lo que sentía por él era sólo amistad y admiración. Pero ahora, viendo su sonrisa mientras cantaba para mí, ya no podía seguir engañándome. En algún punto de esta historia, me había terminado enamorando de mi mejor amigo. Sí. Estaba profunda e irremediablemente enamorado del chico de ojos melancólicos y sonrisa traviesa que toda la vida había estado a mi lado sonriendo, llorando y cometiendo estupideces conmigo, del mismo  que se burlaba de mí y de todo lo que se le antojaba. Y pese a que nunca creí poder amar a alguien después del que había sido mi primer amor, ahora me sentía completa y tontamente enamorado de Ryo. Ya no tenía excusas. Los miedos habían desaparecido. Ahora caminaba hacia el camerino, aguardaría ahí por él.

No importando cuánto pudiera tardar, me quedaría esperando por él. Esperando por otra oportunidad de ser feliz… a su lado.

0 comentarios: