Título: No es una ilusión
Autor: Lilith
Pairing: Ninomiya Kazunari + OC
Fandom: Arashi
Fandom: Arashi
Tipo: One-shot
Género: FanAi, Shoujo, Angst, AU
Estaba tan cansada y me sentía tan mal que ni siquiera me di cuenta de que había comenzado a llover poco después de que saliera de la oficina del gerente general aquella tarde. Nuevamente me habían regañado por no mentirle a una clienta al no decirle que aquel vestido le sentaba de maravilla y que definitivamente debía comprarlo o se arrepentiría cuando llegara a casa. Como si semejantes estupideces pudieran salir de mi boca después de ver como se le desbordaban las lonjas con aquel vestido salmón haciéndola parecer una salchicha para hotdog. En definitiva no me hubiera perdonado si la hubiese dejado salir vestida así a la calle. Podía ser una maldita y una cínica, pero no podía serlo con esa pobre señora que sólo pretendía verse linda para ir a cenar con su marido. Para mi desgracia, nuevamente estaba cerca mi jefa de piso justo en el momento en que le aconsejaba a la mujer no comprar nada de la sección juvenil porque sinceramente no le quedaba. Y como la muy desgraciada ya la traía conmigo, en cuanto me vio conducirla amablemente a la sección de ropa para mujeres mayores, de inmediato carraspeó para llamar mi atención y con ese maldito gesto de su dedo que siempre solía hacer y que tanto me desagradaba, "discretamente" me pidió que la siguiera para reprenderme y llevarme a la oficina del gerente para reportarme, otra vez, por mi actitud. La verdad es que no me molestaba que me hiciera entrar en esa oficina, Sakurai-san estaba que se caía de bueno, así que cualquier oportunidad para tenerlo a menos de cinco metros era digna de ser tomada. Y lo que la excéntrica mujer que amaba estar sobre mí todo el día esperando a que cometiera el más mínimo fallo no sabía, es que el caballero sentado detrás del escritorio de cristal era el mejor amigo de mi mejor amigo, por lo que sinceramente dudaba que fuera a gritonearme o algo así y menos frente a ella. Pero hoy me dolía tanto la cabeza y me sentía tan mareada, que no quería ni escuchar que me "regañara" otra vez por no tener cuidado y dejar que Kaori-san siempre me atrapara con las manos en la masa.
-Segura que te sientes bien?, te ves un poco pálida...- Me preguntó cortésmente como solía ser siempre él cuando hablaba conmigo.
-Sí, creo que sólo iré a casa en cuanto terminé mi turno...-
-No te preocupes, mejor vete y descansa. Le diré a Kaori-san que te mandé a casa, siendo ella, seguramente pensara que lo hice como castigo. Sería mejor que fueras al doctor, no sería bueno que te enfermaras antes de la temporada de verano...- Me dolía admitirlo, pero él siempre me trataba como a una niña, sí, era lindo saber que se preocupaba por mí y que a menudo tuviera sus detalles conmigo, pero sabía perfectamente que sólo lo hacía como si fuera un hermano mayor cuidando de su pequeña hermana. A veces en verdad que era molesto. Pero aún cuando a menudo le tiraba sútilmente la onda, nunca me había hecho caso más allá de verme como la mejor amiga de su mejor amigo, que le caía bastante bien y con quien tenía muchas cosas en común. Nada más ni nada menos que eso. A veces me preguntaba si acaso era gay o tenía novia en el extranjero, porque nunca lo veía con ninguna chica en las fiestas, ni en las de la compañía ni en las de los amigos. Que desperdicio. En fin, eso era cosa suya.
-Tienes razón... Qué harías sin la empleada del mes, verdad?- Se rió abiertamente de mi comentario. A menudo recalcaba lo mucho que le gustaba mi sarcasmo, diciendo que me hacía parecer aún más interesante; aunque enseguida agregaba preocupado que le recordaba mucho a su otro mejor amigo, al que yo aún no conocía, y rogando porque no nos cayéramos ni muy bien ni muy mal el día que por fin nos conociéramos porque eso podría ser el fin del mundo conocido, la humanidad todavía no estaba preparada para alojar a dos Juns dentro de la misma habitación.
-No quieres que llame a Nino para que vaya a recogerte a la estación?-
-No... debe estar ocupado, no lo preocupemos con tonterías. Hoy era un día muy importante para él. Si todo salía bien, lo contratarían como compositor en esa agencia en la que tanto quería trabajar... Hasta el lunes...-
-De acuerdo. Descansa... Y de hecho, hasta mañana. Nos veremos en la fiesta de Nino, recuerdas?-
-Claro! Como lo iba a olvidar?! Si se la ha pasado toda la semana planeando el evento del siglo...- Nos despedimos entre risas por nuestro pequeño chiste local. Lo cierto es que Nino estaba tan entusiasmado con lo de su cumpleaños como yo por ir a tomar el té con Kaori-san y las de la oficina. Aunque en su caso, no tenía ni la más remota idea del por qué estaba tan apático.
-Oye, Lilith...-
-Dime?...-
-Pon cara de que te regañé... no quiero que Kaori-san esté rondándome el resto de la tarde por esa sonrisa tuya...-
-Ok! Bye-bye!- Cerré la puerta detrás de mí y caminé "molesta" por todo el pasillo en dirección al ascensor para bajar a los casilleros de las empleadas para ir por mis cosas.
-No se por qué simplemente no te despiden?!-
-Eso te haría feliz?-
-Pues, la verdad es que sí, un poco...-
-Lastima que no te quieren tanto allá arriba...- Le sonreí lo más dulce que pude mientras apuntaba hacia arriba con el dedo índice. Se quedó mirándome con los ojos abiertos de par en par. Tal vez no entendió realmente mi comentario, pero creo que le hubiera ardido mucho más si hubiese sabido que con "allá arriba" me refería a la oficina de Sakurai y no precisamente a allá arriba en el cielo. Pero igual su expresión había sido lo suficientemente buena como para hacerme reír hasta que lo olvidara al salir de la boutique.
Como de costumbre me puse los audífonos y subí el volumen antes de colgarme la mochila y soltarme el cabello. Odiaba parecer muñequita de aparador, pero era parte del trabajo y eso me permitía vivir sola y darme de vez en cuando pequeños lujos, así que trataba de no pensar mucho en ello para hacérmelo un poco más fácil.
Como decía, iba tan concentrada en todo lo que tenía que hacer al llegar a casa aprovechando que Nino no estaría ahí, que ni siquiera me di cuenta de que olía a tierra mojada hasta que ya estaba empapada. No le vi mucho caso a echar a correr como hacían muchos; total, no me podía mojar más de aquí al metro de lo que ya estaba, pero igual apreté el paso. En algo tenía razón Sakurai: no quería perderme las comisiones de las ventas de temporada; después de todo, eso pagaría mis próximas vacaciones a Hokkaido con los chicos. Llegar a casa y tomar un baño con agua caliente, eso era todo lo que quería en ese momento. Por furtuna sí llegué al departamento bastante rápido. Por desgracia había olvidado dentro mis llaves por salir a la carrera, así que tuve que esperar por más de dos horas a que mi mejor amigo volviera a casa y me abriera la puerta. Por supuesto que para ese momento la ropa ya se me había secado puesta y la fiebre ya había hecho de las suyas. Y tomando en cuenta lo considerado que era Ninomiya, ni siquiera me ayudó a levantarme cuando llegó, se limitó a burlarse de mí por parecer un gatito abandonado y mojado al pie de su puerta.
-Qué vamos a cenar?... muero de hambre... Puedes hacer algo sencillo, sólo que sea rápido, que te parece un omelette? - Fue directo al regrigerador a ver qué encontraba para picotear antes de la cena. Me sentía tan mal en ese momento, tanto física como emocionalmente, que su habitual falta de atención hacia mi persona me hizo explotar.
-Pues que bueno que sea tan sencillo y tan rápido... Preparátelo tú mismo!!!- Cerré de golpe la puerta de mi habitación, dejé caer mis cosas al piso y me tiré boca abajo sobre las almohadas y peluches de ranas que ocupaban la mayor parte de mi cama. Había un extraño silencio reinando alrededor. Esperaba que una vez que entendiera que se lo había dicho en serio viniera a gritonearme a domicilio exigiéndome que le cocinara o que saliera a comer fuera indignado por mi falta de consideración hacia su persona, pero para mi sorpresa no hizo nada. Tenía tanta fiebre y me sentía tan del asco que en menos de diez minutos ya me había quedado profundamente dormida.
Para cuando desperté ya había anochecido y mi cuarto estaba completamente a oscuras. Me levanté y tropezando con todo el cochinero que había dejado en el camino, salí rumbo a la sala, suponiendo que ahí estaría viendo algún dorama en la televisión por la hora que era. Ya me había hecho a la idea de que tendría que contentarlo de algún modo, y qué mejor manera de lograrlo que haciéndole los hotcakes que tanto le gustaban. Pero por más que lo llamé, nunca respondió. No lo creí tan infantil como para aplicarme la ley del hielo por algo así, pero como con él nunca se sabía, mejor fui a buscarlo a su habitación. Tampoco estaba ahí. Sus llaves no estaban junto a las mías, lo mismo que sus tennis y su sombrilla, así que supuse que sí había salido a comer a la calle y que probablemente estaba tan enojado conmigo que no volvería hasta muy tarde cuando ya me hubiera dormido. No importaba. De igual manera le haría los hotcakes como una disculpa por haberle gritado, aún cuando se lo mereciera. Había dormido suficiente, así que me senté a esperarlo, teníamos que hablar. No estaba dispuesta a ser su chacha ni a que me tratara como a una. La última vez que vi el reloj, marcaba las doce y pasadas y todavía no regresaba. Me empezaba a preocupar, pero no tenía fuerzas para ir a mi habitación por mi celular, de algún modo presentía que estaba bien. Sin saber ni cuando, me quedé dormida sentada en el banco, apoyada en la barra del desayunador sobre mis brazos.
-Estupida...-
-Gracias! Yo también te quiero...- Al principio creí que soñaba, se veía muy serio para ser él. Se quedó callado, cosa rara en él, y volvió a colocarme el trapo húmedo sobre la frente después de exprimirlo con fuerza. Se sentía muy frío pero era una sensación por demás agradable.
-Sólo alguien como tú podría levantarse a media noche a preparar hotcakes con 39.5 de temperatura...-
-Yo... es que...-
-No digas nada... Ten...- Me ayudó a levantarme un poco para tomar la medicina que me había comprado. -Será mejor que descanses... por cualquier cosa le echaré candado al refrigerador y a la estufa, no vaya a ser que te dé por hacer pasteles o algo así si llegas a los 40...-
-Tuvieras tanta suerte...-
-Gracias...-
-Eh?-
-Por la cena... En serio moría de hambre...-
-Gracias... Por cuidarme... En serio me sentía mal...- Fue un momento tan extraño entre los dos, que fue inevitable que se produjera ese clichétero e incómodo silencio. No solíamos ser tan emotivos. Al menos no entre nosotros. Al menos no tan abiertamente
-Hasta mañana...-
-Nino...- Se detuvo justo al llegar a la puerta. -Feliz cumpleaños!- Se esforzó en disimular su alegría, pero esa sonrisa que esbozó antes de cerrar la puerta, lo delató.
Todavía me sentía muy mal por la mañana, pero al menos ya no me sentía como si me hubieran arrollado cien vacas. Me senté para ponerme las pantunflas y pararme a hacer el desayuno de cumpleaños perfecto. Por la hora sabía que Nino seguiría dormido. Me apresuré a sacar su regalo de donde lo tenía escondido. No porque temiera que hurgara entre mis cosas cuando yo no estuviera, sabía que no lo hacía y además, aunque lo hiciera, creo que no me molestaría mucho, sino más bien porque daba miedo el radar que ese chico tenía para los juegos de video. Después de que me arruinase la sorpresa el año pasado en navidad, había aprendido la lección, así que esta vez sería mejor esconderlo entre cosas que no le llamaban en lo más mínimo: pinturas, telas y papeles dentro de una caja al fondo de mi armario. La envoltura estaba intacta. Me había salido con la mía. Caminé por el pasillo tratando de no hacer ruido hasta llegar a la salita de estar, que era lo que separaba nuestras habitaciones, debía asegurarme de que no se hubiera quedado dormido en el sillón por estar jugando en el Wii hasta las tres de la mañana, cosa que a menudo solía hacer, con o sin mi compañía. Una vez comprobé que no estaba ni ahí ni en el baño, seguí hasta su cuarto. Como de costumbre, la puerta estaba emparejada, ni siquiera se había quitado los zapatos, así como se arrastró hasta la cama se quedó dormido. Me metí a la cocina presumiéndome a mí misma una triunfal sonrisa al tiempo que sacaba de la alacena algunas cosas que de antemano había comprado para la ocasión, era fácil hacer feliz a este chico si le llegabas por el estómago, eso lo tenía comprobadísimo. Sabiendo que no podría hacer uso de la licuadora o la batidora, terminé pensando que lo mejor era prepararle una tarta fría, por lo que la mañana anterior había aventajado algunas cosas, motivo por el cual casi se me hace tarde y sólo salí corriendo sin acordarme de tomar las llames. Desde la barra podía ver cuando se despertara, el tiempo era vital, debía tener todo listo para antes de que despertara, lo cual siendo domingo, seguramente sería a eso de las diez. Ese era el día que los dos aprovechábamos para dormir hasta tarde, porque obviamente, el sábado era cuando aprovechábamos a desvelarnos hasta que de plano no podíamos mantener los ojos abiertos. Una vez terminado todo, lo metí al congelador. Todavía tenía una hora para terminar de preparar la sorpresa. Mi condenada nariz amenzaba con diluviarse, así que preferí taponearla con un par de pañuelos desechables para no estar estornudando sin parar y escurriendo como grifo con fuga. Volví a mi habitación para terminar de inflar los globos, la mayoría estaban escondidos entre mi ropa dentro del closet desde el día anterior, junto con las serpentinas y el letrero de "Feliz Cumpleaños!" que le había hecho con foamy y otras cosas por el estilo que me encontré entre mis curiosidades. Mi celular comenzó a sonar, corrí para callar el ruido, sería el acabose si se despertara en este momento y viera todo antes de tiempo. Como supuse, quien llamaba era Sakurai.
-Aló?-
-Lilith?-
-Yeap...-
-Estás bien?-
-No tanto como quisiera pero mucho mejor de lo que debería..-
-Sigue dormido?-
-Sí... Terminaste los preparativos de la fiesta?-
-Sí, todo esta bajo control, Sandra y Jun son expertos en fiestas, fueron de mucha ayuda.- Conocía a su amiga, me caía super bien, y el chico era el famoso amigo sarcástico al que temían presentarme. Hasta donde sabía, ellos dos eran novios desde que estaban en la preparatoria y se llevabab muy bien con Nino.
-Eso es bueno...-
-Segura que no quieres ir al médico antes de venir?-
-Estaré bien, no te preocupes... Ya estoy tomando algo. Nos vemos en la tarde!-
-Ok... Si se pone pesado, golpéalo en la cabeza y arrástralo hasta aquí!-
-Jajaja va!- Colgué espérando no haberlo despertado por mi risa, pero es que no era algo tan descabellado si conocías a Nino tan bien como nosotros. Gatié hasta la puerta para averiguarlo, la suya seguía emparejada y no se oía nada fuera de lo normal. Suspiré aliviada. Una vez inflado el último globo, cargué con la caja del cumpleaños hasta su puerta. Seguía justo como lo había visto la última vez. Empujé un poquito para abrir otro tanto y metí los globos uno por uno, enredándoles las serpentinas, al final dejé flotar hacia el techo los que tenían el letrerito y metí los que no estaban inflados con helio deslizándolos por el piso. Perfecto! Volví a emparejar la puerta como él la tenía antes de mi intromisión y me fui a la cocina. La tarta estaba lista, así que la desmoldé en un platón y la decoré, incluso le puse unas velitas con la llamita simulada. Pegué algunos globos más a la barra y esparcí confeti y serpentinas encima antes de poner su postre y su regalo. Justo a tiempo. Ya no aguantaba los mocos, así que me encerré un rato en el baño. Tras despertar por completo con la ducha, me cambié de ropa, me dopé con lo que Nino me había dejado sobre la mesita de noche y me acosté. Según yo sólo quería descansar un ratito porque sentía el cuerpo cortado, pero la señora gripa me la aplicó y me quedé dormida antes de que me diese cuenta.
-Tonta...- Me despertó el roce de su mano sobre mi frente.
-Buenos días...- Aunque se hacía el duro, la verdad es que no podía disimular su inmensa felicidad. Me había perdido el show en primera fila, pero el brillo en sus ojos me decía que la sorpresa había valido la pena.
-Cómo te sientes?- No era la primera vez que se mostraba abiertamente preocupado por mí, pero esta vez me hizo particularmente feliz aunque no sabía por qué. Tal vez era sólo debido a la fiebre o a las medicinas.
-Como si me hubieran arrollado cien vacas...- Se echó a reír como un niño.
-Que estupida! Como si ya te hubiera pasado... creo que sí tienes la fiebre muy alta... aunque igual eso es algo que dirías aunque no estuvieras enferma...- No podía dejar de carcajearse. -Anda, vamos a desayunar... no pensaras que me voy a comer todo eso yo solo, verdad?-
-Cómo si no pudieras o no quisieras...- Seguía muerto de la risa. Pero era obvio que ahora se burlaba de mí.
-A mí se me hace que quieres convertirme en la cena de navidad, verdad?- Me acomodó el cabello. Sabía que se burlaba de eso, lo hacía a menudo cuando me veían al despertar.
-Que tonto! Ni quién quisiera comer caldo de hueso!-
-Ah sí?! Pues aunque no lo creas, hay cientos que quisieran llevarse este huesito sabroso a la boca...-
-Ay, Nino! Las ciegas, las discapacitadas y las ancianas no cuentan!-
-Pero al menos tengo perro que me ladre! No como otras!-
-Tienes razón... para que quiero animales? No me gustan, además para eso te tengo a ti...- Esa mirada. Creí que gozaría de inmunidad por enfermedad. Que ingenua era. Por supuesto que le valió un cacahuate y se me dejó ir para hacerme bolita, cosquillas, aplastarme, saltarme encima, despeinarme, y todo lo que se le ocurría en el momento. Y como de costumbre, traté de quitármelo de encima porque no me dejaba respirar, pero en medio de nuestra lucha, mi muñeca se torció bajo su peso y su codo se resbaló de la almohada, haciendo que se fuera contra mi rostro dándome un cabezazo. Se levantó enseguida para ver cómo estaba. Nuestros rostros estaban tan cerca que podía percibir el olor de pasta de dientes con dulce de limón que exhalaba. Ninguno de los dos dijo o hizo nada.
-Nino?- Y ahí estaba la bruja de su exnovia con su castrozo y fingido timbre de voz chillón y su cara de palo, mirándonos con los ojos como platos desde la puerta de mi habitación. Los dos nos levantamos enseguida, más por pena entre nosotros por lo que había estabo a punto de pasar que por el hecho de que ella llegara; noté que él también se había sonrojado. Sentí de golpe que la sangre resbalaba fuera de mi nariz, así que de inmediato eché la cabeza hacia atrás.
-Estás bien?-
-Sí... sobreviviré...- Busqué el trapito que seguía junto al bote de agua que había usado en la noche para bajarme la temperatura y lo oprimí contra mi nariz para levantarme e ir al baño a revisarme. Sí había sido un buen golpe, pero por alguna razón ni lo había sentido.
-Me puedes explicar qué está pasando aquí?-
-Andi, qué haces aquí? No te dije que dejaras la llave en el buzón y que no me volvieras a llamar?...- No era raro que le hablara de ese modo a la gente. Lo que sí era raro es que le hablase así a ella. Habían salido por más de cinco meses, lo cual era muchísimo si tomábamos en cuenta que mi amigo no solía salir más de cinco veces con la misma chica porque se aburría pronto de ellas y su "falta de seso" y prefería estar en casa con sus videojuegos, sus amigos, o en el peor de los casos y cuando las dos primeras opciones no aplicaban, conmigo.
-Ay, flaquito... Pero te dije que teníamos que hablar. Las cosas no pueden terminarse así, sé que todavía me amas...-
-Andi, no pierdas la poca dignidad que te queda y no me hagas que te diga algo de lo que no me voy a arrepentir después y mejor vete a tu casa, sí?... Tengo muchas cosas que hacer...- Nino había decidido terminar con ella definitivamente luego de que le montara tremendo espectáculo por un ataque de celos al verlo con una mujer mayor que él, muy guapa por cierto, entrando al carisímo restaurante de un hotel de cinco estrellas. Aquel númerito le había costado el contrato con la artista pop coreana del momento que tanto había buscado durante el año pasado. Nino estaba tan enojado con ella que la ignoro totalmente por dos semanas. Yo sabía que desde el momento en que le dijo "infiel", "mentiroso" y "traidor", él ya había decidido dejarla, pero no había querido hablar con ella mientras estuviera furioso para no decirle hasta de lo que se iba a morir, en eso nos parecíamos bastante: no actuar hasta tener la cabeza fría. Pero como que la teoría que compartía con Sakurai no estaba del todo errada, porque como que algo no le funcionaba en la cabeza a la susodicha, al grado de que hasta la fecha, seguía convencida de que Nino sólo estaba un "poquito" molesto y sólo la ignoraba para castigarla y que en cuanto se le pasara volverían a estar como sin nada.
-Flaquito! No seas así! Es tu cumpleaños!- Ay! La muy hija del mal dormir me sacaba tanto de quicio que estaba a punto de salir así como estaba, con los tapones de papel en la nariz, a correrla de la casa. Le estaba arruinando la mañana. A los dos!
-Andi, en serio... Mejor vete...-
-No, claro! Pero como no me di cuenta antes?! Si ya decía yo que eso de querer vivir con tu "mejor amiga" no era más que una tapadera! Y yo de estupida creyendo que en serio no la veías como algo más! Ja! Si ya me imagino que tu amiguita debe ser la razón de que no contestes mis llamadas ni tengas tiempo para ir a verme...- Ya me había colmado el plato. Salí hecha una furia del baño y la agarré por detrás con fuerza del cabello.
-Haber, pséudomodelo de no sé que demonios podrías promocionar con esa cara fea... Te me vas a la de ya!- La saqué de mi habitación como pude. Lo cierto es que era un poco más alta que yo y no me sentía así como super bien, pero me había enojado tanto lo que había dicho que ni me acordé de mis pequeñas desventajas.
-Suéltame, arrastrada!- En su intento por safarse, me dio un manotazo en la cara que hizo que la soltara. En cuanto se sintió libre, se volteó y me estampó contra la pared.
-Andrea! Ya basta! Déjala!-
-Y encima de todo la vas a defender?!-
-Claro que sí... ella es...-
-Ella es la zorra que se interpuso entre nosotros!-
-Disculpa?!...- Me levanté todavía medio aturdida y la empujé. -Aquí la única zorra y arrastrada eres tú!-
-Hey! Las dos! Ya basta!- Nino se interpuso entre las dos. -Tú, largo de aquí! Entiende de una buena vez que no queda nada de "nosotros" entre tú y yo, tú lo arruinaste, Andrea... Y tú, deja de arriesgar el físico a lo tonto, estás enferma!-
-Pero no voy a permitir que me ofenda ni que insinúe que le pusiste los cuernos! Ni conmigo ni con nadie! Bien dicen que el león cree que todos son de su condición...-
-Qué dijiste, escuincla estúpida?!- Se me dejó ir enojada como nunca la había visto. Ambas sabíamos que tenía una larga cola que le pisaran, por accidente me había enterado de algunas cosas por terceros, pero Nino no sabía nada de eso y la verdad era mejor que nunca se enterara.
-Andrea, ya! No voy a dejar que le vuelvas a poner una mano encima, me oíste?!-
-Ninomiya Kazunari... me estás amenazando por defender a esa babosa?!-
-Deja de insultarla... no te lo voy a permitir...- La tomó por el brazo y la jaló por el pasillo hacia la puerta.
-Cómo te atreves?! Ahora me vas a salir con que te gusta tu amiguita?!- Estaba tan enojada que casi se le podía ver en la sien una vena a punto de explotarle.
-Y si así fuera qué?!- Lo que oí me dejó estúpefacta. No creí que lo dijera en serio. Además nunca me había puesto a pensar siquiera en la posibilidad de que eso fuera posible.
-Flaquito...- Ahí estaba de nuevo su asqueroso tonito chiqueado que tantas veces había tenido que soportar.
-Dame la llave y vete, sí?-
-Pero, flaquito...- Trató de abrazarlo como siempre hacía cuando quería contentarlo después de hacerlo enojar, pero al ver que le agarraba ambas manos para quitárselas de encima, le echó una mirada asesina que le alcanzó hasta para mí.
-Sabes qué?... Quédate la llave si quieres. Cométela si te place... No pienso dejar que arruines la increíble felicidad que siento desde que desperté... Total, no pasa que cambiemos la chapa de la puerta...- Le cerró la puerta en las narices. Su expresión atónita valió cada punzada de dolor que incluso me había sacado las lágrimas. Nunca hubiera pensado que tuviera la mano tan pesada. -Estás bien?...- Casi corrió a donde estaba y me ayudó a caminar hasta el sillón. -Déjame ver...- Me quitó la mano de la nariz. Los papeles estaban llenos de sangre. -Te duele?-
-Un poco...- No pude evitar que se me escaparan un par de lágrimitas más cuando oprimió mi tabique.
-Bueno, al menos no está rota...-
-Oye!-
-Qué? Tú eres mi niña de azúcar, no?...- El comentario sumado a lo que le había dicho a ella y a nuestro momento extraño mientras jugábamos, hizo que me sonrojara.
-Kazu...- Sentí que me dolía el pecho de tan fuerte que latía mi corazón en ese momento. Un pensamiento extraño se apoderó de mi mente. Tenía que hacer algo.
-Qué?-
-Estás...-
-Eh?-
-Estás muy cerca!- Lo aparté con ambas manos empujándolo por el pecho, me levanté brusca y rápidamente y corrí a mi habitación. Había estado a punto de besar a mi mejor amigo. No. Eso no podía ser. No podía arruinar todo lo que teníamos por un impulso inexplicable de mi parte que poco a poco se había vuelto más fuerte en los últimos meses.
-Lil?- Tocaba suavemente a mi puerta.
-Quiero estar sola...- Traté de disimular el hecho de que lloraba. Odiaba que me vieran llorar.
-Segura?-
-Sí!!!- Mi celular sonaba en alguna parte. Ni siquiera me molesté en pararme y buscarlo. Había tenido suficiente por un día. Qué demonios me pasaba?
Lloré hasta que ya no tenía lágrimas que llorar. Qué hora era? Ay no! Sakurai me iba a patear! Dónde estaba Nino? Me levanté corriendo y abrí la puerta justo a tiempo para chocar con él, que al parecer había venido a ver cómo estaba.
-Te sientes mejor?- Asentí agachando la cabeza para que no me viera la cara, sabía que luciría horrible después de haber estabado de Magdalena por más de una hora. Me escabuí por su costado y me encerré en el baño luego de asentir levemente. Me lavé la cara. Cielos, lucía del asco. Era más que obvio que me habían pegado en la nariz. Comenzaba a considerar seriamente el no aparecerme por la dichosa fiesta. No, no podía hacer eso. Si yo no lo llevaba, no era seguro que el festejado se dignara a ir, ya que todo era sorpresa y no había nadie mejor que yo para llevarlo a algún lado con engaños, empezando porque probablemente era la única cuya vida no peligraba si lo hacía. Resignada salí para cambiarme de ropa, había comprado algo especialmente para la ocasión. Por fin iba a conocer a todos sus amigos y a sus novias, así que estaba un poco nerviosa y decidí ahogar mis inseguridades en el centro comercial. Nah, lo cierto es que a él le había gustado ese vestido cuando lo vimos en el aparador la semana pasada, y como a mí también me había gustado mucho, le dije que me lo autoregalaría por mi cumpleaños; a lo que siendo él, añadió que algo así nunca se vería bien en alguien como yo y que sería un desperdicio porque el vestido probablemente terminaría huyendo de mi armario. Herido mi ego con su malintencionado comentario, decidí hacer que se tragara sus palabras. Y para qué esperar hasta mi cumpleaños si podía hacerlo durante el suyo, no? -Mentirosa...- Me asustó. Estaba tan sumida en mis pensamientos que no vi que estaba recargado en la pared.
-Ahora que hice?-
-Déjame ver...- Puso sus manos sobre mis mejillas, estaba tan cerca y mirándome tan fijamente que me sonrojé. -Supongo que aunque no esté rota duele más de lo que parece, verdad?... Y tú tan nena para aguantar el dolor físico, y encima de todo, engripada... hasta yo lloraría...- Me aparté bruscamente.
-Pues por si no lo has notado, soy una chica! Así que es normal que lloré y me sienta mal a veces!- Me miró perplejo.
-Claro que sé que eres una chica, ni que estuviera ciego o fuera idiota!-
-Pues si yo fuera tú no estaría tan seguro de lo segundo...- En realidad no quería decir aquello, pero a veces su falta de tacto me hacía enojar tanto que pasaban estas cosas.
-Ah sí?... Mmm... ya veo...- No supe qué hacer. Esto no era parte de nuestra rutina de discuciones. Lo normal es que comenzara a corretearme o que me dijera también algún insulto medio pasado. Pero que se quedara callado no era bueno... o sí? Se dio media vuelta y se fue. Al ver que se disponía a ponerse los zapatos para salir, el pánico se apoderó de mí.
-Kazu!- Se detuvo antes de abrir la puerta. Pero no se volvió para mirarme. -...yo... lo siento... en realidad no quería decir eso...-
-Pero lo hiciste...-
-No te vayas... por favor... quédate conmigo...- Creo que se sorprendió tanto como yo de escucharme decir eso porque se dio la vuelta enseguida para mirarme.
-Eh?-
-Quiero que te quedes conmigo...- Algo en su semblante cambió debido a mis palabras. -...además es tu cumpleaños, y quiero estar contigo todo el día...- No pude disimular mi alegría al ver que se volvía a sentar para quitarse los zapatos. Ni siquiera yo misma supe por qué, pero corrí a abrazarlo. -Gracias...- No dijo nada. Siempre era agradable tenerlo así de cerca. Su corazón latía aprisa. Puso su mano sobre las mías, que estaban sobre su pecho y me dio una palmadita.
-Vamos a desayunar, sí?... muero de hambre... He tenido demasiadas emociones extremas con el estómago vacío...- Fuimos a la cocina. Estaba tan feliz que ni siquiera me importó que me pidiera que le preparara algo más. Igual yo también tenía hambre, ya casi era medio día y anoche no había cenado. Terminamos de desayunar y nos pusimos un rato a jugar, no debía hacerlo sospechar nada, así que tenía que ser como un domingo de weba normal. Alguien le llamó por teléfono. Sakurai le felicitaba por su cumpleaños y le preguntaba qué planes tenía para hoy, a lo que Nino respondió sin pensarlo siquiera, que se quedaría todo el día en casa porque su mascota estaba enferma y lo necesitaba, obviamente se ganó un golpe, pero fue más por costumbre que otra cosa, porque ni siquiera me molestó realmente lo que dijo. Temiendo que iniciara otra batalla épica, se paró casi corriendo tras el primer puñetazo que le di para escaparse por si había un segundo ataque. Su conversación no duró mucho y al ver que no estaba de agresiva, regresó a sentarse junto a mí.
-Con que ahora soy tu mascota?- Se reía nervioso pensando cuidadosamente qué responderme.
-Jajaja, no necesariamente, no me importa lo que seas con tal de que el pronombre posesivo siga siendo "mi"...- Me eché a reír. Eso contaba acaso como un piropo? Este chico no tenía remedio.
Esperé hasta que se dieron las tres de la tarde. El plan inicial era quedarnos jugando sólo hasta las dos, pero que le iba a hacer?, jugar smash bros me era tan adictivo que de no ser por el recordatorio de mi celular, probablemente nos hubiera oscurecido ahí. Sabía que para esa hora ya no tardaría en darle hambre otra vez. Así que "lo invitaría a comer" por su cumpleaños, y so pretexto de que había planeado ir a su restaurante de ramen favorito, lo arrastraría conmigo a casa de Aiba.
-No mientas! Has estado jugando a escondidas, verdad?- Había pensado en dejarlo ganar un par de veces más por ser su cumple, pero esta cosa era tan enviciante que no pude evitar ganarle más veces de lo normal. Confieso que me encantaba la forma en que se ponía a hacer berrinche por ello, ponía cara de cachorrito furioso y se veía adorable.
-Jajaja, eso qué?! No es mi culpa que seas malo en esto!-
-Qué?! Uno más! El que gane éste se queda con el título del mejor jugador de smash!-
-Jajaja no lo creo caballero, si te gano te vas a poner insoportable el resto del día y tampoco pienso dejarte ganar para que me estés dando lata todo el día con que eres mejor que yo... Además quiero que me acompañes a un lugar...-
-Bueno, y tu en serio que estás mal de la cabeza o qué?- Se me acercó de repente y puso su frente contra la mía. -Todavía tienes fiebre y tienes cara de haber estado en un funeral toda la noche, en serio crees que vas a salir así a algún lado? No creo que tu vanidad esté muy de acuerdo con la idea ni que tu ego te vaya a hacer segunda...- Golpe bajo. Odiaba que me conociera tan bien. Pero mañana entendería cuán especial es para mí, que incluso me atreví a amarrar con cinta de secuestro a mi vanidad y a mi ego y a encerrarlos dentro del armario con tal de hacerlo feliz.
-Ahmm... Eso se puede arreglar... Quieres salir conmigo sí o no?- Me levanté del sillón. La verdad esperaba no tener que rogarle, así que poner un poquito de su parte sería bueno para mí.
-Si lo pones así, no me resulta nada atractiva la idea, sabes?... Si quieres que te dé pulmonía, no seré complice, así que paso, tengo un juego nuevo que acabar y doce horas para conseguirlo...- Que ingenua que era. Debí darle su regalo justo un minuto antes de que se diera la medianoche. Suspiré y puse cara de triste resignación.
-Ok...- Sonrió y quitó las cosas del sillón, creo que pensó que me estaba rindiendo y que volvería a sentarme junto a él para seguir jugando. Me hubiera gustado ver su cara cuando me di la vuelta y me fui a mi cuarto.
Contaba con que el vestido nuevo fuera motivación suficiente para despegarlo del Wii, así que a propósito desfilé con él hasta la cocina para "tomar un poco de agua" antes de volver a desaparecer para plancharme el pelo y terminar de arreglarme. Al principio me desmoralizó no ver ni la más mínima reacción en él, pero de pronto reparé en que no escuchaba nada excepto mi música, bajé el volumen sólo para comprobar que ya no se oía nada más en la casa. Acaso tenía ojos en la nuca o qué? Ni siquiera se había dignado a voltearme a ver. Aún así había funcionado mi plan? Terminé de arreglarme cuanto antes. Quería ver su cara cuando me viera. Estaba tan emocionada que mi corazón latía más aprisa. Se sentía tan bien salirme con la mía. Pero como siempre, pasé de tocar el cielo a besar el suelo. Claro, cómo quería escuchar algo si el juego estaba pausado porque el niño estaba en el baño. Estaba tan molesta que me puse los zapatos, metí mis cosas a la bolsa, agarré mis llaves, obvio no me iba a volver a pasar lo de ayer, y abrí la puerta.
-Ya me voy!- Grité desde la entrada y salí cerrando la puerta de golpé. Tenía que pensar un plan B, la fiesta no se iba a arruinar por culpa de mi orgullo herido. Caminaba tan despacio que parecía que jugaba gallo-gallina, cualquiera que me viera juraría que estaba loca, porque obviamente iba hablando sola diciéndole al viento todo lo que no le había dicho a él en su cara. Debo confesar que lo que me dolía era que ni siquiera me hubiera volteado a ver, después de todo quería verme linda hoy para él.
-Vas sola o qué?!- Al oír su voz me detuve en seco creyendo que ya hasta alucinaba. Me di media vuelta y vi que venía caminando tranquilamente un par de pasos detrás de mí, se había cambiado de ropa para ir más adoc conmigo y la verdad es que se veía muy bien. De pronto caí en cuentas de todo lo que venía parloteando y me puse roja hasta las orejas, seguramente me había escuchado.
-Qué haces aquí? No tenías un juego que terminar para antes de la medianoche?-
-Sí, así es pero, también tengo a alguien que quiere mi maravillosa compañía y que a diferencia del juego, se esforzó en verse bien para mí... aunque la verdad no noto mucho la diferencia...- Me barrió de pies a cabeza con la mano en la barbilla. Acaso se estaba burlando de mí o era esa su forma de darme un halago? Me pasó de largo y siguió caminando, cómo debía tomar su comentario después de esa sonrisa sarcástica?
-Disculpa?- Ni siquiera se giró para ver si lo seguía.
-Te vas a quedar ahí o qué?...- Se regresó hasta donde estaba y me tomó de la mano. -...si te quedas ahí parada con este sol te va a salir sangre de la nariz...- No era la primera vez que me tomaba de la mano, pero nunca antes lo había hecho de esta forma, normalmente lo hacía para arrastrarme consigo a algún lado por lo que terminábamos robobatallando para que me soltara. -...además... no quiero que se te vaya a acercar nadie a quererte ligar...- Se había sonrojado? Realmente había dicho lo que había escuchado? Una sensación chistosa me golpeó entre el pecho y el estómago. Inevitablemente una estupida sonrisita de felicidad se dibujó en mi rostro y aferré su mano con fuerza. Era agradable sentir su calor contra mi piel.
Caminámos hasta el metro. Como supuse, iba tan metido en nuestra conversación que ni se fijaba a dónde lo llevaba; siempre hacía éso, si yo sabía a dónde ibámos él se atenía a mí porque sabe que siempre sé por donde vamos y voy viendo el camino aunque vaya hablando con él; a veces incluso se queda dormido mientras escuchamos música, muchas veces he estado tentada de dejarlo en el bus o en el tren para que se le quite lo aprovechado, pero siempre me gana la culpa y terminó despertándolo justo a tiempo para bajarnos. Ibamos recargados en la puerta del otro lado platicando sobre cómo le había ido ayer en su entrevista de trabajo, siempre había pensado que tenía un increíble talento musical, yo lo admiraba y lo respetaba por ello, pero después de escuchar que el agente le había ofrecido el doble de sueldo después de que él rechazara su oferta de trabajo, me hizo pensar que yo apenas si tenía idea de todo el potencial que tenía, después de todo esa agencia era muy importante en la industria musical y tenían firmados a muchos de los ídolos del momento y estaban tan interesados en contratarle que hasta le habían rogado, lo cual seguramente le encantó y le subió el ego hasta las nubes. Ahora teníamos incluso más razones para celebrar, porque además de su cumpleaños tenía un cuantioso contrato de tres años con AvexTrax como letrista y compositor. Me sentí tan feliz y orgullosa de él cuando me lo dijo que no pude evitar abrazarlo. Había alcanzado uno de sus tres mayores sueños, así que éso améritaba ese abrazo y todos lo que quisiera. Además de que mi efusiva muestra de afecto no parecía molestarme en lo más mínimo.
-A veces creo que eres bipolar...- Y no lo culpaba, de pronto me di cuenta de cómo nos miraba la gente y lo solté enseguida, estaba tan apenada que hasta la sonrisa se me fue de la cara.
-Es que... olvidé que no te gusta que haga estas cosas en la calle porque te da pena que vean...-
-No pasa nada... nunca me ha molestado en realidad... era sólo que cuando lo haces, yo...- No alcancé a escuchar lo último que había dicho, las puertas se habían abierto y una multitud bulliciosa de domingo por la tarde nos compactó contra el cristal. Alguien me estaba aplastando, así que Nino pasó su brazo alrededor de mi cintura y me pegó contra su pecho, apoyando su otra mano contra la puerta para que no siguieran empujándonos. Era la primera vez que lo tenía tan cerca. Olía tan bien y se sentía tan cálido. Mi corazón latía aprisa debido a las tonterías que pasaron por mi mente en ese momento. -...estás bien?- Habían subido más personas de las que habían bajado, otra vez nos habían hechó sandwitch, algo había arañado mi brazo, por lo que al oír que me quejaba se apresuró a preguntarme qué tenía.
-Sí... creo... cuandos bajemos lo averiguaré...-
-Ok, no te preocupes, de seguro muchos bajarán en la próxima estación...- Tenía razón, y yo misma contaba con ello, ya había pasado por esto cuando se me ocurría la fantastibulosa idea de salir el domingo por la tarde, pero lo bueno es que todo mundo iba al centro y yo podía volver a respirar aire puro después de que se bajaran. Esta vez, sin embargo, no estaba muy segura de querer que eso pasara, porque seguramente una vez que hubiera menos gente, dejaría de abrazarme de este modo. La puerta se abrió al llegar y la horda bajó dejándonos solos en ese pequeño rincón donde no escuchaba nada excepto los latidos de nuestros corazones. -Haber, déjame ver...- Sí, al final me había soltado.
-Duele...- Cuando me agarró el brazo para ver qué me había pasado, le atinó a poner sus dedos justo donde estaba la herida.
-Mmm... creo que vivirás. Tienes una bandita?- Yo no alcancé a ver bien, pero podía distinguir la línea roja que contrastaba con la claridad de mi piel.
-Sí, debe haber una en mi cartera...- La busqué y la destapé para ponérmela, pero me la quitó para hacerlo él mismo.
-Listo...- Esa sonrisa. Si bien siempre me había parecido divina debido al aire angélical que le confería, ahora hizo que se me desbocara el corazón a mil por hora. Cómo podía alguien sobrevivir a esa sonrisa? -Te sientes mal?- De inmediato puso su mano sobre mi frente al ver que mis mejillas se teñían de rojo.
-No, estoy bien...- Bajé la cabeza para que no me mirara y me sujeté del pasamanos que tenía a un lado con fuerza para sentir que no estaba soñando, y mirando las pequeñas luces del túnel que brillaban en medio de la oscuridad contempleaba su reflejo a través del cristal. Dos estaciones después nos bajamos.
-A dónde vamos?- Por fin había notado que nos habíamos desviado del destino prometido. -No dijiste que iríamos a comer ramen? El restaurante no está por aquí...- Era obvio que el restaurante no estaba ni cerca, pero su GPS mental estaba un poco confundido ya que no vio en que estación nos habíamos bajado.
-Te golpeaste en la cabeza cuando veníamos en el metro?... Claro que es por aquí, crees que no sé llegar a donde vamos?... Es sólo que antes quiero pasar a comprar algo... no seas paranoico! Ni que fuera secuestrarte para asaltarte y violarte en un callejón desierto en cuanto oscurezca... sólo nos hemos desviado un par de calles...-
-Qué?! Uno nunca sabe... Temo por mi integridad física y mental... No es mi culpa que Dios me haya hecho tan guapo, sexy y encantador y que todas se mueran por mí...-
-Jajajaja! No te diré lo que estoy pensando sólo porque es tu cumple...-
-Eh?... Dilo!-
-No! Quiero vivir un poco más...-
-Eso qué?! Ni que te fuera a hacer qué?-
-Contigo nunca se sabe...-
-Ah, si?!- Echamos a correr calle abajo, yo huyendo de un castigo seguro, él tratando de alcanzarme para torturarme de algún modo hasta que le dijera. Pero sólo una cosa era segura: no pensaba decirle que yo era la única demente en este planeta que lo consideraba guapo, sexy y encantador.
Saqué mi celular para revisar la dirección, no le había mentido cuando dije que nos habíamos desvíado un poco del camino porque quería ir a un lugar antes. Cerca de casa de Aiba había una tienda de antigüedades que quería visitar, había estado buscando mi regalo de cumpleaños en internet y lo había encontrado en ese sitio, así que quería verlo con mis propios ojos y si seguía pareciéndome tan maravilloso, hablaría con el dueño para que me lo apartara o algo hasta que me pagaran la próxima quincena.
-Podemos entrar un momento?- Sabía que con esta carita no me iba a decir que no.
-Seguro... Pero, por qué aquí?-
-Estoy buscando algo...-
-Y se puede saber qué?-
-Cuando lo vea serás el primero en saberlo...- Abrí la puerta y entramos. Ah, como amaba ese olor. El propietario era un hombre ya un poco mayor de voz profunda y amable que nos dio la bienvenida con una sonrisa. Caminamos mirando por todos los estantes y pasillos. A menudo veía cosas que llamaban mi atención, de igual modo vimos cosas que le gustaron a Nino. Amaba estas tiendas porque era como entrar en el cuarto del tesoro. Era fascinante como cada objeto tenía su propia historia, eso era algo que ambos pensábamos.
-Mira... no te parece bonito?-
-Sí, mucho...- Había encontrado una lámpara decorada con mariposas.
-Apuesto a que buscabas esto y ahora estás feliz de que lo haya encontrado para ti...- Me reí.
-Es muy lindo, pero no creo que sea lo que estoy buscando...-
-En serio?... casi hubiera jurado a que era ésto...-
-No, me temo que no...- Fui a ver otras cosas en el estante detrás de él. Parecía decepcionado, pero en realidad no había razón, de no haber sido porque sabía justo lo que quería, me hubiera traumado con esa lámpara y seguramente me la habría llevado a casa en cuanto tuviera la oportunidad.
-Y qué te parece éste?- Escuché su voz lejana, así que me giré sólo para comprobar que ya no estaba detrás de mí. Lo encontré un par de estantes más adelante cerca del mostrador.
-Ah!...- No pude disimular mi exceso de emoción, así que corrí hasta donde estaba parado. Me miraba con una gran sonrisa de satisfacción.
-Lo sabía... lo ví y supe que era la elegida... es tan tú que no sé como viviste 25 años de tu vida sin ella...-
-Sí... La amé desde la primera vez que la ví...- Ahora yo también le sonreía. Sería su día, pero era el día más extraño, mágico y hermoso de mi vida.
-Vas a comprarla?-
-Ahora no, pero lo haré... Será mi regalo de cumpleaños...- Estaba muy feliz como para poder describirlo con palabras. Fui al mostrador a hablar con el dueño. Nino se quedó ahí mirando algunas cosas más.
-Pues no puedo apartártela si no dejas al menos la mitad, querida... Han venido muchas personas interesadas en esa caja musical.-
-Entiendo... puede esperar al menos hasta mañana, definitivamente volveré mañana antes de las seis para traerle el dinero...-
-De acuerdo, pero si alguien quiere comprarla, no tendré más remedio que vendérsela...- Comprendía su postura, era su fuente de ingresos, y aunque quisiera, yo no tenía forma de conseguir todo el dinero de un día para otro.
-Nos vamos?... Ahora sí muero de hambre...-
-Sí, vámonos... volveré mañana...-
-De acuerdo, pequeña... Esperemos que no venga nadie por ella...-
Salí de la tienda con un nudo en la garganta. Había estado buscando esa caja de música desde que Sakurai me mostró una foto que encontró en internet, usarían eso como concepto para el diseño de los aparadores de otoño. No exageraba cuando decía que había sido como amor a primera vista. Por desgracia no se acordaba de donde había bajado la imagen. Así que estuve por un par de meses buscando como loca por toda la web.
-Y esa cara larga?... no me haces caso desde que salimos de la tienda y ya me cansé de ir hablando solo...-
-Lo siento... No era mi intención ignorarte...-
-Tanto cuesta que no puedes pagarla o es que no quiso vendértela?-
-No puedo pagarla hasta fin de mes, así que si alguien quiere comprarla en ese lapso, tendrá que venderla...- Se quedó callado.
-Y si te compro algo más lindo para tu cumple dejarás de poner esa cara de perrito desamparado?-
-Oye!!!-
-Qué?! Así te ves justo ahora... Quien te viera pensaría que soy un mal novio y que te hice o te dije algo horrible...- Esta vez fui yo quien guardó silencio. Sabía que sólo lo decía por decir pero sus palabras hicieron eco dentro de mi cabeza.
-Eso no podría ser...-
-Qué cosa?-
-Lo de que...- Mi celular comenzó a sonar. Fue hasta entonces que vi qué hora era. Habíamos estado en la tienda más tiempo del que había imaginado. Ni siquiera me había dado cuenta de que ya estaba oscureciendo -Diga?- Sí, sabía que sería Sakurai, faltaban quince minutos para las siete y habíamos quedado a las seis. -Sí, estoy bien... Ahorita? Iré a comer, bueno, mas bien a cenar ramen... Ok, nos vemos...-
-Quién era que hasta te sonrojaste?-
-Sakurai...-
-Sho?... Y para qué te llama?-
-Estaba preocupado por mí, por la gripa, quería saber cómo seguía y si ya había comido...-
-Mmm... no sabía que los jefes debieran preocuparse de ese modo por sus empleadas...-
-Pues no lo hace porque trabaje para él, sabes?-
-Y eso qué significa?... Acaso son más que jefe-empleada?-
-Pues claro que sí, tontito... Somo tus mejores amigos, así que eso nos convierte en mejores amigos, además Sakurai me cae muy bien y es una persona muy interesante...-
-Sí, claro, así empiezan...-
-Kazu, podría ser que estés celoso?-
-Celoso? Já! Ni que tuviera motivos...- Era tan obvio cuando mentía.
-Pues yo creo que sí los tienes... sólo que eres muy orgulloso como para admitir que no te gusta que me lleve tanto con Sakurai cuando tú no estás...-
-Pues sí, fíjate! No me gusta nadita!... Ya te lo dije, tú eres mi...- Se calló al ver mi puño tan cerca de su cara y mi cara de "atrévete y te mato".
-Si vuelves a decir que soy tu mascota te tumbo los dientes de un puñetazo aunque me rompa la mano!-
-Qué agresiva! Pues no iba a decir eso...-
-Ah no?... No sé por qué me cuesta creerlo...- Le piqué la mejilla con la punta del dedo índice. -Disfrutas haciéndome maldades cada segundo del día que me tienes cerca, por qué habrías de tentarte el corazón en esta ocasión?- Le pegué en la nariz con el dedo, sabía que eso le molestaba, el niño gustaba de hacérmelo a mí pero odiaba que se lo hicieran a él. Como era de esperarse me echó esa mirada, así que supe que era momento de empezar a correr.
Y así, mientras hacíamos el tonto como de costumbre, llegamos al vecindario donde vivía Aiba antes de que nos diéramos cuenta. Doblé a la derecha asegurándome de que me viera y de que iría detrás de mí. Sabía cuánto le molestaba que le sacara la lengua, así que lo hice al llegar a la esquina y seguí corriendo hasta llegar a la casa, donde me escondí detrás de unos arbustos del jardín.
-Dónde diablos se metió?...- Caminaba sin prisas mirando a todos lados buscándome. Salí por detrás en silencio y le tapé los ojos.
-Esto es un asalto...- Le susurré bajito al oído mientras lo jalaba hacia adentro.
-No hagas eso!- Trataba de quitar mis manos pero no se lo permití.
-Tú lo dijiste... uno nunca sabe...-
-Deja de hacer eso o atente a las consecuencias!-
-Ah, sí?... Uy que miedo!- Lo llevé hasta el patio trasero, que era donde estarían todos. Me costó mucho reprimir mis ganas de soltar una tremenda cárcajada cuando vi sus caras de sorpresa al ver que literalmente lo iba arrastrando mientras me amenazaba y se retorcía en un vago e inútil intento por liberarse de mí. Todas las luces del patio estaban apagadas. Lo solté y eché a correr hacia donde divisé las siluetas.
-Lil?-
-SORPRESA!!!- Encendieron las luces mientras todos gritábamos y un montón de globos, serpentinas y confeti salían lanzados hacia donde Nino estaba de pie con cara de "no me lo puedo creer" mezclada con sopresa y una sonrisa inocente de felicidad.
-Tú! Planeaste todo para traerme aquí?- Vio a todos sus amigos y amigas reunidas ahí, nada más y nada menos que en casa de Aiba.
-Yeap!... Sakurai y Sandrita me ayudaron, sin ellos no se hubiera podido hacer nada...- Caminó hasta donde estábamos. Creo que todos temimos por mi alma.
-Qué hubieras hecho si no hubiera aceptado a ir a comer ramen contigo?...-
-Te hubiera golpeado con el tanque de helio en la cabeza y te hubiera arrastrado hasta aquí en un taxi...-
-QUÉ?!!!- Todos rompieron a carcajadas al ver su cara de incredulidad absoluta por la seriedad con la que había dicho aquello. Sólo Sakurai y yo reíamos de nuestra pequeña broma local intercambiando miradas de complicidad.
La velada había sido perfecta, bueno, si no contábamos el hecho de que al notar el "pequeño" moretón en mi cara todos le habían reclamado a Nino en broma que ya no fuera tan salvaje conmigo después de todo lo que había hecho ese día para demostrarle cuánto lo quería. Por fin conocí al amigo del que tanto hablaban y con el que tanto me comparaban, y que el cielo nos ampare de que Jun y yo terminemos peleando un día, porque de seguro eso sería el fin del mundo, por primera vez conocía a alguien con el mismo cáracter mamoncito que yo; pero entendí a la perfección la razón de que Sandra anduviera con él desde hacía tanto tiempo, la verdad es que se complementaban de un modo genial y eran una pareja bastante fashionista. A Aiba-kun lo había conocido la semana pasada cuando Sakurai me trajo a su casa para traer cosas que yo había hecho y comprado para la decoración, era un chico muy dulce y aunque no creí que tuviera novia, la verdad es que Shii era perfecta para él, ella lograba equilibrar sus excesos de energía, aunque a veces se pasara de tranquila, ya la haríamos hablar más. Con Ohno había coincidido un par de veces porque era muy cercano a Nino y cuando lo invitaba a ver sus exposiciones de arte, me llevaba para no aburrirse, ahí había conocido también a Zora, su prometida, que por alguna razón siempre se estaba peleando con Nino, pero como conmigo siempre se portaba muy linda, me caía bien por esas dos cosas. Lo que si no me esperaba fue ver a Sakurai con una chica y un par de bebés, estaba casado y yo era la única que no tenía ni idea; no pude evitar sonrojarme al extremo al recordar todas las veces en que le había tirado la onda cuando me la presentó, pero entonces entendí por qué siempre parecía tener prisa en ir a casa saliendo del trabajo, no era para menos, teniendo que cuidar gemelos ya me imagino la patoaventura que eso representaba; al principio parecía muy seria, pero después de que Sandra y Zora empezaran a sacarle platica, Xo se mostró más abierta y la verdad es que parecía perfecta para Sakurai, era un buen consuelo saber que al menos no era gay y no andaba con una tipeja como la ex de Nino. El resto de sus amigos estaban tan loquitos como Nino pero eran igual de geniales y atractivos que sus mejores amigos. De pronto me pregunté si no les hacía casting o algo así. Lo sé, era una idea estúpida, pero sí lo creía capaz. Al ver a tanta gente desconocida me pregunté por qué nunca antes los había visto si al parecer los frecuentaba seguido; bueno, igual qué esperaba, ni que fuera su novia para conocer a toda la gente con la que se relaciona.
Como era de suponerse, los primeros en despedirse fueron Sho y Xo porque tenían que volver a casa temprano para aprovechar a dormir ahora que los gemelos estaban profundamente dormidos. Después se fueron Ohno y Zora, quien aunque todavía quería seguir en la fiesta, recordó que Ohno tendría trabajo temprano por la mañana en la galería. Ya casi a la una de la mañana se despidieron Sandra y Jun, y aprovechando que vivían cerca, se ofrecieron para llevar a Shii a su casa, así que después de que se fuera, Aiba estuvo un poco triste, pero sólo fue por un rato porque Ryo-chan y Jin lo emborracharon, pese a los esfuerzos de Toma por detenerlos, hasta que el pobre acabó dormido en la banquita del jardín. El resto de sus amigos se fueron pasadas las dos de la mañana, no sin antes llevar al pobre de Aiba al sillón. Nino tenía ya un rato que estaba raro conmigo, pero no quise darle mucha importancia porque siendo él, bien podría estar sentido porque siempre no lo llevé a comer ramen, enojado porque hice todo a sus espaldas y esta vez sí, ni cuenta se dio, emberrinchado porque ya moría de sueño o, en su defecto, indignado porque ya no podría terminar su bendito juego. Así que mientras yo me despedía de Ryo-chan y de Toma, que eran sus amigos con los que más convivía además de Sakurai y con los que mejor me llevaba por ser casi de la misma edad que yo, además de que eran los que a menudo iban a la casa a jugar videojuegos los fines de semana o con los que salíamos de vacaciones, Nino se quedó viendo tele en la sala.
-Por fin terminaste de despedirte de tus "amiguitos"?-
-Eso qué?... Son tus amigos, pero nos llevamos bien y después de tanto convivir con ellos, se han vuelto también mis amigos... creí que eso te agradaba. No tienes por qué ponerte así...- Empecé a levantar lo que había quedado tirado en el comedor y en la cocina después de la cena.
-Pues parecías muy feliz bailando con Iku, yo no me pongo así cuando veo a mis amigos...-
-Obvio! Sí lo hicieras, pensaría que tus conquistas son sólo la tapadera para ocultar tus verdaderas inclinaciones sexuales...- Abrió los ojos de par en par. Su expresión me recordó al cangrejo de la Sirenita, así que eché a reír. -Lo digo en juego, ya quita esa cara... Y entonces?-
-Qué cosa?- Bien, oficialmente estaba enojado conmigo, ese tono lo confirmaba.
-Ahora qué fue lo que hice que estás de amargocito conmigo desde que llegaron tus amigos de la escuela?- Sí, tal vez nadie se hubiera dado cuenta porque el niño andaba de socialitos con todos, pero desde que HaseJun puso la música y me sacó a bailar Toma luego de que Nino me dejara con la mano estirada cuando lo quise sacar a bailar, se había dedicado a ignorarme, claro, menos cuando quería que le sirviera algo para beber o comer porque entonces me dedicaba una sonrisa fingida y si se dignaba a dirigirme la palabra, pero en cuanto las chicas se dieron cuenta se lo agarraron de bajada por pasadito, lo cual seguramente contribuyó a su mal genio.
-Nada...-
-Tú nunca te pones así por nada...- Ahora recogía la basura que había quedado en el jardín, se me hacía mala onda dejarle todo el tiradero a Aiba con todo y que fuera su día de descanso y se hubiera ofrecido a recoger todo él solo, el pobre amanecería seguramente con una resaca espantosa.
-Puedes dejar de andar de aquí para con esa maldita bolsa de basura mientras hablas conmigo?!- Me la arrebató de la mano y la aventó al piso. Ahora era yo quien tenía la boca abierta hasta suelo.
-Sabes qué?... Ya duérmete, mañana que andes menos neuras hablamos...- Sabía que si nos poníamos a discutir en ese momento, todo lo bueno del día habría pasado a valer cacahuate por una estupidez, además estaba cansada y me sentía mal otra vez porque no se me ocurrió traerme un suéter por haber estado haciendo corajes con el niño en la tarde; en serio que lo que menos quería era ponerme a pelear con él, ya habían sido demasiadas emociones extremas made in Ninomiya por un día. Entré por mis cosas y lo dejé en el patio a hacer sus rabietas, me salí por la puerta principal para que no me detuviera, estaba totalmente decidida a tomar un taxi en la avenida para irme a casa, anhelaba mi cama y una taza de té con miel y limón con toda el alma, tal vez llorar un rato y dormirme.
Casi se me sale el corazón del pecho cuando sentí que me sujetaban del brazo y me jaloneaban hacia atrás, no era paranoica pero sentía como que me seguían desde que di vuelta en la esquina. Solté un golpe con todas mis fuerzas para que me soltara, pero por suerte no alcancé su rostro. Agarró mi mano y la bajó para verme a los ojos, me sentí tan aliviada de que fuera él.
-Neta que estás mal de la cabeza, verdad? Cómo se te ocurre irte sola a estas horas?- Quería gritar, golpearlo, llorar y abrazarlo en ese momento.
-Qué haces aquí?- Apenas si se escuchaba mi voz debido al nudo en mi garganta.
-Shhh...- Me abrazó y me puso contra la pared. -Mensa, que no viste a ese fulano desde que saliste?- Dijo en voz baja. Me asomé por sobre su hombro, alcancé a notar una figura que se movía a paso lento en la acera de enfrente.
-No... no lo vi...- Me asusté de pensar lo que pudo haberme pasado de no llegar Nino. Empecé a temblar. No pude seguir conteniéndolas. Mis lágrimas resbalaban en silencio por mis mejillas. El tipo siguió su camino calle arriba. Nino lo miraba fijamente de un modo casi aterrador.
-Ya pasó... oye, estás bien?- Me sujetaba por los hombros buscando mi rostro con la mirada, no quería que me viera llorar otra vez. Negué con la cabeza. Me abrazó nuevamente. Pero esta vez fue diferente, me abrazaba con cariño. -Tranquila, no iba a dejar que te pasara nada...- Pasaba su mano sobre mi cabello tratando de calmarme. -Lo siento, ésto no hubiera pasado si no me hubiera puesto de pesado hace rato...- Apoyó ambas manos sobre mis mejillas y secó mis lágrimas con sus dedos. Yo seguía abrazándome en un burdo intento por tranquilizarme a mí misma con la mirada clavada en el piso. -Oye, mírame...- Sus manos se sentían agradablemente cálidas sobre mi cara. Lo miré aunque no quería que me viera así. En sus ojos había preocupación. De pronto sentí que algo se desbordaba dentro de mí y antes de que alcanzara a entender lo qué era, las palabras ya se habían escapado en medio de un llanto desesperado.
-Sé que siempre te estoy molestando, que me ves como un amigo con quien compartir tus hobbies más que como una chica, que no soy para ti más que un gatito abandonado al que decidiste llevar a tu casa para jugar con él cuando estás aburrido, que mi comida no te gusta, que no te agrada tener que preocuparte por mí cuando me pasa algo, que te avergüenza que te vean conmigo en la calle porque soy muy efusiva y escandalosa, que te desagrada que te haga muestras de cariño en público, que no soportas que critique lo que haces, que odias mi música, que no soportas a mis amigos y que no te parece que me lleve bien con tus amigos, pero la verdad es que yo...- Mi voz quedó ahogada entre sus labios. Mi corazón latía como si quisiera abandonar mi cuerpo.
-No seas tonta... nada de eso es cierto... sólo lo hago para llamar tu atención...- Susurró esas palabras sobre mis labios antes de besarme otra vez. -Soy malo en estas cosas, nunca sé qué hacer o decir para expresar lo que siento y termino arruinándolo todo...- Me abrazó con fuerza. -La verdad es que me gustas mucho... No sé cuándo empecé a sentir ésto, pero cuando menos pensé ya me había enamorado de ti...- Creo que sólo lo hizo para que no lo viera decirme aquello.
-Kazu...-
-Lo siento... No debí enojarme contigo, y menos después de todo lo que hiciste para hacerme feliz este día... es sólo que no quería que nadie más te tuviera hoy, te arreglaste especialmente para mí; te lo dije, no me importa lo que quieras ser mientras seas mía... No pude controlarme cuando vi cómo te miraba Ryo y todo valió cuando te fuiste a bailar con Iku...- Ahora fui yo quien lo calló con un beso.
-Tonto... No puedo ver a nadie más del modo en que te veo a ti... Creo que soy la única demente en este planeta que piensa que eres guapo, sexy y encantador...- Los dos nos quedamos callados mientras sonreíamos. Estornudé.
-Ven...- Se quitó la camisa de franela que llevaba sobre la playera y me la puso, frotando mis brazos para que entrara en calor. -Será mejor que volvamos a casa de Aiba, no es buena idea seguir aquí con este frío, y hay que bajarte la fiebre antes de ir a casa si no queremos que te dé pulmonía o algo así...- Por inercia me toqué la frente y las mejillas, efectivamente, tenía la temperatura más alta que cuando salí, y no, en nada tenía que ver Nino con ello.
Después de terminar de medio recoger todo, apagar las luces de adentro y cerrar las puertas, salimos de casa de Aiba caminando de la mano en silencio.
-Puedo preguntar a qué se debe esa enorme sonrisa?- No era que me molestara que sonriera de ese modo, simplemente tenía curiosidad por saber cuál era el motivo. Ok, lo confieso, sólo quería saber si yo era el motivo.
-Sí, si puedes preguntar...- No dijo nada más durante un rato.
-Y? No vas a decirme?-
-Dije que sí podías preguntar, no que iba a responderte...-
-Oye! Dime!- Ahora era yo quien lo perseguía por la calle tratando de alcanzarlo para hacer que me dijera. -Qué nunca has oído que la curiosidad mató a la gatita?!-
-Lo bueno es que todavía te quedan otras ocho vidas...- Sin importar cuál fuera la etiqueta que existiera entre nosotros, nuestra relación seguiría siendo tan única y especial como siempre.
-Gracias...-
-Por qué?-
-Ah, no lo sé... por todo, supongo... Ha sido el mejor cumpleaños de mi vida...-
-En serio?-
-Sí... gracias...-
-Y ese beso?-
-Fue tu premio por portarte bien con tu amo y hacerlo feliz...- Lo pateé tan fuerte que terminó en el piso. -Oye! Que agresiva, estaba jugando...-
-Agradece que por el beso no te tumbé los dientes de un puñetazo como te lo prometí y que sólo te tiré de la cama...-
-A dónde vas?-
-A mi cama...-
-No! Quédate conmigo...-
-Kazu... estoy enferma y tengo que ir mañana a trabajar, necesito dormir...-
-Puedes hacerlo aquí...-
-Lo dudo... La verdad es que lo que menos quiero es contagiarte... No quiero pasar por lo mismo de la última vez...-
-Oye! No deberías decir esas cosas por haberme cuidado cuando me enfermé...-
-Kazu, ni tú te aguantabas, neta que no sé ni como sobreviví a esa semana...- Esa risita no era buena señal.
-La verdad es que la gripa sólo me duró tres días, me sentía tan feliz con tu exceso de atención hacia mi persona que me fingí enfermó los otros cuatro días...- Le lancé un almohadazo presa de una ira reprimida.
-Ay! Juro que eres mi castigo por estar tan loca como para enamorarme de ti!- Le dije molesta desde la puerta antes de cerrarla al salir. Ah, mi amada cama. Estaba tan cansada que se me cerraban solos los ojitos.
-Eso quiere decir que el próximo año, además de regalo de cumpleaños, me darás regalo de aniversario?!- Abrió de golpe movido por un exceso de felicidad producto de su avára mentecita adicta a los videojuegos.
-YA DÉJAME DORMIR!!!- Y otra almohada salió volando hacia la puerta que se cerró justo a tiempo para que no se la estampara en la cara.