Título: Plan B
Autor: Lilith
Pairing: Ueda Tatsuya + Nishikido Ryo + OC
Fandom: KAT-TUN + Kanjani8
Tipo: Fic x Cap (4/4 Terminado)
Género: Shonen-Ai / Angs / Romance / Escolar / AU /
17/05/14
N/A: Sería como genial si escucharan la canción que inspiro el fic en el capítulo 4 cuando Ryo se sube al escenario en el Festival Escolar ^^b Para hacerlo, sólo deben dar click al nombre de la canción junto a la notita musical.
To: Todas las fans que odian el RyoDa porque dicen que Ryo siempre es un bruto con Ueda y que su relación sólo es sexo DoSM. En especial a Tawsuna-sensei que dice que por eso no le gusta y prefiere el MaruDa XD
Parte 4: Un cuento de hadas sin un “y vivieron felices por siempre…”
Aún ahora lloraba cuando me quedaba a solas. Me sentía feliz por todo lo
que estaba pasando con Ryo, pero no podía evitar preguntarme cómo estarían mi
hermana y el bebé. Había pasado casi un mes desde la última vez que la llame, y
aun cuando seguía intentando ponerme en contacto con ella, no había tenido
éxito. Ni siquiera podía enojarme con Miyuki, me había obedecido en todo lo que le
había dicho al pie de la letra. Tenía que estar orgulloso de ella, ¿no? De algún modo, sabía que
ellos estarían bien aún sin mí, pero no podía perder la esperanza de volver a
verla. Ryo tenía razón, no podía darme por vencido con la música, eso no era
una opción porque la música lo era todo también para mí; y si las cosas salía bien y
tenía suerte, algún día podría volver a tocar el piano y con toda seguridad me
volvería un pianista famoso y mi hermana me vería en televisión y sabría que no
estoy muerto y podría encontrarla donde quiera que estuviera. Sí, ese sería mi
sueño a partir de ahora.
No negaré que seguía sintiéndome un poco paranoico con respecto a eso de
salir a la calle, pero gracias a Ryo, ya era capaz de dar pequeños paseos por
los alrededores del apartamento sin sentir que en cualquier momento me
dispararían por la espalda, que alguien se acercaría a mí corriendo y me
apuñalaría o que me subirían por la fuerza en un coche y no volvería a ver la
luz del sol. Y no, no es que tuviera una imaginación muy poderosa, sino que
conocía a ese despreciable sujeto de sobra y sabía muy bien que después de lo
que le había hecho, no se iba a quedar de brazos cruzados esperando a que yo
volviera a llamar a su puerta y me le pusiera en bandeja de plata para que se
desquitara como quisiera. Me sentía muy
mal por ver esa expresión preocupada y confundida en la cara de Ryo cada que
tenía una crisis de ansiedad que nos obligaba a volver a casa, pero no podía
arriesgarlo, no podía contarle todo, porque hacerlo sería como extenderle una
invitación VIP al Infierno. Estaba siendo cruel y egoísta, pero él era mi fuga
lejos de esa asquerosa realidad que era mi vida, y quería mantenerlo lo más
puro y lejos posible de toda esa porquería, quería que él, sus abrazos, sus
sonrisas, sus palabras, sus caricias y sus besos, siguieran siendo el aire que me permitía
respirar y ser feliz. Sabía que era un mal plan, pues en cualquier momento todo
podría irse al caño e incluso podría terminar saliendo lastimado por mi culpa,
pero no podía evitarlo… Le quería y quería, más que nada, seguir disfrutando de
su compañía. Tarde o temprano tendría que decirle la verdad, eso lo sabía, pero
no dejaba de aterrarme… porque cuando lo hiciera… probablemente el sueño
terminaría y yo despertaría de regreso a la pesadilla… solo.
-¿Qué quieres que hagamos esta noche?- Se veía realmente cansado. Hacía
tres o cuatro días que después del trabajo se quedaba hasta tarde ensayando con
su banda para la presentación del Festival y para cuando llegaba a casa,
todavía se obligaba a mantenerse despierto un buen rato para pasar tiempo
conmigo aunque era obvio que se estaba muriendo de sueño… estaba llegando al
límite de su resistencia. ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué se tomaba tantas
molestias por mí?
-Nada… Estoy cansado…- Me miró como si hubiera dicho algo extraño.
-¿Estás bien? ¿Pasó algo?... ¿Hice algo malo?...- Cruzó toda la estancia
con un calcetín en un pie y un zapato a medio desamarrar en el otro.
-Sí… No… y no… Sólo quiero que durmamos…- Acaricié su mejilla en un intento
por borrar esa aflicción de su rostro.
-Pero…- Ya sabía de sobra su discurso de “pero quiero que pasemos tiempo
juntos; entre la escuela, el trabajo y los ensayos no he podido estar tanto
tiempo contigo y te quedas solo todo el día y bla bla bla”, así que le tomé el
rostro por las mejillas y se las oprimí con fuerza con mis dedos para que se callara. No pude evitar reír por lo gracioso que se veía con esa
cara apachurrada. Lo besé. Su cara de fastidio por mi risa desapareció al
instante. Ambos reímos cuando lo solté para abrazarlo.
-Sé que lo haces por mí pero… odio que te sobre exijas de este modo…- Lo
jalé para llevarlo del sillón a la cama y lo senté en la orilla. -Qué sería de
mí si mi enfermero estrella colapsa debido al cansancio, ¿eh?...- Le quité el
otro zapato y lo obligué a meterse en las cobijas. –Sólo quiero que estés
bien…- Me acosté a su lado y lo abracé.
-Yosh-yosh… Buen chico…- Me despeinó de ese modo que siempre hacía y me devolvió
el abrazo cerrando los ojos. Se durmió casi al instante.
-¿Vendrás a casa después del trabajo?- No quería ser pesado, pero no había
podido dormir mucho debido a un mal presentimiento que se quedó instalado en mi
pecho después de que despertara de ese mal sueño que no podía siquiera
recordar. Estaba asustado… y eso me hacía sentir tan patético que ni siquiera
podía decírselo aunque me moría porque me diera un abrazo y me dijera que todo
estaría bien.
-Sí, Tacchon tuvo que ir a Osaka esta mañana por una emergencia familiar,
así que no tiene mucho caso que ensayemos sin baterista… ¿Quieres que cenemos
fuera?...- Me sentí muy aliviado después de escucharlo decir aquello.
-No, sólo vuelve temprano y preparemos algo juntos para cenar aquí…- Metí
las manos en los bolsillos de su sudadera que yo llevaba puesta.
-Hey… ¿pasa algo?...- Regresó un par de pasos y me miró a los ojos
acariciando mi mejilla. ¿Creería que soy estúpido si le decía la verdad?
-No… sólo fue una pesadilla…- Reí como si fuera realmente una tontería.
Pensé que él se reiría también, pero en vez de eso me abrazó y besó mi frente.
-¿Quieres que me quede? Puedo cambiar mi descanso con alguno de mis
compañeros…- Me separó para mirarme.
-Nop… ya estoy bien…- Me devolvió la sonrisa y se fue a la escuela.
Tal cual había prometido, regresó a casa a eso de las ocho. El mal
presentimiento aún estaba ahí, pero me sentía mucho más tranquilo ahora que lo
tenía frente a mis ojos.
-¡Oh! ¡Esa película me gusta!- Entró casi corriendo y saltó al sillón
aplastándome un poco. Uno de sus pretextos para abrazarme que tanto me gustaban.
Sí, podía tener una lengua afilada y venenosa, ser medio bruto y hasta grosero,
pero también era un chico bastante sincero y dulce. Me parecía increíble la
forma que tenía de ver el mundo, de entregarse a las personas, de disfrutar lo que amaba… era tan parecido y a la vez tan diferente a mí, que a veces
me asustaba el cómo o por qué había llegado a mi vida. No lo merecía. Era todo tan perfecto
que me costaba creer que fuera real. Reíamos y discutíamos, pero cada día era
único e inolvidable. Me sentía estúpido por pensar de ese modo, pero estaba
convencido de que era la primera vez que me sentía de este modo por alguien que
no fuera Miyuki, y con ella el sentimiento era completamente diferente, por el
simple hecho de que a ella la amaba por ser mi hermana mayor, pero a él…
-¿Ueda? ¿Me estás escuchando?- Sentí su mirada sobre mí. ¿Qué había dicho? Me
sonrojé. Me había perdido por completo en mis pensamientos.
-Lo siento… ¿qué decías?...- No pude disimular mi pena por haberlo ignorado.
-Tssssssk… ya decía yo que te gustaba mucho Gackt… pero mira que ignorarme
por completo por él… ¿a mí que soy tu novio?-
-¡¿AAAAAAAAAAAAAAAAH?!- Me levanté tan de súbito que el pobre terminó en el
suelo. Aquello me había tomado completamente por sorpresa. Sí, vaya, que de
sobra estaba claro que nuestra relación no era de simples amigos, pero una cosa
era que nosotros lo sobreentendiéramos y otra muy diferente que él lo gritara a
los cuatro vientos así porque sí.
-¡No, pues… si no quieres no!- Me apresuré a ayudarlo a levantarse, se
había dado un buen golpe por mi culpa pero no dejaba de reír, y podía jurar que
se burlaba justamente de mi cara avergonzada.
-¡Lo siento, Ryo-chan!- Mi rostro era rojo incandescente. Podía sentirlo,
mis mejillas no podían estar más calientes.
-Ok. Te perdono… sólo porque es la primera vez que me llamas así…- Me besó
la mejilla. –Vamos al conbini a comprar lo que hace falta para preparar la
cena.- Aún se sobaba el trasero con ambas manos mientras caminaba hacia la
puerta, quería hacer algo pero no pude sino seguirlo en silencio porque, aunque
hubiera querido, no podría haber articulado palabra alguna en ese momento. Me había dejado sin palabras.
-¡Oh! Espera aquí, olvidé comprar algo…- Ya habíamos salido del lugar
cuando dijo aquello de repente. Parecía un niño pequeño que se había regresado
para comprar golosinas a escondidas, siendo él, probablemente ese era el caso,
así que no le dije nada, tomé las bolsas de las compras y me quedé afuera
recargado en el poste de luz. Seguramente no tardaría ni cinco minutos en
salir. Un coche se estacionó cerca de donde estaba.
-¡Pero mira nada más qué tenemos aquí!...- Esa voz. Su voz. Mi cuerpo
entero se tensó por el miedo. -¿Así que te estabas escondiendo en las cloacas
como la rata que eres?- Podía ver a Ryo a través de los cristales y los
mostradores caminando hacia la caja con una sonrisa despreocupada. Quería
llamarlo para que me ayudara, pero no podía arriesgarme a que le pasara algo.
Mi voz ni siquiera salía por ese temor. -¡¿Y encima te atreves a ignorarme?!-
Me dio un fuerte puñetazo en la boca del estómago que hizo que me doblara de
rodillas en el piso soltando las bolsas. -¡¿Así es como me recibes después de que casi me matas, idiota?!- Una patada que me subió los
intestinos a la garganta. Me arrastré hacia un lado, lejos de él, y me levanté.
Logré esquivar su siguiente golpe, pero mis reflejos no fueron suficientes para
evitar que su perro guardián me agarrara por la espalda. Con la misma facilidad
con la que levantas un muñeco de trapo, mis pies dejaron de tocar el piso
cuando me acomodo sobre su pecho para que el otro infeliz me golpeara a placer,
alcancé a patearlo una vez e intenté zafarme de los enormes brazos que me retenían. A lo lejos escuché el grito de una mujer.
-¡Tat-chan!- Esa era sin duda la voz de Ryo. -¡Llama a la policía!- No pude evitar sentirme aliviado al ver que
salía de la tienda. -¡Suéltenlo!- Se lanzó ferozmente contra mi cuñado
derribándolo contra el pavimento de la avenida. El otro sujeto me lanzó contras
las rejas de las botellas de leche vacías que estaban apiladas afuera del
conbini. Ryo trató de plantarle cara al gorila, pero sería imposible que le
ganara. Lo iban a matar. Esa posibilidad fatídica me hizo levantarme como
impulsado por un resorte, tomar una de
las rejas y lanzarla con todas mis fuerzas contra su espalda.
Trastabilló por el impacto agitando la cabeza para recuperar la visión y en
cuanto vio que había sido yo se fue contra mí.
-¡¡¡Ryo-chan, corre!!!- Lo vi levantarse al tiempo que yo corría hacia la
acera de enfrente siendo perseguido por el gorila. A la distancia podía
escuchar la sirena de la patrulla. No importaba lo que me pasara con tal de que
él estuviera a salvo. Sentí que me agarraba bruscamente por el gorro de la
sudadera. Como pude me contorsioné y me la saqué de encima para escapar, pero
más tardé en quitarme la prenda y correr hacia el lado contrario de la calle
que en lo que ya me había jalado por el cabello para detenerme.
-Mira que eres escurridiza, sanguijuela…- Un cabezazo que me hizo ver el
mundo como si fuera un caleidoscopio. Caí de bruces al suelo apenas pudiendo
meter la mano que no tenía lastimada. Escuchando su risa burlona rebotar en mis
oídos junto con un zumbido que me impedía levantarme a la velocidad que yo
quería.
-¡TAT-CHAN!- La voz de Ryo gritando con pánico. Un forcejeo. Las luces de
la patrulla doblando la esquina. Un disparo. Los gritos de la cajera. Un cuerpo
cayendo contra el asfalto a un par de metros de donde yo estaba tirado.
-¡NO SE MUEVAN!-
-¡MIERDA! ¡Es la policía! ¡Jefe, vámonos!- Vi a la mole humana parada junto
a mí echando a correr hacia donde estaba el otro miserable. Mi visión empezó a
estabilizarse y vi con horror que el bulto en el suelo no era otro sino Ryo. Mi
corazón se disparó como si fuera a explotar. ¿Qué rayos había pasado? ¿Por qué
estaba Ryo-chan en el suelo? ¿Se movía?... Se movía. Estaba intentando detener
a su agresor aferrándose a su pierna. Me levanté y corrí para taclearlo al ver
que lo pateaba para zafarse de su agarre y que le apuntaba con el arma. Un segundo disparo
que afortunadamente no lo había alcanzado por la caída que le provoqué. Aterrizamos sobre la acera.
Una punzada de dolor aún más insoportable que la que me provocó la herida
aquella noche me arrancó un grito. Me había golpeado la mano derecha. El gorila
venía hacia mí, pero nunca me alcanzó, un par de disparos y se quedó inmóvil en
el piso aferrándose la pierna retorciéndose de dolor. Me arrastré hasta alcanzar a Ryo y lo envolví en mis brazos. Mi cuñado corría calle abajo entre las sombras siendo perseguido
por un par de policías. Seguramente lo perderían. Ya nada importaba.
Arrastraban a su guarura esposado dentro del coche mientras le leían sus
derechos.
-¡Ryo-chan! ¿Me escuchas?- Acuné su cabeza con mi brazo. La sirena de una
ambulancia se escuchaba a la distancia. -¡Ryo-chan, no te mueras!- Lo estreché
contra mi cuerpo. Gracias al cielo, la ambulancia sí venía hacia donde
estábamos nosotros.
-Tat-chan… si me apachurras de ese modo, ten por seguro que me vas a
asfixiar…- ¿Estaba alucinando? Me estaba mirando, con una mueca de dolor pero
incluso me sonreía.
-¡BAKA! ¡Casi me matas del susto! ¡¿Por qué no corriste?!- Mis lágrimas, ya
no sabía si eran de ansiedad o de felicidad, caían sobre sus mejillas.
-P-porque si te hubiera… hecho caso, ese imbécil… t-te habría disparado a
ti…- Parecía como si incluso respirar le provocara dolor. Juro que en ese
momento vi al paramédico como si fuera un ángel cuando se bajó de la ambulancia
con la camilla.
Lo peor de toda esa noche era que no me dejaran estar con Ryo. Por cómo se
habían dado las cosas, no me había podido zafar rápido de los policías, ni
siquiera me habían dejado ir con él al hospital. Montones de preguntas,
declaraciones y más preguntas. Me estaba sintiendo realmente mal, mi consuelo
era aferrar con fuerza las llaves de Ryo entre mis dedos para sentir que no
estaba solo, que él estaba a mi lado. Que suerte que esa chica había visto todo y estaba atestiguando en
su contra y más aún, que la cámara de seguridad del conbini lo hubiera captado
todo como prueba. Estaban buscando a mi cuñado, al parecer ese no sería el
único cargo por el que lo arrestarían. No me extrañó que se les
escapara, él era como una araña cazadora corriendo en su territorio y ellos,
dos hombres persiguiéndola a ciegas. Me habían recomendado quedarme en un lugar
seguro hasta que todo se resolviera. Incluso yo sabía que intentaría
encontrarme nuevamente y que no la contaría si nos volvíamos a topar. Quería ir a casa, pero si Ryo-chan no estaba ahí, eso
no tenía sentido… aun así tuve que hacerlo. A esa hora de la madrugada no me
permitirían verlo en el Hospital y me sentía tan mal físicamente, que sólo
quería tomar un baño, drogarme con los analgésicos para el dolor y dormir.
Alguien llamaba a la puerta. ¿Estaba soñando? Abrí los ojos y miré la hora.
Eran casi las cinco de la tarde. ¿Cuánto había dormido? Me sentía como si me
hubieran atropellado. Seguían tocando. Parecía urgente. ¿Quién podía ser? Nunca
antes había venido alguien a buscar a Ryo y era cien por ciento seguro que no
era él.
-¡BakaRyo! ¿Estás en casa?- Una voz que no conocía de nada. Me detuve.
¿Acaso me había encontrado ese sujeto? -¿Estás ahí? ¡Ryo-chan, voy a entrar!-
¿Era en serio? ¿Acaso tenía las llaves? ¿Quién era? Salté fuera de la cama casi
tropezando con mis propios pies para dirigirme a la puerta. A medio camino me
topé con un chico más o menos de nuestra edad. Lo conocía. Estaba en todas las
fotos que Ryo tenía en el departamento. Era su mejor amigo de toda la vida. Se
me quedó viendo como si yo fuera producto de su imaginación. –A-ah… Hola…
Ueda-kun, ¿verdad?- Asentí mirándolo de forma insegura. Se quedó viendo la
férula de mi mano lesionada. -Ah, bueno… yo…- Se rascó con nerviosismo la oreja
ante mi mirada de pocos amigos. –Estoy buscando a Ryo, ¿está aquí?- Negué con
la cabeza. -¿Sabes a dónde fue?- Negué no sabiendo muy bien si hacía lo
correcto mintiéndole de ese modo. Su mirada me intimidaba. –Ah… bueno, adiós…- Se
dio media vuelta y desapareció por donde había llegado. Ryo. Tenía que ir a
verlo. Volví al cuarto y me cambié de ropa. Hasta que me vi en el espejo
entendí por qué me miraba de ese modo ese chico, mi rostro era todo un poema. Me puse el
gorro de la sudadera y tomé sus lentes oscuros del tocador antes de decidirme a
salir. Cualquiera se asustaría si viera cómo había terminado mi cara después de
lo que había pasado la noche anterior.
-¡Yoooh! ¿Estás bien? Estaba muriendo de preocupación. Desperté y no
estabas aquí…- Me recibió con su radiante sonrisa en cuanto abrí la puerta.
-Lo siento…- Le devolví la sonrisa. Sacándome las gafas y la capucha al
sentarme a su lado.
-¿Te duele?- Me acarició la mejilla que lucía un enorme moretón cerca de la
boca.
-No mucho…- Agaché la mirada.
-¿Qué pasa?- Me tomó la mano y me dio un apretoncito.
-No vuelvas a hacer algo así, Ryo-chan…- No podía dejar de mirar el vendaje
que asomaba por el cuello de su pijama y los que tenía en la ceja y el brazo.
-¿Qué cosa?... ¿Acariciarte la mejilla?- Me apretó el cachete en broma.
-¡Duele!...-
-También tus palabras… así que dejemos de hacernos daño, ¿vale?... No siempre es divertido...- Llevó mi
mano a sus labios y depositó un suave y cálido beso en el dorso. –Tat-chan,
entiende una cosa… no necesito una razón para hacerlo, tan sólo sé que quiero
estar contigo y no importa dónde estés, yo siempre estaré a tu lado… Ya no estás
solo, ¿entendido?- Revolvió mi cabello como siempre hacía. Le sonreí. –Yosh-yosh… buen
chico…-
-¿Algún día dejarás de tratarme como si fuera un gato?- Echó a reír.
-¿Algún día dejarás de verte tan adorable como uno?- Hizo unos pucheros muy
tontos. Terminé riendo también. Él tenía una extraña forma de hacerme feliz.
Pero era justo la forma perfecta para que sus palabras alcanzaran mi corazón.
-¿Quieres oír la buena noticia? Mañana me darán de alta… Demos gracias a mi
excelente salud por mi increíble recuperación.- Anunció tan pronto como me vio
entrar.
-¿En serio?- Asintió sonriendo alegremente.
-No sé en serio cómo sobreviviste tantos días aquí…- Hizo a un lado la
bandeja de su desayuno sin terminar. Sonreí, podía entenderlo, la comida era tan
insípida algunos días. -…ya quiero que nos vayamos a casa…- Su cara era de
verdadero fastidio.
-Es más seguro que estemos aquí por ahora…- No quería recordar esa parte,
pero no era como si simplemente fuera a desaparecer el peligro porque no hablásemos de
ello.
-Lo que me recuerda que te tengo otra buena noticia…- Cruzo las piernas
dando un par de palmaditas sobre el colchón para que me sentara ahí, cosa que hice
más por el hecho de que quería que me mimara que porque quisiera hacerle caso.
–Arrestaron a ese tipejo… el detective que lleva el caso paso por aquí esta
mañana para darme la exclusiva…- Su expresión se tornó de pronto muy seria.
-¿Y la mala noticia es…?-
-Que tendremos que ir a la Jefatura para identificar al sospechoso…-
Silencio.
-Ryo… yo…no… en serio no…- Se inclinó hacia mí y me abrazó.
-Está bien, Tat-chan… si no quieres hacerlo puedo ir yo solo… pero creo que
sería bueno que de una vez por todas cerraras ese ciclo desagradable de tu
vida…- Besó mi cabello y luego me acaricio la espalda. Había sido imposible que
no se diera cuenta que temblaba como gelatina. Me separé de él para mirarlo a
los ojos.
-¿Sabes?... Tengo que contarte algo… y no te culparé si después de
escucharlo no quieres volver a involucrarte conmigo…- El momento de despertar
había llegado. Quería contarle toda la verdad sobre mí y Miyuki. Moría de miedo, pero ya no quería seguir sintiendo que lo traicionaba por ocultarle la verdad, y menos después de que él hubiera arriesgado su vida por proteger la mía debido a ello.
-¿Estás listo?...- Asentí. En realidad no lo estaba, pero ya no era momento
para echarnos para atrás. El detective nos había dicho que él no podría vernos.
Sólo tendríamos que entrar, ver a varios sujetos y señalar a quien nos había
agredido la otra noche. Mi testimonio era por demás importante. Ryo me había
convencido de contarle al detective todo lo que le había revelado sobre mi
cuñado y mi hermana, la muerte de mis padres y la estafa de la que había sido
víctima mi padre días antes de morir, todo apuntaba en su contra, así que hacer
esto era un paso definitivo para que avanzara el caso y refundirlo en prisión por lo que le quedaba de vida. Tenía que hacerlo. Ryo
estaba a mi lado, todo estaría bien. Abrieron la puerta y entramos. Para mí no
había nadie más del otro lado del cristal excepto ese sujeto. Me miraba
fijamente, como si pudiera verme. Instintivamente retrocedí pero su mano apretó
con fuerza la mía y mi pecho dejó de doler.
-¿Puede por favor identificar a su agresor?...- Asentí y di un paso hacia
adelante señalándolo con el dedo.
-El número 5… Noguchi Takashi…- Me supo tan extraño pronunciar su nombre
por primera vez en tanto tiempo que incluso sentí ganas de vomitar.
-¿Está seguro?-
-Sí… Absolutamente seguro...- Eso había sido lo más difícil. Lo demás se había limitado a firmar mi declaración y rellenar algunos formularios para acciones legales. Había tomado varias horas terminar con todo el papeleo. Estaba muerto. Sentí que mi cuerpo saldría volando en cuanto soplara el aire. Y de nueva cuenta, él me anclaba con delicadeza a la tierra.
-Sí… Absolutamente seguro...- Eso había sido lo más difícil. Lo demás se había limitado a firmar mi declaración y rellenar algunos formularios para acciones legales. Había tomado varias horas terminar con todo el papeleo. Estaba muerto. Sentí que mi cuerpo saldría volando en cuanto soplara el aire. Y de nueva cuenta, él me anclaba con delicadeza a la tierra.
-Mañana es el gran día…- Salté a la cama en cuanto salí de tomar una ducha
y me acurruqué contra su pecho. Mi lugar favorito en todo el mundo.
-¿De qué hablas?...- Dejó a un lado el cuaderno de partituras que había
estado leyendo desde hacía rato.
-De tu presentación en el Festival Escolar…- Mis dedos se dedicaban a
trazar líneas sobre su piel.
-Ah… eso…- No sonaba nada entusiasmado con la idea.
-¿Ryo?...- Aquello era extraño. Después de todo lo que estuvo ensayando y de lo emocionado que estaba.
¿Se habría peleado con sus amigos? ¿Sería culpa mí por no haberle dicho que
había venido a buscarlo aquel chico? ¿Estaba molesto porque no se lo dije? No, si fuera eso me lo habría dicho.
-¿Irás a verme?...- Me revolvió los húmedos mechones de cabello entre sus
dedos.
-Sólo si quieres que vaya…-
-Mmm…- Aquel silencio me estaba matando. ¿Qué rayos pasaba con él? –Definitivamente
debes estar ahí, ¿entendiste?... Tienes que escucharme mañana…- Me picó punta de la nariz con su dedo. Siempre era
extraño cuando hablaba así de serio. -…sólo prométeme que no me vas a dejar
después de me veas sobre el escenario.- Me levanté apoyándome sobre los codos
para mirarlo atentamente.
-¿Algo de lo cual debería empezar a preocuparme?...- Se inclinó para
besarme la frente.
-Mañana lo sabremos…- Se giró y apagó la luz para luego abrazarme contra su
cuerpo y dormir. Hice lo mismo, no tenía caso que me pusiera a pensar, estaba
muy cansado.
Escuchar cantar a Akanishi no era una broma. Ryo no exageraba cuando decía
que su voz era tan privilegiada como su propio talento con la guitarra o mi
talento con el piano. Esa voz era algo que valía la pena atesorar por toda la
eternidad. Después de cantar cinco canciones seguidas, Ryo les entregó a todos
una hoja y bajó del escenario después de susurrarle algo a Jin al oído. Al
parecer ellos no estaban al tanto de sus planes, pues fue más que obvio que no
sabían que estaba pasando. –Ah, bueno… La siguiente será una presentación
especial por parte de nuestro sexy guitarrista...- Todos aplaudían. Aquello me
provocó un vuelco al corazón. ¿Qué demonios tenía pensado hacer ese chico? La
gente del público empezó a reír pero ni la banda ni yo sabíamos la razón.
Entonces lo vi. Cabello largo y lacio hasta media espalda, blusa de satín rosa
que decoraba el pecho con un moño sobre el suéter de tejido blanco, una falda
azul marino que le llegaba hasta los tobillos, zapatillas de charol negras y la
guitarra. Su guitarra. ¿Estaba loco? ¿Por qué demonios se había vestido de
chica para subir al escenario? ¿Acaso era el único que pensaba que eso era una
estupidez? Todos habían estallado en carcajadas festejando su locura menos Jin. Su boba
sonrisa incluso lo hacía ver adorable mientras saludaba coquetamente con la
mano a la audiencia. Miró hasta donde yo estaba, lejos de la multitud, y lanzó
un beso. Jin era el único que tenía la misma expresión de incredulidad que yo. ¿Qué se proponía?
-¡Hola!- Todos le respondieron a coro aún entre risas. –Soy Ryoko…- No pudo
reprimir su carcajada al escuchar que incluso le lanzaban piropos y le
chiflaban. -...no seré tan popular como quisiera...- Jin lo miró sacudiendo ligeramente la cabeza y rió. –Pero escribí una canción para alguien especial y me gustaría que la
escuchara en este momento…- La histeria de todos debido a la emoción. -…porque
a veces hay tantas cosas que quisiera decirle sobre el cómo me siento pero mi
estúpida lengua termina diciendo cosas sin sentido que ni siquiera yo soy capaz
de entender…- Rió apenado. Todos reían también. Incluso yo sonreí. –Y como sé que
el único idioma con el que puedo expresarme correctamente es este…- Sujetó con
fuerza su guitarra. -…me aseguraré de que lo entienda esta vez.- Más aplausos y
ovaciones. Los primeros acortes, lentos y suaves marcando el camino paso a paso.
Luego su voz. Un dulce susurro contra el micrófono a ojos cerrados. La segunda guitarra se unió
de un modo casi natural a sus tímidas notas. El bajo enfatizando la profundidad
del deseo de que ese mensaje se hiciera entender. Una melodía llena de
sentimientos que no podían ser demostrados del modo en que se quería. La
batería suavemente se unió a la danza de sus palabras. Un montón de recuerdos
desbordándose a través de las cuerdas de su guitarra y envolviendo el resto de
los sonidos que bailaban libremente a su alrededor. Una explosión de color. Mis
lágrimas resbalando silenciosas a medida que su voz flotaba desde su corazón
alcanzando el mío como si fuéramos uno solo. Y luego… poco a poco, todo
desapareció con un suspiro, como la calidez de un primer beso. No podía sonreír
más de lo que ya hacía. Sabía que su sonrisa era para mí.
Después de aquello me había resultado prácticamente imposible escuchar el
resto del concierto. Nuevamente Jin estaba al micrófono y Ryo a su derecha
tocando la guitarra con esa pasión que tanto me fascinaba. Lo único que podía
percibir a mi alrededor era su mirada de complicidad cuando nuestro ojos se
conectaban y su sonrisa cuando se sabía descubierto por la mía. Se habían
despedido del público entre gritos y aplausos. Una banda diferente acababa de
subir al escenario. Sus amigos estaban ahí, escuchándolos, pero él había vuelto
a desaparecer.
-¡Buuu!- Me sorprendió por la espalda haciéndome cosquillas en la oreja con
su respiración. ¿De dónde había salido? ¿Cómo había llegado hasta aquí sin que
lo viera? Me rodeó la cintura con los brazos y apoyó su barbilla en mi hombro.
-¿Se puede saber qué demonios fue todo eso? No había necesidad de que te
vistieras así para cantarme una canción…- Reí besando su mejilla.
-No, no era necesario… Tan sólo fue parte de mi Plan B…-
-¿Plan B?...- Escapé de su abrazo para escuchar lo que tenía que decir.
-Nada salió cómo lo tenía planeado desde que te conocí… sin embargo, ahora
puedo asegurar que todo ha sido parte de un perfecto Plan B para conquistarte…-
Inevitablemente mis mejillas se tiñeron levemente de rojo. –Tengo algo para ti…-
Metió la mano en el bolsillo de su chamarra de piel y saco un teléfono celular.
–Me las arreglé para recuperar tu número…- No daba crédito a lo que escuchaba.
Sabía que él era culpable de que mi teléfono se hubiera estropeado, pero ni
siquiera me había podido enojar por ello, lo había hecho buscando sólo mi
seguridad y en ese momento él no tenía ni idea de lo importante que ese pequeño aparato era para
mí.
-¿Es broma?...- Sonrió y me besó la frente poniendo el objeto en mi mano.
-Nop… lamento mucho haber hecho lo que hice…- Negué de inmediato
devolviéndole la sonrisa.
-Hiciste lo que tenías que hacer… Gracias, Ryo-chan…-
-Te lo dije, ¿recuerdas?…- Mi cara de incomprensión le provocó risa. -…en
la canción…- Aclaró mirándome con dulzura. -Te prometo un “Para siempre” justo
ahora…- Tomó suavemente mis manos entre las suyas. -…aún si no es un “por
siempre felices”, te puedo asegurar que lo que siento por ti no es algo
pasajero y que no dejaré que jamás termine... quiero que estés aquí hasta que muera...- Un suave y fugaz beso. Definitivamente
esto no podía ser un sueño. Era mucho más hermoso y perfecto de lo que yo
podría haber imaginado siquiera. Esto era algo mucho más mágico que un cuento
de hadas. Algo que definitivamente quería vivir… a su lado.
-Te amo, Ryo-chan…- Me abracé a su cuello siendo recibido por sus brazos.
Todo estaría bien a partir de ahora. Simple y sencillamente porque él estaba
ahí, a mi lado.