Título: Egoísta
Autor: Lilith
Pairing: Ninomiya Kazunari + OC
Fandom: Arashi
Fandom: Arashi
~Selfish / N´SYNC~
Tipo: One-shot
Género: Shoujo, AU, Escolar, Angst
Género: Shoujo, AU, Escolar, Angst
Si me preguntas qué fue lo primero que pensé cuando te vi sentada perdida en tus pensamientos aquella tarde saliendo de la universidad la primera vez que hablamos, sinceramente diría que lo nuestro nunca podría ser considerado como amor a primera vista.
Lucías tan angustiada sujetando tu rostro entre tus manos, casi como si temieras que pudiera irsete a algún lado, "cómo si fuera éso posible! Qué tonta!" pensé. Pero la verdad es que no tenía idea de todo lo que se escondía debajo de aquella máscara de serenidad decorada con una sonrisa que siempre solías llevar puesta cuando te veía.
Lo cierto es que si en ese entonces me hubieran preguntado qué era lo que pensaba de ti, hubiera dicho que eras una chica rara: altiva, orgullosa, vanidosa, demasiado excéntrica para mi gusto, muy independiente para ser una chica y demasiado sincera para ser adulta; la verdad es que me caías mal, siempre inmersa en tu propio mundo, con todo ese halo de misterio con el que te gustaba rodearte, sin dejar que la gente se te acercara y acercándote a muy pocas personas, con todo ese aire de superioridad con el que caminabas por cada pasillo de la escuela que hacía que más de uno estuviera detrás de ti... la chica inalcanzable. Tu personalidad realmente era desagradable para mí, qué tenías de bueno como para que te cotizaras tanto?
Aún así, ese día no podía quitarte los ojos de encima, al ver un par de lágrimas correr a través de tus mejillas, no pude evitar terminar por acercarme a ti, fue como si un impulso inconsciente me ordenara sentarme a tu lado y asegurarme de que no te pasaba nada malo. Siempre creí que el día que te viera vulnerable de alguna manera, disfrutaría mofarme de ello con todo mundo, pero ahora que te tenía ahí, completamente frágil, el reírme, decirte algo cruel o exponerte ante los demás, fue algo que jamás cruzó por mi mente.
-Estás bien?...- Te extendí mi pañuelo. Te veías aún más triste mirándote de cerca. Me miraste, con esa expresión extraña en los ojos que pones cuando te cuesta creer que algo esté pasando.
-Te parece que lo estoy?...-
-Pues no... por éso yo...- Tomaste tímidamente el trozo de tela aunque no lo usaste.
-Entonces por qué lo preguntas?...- Siempre impulsiva, tu reacción me tomó por sorpresa haciendo que me enfadara un poco por tu actitud hostil.
-Tienes razón... Disculpa...- Ni siquiera entendía por qué permitía que me hablaras así.
-Por qué te disculpas?... Hiciste algo malo?...-
-Supongo que no, pero...-
-Entonces no lo hagas...- Volviste a interrumpirme. Eso me desagradaba en sobremanera, pero me aguante las ganas de decirte un par de cosas. Nunca me pareció atractiva la idea de ponerme a discutir contigo, mucho menos cuando empezabas a emplear ese tipo de argumentos retóricos, te había visto hacerlo ya un par de veces, no quería acabar con la misma cara miserable que nuestros compañeros de clase o nuestros profesores.
-Como quieras...- Preferí no decir lo que pensaba, lo cual no me resultó nada fácil y en vez de éso sólo guardé silencio y te miré... tus ojos reflejaban una increíble soledad que nunca antes había notado. Por primera vez fui consciente de que muchas cosas poco agradables te pasaban y por alguna razón sentí la necesidad de protegerte de todo éso que te lastimaba.
Seguí tratando de sacarte plática para saber qué era lo que te tenía de ese modo, pero poco fue lo que realmente dijiste sobre tí. Aun así, para mí tus palabras fueron más que suficientes para entender que en realidad estabas aterrada de abrir tu corazón, fue entonces cuando comprendí que ésa era la razón detrás de tu forma de ser... podía ser distraído y egoísta pero siempre había sido observador, los pequeños detalles me decían mucho. Y mientras te escuchaba suspirarle al ocaso comencé a preguntarme qué tanto de lo que conocía de ti era realmente parte de ti y no sólo una parte del teatro que te habías montado alrededor para mantener a las personas alejadas de ti.
-No crees?...- Esa expresión inocente en tu rostro me regresó a la realidad, en algún momento había dejado de escuchar lo que decías para perderme por completo en mis cabilaciones.
-Lo siento, qué me decías?...- Mi reacción, aunada al sonrojo de mis mejillas, te arrancó una linda sonrisa acompañada de una ligera carcajada, era la primera vez que te escuchaba reír y lo disfruté aunque no me agradó saber que yo era la razón de aquellas risas. -Hey! No te rías de mí!-
-Es que...- La risa te impedía hablar. Tomaste un respiro. -Olvidalo...- Pasaste el cabello que caía sobre tu frente por detrás de tu oreja mientras clavabas la mirada en el piso. Por alguna razón, ese gesto dulce y tímido me pareció lindo, tanto, que inevitablemente mi mirada se cruzó con la tuya pues no pude quitarte los ojos de encima por largo rato, ahora eran tus mejillas las que lucían un bello tono rojizo. Ya no decíamos nada, se habían desvanecido las sonrisas, el apacible silencio que nos separaba se fue acortando poco a poco con cada latido de mi corazón. Era como si de pronto hubiera empezado a latir mucho más fuerte y rápido. Comencé a acercarme a ti insegura y lentamente, sólo tenía una cosa en mente y mi impulso era mucho más poderoso que mis pensamientos. -...Lo siento...- Había estado a punto de besarte, pero en el último segundo, justo cuando mis labios estaban por tocar los tuyos, huiste de mí. Acaso había sido miedo lo que había en tus ojos cuando me miraste fugazmente?
Los días pasaban pero tú no habías vuelto a la escuela. Cuando le pregunté a la que consideré que sería tu mejor amiga, porque era la única a la que siempre le sonreías mientras hablaban, dónde estabas, ella sólo se encogió de hombros diciendo que no había hablado contigo en los últimos días, pero que por mensaje le habías dicho que estabas resfriada. Que ingenua eras, usando una excusa tan vieja para saltarte las clases; tu amiga debía ser muy inocente o muy estúpida para haberte creído semejante tonteria.
-Oye, puedo preguntarte algo Ninomiya-kun?...-
-Sí, dime...-
-Por qué te interesa saber sobre Lilith?... Nunca antes me pareció que te importara siquiera si estaba en el salón o no?- Sus palabras fueron un poco rudas, sin duda eras afortunada de tener a alguien como ella cuidando de ti.
-No lo sé... Simplemente quiero saber...- Tenía razón... era extraño que mostrara interés por ti de este modo; aún cuando nunca me habías interesado, no podía dejar de pensar en ti, y la verdad es que quería verte... necesitaba verte.
-Mmm... Pues más te vale que no te atrevas a lastimarla!- Su dedo índice casi tocó mi nariz. -...ya ha tenido suficiente por qué llorar como para que encima hagas tú una aportación innecesaria, me entendiste?!- Talia siempre era un poco efusiva, tanto para hablar como con su lenguaje corporal, pero en sus ojos vi que su amenaza no eran sólo palabras pronunciadas detrás de su sonrisa habitual.
-Por qué demonios das por hecho que voy a hacerle daño de alguna manera?!...- Aquel comentario en serio que me hizo enojar, eso no era para nada parte de lo que tenía en mente.
-No te enojes, Ninomiya-kun... Sólo te lo estoy advirtiendo porque Lilith es mi mejor amiga y ya no quiero verla sufrir... No viajamos hasta el otro lado del mundo para que siguieran lastimándola...- La sonrisa ya no estaba, pero sus ojos seguían diciendo que hablaba en serio.
-No tienes por qué decirme esas cosas... no pienso hacer nada que la lastime... sólo necesito saber si está bien...- Cuando me di cuenta de que estaba pensando en voz alta ya había sido demasiado tarde.
-Ninomiya-kun...- Sonó más como un dulce susurro. -...Te gusta Lilith?...- Sus ojos brillaban de un modo extraño, fue cuando entendí lo que yo mismo acababa de decir. No sabía qué contestar. Ni siquiera sabía si contestarle. Porque de alguna manera sabía que la respuesta no sería "no" y no estaba seguro de poder dar una respuesta que satisfaciera su curiosidad sin exponerme. Su pregunta había desatado miles de interrogantes dentro de mí. Me negaba a aceptarlo pero, yo mismo entendí que, si todo este tiempo había estado al pendiente de ti, no era sólo porque me desagradara tu personalidad. No podía gustarme alguien como tú, verdad?, no podía ser posible que en algún punto hubiera terminado por enamorarme de ti pero, de no ser así, por qué demonios había estado a punto de besarte?... Necesitaba poner orden a mis ideas. Cuando menos pensé ya estaba lejos de la escuela, por un breve momento me pregunté qué cara habría puesto tu amiga cuando me di la vuelta y la dejé a medio pasillo sin decir nada. Me detuve cuando llegué al parquecito que estaba junto a la estación, no por el hecho de haber llegado ahí, sino porque de pronto me pregunté a dónde rayos me dirigía. A lo lejos escuché una dulce voz que entonaba una melodía que conocía, aunque no recordaba de dónde; movido por un impulso inexplicable, mis pies buscaban el origen de aquel sonido.
No me tomó mucho llegar hasta ahí, sentada bajo un frondoso árbol podía ver la figura pequeña y frágil de una chica. No estaba seguro de querer acercarme, no quería asustarla y que dejara de cantar. Era extraño cómo su voz lograba darme tanta paz interior. Mi natural conflicto emocional interno se desvanecía como la neblina al salir el sol; aquello que usualmente oprimía mi pecho desde adentro se había ido, mi corazón latía nuevamente, no se sentía del todo mal, verdad?... Podía ésto llegar a considerarse "felicidad"?... Algo tan pequeño e insignificante había logrado arrancarme una sonrisa sincera. No podía entender qué demonios me pasaba. Me sentía feliz pero un par de lágrimas había comenzado a bajar a través de mis mejillas. Ella no se había percatado todavía de mi presencia pero, un gesto suyo me hizo estremecer: había pasado su cabello por detrás de su oreja permitiéndome ver parte de su rostro.
-Lilith?...- En un susurro se me escapó tu nombre haciendo que voltearas de inmediato de un sobresalto impidiendo que terminara de escuchar la canción.
-Ninomiya-kun!...- Parecía como si estuvieras a punto de romperte, como una copa de cristal que estalla ante un sonido agudo. Verte de ese modo me hizo temer que en verdad pudiera pasarte algo. No podía confiar en mis palabras, a veces eran tan traicioneras que terminaban provocando el efecto contrario al deseado. Así que simplemente seguí mis instintos. Corrí hasta donde estabas y te tomé entre mis brazos. Era una sensación cálida y agradable que me recorrió de pies a cabeza. Tímida y lentamente tus manos correspondieron mi abrazo, una vez que sentí cómo te aferrabas a mí comprendí que no quería separarme de ti nunca más.
-Me gustas...- Susurré quedamente en tu oído cuando por fin fui capaz de articular palabras. Sentí como te acurrucabas contra mi pecho. Los minutos seguían pasando silenciosamente haciendo tortuosa la espera.
-Tengo miedo...- Apenas si pude escuchar tu voz. Estabas temblando?
-Miedo?...- Trate de separarme un poco para ver tu rostro pero te aferraste a mi desesperadamente escondiéndote entre mi chamarra. -Miedo de... mí?...- Asentiste lentamente y éso me preocupó. -...miedo de que pueda lastimarte?...- Te sentí aún más frágil. Te habías roto. Estabas entre mis brazos hecha pedacitos... llorabas. No podía oírlo pero lo sabía, la forma en que te estremecías era justo como aquel día que sollozabas en silencio. -Oye... hey... mírame...- Busqué con desesperación tus ojos. Apoyé mis manos sobre tus mejillas y te besé. -...no puedo saber lo que nos deparé el futuro pero, quiero que nos des una oportunidad de estar juntos, puedes?...- Me mirabas de un modo hermoso, mezcla de alegría el presente y miedo al mañana. Te sonreía como un tonto. Aquella ensoñada expresión en mí te hizo sonreír, tus mejillas estaban teñidas de rojo, nuevamente pasabas tu cabello por detrás de tu oreja, me encantaba que hicieras éso. Volví a besarte y te abracé. Era un egoísta, sólo podía pensar en tenerte a mi lado y hacerte sonreír todos los días. A partir de esa tarde no volvería a separarme de tí nunca más y aún cuando no pude ponerlo en palabras, estaba dispuesto a demostrarte que podías confiar en mí.
0 comentarios:
Publicar un comentario