My Beloved (TomaPi)


Título: My Beloved
Autor: Lilith
Pairing: Toma + Yamapi
Fandom: 4Tops / JE's
 ~Love situation - Arashi~
Tipo: One-shot
Género: Shonen-Ai, Angst
To: Shii (Happy B-Day!)




Si me preguntan que fue lo que pensé de él la primera vez que lo vi, no mentiría si dijera que fue casi amor a primera vista. Ese día llegué a la agencia sintiéndome un poco mal de la garganta, el día anterior había estado hasta muy tarde con Nino, Aiba y Jun en el karaoke cantando y haciendo el tonto hasta que nos quedamos sin una gota de energía. Así que no era para menos que incluso me viera un poco ojeroso y demacrado, ya que ellos lucían exactamente de ese modo. Moría de frío, razón lo suficientemente poderosa como para motivarme a bajar las escaleras en busca de la máquina expendedora de bebidas. Y claro, como era de esperar, los otros tres muy considerados como eran, vieron burro y se les antojó viaje, conclusión: me encargaron cuanta cosa se les ocurrió en ese momento; la verdad es que salí de nuestra sala de ensayos un poco preocupado de cómo rayos iba a hacer para cargar todas esas cosas yo solo. Ya más hecho a la idea que otra cosa, bajé escalón tras escalón repitiendo en voz baja su pedido... No, no es que esté loco, bueno, no tanto, es sólo que esa es mi mejor táctica para no olvidar las cosas; así como muchas personas tienen memoria fotográfica, yo recuerdo muy bien lo que escucho. Cuando llegué al pasillo lo vi por primera vez. Estaba frente a la máquina como si le suplicara algo, sus pequeñas manos sobre el acrílico iluminado desde dentro por las tenues luces de neón que le conferían un brillo casi mágico; luego, simplemente se sentó en cuclillas. Di un paso adelante preocupado de que le hubiera pasado algo. Lucía realmente indefenso en ese momento. Al principio pensé que era una chica, lo confieso, pero es que incluso su voz era demasiado dulce, susurrando cosas apesadumbrado con la mirada baja. Me acerqué a él sabiendo de antemano lo que lo afligia, para ayudarlo.
-Eres nuevo, verdad?...-  Parecía un lindo y pequeño cachorrito cuando me miró. Asintió con una sonrisa tímida.
-Cómo lo supiste?...- Me miraba con los ojos llenos de curiosidad.
-Sólo los nuevos no sabrían que a este cacharro le gusta que lo traten con mano dura...-
-Eh?...- Levantó la mirada sólo para ver cuando yo pateaba la máquina por el costado izquierdo y se escuchaba el sonido de su bebida al caer en el despachador.
-Ten...- Me miraba con los ojos abiertos de par en par incapaz de decir algo, así que le di la pequeña lata de jugo de uva.
-Gracias... senpai...- Su sonrisa era dulce, apenada pero hermosa.
-Por nada... No olvides el truco la próxima vez, de acuerdo?...- Comencé a meter mis monedas para comprar todo lo que me habían pedido.
-Sí, gracias... Nos vemos...- Escuché sus pasos alejándose poco a poco hasta q el sonido desapareció. No me angustió despedirme de él, sabía que lo volvería a ver con seguridad en algún momento en algún lugar dentro de la agencia, así que en vez de mirar cómo se alejaba, continué sacando cosas de la máquina.
-Ah! Malditos!... En verdad esperan que lo lleve todo yo solo?...-
-Quiere que le ayude?...- Me volví de inmediato al escuchar su vocecita.
-No tienes clase?... No me gustaría que te regañaran por mi culpa...-
-No, senpai... Estamos en nuestro descanso justo ahora...-
-Ok, entonces te tomaré la palabra... Pero con una condición...-
-Eh?!...- Sí, en verdad debió parecerle extraño que le condicionara el que me ayudara.
-Deja de hablarme de modo formal... Apuesto a que tenemos mas o menos la misma edad... Así que me resulta un  poco incómodo que me hables de "usted"... De acuerdo?...-
-Pero... Es que Masahiro-san nos dijo que debíamos respetar a nuestros superiores...-
-Yo no pienso hablarle de usted a mis amigos sólo porque entraron a la agencia un año antes que yo... Que te parece si a partir de hoy nos hacemos amigos?... soy Ikuta Toma...-
-Yamashita Tomohisa...- Dudó por un segundo el darme la mano antes de hacerlo. Su mano era tibia. Fue una sensación muy agradable.
-Bueno Yamashita-kun... ahora somos amigos!...- Fue tanta mi efusión que estuvieron a punto de caérseme todas las cosas que sostenía contra mi pecho con el brazo. Pero él me ayudó a sostenerlas. -Gracias...-
-En serio pretendías llevar todo esto tú solo?...-
-Nop.. En realidad aún faltan más cosas...- Confesé apenado al ver la cara de incredulidad que puso.
-Te vas a comer todo ésto y mas?!-
-Jajajaja no! Claro que no!... Mis amigos me pidieron el almuerzo aprovechando que venía por algo de beber..-
-Pues que abusivos!- Su expesión reprobatoria me tomó por sorpresa.
-No, no creo que lo sean... Si Aiba o Nino hubieran bajado nosotros hubiéramos hecho lo mismo y les hubiéramos pedido muchas cosas...-
-Que modo tan raro de demostrar que son amigos...- Una vez que tuvimos todo en las manos, subimos las escaleras. Mientras yo no podía parar de hablarle sobre mil y un cosas sin sentido, él sólo me escuchaba atento y se reía, se veía que era un poco tímido y que le costaba un poco hacer amigos, pero parecía un buen chico, de seguro se llevaría bien con los demás. La verdad es que esperaba que éso pasara. Porque para mí esos tres eran muy importantes y no me hubiera gustado que no se soportaran.
-Toma-kun! Volviste... ibamos a buscarte...- Como siempre, fue Aiba quien había convencido al par de ángelitos demoníacos de que se habían pasado un poco de la raya y terminamos encontrándonos con ellos en el pasillo de nuestro piso. Aiba tenía ese efecto mediador entre nosotros; la verdad es que siempre solía ser el más abusado debido a su carácter noble, pero aún ahora, creo que sólo lo hacían para que se volviera más fuerte. Siempre nos preocupaba que era demasiado amable e inocente, sabíamos que no todas las personas se le acercarían con las mejores intenciones, así que siempre nos preocupabamos de que lo lastimaran.
-Oh... Ya veo...-
-Ven... Les dije que Toma podría con todo... no sé por qué te preocupaste tanto, Toma puede hacer cualquier cosa... No por nada es uno de los favoritos, verdad?- Nino siempre era así, poco a poco me había dado cuenta de que realmente le costaba mucho trabajo mostrar sus verdaderas emociones. Ahora ya no me sentía mal por sus comentarios malintencionados, ni me afectaba mucho su poco tacto para decir las cosas, porque sabía que en verdad no era lo que pensaba, sino que su entorno lo había puesto bastante a la defensiva. Ya había aprendido a diferenciar cuando decía las cosas en serio y cuando sólo las decía por decir o peor aún, por molestar... Como en esta ocasión.
-Oye! Yo no soy ningún favorito...-
-Tiene razón... Aquí el único favorito soy yo...- Jun y yo a menudo peleábamos tontamente por cosas sin sentido. A diferencia de todos nosotros, él no había tenido que hacer ninguna audición para ser parte de los Juniors ni nada por el estilo. Jun era el tipo de chico al que todos envidiábamos por tenerlo todo, razón por la cual solía ser un poco presumido y arrogante, pero a nadie parecía molestarle realmente su actitud, él era parte de la élite de la Johnnys Jimusho, así que de cierto modo era intocable. Tenerlo en nuestro grupo nos daba bastantes beneficios... Aunque más bien debería decir que estar en su grupo nos los daba. Pero aún a pesar de nuestras constantes peleas, la verdad es que no nos desagradábamos del todo. Después de convivir con él, uno aprende muchas cosas sobre su forma de ser, es un gran amigo y aunque a veces no lo parezca, creo que es un gran chico.
-Toma-kun...- Escuché que me hablaba en voz baja. Me había olvidado de él por completo.
-Ah! Lo siento, Yamashita-kun... chicos, él Yamashita-kun, es nuevo por aquí, ahora somos amigos... Ellos son mis compañeros de grupo y mis mejores amigos: Matsumoto Jun-kun... Aiba Masaki-kun y Ninomiya Kazunari-kun...-
-Ah! Kawaii!...-Aiba no pudo evitar expresar lo que yo había pensado minutos antes. Él siempre era así de sincero. -Mucho gusto... eh... Cómo prefieres que te digan?-
-Yamashita está bien... algunos chicos me dicen Yama-chan...- De algún modo ellos dos se parecían mucho, así que no me preocupaba que se cayeran mal, porque eso no podría pasar. El verdadero problema era el otro par parados junto a Aiba.
-Ok... Entonces está bien si te llamamos Yamashita-kun?... no parece agradarte mucho lo de Yama-chan...-
-Sí, está bien... Aiba-kun?-
-Sí, no te preocupes, puedes llamarme por mi nombre si quieres... Ellos suelen decirme Ma-kun...- Por su sonrisita apenada, me quedó más que claro que no lo llamaría así.
-Hola, chico nuevo... Vamos a almorzar, sí?... En serio me muero de hambre y tenemos programa en dos horas...- Como me lo imaginaba, a Nino no le había caído para nada en gracia que llevara un "intruso" a nuestro "mundo". Nino era mi mejor amigo, pero siempre había sido bastante posesivo, no era del tipo que disfrutan compartiendo lo que es suyo, y éso incluía a las personas.
-Nino-kun tiene razón... Todavía tenemos que ensayar, ir a vestuario y maquillaje... Será mejor que nos demos prisa o no probaremos comida hasta después del programa...- Aunque Jun también solía ser un tanto egoísta, para él estaba primero el deber. Si algo le admiraba, era su compromiso y responsabilidad hacía todo lo que hacía. Aún cuando sólo era un año mayor que yo, era mucho más dedicado en ese aspecto.
-Toma-kun... creo que mejor me voy... ustedes tienen muchas cosas por hacer y ya casi es hora de que regrese a ensayar...- Me entregó las cosas que venía cargando. -Fue un placer conocerlos... nos vemos después...-
-Claro, Yamashita-kun!... Ven a visitarnos cuando quieras!- La enorme y amable sonrisa de Aiba le arrancó una sonrisa.
-Nos vemos después...- Le dije también con una sonrisa. -Ten, puedes comerlo de camino...- Le regalé un pastelillo que había comprado para mí. Al ver que apenas si podía con todo, Aiba tomó algunas de las cosas y comenzó a repartirlas.
-Gracias, senpai...- Nos dijo ádios con la mano y echó a andar escaleras abajo.
-Son un par de groseros! Qué les costaba ser amables con el pobre chico?... Ya olvidaron cómo fueron sus primeros días aquí?...- La reacción de Aiba me tomó completamente por sorpresa, lo mismo que a Jun y a Nino, a quienes a poco estuvo de caérseles lo que tenían en la boca de la impresión de ver a Aiba en su papel de "hermano mayor".
-Gomen...- Dijo Nino en voz baja y bajó la cabeza.
-No te enojes Ma-kun...- Incluso Jun dejó de lado su orgullo. Aunque la mayor parte del tiempo lo molestábamos, la verdad es que Aiba era muy preciado para nosotros y aún cuando no solía actuar cómo tal, lo respetábamos mucho por ser el mayor.
-Ok... Pero no quiero que sean así... no deben olvidar que todavía somos juniors... no actúen como si valieran más que otras personas...- Los tres asentimos tras escuchar sus palabras. Yo admiraba a Aiba por su gran corazón. -Vamos?... también yo muero de hambre...-
-Cómo puede ser éso posible?!... Si te comiste media casuela de fideos en tu casa antes de venir... si tus padres te escucharan diciendo que mueres de hambre se sentirían miserables y cerrarían el restaurante...- Todos echamos a reír. Nino tenía razón, pero también era cierto que Aiba podía comerse hasta las piedras si les daban buen sazón. -Vamos! Comamos para recuperar fuerzas y dar lo mejor en el programa! Demostrémosles que MAIN son los mejores!- Podía parecer un poco ruidoso a veces, pero admiraba a Nino por su increíble persevarancia.



Volvimos a la agencia muertos de cansancio esa tarde después de aparecer en el Shokura. Como ya no tendríamos actividades por la tarde, nos dijeron que ya podíamos ir a casa, lo cual nos hizo felices porque sólo pensábamos en comer y descansar.
-Por qué no vamos a comer a mi casa?-
-Hasta Chiba?!- Nino sacó de inmediato su cartera. Ella era la que decía si podía o no hacer las cosas.
-No se enojarán tus papás, Aiba-kun?...-
-No te preocupes Toma-chan... Ellos siempre están felices de que sean mis amigos... Así que dicen que son siempre bienvenidos...-
-Sí es así, entonces vamos... Los fideos de tu mamá son los mejores que he probado! Y aparte de todo... Son gratis!!!- Era tan fácil poner a Nino de buen humor.
-Ok, déjenme avisar en mi casa para que no se preocupen...- Jun siempre era así, su familia era lo más importante en su vida.
-Más bien querrás decir para que no te manden al chofer a la agencia sino a casa de Aiba-chan!...- Soltamos la cárcajada. Sabíamos que éso también era verdad. Jun a menudo se hacía el genial, pero seguía siendo un niño en muchos aspectos.
-Cállense!- Y cómo tal, solía molestarse con fácilidad. Esa era la razón por la que él y Nino congeniaban y discutían tanto. En ese aspecto eran igualitos.
-Bueno, bueno... Como sea... Vámonos yendo, hay que caminar mucho hasta la estación...- Les recordé y acto seguido, comenzamos a caminar cuesta abajo por la espaciosa avenida.

El camino se nos fue en reír y burlarnos de todo. Estar con ellos siempre era divertido. A su lado el tiempo se me pasaba volando. Eran una gran compañía. Estábamos por llegar a la estación de trenes cuando algo llamó mi atención.
-Ahorita los alcanzó...- Le di mi bolso a Nino, que era quien venía a mi lado como de costumbre, y eché a correr hacía donde había escuchado aquella voz. No necesité voltear a verlos para saber qué cara habían puesto. Corrí tan rápido como mis piernas me lo permitieron, casi como si mi vida dependiera de ello. -Hey! Qué crees que estás haciendo?!- Llegué y le propiné un fuerte empujón al chico alto y corpulento, que lo tenía sujeto por el cuello de la chamarra, pero apenas si lo moví lo suficiente como para que lo dejara apoyar de nuevo ambos pies en el asfalto.
-Toma-kun...- Me miró de reojo, pude ver miedo en su mirada.
-Estás bien?...- Volví a empujarlo para que lo soltara. -Quédate detrás de mí...- Lo había golpeado en la cara, probablemente pretendía robarle algo y lo intimidó para que no hiciera nada.
-Podrías no meterte en lo que no te importa?!... Mi amigo Tomo-chan y yo estábamos en medio de una charla... privada...- Me empujó con ambas manos. Fácil me doblaba en talla, por lo que no fue de extrañar que terminara en el piso con todo y el pobre el chico al que pretendía defender. Pero lo que en verdad me preocupó, fue que al parecer está no era la primera vez que se topaba con este tipo.
-Pues me meto porque sí me importa!- Me levanté deprisa para evitar que nos pateara estando en el piso, así que el golpe me lo llevé sólo yo.
-Senpai!- El golpe en el estómago me había sofocado lo suficiente como para doblarme en el piso de rodillas. -Takeda-san... ya basta!... Iré contigo, pero no le hagas nada...-
-Yamashita-kun, no...-
-Toma-chan!- La voz preocupada de Aiba me hizo voltear enseguida. Los tres venían corriendo hacía donde estábamos.
-Mira que tenemos aquí!... Llegaron sus amiguitos...- Dijo burlonamente dándonos la espalda para ver a quién gritaba. Me levanté como pude y tomé a Yamashita del brazo.
-Aiba! Corran!- A la pasada empujé con todas mi fuerzas al sujeto con el hombro, esta vez si logré derribarlo. Echamos a correr los 5 tan aprisa cómo podíamos. El tipo venía detrás de nosotros.
-Iku... qué pasa?- Preguntaba Jun con tono preocupado.
-Ese tipo sigue persiguiéndonos... Qué haremos?- Agregaba un poco histérico Nino al mirar hacia atrás.
-Separémonos... Nos vemos en el restaurante... Piérdanlo entre la gente...- Les señalaba el distrito comercial a donde a menudo íbamos a comprar algo para comer saliendo de la agencia. Corrimos en esa dirección. Aunque había una multitud de personas por todos lados, aún podíamos verlo detrás de nosotros.
-Nos vamos por las 900!...- Gritaba Nino mirándome preocupado de tener que separarnos, tras lo cual los vi correr hacia la izquierda y los perdí de vista al correr hacia el lado contrario. Me dolían mucho las piernas, pero seguía aferrando con fuerza la pequeña y cálida mano que sujetaba. Por un segundo lo perdí de vista también a él, así que me preocupé mucho de que se hubiera ido tras ellos, pero alcancé a verlo parado en la bifurcación de caminos. Ya no podía más, tendríamos que escondernos un rato. Para nuestra suerte había una tienda de libros a menos de tres mestros, así que nos metimos ahí.
-Senpai! Es peligroso que nos quedemos aquí... Si nos ve, estaremos perdidos...- La chica de la librería nos miró un tanto confudida.
-No te preocupes... No dejaré que te pase nada...- Lo llevé hasta detrás de uno de los estantes y nos agachamos. Podíamos ver hacía afuera, si él entraba saldríamos rodeándolo por entre los estantes.
-Qué hacen?...- La chica nos sacó un susto de muerte. Los dos nos fuímos al piso tratando de ahogar el grito que se nos había escapado con las manos. Yamashita parecía a punto de romper en llanto. Miré hacia afuera. El tipo estaba ahí de pie, justo en la entrada mirando alrededor. De pronto clavó los ojos en la tienda.
-Déjanos estar aquí un segundo... No te daremos problemas...- No sé si le dimos lástima o se preocupó por nuestro aspecto, pero miró en dirección a donde yo miraba.
-Quédense detrás del mostrador...- Nos dijo en voz baja señalando discretamente la portezuela en el mueble de madera.
-Gracias...- Mi alma se sintió aliviada sólo por el segundo antes de escuchar la campana de adviento anunciando la entrada de alguien. Nos metimos agachados para que no nos viera. Ella se hizo la que ordenaba unos libros en el estante donde estábamos. Al escuchar que entraban salío como sin nada a recibir al cliente.
-Bienvenido... Puedo ayudarle en algo?-
-Estoy buscando algo... no es necesario que me ayudes...- Noté que se acurrucaba contra mi cuerpo. Pude sentir que temblaba. Lo jalé contra mí para abrazarlo.
-De acuerdo... Si necesita ayuda hágamelo saber...- Ella caminó de regreso al estante y siguió acomodando los libros que intencionadamente había sacado minutos antes. Con los ojos me hizo la seña de que nos moviéramos, estábamos a rango de vista si él pasaba por ahí. Jalé a Yamashita hasta que no pude ver más que la oscura madera a mi costado y sobre nuestras cabezas. Escuché sus pesados pasos del otro lado justo a mi lado. El pequeño se aferró con todas su fuerzas a mí.
-Señorita...-
-Encontró lo que buscaba?...- Entró al mostrador y, cuidando de no pisarnos, se sentó en el banquillo alto de madera.
-Por casualidad no viste a un par de chicos como de esta estatura?, uno lleva uniforme de escuela privada y el otro una chamarra color naranja...-
-Mmm... Sí de hecho los vi poco antes de que usted entrara, tiraron los libros de ese estante, así que les pedí que se fueran...-
-Oh ya veo... Si, mi hermano menor suele hacer muchas tonterias cuando sabe que será reprendido por faltar a clases... Bueno, linda, muchas gracias por tu ayuda...-
-Por nada... Espero que los encuentre... Ni siquiera se disculparon cuando los regañé...- Escuché de nuevo la campana de adviento. Ella no hizo nada por un par de minutos, lo cual me hizo creer que él seguía por ahí. Comenzó a tararear una canción de nuestros senpai de V6. No sé cuanto tiempo estuvimos ahí. -Creo que ya se fue...- Dijo tranquila después de un rato.
-Gracias...- Su dulce voz le puso a la chica esa expresión de emoción que les provocan a las chicas las cosas adorables.
-Gracias... Nos salvaste...- Mis piernas estaban adormecidas, así que no pude ponerme de pie y sólo me arrastré hacía un lado.
-Ahora, pueden explicarme qué fue todo éso?... Tu hermano parecía preocupado y molesto...-
-No es mi hermano!- Parecía ofendido ante su suposición.
-Oh! Por dios! Qué te pasó en la cara?!- Ella también se asustó al verle el golpe.
-Fue ese sujeto...-
-Esperen aquí... Traeré algo para curarlo...-
-De dónde lo conoces?...- Le pregunté en cuanto ella se fue.
-Me pidió la hora un día mientras volvía a casa... Luego volví a verlo cerca de donde me encontraste hoy y me ofreció trabajo como modelo... Comenzó a perseguirme porque aunque siempre le decía que sí, nunca fui a la oficina de talentos que me dijo... Hace un par de días noté que me seguía por las mañanas hasta la agencia, y a la salida me seguía hasta el tren, así que me asusté porque está mañana...-
-Ven acá... Déjame ver...- Puso la pequeña caja blanca en el piso y sacó un par de cosas. No puse mucha atención en ello, me preocupaba lo que él había dicho. Ya nos habían advertido de todos los falsos "cazatalentos" que andaban por ahí buscando chicos para sus proyectos turbios.
-Sí, diga?...- Mi celular sonó y me asustó, pues estaba demasiado inmerso en mis pensamientos. -Aiba-kun... Están bien?, sí, estamos bien... No, vayan ustedes, lo llevaré a mi casa hoy... La cosa es mucho más seria de lo que pensé... Tengan cuidado mañana cuando vayan a la agencia, sí?... Ese tipo podría estar rondando por ahí... Ok... Nos vemos mañana...-
-Ittai... No es necesario que hagas tantas cosas por mí... Creo que mejor me quedaré en casa por unos días...-
-No digas tonterias!... Que te hace pensar que estarás seguro en tu casa?!... Llama a tu mamá, dile que te quedarás conmigo hoy...-
-Tu amigo tiene razón... Ese chico se veía peligroso...- Le colocó una bandita en la mejilla. -Listo... Tendrás que curarle el labio nuevamente más tarde, ok?...-
-Sí, muchas gracias por todo... Cuál es tu nombre?...-
-No fue nada... Kana... Nishimoto Kana...-
-Debemos irnos...-
-No, salgan por la puerta trasera... Creo que él sigue afuera...-
-Ok, muchas gracias...-
-Cuidense, chicos...-

Salimos después de asegurarnos que no corríamos peligro y fuímos directo al subterráneo. No sé por qué pero no pude soltar su mano en ningún momento. Temía que si lo hacía, iba a perderlo o algo así. Subimos a bordo. El tren estaba llenísimo, al ser la hora de salida de la escuela y de los trabajos de medio tiempo, no era raro ver esta cantidad de gente. No dijimos nada durante todo el camino. Sólo podía sentir su mano sujetando también la mía. De pronto noté que era agradable sentirlo tan cerca de mí.
-Estás bien?...- Preguntó enseguida al escuchar que suspiraba.
-Eh?... Ah, sí... Sólo pensaba que hoy he tenido muchas emociones fuertes...-
-Lo siento, senpai...- Soltó mi mano y volvió a bajar la mirada.
-No tienes por qué... No me arrepiento de absolutamente nada de lo que he vivido hoy... Y al contrario, me alegro de haberte conocido... Porque de no ser así, no quiero ni imaginar que te hubiera pasado si no hubiera reconocido tu voz al pasar...- Vi como encogía un poco los hombros.
-Gra...cias...- Su voz era apenas un hilillo audible debido al llanto. Tomé nuevamente su mano. Sentí cómo se estremecía al llorar. La multitud nos empujó bruscamente en la siguiente estación cuando entraron al abrirse las puertas. Lo abracé para evitar que se hiciera daño contra el pasamanos que estaba junto a la puerta, que era donde íbamos recargados. Me sentí mal al verlo así pero no sabía qué hacer o que decirle por lo que sólo atiné a estrecharlo fuertemente entre mis brazos.

Para cuando llegamos a nuestra estación, sus lágrimas habían cesado. Me preocupaba verlo tan decaído mientras caminábamos hacia mi casa, pero no era para menos, después de todo lo que había pasado, debía estar exhausto. Yo lo estaba.
-Ya llegué~!...-
-Bienvenido, nii-chan...- Como de costumbre, Ryusei corrió a recibirme, pero se quedó un poco extrañado de verme llegar acompañado de alguien que no era ninguno de los MAIN.
-Él es Yamashita-kun, un amigo de la agencia... y él es Ryu-chan, mi hermano menor...-
-Hola...- Me sorprendió su gran acopio de fuerzas para sonreírle de ese modo aún a pesar de todo.
-Hola!... Pasen... mamá!... Nii-chan trajo un amigo...-
-Ah, hola... Querido, debiste decirme que traerías visitas, no preparé nada decente para la cena...-
-No te preocupes por éso, mamá...-
-Sí, señora, no se preocupe... Más bien, disculpe que haya venido sin avisar...- Mi madre tenía en ese momento la misma expresión que la chica de la libreria cuando vio su carita con aquella sonrisa apenada.
-Él es Yamashita-kun... Ella es mi mamá...-
-Oh! Cielos, hijo, qué les pasó?...- Mi madre siempre era muy observadora, así que de inmediato notó que me seguía doliendo el golpe que me dio en el estómago y una vez que alzaba la cara, era imposible no ver aquellas marcas en su cara.
-No te preocupes, ma... No hay problema en que se quede?... Ya es muy tarde y tuvimos un día difícil...-
-Para nada... Iré a preparar un futón... Ya avisaron en su casa?, no preocupes a tu madre, de acuerdo?... Cenaremos en un momento...-
-Gracias, señora...-
-Ven, llama a tu casa y avisa... Deberías comprar un celular… son útiles en estos casos…-

La cena fue sin duda la más agradable que habíamos tenido en años. Este chico tenía un extraño imán con las personas que hacía que a todos los cayera bien al momento, bueno, a casi todos.
-Oh, cierto!, Iku, te llamó Nino-chan hace rato, sonaba preocupado pero no dejó recado, dijo que te llamaría más tarde...-
-Gracias, ma...-

Tan pronto como terminamos de cenar, nos fuimos a mi habitación. Mi madre ya había preparado el baño, así que sólo esperamos a que Ryu terminara de lavar los platos, pues le tocaba hacerlo ese día, y nos metimos en la tina los tres. La expresión asustada en sus ojos había desaparecido por completo, ahora incluso reía jugando con mi hermano.

Ya era tarde y Nino no me había llamado. Pensé en marcarle, pero sabía que si lo despertaba, me iría como en feria al día siguiente, así que mejor no lo hice. Iba a acostarme en el futón pero él insistió en que me quedara en mi cama. Empezamos a platicar de muchas cosas. En verdad era agradable hablar con él. Sentí que podíamos hablar de cualquier cosa. Era la primera vez que me sentía así estando con alguien.
-Entonces vives solo con tu mamá y tu hermana?...- Me costaba creer que su familia no estuviera junta.
-Sí... Sólo nosotros tres...- Entendí su preocupación por volver a casa y lo que le había dicho a su madre por teléfono.
Continuamos nuestra charla sobre cosas de la agencia. Descubrí que sólo era un año mayor que él y que en realidad él debía ser mi senpai porque empezó a trabajar en el medio del espectáculo mucho antes que yo.
-En verdad te peleas a menudo con ese chico de primer grado?...-
-Sí... Detesto su actitud...- Me habló sobre su vida en la escuela secundaria y sus problemas con uno de sus compañeros, que casualmente también estaba en la agencia.
-Jajajaja! Creo que debe tener mala actitud para que desquicie a alguien como tú...- Mi celular sonó de pronto provocándome un sobresalto. -Oh!...- Se rió quedito al escuchar mi expresión debido al susto. -Espera un segundo, si?...- Por el timbre sabía que era Nino, pero me extrañó que marcara siendo tan tarde, porque a esa hora, normalmente ya estaba dormido. -Hola!... Sí... Sí, fue tras nosotros, pero la chica de la librería nos ayudó... Ah, ya veo, menos mal que no los vio, que bueno que Jun haya pedido que fueran por ustedes... Supongo que a veces tiene sus ventajas tener una familia pudiente... Jejejeje... Entonces no fueron a Chiba?...- Mi conversación con mi amigo no debió durar más de diez minutos, porque de pronto me colgó al escuchar que Yamashita estaba en mi casa y que se quedaría a pasar la noche ahí. -Creo que se enojó... aunque no entiendo por qué, puedes creerlo?... Este chico a veces es tan…- Cuando volví a acostarme boca abajo en la orilla de la cama para verlo, me di cuenta de que se había quedado dormido. Se veía tan lindo y apacible, que me sentí tranquilo de poder verlo dormir agusto junto a mí en vez de estarme preguntando cómo estaría si lo hubiera llevado a su casa. Sí, sé que fue muy egoísta de mi parte, pero no podía evitarlo. Y mientras contemplaba su rostro durmiente también me quedé dormido.

A la mañana siguiente desayunamos bien, le presté algo de ropa limpia y nos fuímos a la agencia. Como era sábado, no teníamos que preocuparnos de tener que ir a la escuela. Salimos un poco más temprano de lo que acostumbraba, porque había decidido que tomaríamos el camino largo, no quería pasar cerca del distrito comercial para evitar correr riesgos innecesarios. Llegando al edificio me sentí mucho más tranquilo, sabía que al menos ahí no correría peligro aunque yo no estuviera cerca. Tan pronto como me despedí de él, subí las escaleras hacia las salas de ensayo de los senpai. Sabía que si le decía a Takki, él haría algo. Mientras iba de camino me encontré a Jun, medio le platiqué lo que sabía y también se preocupó, así que se ofreció a acompañarme, tener a dos de los tres johnnys de la élite de mi lado sin duda sería algo bueno si tenía que ir a hablar con los altos mandos.

Escuchar un "no se preocupen, lo hablaré con Johnny-san" saliendo de boca de Takki, me dejó mucho más tranquilo. Fuímos a nuestra sala de ensayos. Nino parecía seguir molesto conmigo, pero tras escuchar todo lo que había pasado, su gesto refunfuñado despareció de su rostro, inclusive él parecía preocupado por Yamashita también. Continuamos con nuestras actividades durante el resto del día, hasta que se dieron las seis y nos informaron que ya podíamos ir a casa. Tatsuya-san, uno de nuestros senpai de TOKIO nos estaba esperando en el estacionamiento, le habían pedido que nos llevara a casa. Cuando llegamos, Yamashita ya estaba en su auto, se veía nervioso, pero al mirarnos me dio la impresión de que se sintió aliviado. Primero dejamos a Aiba y a Jun, que eran los que vivían más cerca de la agencia. El ambiente se puso un poco tenso después de que ellos se fueran. Nino parecía querer toda mi atención, pero en ese momento tuvo que compartila con Tatsuya y Yamashita, así que no se me hizo raro que fuera particularmente sarcástico con sus comentarios durante todo el camino. Se bajó al llegar a su parada de tren sin despedirse de mí. Cuando se ponía así era mejor ignorarlo, ya se le pasaría. Después de un rato llegamos por fin a su casa. Vivía en un vecindario bastante parecido al mío. Le dio las gracias a Tatsuya y se despidió de mí.

A la mañana siguiente llegué a la agencia desesperado por verlo. No había logrado dormir mucho preguntándome si estaría bien yendo él solo por la mañana.
-Yamapi~!- Reconocí de inmediato la voz de Takki a lo lejos en el pasillo. Cuando voltié, para mi sorpresa vi que a quien llamaba era, nada más y nada menos que a Yamashita. -Oh! Iku! Ohayou!- Siempre era así de efusivo cuando nos veía.
-Ohayou, Takki...- Estábamos tan acostumbrados a estar con él, que ya habíamos olvidado ese línea entre las formalidades.
-Senpai... No me llames así...- Le decía él con un puchero al tiempo que Tackey lo abrazaba al alcanzalo.
-Por qué?... Tú mismo dijiste que te agradaba el apodo, no?...-
-Pues sí, pero...-
-Pero nada! Iku, no seas tan formal, tú también deberías decirle Yamapi...-
-Yamapi?...-
-Sip... "Yama" por Yamashita y "Pi" por pinku... A poco no soy genial poniendo apodos?!...- En realidad sí era un buen sobrenombre, su apellido fusionado a su color favorito. Takki siempre se había destacado por ser espontáneo y creativo.
-Senpai!...- Parecía apenado de que el mayor dijera aquello.
-Entonces está bien si también te llamo así?...- Preferí preguntale, no quería hacerlo si le molestaba. Me miró en silencio un momento.
-Sí... está bien...-
-Ves?!... Te auguró un gran futuro dentro de la Johnnys, así que debes ser recordado, Yamapi!...- Despeinó cariñosamente su cabello. -...Bueno, me voy... Tengo muchas cosas que hacer... Ah!, hoy los llevará a casa Ko-chan, de acuerdo?... Nos vemos...- Entró al elevador. Por el piso al que iba, supe que se dirigía a la oficina del Jefe.
-No tuviste problemas al venir?...- Subimos rumbo a nuestras salas de ensayo platicando despreocupadamente. Me era un alivio escuchar que no había sabido nada del fulano ese desde aquel día.


Los días pasaban, convirtiéndose en semanas y las semanas en meses. Takki no nos dijo nada, pero después de que dejaran de estarnos llevando a casa los senpai o los empleados de la agencia, dedujimos que ya se habían encargado del problema, así que no nos sorprendió tanto descubrir que habían arrestado a ese sujeto por corrupción de menores y posesión de drogas cuando fuímos a saludar a Kana-chan a la librería, nos dijo que inclusive habían pasado la nota en las noticias. Le había pedido a Yamapi que me acompañara ese día porque tenía un regalo de agradecimiento para ella. Habíamos pasado a visitarla un par de veces antes, pero no había podido tener listo su regalo hasta ahora. Me dio gusto ver su enorme sonrisa cuando recibió el poster autografiado por los V6 y un par de entradas para el último concierto de su Tour. Estaba incluso llorando de alegría mientras nos agradecía por enésima vez al despedirnos. Salimos de la tienda sonriendo tontamente por haber hecho nuestra buena acción del día. Caminamos rumbo a la estación. Ya estábamos tan acostumbrados a tomarnos de la mano que a veces ni siquiera lo notábamos hasta que éramos conscientes del modo en que nos miraba la gente, pero ya nos daba igual. Solíamos ir haciendo el tonto siempre, así que sus miradas ya no eran tan incómodas, simple y sencillamente porque ya no les prestábamos atención.
-A dónde irás en las vacaciones?...- Me preguntó una vez que subimos al tren.
-Mmm... No lo sé... Tal vez váyamos a la casa de playa de la familia de Jun, pero no estoy seguro... Y tú?, ya tienes planes?...-
-No, no realmente... Mi madre sugería que fuéramos a unas termales... pero depende de sí le dan vacaciones o no en el trabajo...-
-Oh!, ya sé!, por qué no vienes con nosotros?!... Si se lleva a cabo nuestro plan, me gustaría que vinieras...-
-No lo sé... Creo que no le caigo muy bien a Ninomiya-kun...-
-Jajaja... No te preocupes por éso... A Nino no le cae bien ni su sombra!...-
-Pues esperemos a ver qué deciden los chicos y qué pasa con mi madre...-
-Tienes razón...-


A final de cuentas, nuestro planeado viaje a la playa se arruinó. Después de todo el alboroto sobre un nuevo grupo que sería debutado, se llevaron a mis amigos a Hawaii junto con dos de nuestros senpai, Sakurai y Ohno y se anunció en una conferencia de prensa en medio del oceano, que ellos serían la nueva agrupación llamada Arashi. Estaba feliz por ellos, pero me preocupaba lo que fuera a pasar conmigo ahora que no pertenecía a ninguna unit.

En esos días Takki me llamó a la oficina del Jefe. Él y Tsubasa debutaría juntos, por lo que los Juniors se quedarían sin líderes. Así que nos habían propuesto a Yamapi y a mí para tomar ese lugar junto con dos de los juniors más populares de esa época, Kazama y Hasegawa, con quienes siempre me había llevado muy bien, y Johnny-san había aceptado, ahora nosotros, 4Tops, seríamos los presentadores del Shonen Club.

Corrí a darle la noticia a Yamapi. Casi llorábamos de la emoción. Nuevamente era parte de un grupo, pero lo que me tenía más feliz, es que él estaría conmigo todos los días a partir de entonces. No supe en qué momento pasó pero... ya no podía vivir sin él. Se había vuelto la persona más importante de mi vida. Y tenerlo a mi lado me hacía inmensamente feliz. Y lo mejor de todo, era que él parecía sentirse del mismo modo.


Al día siguiente se hizo oficial la noticia. Nos reunimos los cuatro por primera vez. Desde el primer momento se dio una buena química entre nosotros. Pronto debutarón oficialmente a la nueva unit como "Tackey&Tsubasa" por lo que nuestra carga de trabajo aumentó considerablemente, pero no nos molestaba, disfrutábamos lo que hacíamos y éso nos hacía soportar cualquier cosa, porque éramos felices.

Ahora que ya casi no veía a Nino ni a Jun porque estaban ahogados en trabajo y preparando su primer concierto, pasaba la mayor parte del día con Yamapi. Solíamos salir un rato con Shun y HaseJun después del trabajo, pero una vez que nos despedíamos de ellos, se volvió TomaPi-time hasta las diez de la noche cada día; incluso en nuestras casa ya se habían acostumbrado a que a menudo nos quedábamos a dormir uno en casa del otro.

Cuando menos pensamos pasó navidad. El año estaba por terminarse. Uno nuevo comenzaría. Habíados decidido ir al Templo juntos para pedir por nuestro exitoso futuro dentro de la agencia. Como de costumbre, Shun y HaseJun se nos perdieron de vista entre la multitud mientras paseábamos en el Festival de año nuevo, así que al final, nuevamente terminamos siendo sólo él y yo.
-Oye, Yamapi...-
-Qué pasa, Toma-chan?...- Parecía realmente feliz de estar ahí en ese instante... conmigo.
-Yo… tengo algo importante que decirte...-
-Qué cosa?...- Su sonrisa se me había vuelto una necesidad, lo mismo que su voz y su cercanía. Estaba decidido. Moría de miedo pero tenía que decirle lo que sentía.
-Vamos a un lugar donde haya menos ruido!- Decía en voz alta para poder hacerme escuchar por encima del barullo colectivo.
-Ok!... vamos para allá...- Señalaba un camino hacía el Templo. Él conocía mucho mejor el lugar, así que sólo lo seguí.

Fuimos hacía los árboles del pequeño bosque alrededor del Recinto. Comencé a ponerme muy nervioso.
-Y bien?... Qué es éso tan importante que tenías que decirme?...-
-Este... Yo... Lo que pasa es que lo he estado pensando mucho... Y es algo que pienso desde hace ya mucho tiempo... Y en verdad he querido decirtelo desde hace mucho, pero no quiero que te vayas a enojar conmigo ni nada por el estilo...-
-Puedo decir algo antes de que continues?...-
-Eh?!...- Nunca solía interrumpir a las personas mientras hablaban, así que el hecho de que lo hiciera me tomó por sorpresa y me inquietó bastate. Temía ser rechazado antes de confesarme siquiera. -...Ehmmm... Sí, adelante...-
-Toma-chan... Sabes que eres mi mejor amigo desde que entré a la Johnnys... Y que desde que te conocí, todo ha sido genial y hemos compartido un montón de cosas juntos, verdad?...-
-Pues... sí...-
-Y sabes que eres alguien muy, muy especial para mí y para mi familia, verdad?...- Asentí. De algún modo tenía un mal presentimiento. -...y por éso mismo no me gustaría que cambiara nada entre nosotros...- Hizo una pausa para buscar mis ojos.
-Qué tratas de decir?...-
-Este... A lo que me refiero es... a que me gusta cómo estamos ahora...-
-Oh... Entiendo...- Sentí como si me echaran encima una cubeta de agua fría. Su silencio confirmaba mis temores. -...no te preocupes... Te prometo que las cosas siempre serán así...-
-Toma-chan...-
-Oh! Mira la hora que es... Será mejor que me vaya ya, no quiero perder el último tren... Nos vemos!- Reuní todas mis fuerzas en ese segundo para contener mis lágrimas mientras le decía ádios como siempre. Escondí mis manos en los bolsillos de la chamarra para que no notara que temblaba. Y eché a andar por donde habíamos llegado a paso rápido.

No había avanzado ni diez metros cuando mis lágrimas comenzaron a correr a través de mis mejillas. Me sujeté del árbol más cercano para no ir a dar al piso. Mis fuerzas me habían abandonado de repente. De pronto sentí el olor de su cabello inundándome por completo y el calor de su cuerpo abrazando el mío. Me tomó suavemente por lo hombros y me giro de frente a él. No podía mirarlo, no quería que me viera así. Me sentía miserable, mostrándole por primera vez mi lado débil.
-Toma-chan...- Sentí sus manos sobre mi rostro secando una a una mis lágrimas. Y luego sus labios suaves sobre mi frente. -...perdóname... soy muy tonto para decir lo que siento...- Algo me decía que estaba soñando, porque nada de ésto parecía real. -...no quiero que me dejes... quiero que estés conmigo para siempre... te quiero...- Sus palabras me hicieron levantar súbitamente la mirada debido a la impresión. Ese ligero gesto involuntario y natural fue suficiente para que sus labios alcanzaran los míos. Un beso tierno y ahnelado que poco a poco dejó salir todos los sentimientos que habíamos mantenido reprimidos dentro de nuestros corazones. Un beso largo que nos unió aún más mientras permanecíamos refugiados del mundo entre la ocuridad de la noche. Nuestro primer beso. Guardamos silencio después de separar nuestras bocas y volver a tomar aire. No podía contenerme. Lo abracé con todas mis fuerzas. Lo sentía absolutamente mío. Sus manos se aferraron a mi espalda.
-Me gustas mucho, Yamapi… desde la primera vez que te vi…- Susurré en su oído. Esa risita tímida sin duda venía acompañada de esa sonrisa suya que yo tanto amaba. Se abrazó a mí con más fuerza y nos quedamos así.

A partir de ese momento supimos que siempre estaríamos juntos. Había algo demasiado fuerte e indestructuble entre nosotros. Y aún ahora. A pesar del paso del tiempo… a pesar de las personas… a pesar de las circunstancias… a pesar de todo lo que se empeña en separarnos… Nosotros seguimos juntos.
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Un poco más… (RyOkura)

 


Título: Un poco más...
Autor: Lilith
Pairing: Ryo + Okura 
Fandom: Kanjani 8
 ~Mamoritai - Okura Tadayoshi~
Tipo: One-shot
Género: Shonen-Ai, Angst, AU
To: Nat (JH)




Mi celular sonaba en alguna parte de mi habitación; anoche había llegado tan cansado que ni siquiera me había puesto la pijama para dormi, así que no me extrañó no poder recordar donde había dejado mi telefóno.

¿Quién podía estarme llamando tan temprano? Y en domingo… Mi día de anhelado descanso… ¿Domingo? ¡Ay no!

Aunque todavía estaba medio dormido salté fuera de la cama, tan apresuradamente que casi me caigo. ¿Qué hora era ya? ¿Dónde estaba el bendito celular? Nuevamente timbraba. Ahora que estaba totalmente despierto sabía que probable, sino es que seguramente, sería Tatsuya quien llamaba.

Hacía mucho que nuestras agendas no coincidían como para ir a tomar algo o salir a algún lugar, ahora que se había vuelto un compositor famoso tenía mucho más trabajo. Sí, a muchos  podría parecerles extraño, pero ese chico, con todo y su rara forma de ser, era mi mejor amigo y aún a pesar de todas las cosas que habían pasado desde que nos conocimos, el vínculo que se había formado entre nosotros nunca se había visto afectado.

Me iba a matar… Después de todo, había sido yo quien estuvo insistiendo en que debíamos vernos hoy y él había aceptado aún a pesar de todo el trabajo que tenía. En verdad que me iba a matar… si había algo que en verdad detestaba era la impuntualidad y pese a su aspecto dulce e inocente, lo cierto es que daba miedo cuando se enojaba.

¡Aquí está! En cuanto lo tuve entre mis manos le llamé.

-Okura… ¿Dónde estás? Hace más de una hora que te estoy esperando… Cuando no respondiste el telefóno me preocupé muchísimo…- Hablaba tan aprisa que se le atropellaban las palabras. -Estuve a punto de llamar a Nishikido-san…- Por su tono de voz podía saber que se había sonrojado.
-Perdóname Tatsuya… No te preocupes, ¿De acuerdo? Llego en menos de 20 minutos…- Ni siquiera habíamos colgado y yo ya estaba en la regadera. Pobre, en verdad debio estar muy preocupado para que incluso considerara el llamar a Ryo… Me lavé los dientos mientras me terminaba de bañar y me vesti tan rápido como pude. Tomé el celular y las llaves y salí corriendo.
-Ueda…- Lo vi sentado junto a la fuente donde solíamos vernos. Corrí tanto desde la avenida que cuando llegué hasta donde estaba apenas si podía respirar. -Lo siento tanto…- Estaba preparado para ser golpeado o regañado, pero no para la reacción que tuvo. Me miró con los ojos abiertos de par en par y apenas si me tuvo cerca me rodeó con fuerza con ambos brazos.
-Menos mal que estás bien…- Dijo en mi oído con un nudo en la garganta. Le devolví el abrazo. Un par de minutos después ya era el mismo Ueda de siempre.

El resto de la mañana la dedicamos a pasear por el centro comercial y a comprar cuanta cosa nos gustaba. Ir de compras con él siempre era así, sólo que a diferencia de él, yo tenía que ser más cuidadoso con mi dinero si no quería quedarme sin comida y casa para la siguiente quincena, pero igual siempre era entretenido pasar tiempo a su lado porque era alguien con quien podía hablar de todo lo que me gustaba y que me entendía. Estando con él las horas se me pasaban volando y aunque para nosotros era lo más genial del mundo, había a quienes no les parecía en lo más mínimo. Mi celular sonó.
-¿Ryo?- Se me hizo raro que me llamara ya que apenas unas horas antes habíamos estado juntos. -¿Ahora?… En Shinjuku… No… Con Ueda…- Como era de esperarse, el sólo hecho de escuchar su nombre fue suficiente para que se pusiera de malas. Pero, ¿qué le iba a hacer? La verdad es que aunque a veces era un cínido y sádico medio manipulador de sangre fría, conmigo siempre había sido realmente lindo y entregado. Cualquiera que viera al Ryo que yo amaba, juraría que no era otro que su hermano gemelo perdido; empezando por Tatsuya, su pareja y cualquiera de los de la oficina, pues él y Ueda  nunca se habían llevado muy bien… y en gran parte éso era culpa mía.

La verdad es que desde aquel entonces Ryo ha estado celoso de mi estrecha relación con Ueda, pero ¿qué derecho tenía él de reclamarme cualquier cosa después de todo lo que había vivido y compartido con Yamashita? Era simplemente egoísta de su parte, empezando por el hecho de que Ueda y yo nunca habíamos sido mas que amigos. Sus celos y su desconfianza a veces me lastimaban tanto que sentía que no lo podría soportar; y todas esas veces en las que mis lágrimas ya no podían ser contenidas, era precisamente Ueda quien me brindaba esperanza y consuelo. Cosa que sólo lograba hacer crecer el odio que Ryo sentía por él. Y en cierto modo no lo culpo, sabía cuánto lo había amado y creo que en realidad sólo teme que en algún momento Tatsuya pueda fijarse en mí y alejarme de él, pero siendo objetivos, éso no pasó entonces y mucho menos pasaría ahora.
-Lo siento Ueda… Tengo que irme…-
-No te preocupes… Él es lo más importante de tu vida, no? Entonces debes estar a su lado… Además hoy es un día especial para ambos, pero sobre todo para él, así que deja de perder el tiempo aquí conmigo y ve a verlo…-

Pese a cualquier cosa que Ryo pudiera atreverse a decir de Tatsuya, para mí era todo un ejemplo a seguir. Gracias a él había aprendido a aceptar y amar a Ryo tal y cómo era; además, de no ser por él, tal vez nunca habría conocido al amor de mi vida. Ambos sabíamos que Ryo se sentía del mismo modo, pero probablemente era su orgullo el que no le permitía aceptarlo y eran sus inseguridades las que no querían a Ueda en mi vida. Ryo jamás olvidaría el pasado, aún si fue gracias a él que ocurrió el milagro de nuestro encuentro.



3 AÑOS ANTES. Abril.


-Okura-kun… ¡Felicidades por tu graduación!-
-Senpai… Muchas gracias!… Creo que sin todo tu apoyo nunca hubiera podido lograrlo…-
-No digas esas cosas. Fue gracias a tu esfuerzo. “Sólo tú mismo eres capaz de volar tan alto como quieras…”, ¿recuerdas?-
-Senpai…-
-Oh, cierto… Tengo algo para ti…- Ueda puso la mano sobre su rostro para cerrarle los ojos al tiempo que metía la otra mano en su bolsillo para sacar el regalo que había mandado a hacer para su kohai. Rodeó su cuello para cerrar el pequeño broche de la cadena plateada y se apartó. Al sentir que su superior se había separado de él, Okura abrió los ojos para ver qué era lo que colgaba sobre su pecho.

El pequeño dije en forma de pluma, cuidadosa y delicadamente trabajado en oro blanco le arrancó una dulce y tímida sonrisa.
-¿Te gusta?… Ahora siempre tendrás contigo tus alas y podrás volar para alcanzar tus sueños…-
-Ueda-senpai… Gracias…- Sentía que moriría de felicidad en ese preciso momento. El chico del que había estado enamorado los últimos cuatro años estaba ahí frente a él con esa sonrisa suya que tante le gustaba y mirándolo a él, sólo a él. -Ueda-senpai… Yo…-
-Sí, dime… ¿Qué pasa?, Okura, ¿te sientes mal? Tu cara está un poco roja…- Al sentir su mano sobre su mejilla, un millón de sentimientos le recorrieron el cuerpo de pies a cabeza haciendo que se sintiera aún más nervioso. No era siquiera capaz de mirarlo a los ojos.
-No, estoy bien… Es que yo… yo tengo algo que decirte…-
-¡Tat-chan~!- Apenas si escuchó aquella voz, Ueda volteó de inmediato dejando a Okura con las palabras a punto de desbordársele de los labios.
-¡¿Jin?!- El chico venía acompañado por otros dos muchachos; los tres resultaban una imagen digna de ser contemplada: atractivos, bien vestidos y con un gran carisma desbordandóseles.

Llegó hasta donde estaban, puso una mano en la cintura de Ueda para acercarlo un poco contra sí y la otra en su nuca. Lo besó.
-Había estado buscándote… Con que aquí te estabas escondiendo… ¿Este es el chico del que me hablaste?- Así como sólo lo besó, lo soltó con la misma naturalidad para mirar a su acompañante. La radiante sonrisa y ese brillo en sus ojos que nunca antes le había visto, rompieron las esperanzas de Okura al tiempo que apenas lograba  entender lo que pasaba.
-Sí, él es Okura Tadayoshi… El chico al que quiero que contrates en la agencia…-
-Mucho gusto, soy Akanishi Jin y si no tienes inconveniente, me gustaría que fueras mañana a mi oficina para una entrevista de trabajo…- Le extendió su tarjeta de presentación. -Ellos son Yamashita y Nishikido, mis socios…- Los dos saludaron educadamente permaneciendo por un lado de su jefe.

Okura estaba tan confundido que constantemente pasaba la vista con disimulo de Ueda a su pareja y del piso a la tarjeta que tenía en las manos. Su punto de salvación fue el chico delgado de cabello lacio y oscuro que estaba a la izquierda de Akanishi. Ésa fue la primera vez que vio a Ryo, y de alguna manera, algo en él le había parecido fascinante.

Apenas si había logrado conciliar el sueño durante la noche. El shock provocado por haber visto así al chico del que había estado enamorado todo este tiempo había sido simplemente demasiado para su frágil corazón.

Para cuando sonó su despertador ya estaba en la cocina tomando el desayuno. Se levantó para ir hasta la recamara y apagarlo, luego entró al baño para ducharse. Ueda le había mandado un enorme mail con todos los consejos que se le habían ocurrido para impresionar a Jin. Lo leyó mas no le día mayor importancia. Debía aceptar que de no ser por la relación que su prospecto a jefe tenía con su superior, éste sería el trabajo de sus sueños. Lo sería, de no ser porque no estaba muy seguro de poder soportar verlos juntos. Aún así había decidido ir a la entrevista; de cualquier forma ganaba más de lo que podía perder.

Desde la fachada, aquel edificio desbordaba lujo y estilo. El interior, por supuesto, no dejaba nada que desear. Definitivamente éste era el tipo de lugar en el que quería trabajar. La chica de la recepción, que era una verdadera belleza, cabe mencionar, en cuanto dijo a qué venía llamó a un chico delgado que usaba un elegante traje gris oscuro.
-Uchi-san, ¿sería tan amable de llevarlo a la oficina de Akanishi-san?-
-¿Es el chico al que espera el jefe?- La chica se limitó a asentirle con una sonrisa y luego se puso a pasarle un montón de recados y papeles. Okura miró a su alrededor y de pronto se preguntó si ser excesivamente atractivo era un requisito para trabajar en la AYN Records, porque a donde quiera que mirara, tanto los chicos como las muchachas eran todos unas bellezas en toda la extensión de la palabra que encajaban perfectamente con la elegancia y el estilo de la empresa.
-¿Cómo te llamas?… Ah, por aquí…- Su voz atrajo de vuelta su atención al chico que ahora le sonreía cortesmente indicándole el camino que tomarían.
-Okura Tadayoshi…- Aunque trataba de no parecer nervioso, la verdad es que siempre había sido tímido.
-Yo soy Uchi Hiroki… Director de Arte Publicitario…- La puerta del ascensor se abrió. -Oh, Kato-san! Buenos días…- Saludó al chico que llevaba un par de cámaras y que salía cuando ellos se disponían a entrar. -Él es uno de nuestros mejores fotográfos… tal vez no te toque trabajar mucho con él pero siempre es bueno conocer a todo el equipo.-
-Sí, entiendo… En éso tienes razón Uchi-san…-
-Oh, no, por favor, deja la cortesía para con el jefe; además por lo que veo eres un año más grande que yo…- Le decía mientras cerraba el folder negro que llevaba en las manos.
-¿En verdad?, ¿entonces aún estás estudiando en la universidad?…-
-Sí, mi último año…-
-Oh, vaya,,, pareces tener bastante experiencia, cualquiera diría que hace años que trabajas aquí…-
-Algo así… Trabajo aquí desde que iba al instituto…. Creo que nadie se hubiera imaginado que el chico de los recados terminaría siendo Director de algún departamento…- lo miró seriamente pero de inmediato echó a reír haciendo que Okura riera también.

Caminaron por un pasillo largo hasta un amplio lobby. El lugar era precioso, con todo el lujoso decorado en blanco, negro y roho, colores predominantes por todas partes en el edificio.
-Buenos días Takada-san, ¿podrías decirle a Akanishi-san que ya llegó la persona a la que espera?-
-Sí, enseguida…- Era la chica más bella que había hasta ése momento. Tras hacer una llamada, seguramente a Jin, se levantó y con un suave movimiento de su mano les indicó que la siguieran; la puerta doble de madera estaba a un par de metros. Tocó delicadamente y les abrió.
-¡Oh, Okura-kun, buenos días!… Uchi, Ryo te estaba buscando, en este momento debe estar en tu oficina…-
-Ok, con permiso…- Salió junto con la chica que cerró la puerta tras de sí. Okura estaba nervioso, pero más que por la entrevista por el recuerdo de aquel beso entre el sujeto que veía y Ueda.
-Toma asiento…- Apagó el cigarrillo y abrió la ventana que tenía detrás de sí para que se fuera el olor. -No se lo digas a Tatsuya, odia que fume, pero me ayuda a relajarme, tú sabes, el estrés y las presiones…- Había algo en él, en su forma de hablar, en su lenguaje corporal, que lo hacía diabólicamente seductor. Okura no pudo más que encogerse de hombros ante su petición. No le agradaba el hecho de que le ocultara cosas a Ueda, pero lo que pasara entre ellos realmente no era su problema.

Alguien llamó suavemente a la puerta antes de abrirla. Yamashita entró acompañado de un chico tan atractivo como él aunque de mayor edad. Se sentaron en el sillón frente a Okura. Jin se les unió y dio inicio a las presentaciones.
-Takizawa, gracias por venir. Él es Okura Tadayoshi, nuestro candidato al puesto de Asistente de Director Creativo…- Okura no pudo evitar abrir desmesuradamente los ojos al escuchar por primera vez el nombre de la vacante que se suponía que ocuparía. Hasta ese instante creía que empezaría desde abajo como había hecho Uchi pero no parecía ser el plan de Jin. -Takizawa es el Presidente de la agencia de Talentos que trabaja con nosotros; a Yamashita ya lo conoces, es el Director de Relaciones Públicas y Nishikido, que no dene tardar en llegar, es el Director Creativo. Nosotros cuatro somos los pilares de la empresa, así que la decisión de contratarte no dependerá sólo de mí, ¿estás de acuerdo?-
-Sí, lo entiendo perfectamente…- Los nervios desaparecieron cuando dejo de estar a solas con Akanishi. Por alguna razón empezaba a agradarle cada vez más la idea de trabajar ahí, tal vez fue bastante alentador y tranquilizante el escuchar que no trabajaría directamente para él.

La puerta se abrió y Nishikido entró disculpándose con una sonrisa encantadora por su retraso. Esa dulce expresión en su rostro le resultó adorable. De algún modo le dio la impresión de que Ryo eran en verdad un chico verdaderamente sensible. El recién llegado clavó su mirada directo en sus ojos que lo miraban y luego se sentó a su lado. Ambos se sonreían por vez primera.

Al terminar la entrevista, Akanishi se puso de pie y llamó a Uchi por telefóno. Estaban despidiéndose cuando llegó, por lo que entendió que estaba ahí para acompañarlo de regreso. Era una educada manera de decirle que ya se podía ir, por lo que no le molestó.

Una semana más tarde, cuando creía que obviamente no tenía lo necesario como para trabajar entre tanta gente bella, recibio por fin la llamada para notificarle que el puesto era suyo y que debía presentarse a trabajar el lunes.

Y aunque lo primero que pensó fue en llamar a Ueda para darle la noticia, el sólo recordar aquel beso con su ahora jefe, lo frenó por completo haciendo que desechara la idea tan pronto como se le ocurrió. Al final terminó caminando solo. Estaba en plena avenida cuando comenzó a llover.
-No deberías estar caminando bajo la lluvia… No querrás presentarte enfermo a tu primer día de trabajo, ¿Verdad?- Reconoció la voz de inmediato. De nueva cuenta había una sonrisa en su rostro, pero esta vez era una expresión completamente diferente.
-Nishikido-san…- Notó de pronto que no podía seguir mirándolo a los ojos. La forma en que lo miraba lo hizo sonrojarse.
-Oh no, por favor… Fuera de la oficina llámame por mi nombre, ¿quieres?- El gesto de incomprensión en la carita mojada  de Okura le arrancó una carcajada. -Oh, vamos, a partir del lunes serás mi asistente y tendremos que pasar mucho, pero mucho tiempo juntos, es parte del trabajo el llevarnos bien, no?- Okura lo pensó un poco y luego asintió no muy convencido. -¿Vas a tu casa? ¿Te llevo?… En verdad no quieres enfermarte trabajando para Jin, podrías decir que a partir de ahora tendrás prohibido enfermarte.- La forma en que lo dijo le resultó graciosa, así que no pudo evitar reírse. -Vamos, sube…- Se estiró hacia un lado y le abrió la puerta. Terminó subiendo al auto aunque no estaba muy seguro de querer hacerlo, él tenía un punto a su favor: si seguía mojándose con ese frío terminaría enfermo y no quería éso.

Okura habló poco durante todo el camino. Nishikido en cambio, hablaba hasta por los codos, preguntando cosas constantemente, que, para suerte de su acompañante, no requerían más que de un “sí” o un “no” como respuesta.

Por fin se había detenido frente al edificio de tres pisos de color blanco donde vivía Okura desde que se mudó de Osaka. Se disponía a abrir la puerta para dar las gracias y despedirse, pero para su total sorpresa, en ese mismo instante, Nishikido bajó a toda prisa y rodeó el coche cubriéndose de la lluvia con un paraguas, le abrió la puerta y le acercó un poco la sombrilla para que saliera, cosa que hizo aún cuando se sentía un poco confundido.
-Odio el temporal de lluvias, aunque debo confesar que me gusta mucho más que la temporada de tifones…- Su forma de hablar era chistosa así que lo hizo sonreír de nuevo.
-A mí no me desagrada realmente, aunque tampoco es mi época favorita del año…- Llegaron hasta las escaleras.
-Bueno, supongo que nos veremos pronto…- Ryo sacó un elegante pañuelo de su bolsillo y se quitó las gotas de agua que había logrado llegar hasta su cabello y saco.
-Muchas gracias por todo…- Tadayoshi le dedicó una de sus mejores sonrisas. y aunque Ryo no parecía que fuera a moverse de ahí, al final volvió a abrir la sombrilla y subió a su auto, perdiendósele de vista al doblar en la esquina.

El sábado pasó más lento de lo que se hubiera imagino. Aunque se sorprendió bastante con su llegada, la verdad es que la visita de Ueda le alegró totalmente el díz. No le extrañó para nada escuchar que fue Akanishi quien le dio la noticia, lo que le pareció raro fue el reproche con que vino acompañado el comentario. Pero igual no le quizo dar mucha importancia ya que al poco rato volvio a ser el mismo Ueda de siempre.

El domingo por el contrario, transcurrió más rápido de lo que hubiera querido. Y cuando menos se lo esperó, abrió los ojos y ya era hora de levantarse y comenzar un día en su nueva vida.

Todo en la empresa se veía igual que la última vez que había estado ahí. En la recepción estaba esperándolo Uchi, cuando se acercó hasta donde estaba se dio cuenta de que estaba con alguien más, aunque era menudito y se veía un tanto aniñado, resultaba atractivamente encantador. Al principio creyó que no era más que un mensajero, dejándose llevar por su apariencia confuncidéndolo con un chico de preparatoria, pero luego notó el gaffete que colgaba sobre su corbata con el título de “Director de Proyectos” debajo de su fotografía y nombre.
-¡Okura, buenos días!- Le agradó ver que le alegraba volverlo a ver.
-Buenos días Uchi… san…- No quería parecer igualado, así que se dirigió a él con cortesía y le devolvió la sonrisa.
-Ah mira, él es Kamenashi Kazuya… nuestro Director de Proyectos, estarás trabajando con él y su equipo. Akanishi debe haber visto mucho potencial en ti, es la primera vez que pone a trabajar a Kamenashi-san con Ryo…- Algo en la forma en que dijo aquello le dejó en claro que Kame no era su persona favorita y que con Nishikido era completamente lo opuesto. De inmediato consideró que era preferible no mencionar siquiera su encuentró con él del viernes.
-Kamenashi-san, mucho gusto, mi nombre es Okura Tadayoshi, estaré esperando ansiosamente trabajar son usted…- Tras escuchar que alguien que pasaba lo llamaba “Kame”, pensó que probablemente era el mismo Kame al que Ueda consideraba su mejor amigo.
-¡Oh vaya! Ueda habla mucho de ti… Pero no me hables de usted, por favor, me haría snetir raro…-
-De acuerdo… Sí, Ueda-senpai también habla mucho de ti…-
-Chicos, ya tendrán tiempo más tarde de ponerse al tanto, será mejor que vayamos a la oficina de Ryo antes de que se ponga de malas y comiencen a rodar cabezas…- Los tres echaron a reír por la cara que había hecho Uchi y caminaron al ascensor para ir a la sala de juntas que estaba al lado de la oficina.
-¡Oh! ¡Vaya! Miren lo que tenemos aquí, que buena manera de empezar la semana… Tomen asiento…- no había que ser un genio para darse cuenta de que estaba siendo sarcástico. Al haber sido Kame el único que no se rió, pudo deducir que lo había dicho por él y se preguntó por qué a Ryo no le caía bien un chico tan educado y carismático como Kamenashi, pero igual no le dio mayor importancia.
-De acuerdo, empecemos de una vez si es que queremos salir a comer a tiempo. Él es Okura Tadayoshi, mi asistemte a partir de hoy y jefe inmediato para muchos de ustedes…- Era raro verlo actuar con tanta seriedad y autoritarismo. Se volteó hacía él. -Te presentaré al equipo con el que estarás trabajando por los próximos 10 o 12 meses…-  Le puso la mano en el hombro. -A Hiroki ya lo conoces, es el encargado del departamento de Arte Publicitario; con él trabajan Kato Shigeaki, nuestro mejor fotográfo y Masuda Takahisa y Kusano Hironori, los diseñadores gráficos. Por el otro lado, ya conociste a Kamenashi, el director de proyectos; su equipo: Koyama Keiichiro y Tegoshi Yuya, encargados de imagen y vestuario; Taguchi Junnosuke, el coreográfo; Tanaka Koki y Ueda Tatsuya, que como verás, o mejor dicho no verás, rara vez está aquí en la oficina, son los escritores y compositores; y Nakamaru Yuichi, el ingeniero de audio… Bien, creo que con ésto estamos listos para trabajar. Jin tiene altas espectativas en nosotros, será mejor que se las superemos con creces, ¿entendido?- Si bien había sido una orden directa, nadie pareció haberla sentido como tal, pues la sonrisa con la que se los había dicho suavizó la intención. Aún así, todos asintieron de lo más felices como si se tratara más de una oportunidad que de un reto. Una oportunidad de mostrar su potencial.

Okura miraba otra vez al grupo que tenía frente a él. Comenzó a preguntarse cuánto tiempo duraría en el puesto, de nuevo tenía ese pensamiento en su cabeza: “todos son un grupo de ikemen, ¿qué hago yo aquí?”

Después de las presentaciones, Nishikido les explicó en qué consistiría el proyecto que tenían que desarrollar: el debut del nuevo grupo de pop de la AYN Records.

Habían comenzado su relación de trabajo entre los aparentes triángulos amorosos de su jefe y sus drásticos cambios de humor y personalidad que parecían desquiciar a medio oficina más una vez al día. Y auqneue no era parte de sus planes, terminó viéndose envuelto en el caos de apellido Nishikido. Cuando menos se lo esperó, ya se lo había tenido que llevar perdido de ebrio a su propio departamento en un par de ocasiones, ya que no sabía dónde vivía y no lo dejaría a su suerte en ese estado; Okura no entendía del todo el por qué se dejaba llevar por Akanishi como para terminar en ese estado pero sabía que con seguridad tenían mucho que ver sus “encuentros casuales” tanto con Uchi como con Yamashita.

Llegados a ese punto, ya había visto muchas facetas de Ryo que nunca se imaginó que pudiera tener. A tres meses de conocerlo había podido ver por debajo de esa cubierta llena de espinas al verdadero Nishikido Ryo; y aunque no era su más mínima intención, empezaba a verlo como una persona diferente, una persona con la que le gustaba estar y con quien podía ser sincero… Una persona muy parecida y, al mismo tiempo, muy diferente a su primer amor.

No pasó mucho para que se diera cuenta de que le gustaba Ueda. No lo culpó ni le recriminó nada, ¿quién era él para hacerlo?, después de todo, lo entendía, él mismo estaba aferrado a Yamashita aún cuando estaba con Kamenashi. La única diferencia y que era justo lo que lo volvía peligroso y hacía que se preocupara por él, era que Ueda estaba con Jin y quién sabe cómo podría reaccionar si se enteraba. Akanishi no era como la persona más predecible del planeta.

Sin embargo, Ryo había guardado bien su secreto. Okura en verdad quería este trabajo y estaba esforzándose con todas sus fuerzas en dejar a Ueda en el pasado, desde el primer momento entendió que no podían ser algo más; y pese a que ni él mismo lo creía, con el paso de los meses había empezado a verlo más y más como sólo un amigo, incluso se habían vuelto más cercanos y  eran capaces de disfrutar más de su compañía.

Al mismo tiempo su relación con Ryo se había vuelto más estrecha y hasta había llegado a tomarle gran cariño. En muchas ocasiones le había sorprendido y enternecido su preocupación  cuando estaba triste o angustiado, tenía un modo raro pero lindo de demostrarle aprecio y prodigarle cuidados, como cuando se sentía mal o la vez que cayó enfermo.

A medida que iba sacando a Ueda de su corazón alguien más había comenzado a abrirse camino hasta alcanzarlo. Pero si bien su primer amor nunca sería correspondido y se había convertido en una espina que le había herido mucho el corazón, su segundo amor parecía tener incluso un peor destino… Aunque el chico era lindo y entregado, el parecer había sido muy lastimado en el pasado y la coraza que se había construido para protegerse tal vez nunca le permitiría llegar hasta su corazón.

Okura se sentía tan miserable que incluso consideró el alejarse de todo y de todos y buscar un lugar dónde comenzar de nuedo. Pero así como la idea se formaba dentro de su cabeza, evocar su sonrisa la esfumaba en un segundo. Siendo incapaz de hacer algo, no tuvo más remedio que continuar con la vida que había estado llevando los últimos ocho meses. Una vida con ellos y sin ellos.

Al menos había algo bueno en todo esto, había logrado hacer bueno amigos. Ueda le había presentado a la gente con la que Koki, Nakamaru y él trabajaban en el estudio de grabación. Después de unas semanas ya salía a menudo con Ueda y Kitayama, cosa que por alguna razón no parecía hacerle mucha gracia a Ryo.
-No me parece conveniente que salgas tanto con Ueda…- Había dicho en más de una ocasión.
-No te preocupes. Ahora sólo somos buenos amigos. Además tambíen irá Hiromitsu…- Era la respuesta de siempre que en vez de calmar a su jefe lo enojaba aún más, al grado de hacerlo salir del lugar para no terminar discutiendo.

Navidad cada vez estaba más cerca. Lo mismo que la fecha del debut. Todo el trabajo marchaba de acuerdo a lo planeado, así que no había necesidad de estresarse y ponerse como locos. Casi todo lo que quedaba por hacerse era trabajo de Yamashita y el equipo de mercadotecnia a cargo de Yokoyama Yuu y Subaru Shibutani, con quienes salía a menudo pues eran amigos cercanos de Nishikido. A no ser por Uchi, el resto del equipo se pudo tomar un descanso después de los primeros seis meses de trabajo a marchas forzadas.

Ahora los preparativos que se hacían eran sólo para la fiesta de Navidad que daría la empresa; este año le había tocado al Equipo creativo desarrollarla, por lo que todo el mundo tenía altas espectativas en el evento. A menudo, las sesiones de planificación se prolongaban hasta después del trabajo y ya se había vuelto común terminar en casa de Ryo o de Kame hasta la una de la mañana.

Fuera en casa de cualquiera de los dos, no fue raro que terminaran más ebrios que otra cosa, Okura se dio cuenta de que ésa era la única manera de que se ese par pudiera tolerarse. Además nadie parecía molesto con el hecho de que el Señor Alcohol se volviera un miembro habitual del grupo; aún cuando no todos bebían, la mayoría eran más agradables con un par de tragos encima que tenerlos que aguantar toda la noche quejándose por tenet que estar ahí fuera de horas laborales y con todo el estres acumulado del día.

Y aunque Okura prefería evitar discuciones, siempre disfrutaba viendo y escuchando los desfiguros que luego solían amenizar las reuniones, aparte de que era el más emocionado con todo ésto de la fiesta, después de todo, sería su primer año celebrando Navidad después de mucho tiempo.

Por desición unánime, él y Ueda habían sido designados para elegir y comprar el pastel perfecto para la fiesta; Masu y Ryo estarían a cargo del menú para la cena; Kame y Uchi serían responsables de las bebidas; Koyama y Tegoshi se encargarían de la decoración; el resto del equipo tenían la obligación de ayudarles.

Nishikido no estaba para nada feliz con la delegación del trabajo pero no pudo hacer nada para salirse con la suya.

Los copos de nieve habían comenzado a caer por fin en la bulliciosa y colorida ciudad. Ueda y Okura caminaban por las calles de Tokio cuando la nieve comenzó a cubrirlo todo en medio de la noche. No tenían mucho tiempo, Akanishi pasaría a recoger a Ueda para ir a cenar, pues era su aniversario y de por si no estaba muy feliz con el hecho de haberse tenido que quedar en la oficina por trabajo.

Pero mientras se hacían las diez, ellos caminaban tranquilamente hacia la próxima pastelería. Los últimos tres días se la habían pasado comiendo pastel hasta hartarse y si bien habían probado varios postres que les gustaron, aún no habían encontrado el ideal.

Después de haber probado más de ocho pasteles diferentes, ahora caminaban rumbo a la avenida donde Akanishi y Ueda se habían quedado de ver. Tadayoshi llevaba en la mano una cajita con los dos pasteles que más les haían gustado. Ryo y Masu querían darles el visto bueno antes de decidir.

La gente se amontonaba aquí y allá en medio de sus compras desesperadas de última hora llenando el aire con un bullicio ininteligible a tavés del cual apenas si escuchaba lo que se decían. Sin embargo pudo reconocer de inmediato la voz de Nishikido. ¿Estaba discutiendo con alguien? ¿Estaba molesto? ¿Frustrado? Trató de localizalo por sobre la muchedumbre sin mucho éxito. Ni siquiera le importó lo que le dijo su amigo antes de que se despidiera de él y subiera al auto de su novio.

Se dio la vuelta y caminó lentamente siguiendo el sonido. ¿Estaba llorando? Llegó hasta la esquina. Vio su auto estacionado ahí. Se disponía a hablarle cuando su reacción lo detuvo. Lanzó su telefóno celular al piso en un arrebato más de dolor que de ira. Tadayoshi se quedó inmóvil sin saber qué o qué decir cuando lo vio girarse para volver a su auto. Apenas si podía reconocerlo por debajo de esa expresión extraña que tenía en el rostro. Lo miró sólo un instante antes de bajar la mirada avergonzado. Sabía que tenía que decir algo porque de lo contrario su cuerpo terminaría reaccionando más rápido.
-Oh, que coincidencia… Justo estaba pensando en ti…- Levantó la mirada del piso al escuchar su voz, clavándola directamente en sus ojos se acercó a grandes pasos hacia él de un modo casi amenazador. Estaba seguro de que o le iba a gritar por meterse en sus asuntos o le iba a pegar para desquitar lo que tenía. -…estaba a punto de llamarte para…- Sus palabras se perdieron entre el frío, las luces y ese abrazo que ahora le robaba la respiración preguntándose cómo fue que habían terminado las cosas así.
-Déjame estar así un segundo… por favor…- Su voz se escuchaba ahogada, probablemente debido al llanto contenido. Sentirlo tan frágil estando contra su pecho aferrándose con ambas manos a su chamarra, hizo despertar en Okura el dese que quererlo proteger por siempre. Levantó despacio los brazos, como no estando muy seguro de lo que hacía, y lo abrazó estrechándolo un poco más contra su cuerpo cuando lo sintió sollozar. Apoyó suavemente la mejilla contra su oreja.
-Todo el tiempo que quieras…- Fue como si hubiera estado esperando escuchar éso para que sus lágrimas comenzaran a rodar.

A lo lejos el repicar de las campanas anunciaba la media noche cuando Ryo por fin se soltó y se hizo a un lado para limpiarse las lágrimas. Tadayoshi lo miraba un tanto confundido y angustiado. ¿Qué haría con respecto a él a partir de este momento? ¿Se alejaría de él?¿Lo alejaría de su lado? Comenzó a sentirse asustado. No quería que las cosas entre ellos cambiaran si no iba a ser para algo mejor.
-Oh, lo siento… ¿qué me estabas diciendo?- Si no fuera por lo irritados y cansados que se veían sus ojos hubiera podido venderle fácilmente aquella sonrisa.
-Ryo… No te fuerces… por favor… Vamos, te llevaré a casa…- Se acercó hasta él y metió la mano en el bolsillo del saco, que era donde solía llevar las llaves, pero lo encontró vacío. Esta vez su sonris no fue forzada mientras le señalaba el interior del aunto donde aún estaban las llavez.
-Me dijiste que no hablara por telefóno mientras conducía, no?- Ante su cinismo, Okura le lanzó una mirada asesina.
-Lo cual no implicaba que hicieras algo tan estúpido como dejarlas ahí, ¿qué hubiera pasado si en vez de mí, te hubieras topado con algún delincuente?- Nishikido estalló a carcajadas.
-Tadayoshi, eres demasiado dramático; anda, está bien, te dejare llevarme a casa…- Rodeó el auto y se sentó en el lugar del copiloto. Okura lo siguió con la mirad, movió la cabeza a modo de desaprobación ante el comportamiento tan despreocupado de su jefe y luego subió al carro; aunque a veces lo sacara de quicio, no quería dejarlo solo esta vez, definitivamente no dormiría si lo dejaba conducir en ese estado hasta su casa.
-Toma…- Le dio la cajita color vino con lazo dorado. -Asegúrate de que lleguen sanos y slavos a tu casa, de acuerdo?…- Se abrochó el cinturón, hizo el asiento un poco hacia atrás y se puso en marcha.

El camino ya le resultaba por demás conocido. Inclusive se sabía un par de atajos que Ryo ni siquiera conocía. Esa noche, sin embargo, tomó el camino largo. Por primera vez no era acosado por las preguntas intermibables de Nishikido… Se había quedado profundamente dormido sujetando la cajita sobre sus piernas con ambas manos. Y aunque inevitablemente llegó hasta su casa, prefirió dejarlo descansar un poco más; así que sólo le reclinó el asiento  y bajó un poco el volumen de la música. Era la primera vez que lo veía tan cansado. Simplemente no fue capaz de despertarlo.

Tadayoshi comenzaba a quedarse dormido también apoyado contra el cristal de la ventana después de un par de horas de haber estado en silencio contemplándolo dormir.
-¿Dónde estamos…?- Su voz adormilada le pareció encantadora. Le devolvió la cajita.
-Afuera de tu casa… ¿te sientes mejor?- Se apresuró a preguntarle al ver que abría la puerta para bajarse.
-Supongo que lo estaré… Pasa…- Respondió mientras bajaba sus cosas del asiento trasero.
-Será mejor que me vaya a casa… son… las tres… ¿de la mañana?…- Se asustó al corroborar en su celular la hora.
-Mmm… No, quédate… Por favor…- Algo en el modo en que escuchó su voz al decir las últimas dos palabras, le impidió decirle que no aún cuando su cerebro le ordenaba a gritos que lo hiciera.

Como siempre su casa estaba demasiado ordenada. Cosa que le gustaba mucho a Okura de él. Ryo entró quitándose el saco y la corbata, dejándolos en el respaldo del sillón más cercano. Se desabotonó la camisa de camino a la habitación. Lo perdió de vista justo en el momento en que se la quitaba. Okura respiró aliviado. Ya había tenido muchas emociones fuertes por un día.
-Ponte cómodo… No me tardo…- Casi se le sale el corazón cuando lo vio pasar al baño con nada más que una toalla azul alrededor de la cintura.

Si bien no lo había considerado, sus piernas lo obligaron a sentarse para no caer al piso. Apoyó la cabeza en el respaldo del sofá. ¿Qué estaba haciendo ahí? No quería volverse su premio de consolación. Lo que sentía por él no daba para éso. No estaba ni preparado ni dispuesto para ser plato de segunda mesa. ¿Se enojaría mucho si se iba sólo así? ¿Éste era el único modo en que Ryo lo veía como parte de su vida?

Asustado… Confundido… Enojado… Dolido… Ilusionado… ¿Cómo podía sentir tantas cosas al mismo tiempo?

Cerró los ojos suplicando porque las lágrimas se quedaran donde estaban, esperando despertar o quedarse dormido. No supo cuánto tiempo transcurrió, de pronto notó que el silencio se había vuelto absoluto.
-¿Tadayoshi…?- Sintió su cálido tacto  sobre su mejilla. Las malditas se habían logrado escapar y aunque no quería hacerlo, abrío los ojos al escuchar que lo llamaba.
-Oh, perdón…- Se esforzó en tratar de firngir una sonrisa que alejra esa angustia de su cara. -Creo que estaba soñando algo raro… Yo est…- Le puso el dedo índice sobre los labrios mirándolo directo a los ojos.

Llevaba un pantalón de franela a cuadros en varios tonos de gris y una camiseta sin mangas color blanco. Su cabello lacio, oscuro y húmedo enmarcaba y resaltaba prefectamente las facciones de su cara.
-No te atrevas… Eres la única persona en este mundo que jamás me ha mentido…- Lo veía con una mezcla de angustia y suplica. Tadayoshi se quedó callado y bajó la mirada. Algo en su brazo le llamó la atención.
-¿Qué te pasó?…- Le tomó la muñeca para examinar el moretón. -¿Quién te hizo ésto?…- Resultaba más que obvio que no había sido producto de un golpe accidental. Ryo se safó intentando ocultar la marca con la otra mano.
-No fue nada… A veces las cosas no acaban del modo en que uno espera…- Se levantó bruscamente del sillón. -…probemos su trofeo de hoy, la verdad es qu…- Tadayoshi no podía entender el por qué se forzaba tanto a guardarse todo ese dolor para él mismo. Al ver que nuevamente de disponía a huir, algo en su cabeza lo obligó a reaccionar. Se levantó y dio un largo paso hasta alcanzarlo y lo rodeó con ambos brazos.
-No lo hagas Ryo… no estás solo… no tiene por qué soportar todo tú solo… déjame estar ahí para ti…- En algún lugar dentro de su corazón, algo dolía mucho. Nishikido estaba inmóvil, se sabía culpable de aquellas silenciosas lágrimas.
-Tadayoshi…- Sus palabras tocaron profundamente un lugar que hbía permanecido oculto y olvidado por demasiado tiempo. Se sentía condenadamente bien estar entre sus brazos. Aferró el brazo de Okura con su mano. Aunque no llegaba a entender muy bien la razón, sabía que no quería perder la reconfortante y cálida sensación que este chico le transmitía.

Simplemente le apeteció hacerlo.

Se dio la vuelta y puso sus manos sobre aquellas húmedas y sonrojadas mejillas.
-Tadayoshi… mírame…- El tenue rubor desapreció en cuanto escuchó su vos. Ryo notó que se había estremecido un poco. Okura estaba aterrado. Éso que había estado manteniendo en secreto todos estos meses, se había escapado de la nada con tanta facilidad. El temor de su reacción era peor de lo que se había imaginado.
-Te lo suplico… mírame…- Era la primera vez que le escuchaba ese tono de voz tan dulce. Se moría de miedo pero abrió los ojos. Nada en su rostro se acercaba ni un poco a la expresión que tantas veces había pensado. -Lo que dijiste antes…- Quería volver a cerrar los ojos y salir de ahí a toda prisa, pero no podía, Ryo se puso de puntitas para mirarlo a los ojos. -…¿es verdad?… ¿es lo que sientes por mí?…- Parecía que su voz había sido la única que lograra escapar. Reunió todo el valor que pudo en ese momento y asintió tímidamente. -…¿en verdad?- Estaba un poco confundido ante su insistente incredulidad. Volvió a asentir. -…¿en serio quieres estar conmigo?- La pregunta le provocó un vuelco en el corazón, que ya de por sí, parecía encarrerado en perseguir a su voz a donde quiera que se hubiera ido. Le asintió por tercera vez. Su repentino silencio incrementó sus miedos, por primera vez anhelaba su lluvia de preguntas.
-¿No debería…?- Por fin logró que sus pensamientos se hicieran escuchar. Ryo le sonrió con toda la ternura del mundo.
-No es éso… perdón… me cuesta un poco creer que alguien se pueda enamorar de alguien como yo… Sobre todo tú…- Se sonrojó al decir lo último. Okura sintió como sus manos se ponían frías sobre su rostro.
-Pero yo…- Estaba dispuesto a confesarse otra vez de ser necesario. Mientras le quedaran en claro sus sentimientos, no importaba lo que tuviera que hacer.
-No digas nada… espera…- Suspiró y respiró. -…Pero precisamente el hecho de que seas tú, me hace la persona más feliz del mundo…- Sin ser brusco lo atrajo un poco hacia él y lo besó.

¿Cuánto tiempo duró ese primer beso? ¿Cómo si a alguno de los dos les hubiera interesado en algún segundo? Después del primero hubo un segundo y un tercero; apenas si tomaban separarse un breve instante para tomar aire antes de volver a embriagarse entre sus labios.

Naturalmente, los tiernos besos dieron paso a los apasionados; y aún cuando los dos se morían por continuar, decidieron detenerse.

Trataban de recuperar el aliento. Ryo estaba de frente a Tadayoshi, que estaba sentado en el sillón con la camisa a medio desabotonar, llenándole la cara de besos mientras le acariciaba el rostro y jugaba con su cabello.
-Tendrás que confiar en mí y dejar que te lleve de la mano en esto… nunca antes había hecho algo como ésto, verdad?… no quiero ir más rápido de lo que quieras y debas avanzar…- Se inclinó sobre él y le besó la frente, luego el labio inferior y terminó besándole el labio superior. -Quiero que ames cada recuerdo de mí…- Besó sus labios una vez más y continuó con sus mejillas hasta llegar a sus orejas. -Quiero que ames cada segundo conmigo…- Le susurró al oído.
-Ryo…- Para su total sorpresa, él era justo cómo Okura imaginó cuando se enamoró de él. Un chico dulce y lindo atrapado dentro de una coraza llena de espinas.
-Quiero que estés conmigo y proteger cada pequeño detalle que te hace ser tú…- Pasó suavemente los dedos por su cabello para dejarlo detrás de sus orejas mientras lo miraba lleno de fascinación.

Tadayoshi le rodeó la espalda con ambos brazos y lo atrajó contra sí estrechándolo como si quisiera que se volvieran uno con ese abrazo. Nichikido se dejó envolver por el desbordante sentimiento que le prodigaba.
-Te amo…- Susurró tímidamente en su oído. -… desde hace mucho tiempo…- Ryo de pronto sintió que no existía nada más perfecto que ese instante. Sonrió.
-Es bueno saber que no era el único que se sentía de este modo…- Dijo en un tono de complicidad. Lo dejó sin palabras. Con el corazón a punto de desbocársele.

Aquella fue le primera noche que se quedó a dormir en su casa. Simplemente dormir a su lado, acurrucado contra la calidez de su piel, arruyado por el sonido de sus melódicos latidos, envuelto por el olor de su cabello, sinitiendo su tibia y tranquila respiración mientras dormía. Y Ryo se quedó contemplándolo un par de horas… Pensando… Sintiendo… Viviendo… Feliz… ¿Así era como se sentía la felicidad? Las lágrimas comenzaron a nublarle la vista pero no le borraron la sonrisa que decoraba sus labios.
-No cometeré contigo los errores que hicieron conmigo… no dejaré que Yamapi se siga robando mi vida… ahora ni mi cuerpo ni mi corazón le pertenecen… No supe en qué momento pasó pero, cuando menos le pensé, ya te pertenecían a ti…- Besó tiernamente su frente, Okura se rebulló entre sus brazos. Lo hizo sonreír de nuevo. Apartó de su vista el moretó que la mano de Yamashita le había dejado tras su última discusión. -Quiero protegerte de cada herida que me provocaron… Quiero que seas siempre feliz… Conmigo o sin mí…- Se entregó al sueño que había vuelto a hacerlo presa del cansancia, que por cursi que pudiera parecer, no era tanto como los días anteriores.


No sé por qué pero el camino hasta su casa me pareció increíblemente largo. La verdad es que no tenía ganas de escuchar reclamos o falsas acusaciones de su parte el día de hoy. Cerré el libro de mis recuerdos cuando llegué a la estación que tenía por destino. Me hubiera gustado pasar más tiempo con Ueda, pero si algo había aprendido de su relación con Akanishi-san, era que había que estar dispuesto a cualquier cosa por la persona que amada; criterio que nunca había encajado muy bien con muchas personas de la oficina.

Aunque caminaba a paso lento, cuando menos pensé ya había llegado a la puerta. La puesta de sol era hermosa. Me recordó una de tiempo atrás cuando despertamos juntos en mi casa por vez primera. ¿Aún recordaría él esa tarde? ¿Ese cielo multicolor en el que nos perdimos mientras nos amábamos?

Todas las luces estaban apagadas cuando eentré y aún cuando intenté encenderlas, no pude; aparentemente no había luz o un corto había fundido los fusibles. Daba igual, ya lo arreglaría Ryo-chan más tarde.

Caminé con cuidado a travás de la sala valiéndome de la tenue luz azulada que irradiaba mi celular. Llegué hasta la puerta de la habitación. No parecía haber señales de él por ningún lado.

La luz del sol desapareció por completo un par de minutos después, y aún cuando ya me había resignado a esperarlo a escuras, la luz de la luna se coló por la ventana llenando el cuarto con un agradable todo azulado. Entonces las vi. Al principio me extraño que hubiera dejado tanto tiradero por todos lados porque él no era del tipo desordenado, pero al mirar bien de cerca me di cuenta de que todo lo que estaba esparcido sobre la cama y el piso no eran más que viejas fotografías.

Decenas y decenas de pequeños fragmentos de escenas de nuestras vidas, memorias compartidas con todas las personas cuyos rostros veía en ellas. ¿Qué estaban haciendo ahí? Ryo no era del tipo que tenían albúms o fotografías enmarcadas por aquí y por allá, no por nada las fotos seguían acumulándose dentro de la caja que tenía frente a mí.

Al ver las que estaban dispersas sobre el edredón, me di cuenta de que todas formaban parte del mismo capítulo… Y de pronto me pregunté por qué estaba Ryo-chan recordando cosas que siempre dijo querer olvidar…




3 AÑOS ANTES. Diciembre.

La blanca nieve amontonada en el paisaje le confería cierta atmóferma de calidez a la escena. A pesar del tremendo frío que hacía en la ciudad, ellos sólo eran conscientes de la temperatura de sus cuerpos. Llevaban saliendo las últimas dos semanas pero parecían una pareja de años. Aunque al principio había sido Nishikido quien decidió mantenerlo todo en secreto, fue él mismo quien terminó gritándolo a los cuatro vientos estando en el pasillo mientras discutía sobre mil y un cosas con Yamshita; quien aún a pesar de tener años saliendo con Kamenashi, se había atrevido a jugar con sus sentimientos los últimos dos años y medio. Para él, Ryo no era más que un juguete en caso de que su novio estuviera “ocupado”, y aunque la relación de esos dos le parecía bastante malsana, no pudo evitar quedar atrapado en medio de la telaraña, porque cuando menos pensó ya estaba completamente enamorado de su mejor amigo de la universidad.

Los últimos dos meses, Ryo había estado tratando de terminar definitivamente su “relación”, pero Yamshita se negaba a aceptar el hecho de que su eterno enamorado se había enamorado de alguien más, por lo que sus charlas cada vez se volvieron discusiones más violentas.
-¡Yamapi, entiéndelo! ¡Esto no es amor! Llámalo deseo, atracción, codependencia, lastima si quieres… pero ambos sabemos que no es amor… y yo ya no lo necesito. Creo que por primera vez encontré lo que estaba buscando. Y ahora entiendo que nunca lo hubiera encontrado contigo…- Le dolía ver toda esa sinceridad reflejada en sus ojos.
-¡Cállate Ryo-chan!… No estoy seguro de querer escuchar estas cosas viniendo de tu boca… Sólo cállate, si? Voy a hacer de cuenta que no dijiste nada, ok?… Y sigamos como estábamos hasta ahora…- Se acercó y le besó el cuello acariciándole el pecho, pero al igual que otras veces, ni siquiera disfrutó de aquel gesto, pero por primera vez se apartó sin más dejándo al otro confundido.
-Ya no seguiré con tu juego Yamapi…- Hizo a un lado su mano y tomó su mochila que estaba sobre la cajuela del auto de Yamashita para dirigirse al suyo, que estaba un par de metros adelante.
-¡Ryo!¿Qué crees que haces?- Lo tomó con fuerza del brazo y lo jaló de regreso. -¡Sube! Pensemos  en ésto con calma, quieres?- Abrió la puerta del copiloto y lo empujó dentro. Se apresuró a subir.

Ryo tenía una mueca de dolor mientras se sujetaba el antebrazo. Yamashita permanecía inmóvil, como si estuviera pensando en todo y en nada al mismo tiempo.
-No podemos seguir así Yamapi… ¿por qué te estás aferrando a mí? No soy yo a quien amas…- Nunca antes había sido capaz de decirle algo así, sólo por el temor a perderlo, pero por fin se había dado cuenta de que en realidad no tenía nada que perder, porque simplemente nunca lo había tenido.

No tenía argumentos para refutarle aquello, cualquier cosa que pudiera decir evidenciaría la dependencia que tenía por él; no quería que nadie, mucho menos Nishikido, estuviera consciente de lo mucho que lo necesitaba para sentirse completo. Y es que en algo tenía razón: no era la persona a quien amaba. Ese lugar sólo podía ser ocupado por una persona: Kamenashi. Y aún cuando había tenido que aprender a resignarse al hecho de compartirlo antes que perderlo, la idea de compartir su propio corazón no solía pasearse por su mente, porque ambos sabían que aunque compartieran su cama con alguien más, su amor sólo le pertenecía al otro. Ésa había sido la regla inpronunciada desde que comenzaron a salir juntos.
-Hasta el lunes… vete con cuidado Yamapi…- Abrió la puerta y se deslizó fuera del coche, la falta de intención  de seguirlo reteniendo por la fuerza por parte de Yamashita, le dejó en claro que era su forma de decirle que había sido suficiente por un día y que se fuera antes de que se arrepintiera. Cerró suavemente la puerta y caminó hacia donde estaba su carro. Tenía tantas cosas que pensar. De algún modo sentía como si los últimos treinta meses de su vida hubieran sido sólo un sueño a duermevela, de ésos en los que ni sueñas ni puedes despertar.

Condujo sin rumbo definido. No quería ir a casa, sabía que se sentiría solo y miserable, pero ahora no tenía un lugar donde esconderse de aquel desesperanzador sentimiento. Siguió girando a la derecha en una esquina y a la izquiera dos calles después hasta llegar a Shinjuku. El bullicio del espíritu navideño ayudaría a distraer su mente en lo que sentía el suficiente cansancio como para caer cual tabla sobre su sueve cama.

Por fin se detuvo. Al dar vuelta a la izquierda se encontró en un callejón. Se aferró al volante con ambas mano y se inclinó hacia adelante hasta tocarlo con la frente. Suspiró. Su cabeza confundida y llena de temores no dejaba de trabajar. Parecía el engranaje de un enorme reloj que nunca para de dar vueltas. Y mientras se preguntaba qué haría con todo de ahora en adelante, su celular somenzó a sonar. Al sacarlo del bolsillo vio de inmediato quién era. No quería escucharlo pero tampoco quería colgarle o ignorarlo. Sabía que si no fuera importante, no le estaría llamando. Yamashita no era ese tipo de persona que te molesta por teléfono por nada. Terminó contestando al tiempo que apoyaba la nuca en el respaldo del asiento.
-Sí, dime…- Se escuchaba tranquilo, así que se alegró por lo bien que había tomado las cosas, pero poco a poco, lo que parecía ser un “adiós, déjemos las cosas en sólo amigos” se volvió un “no, quiero que las cosas sigan como estaban” que Ryo no estaba dispuesto a soportar y por lo que la discusión fue inevitable cuando Yamashita comenzó con el chantaje emocional de “le das sentido a mi vida…” con el que siempre lo hacía volver a su lado cuando se le había ocurrido dejarlo. ¿Cómo podía ser tan egoísta? ¿Por qué simplemente no colgaba y lo dejaba hablando solo? La gente que pasaba miraba en su dirección al escucharlo gritar lleno de frustración. Necesitaba moverse o terminaría destrozando el interior de su auto. Salió y comenzó a caminar en pequeños círculos y líneas cerca de la puerta. Pasando del enojo a la desesperación en lapsos de segundos. Terminó explotando. Lloraba, aunque no era precisamente de tristeza. Treinta meses de aguantarse tanto terminaron desbondándose tras aquel comentario estúpido y arrogante. ¿Qué se arrepentiría de dejarlo porque no había nadie mejor que él?
-¡Vete al diablo Tomohisa!… Maldita la hora en la que creí que éso era verdad… Y maldigo el momento en el que quise que lo fuera…- No quería seguir escuchándolo. Estaba tan molesto. Sin más ni más lanzó el celular contra el pavimento.

Se resifnó a irse a casa y beber… deseando poder ser consolado de todo éso que sentía estando entre sus brazos, pero sabía que era imposible, él no estaría ahí para hacerlo.

Levantó la mirada. Ahí estaba. ¿Alucinaba? No. Era él. En verdad era él. Justo frente a sus ojos. No pudo seguirlo mirando. Estaba a punto de estallar en llanto pero no quería que lo viera así. Un silencio extraño. Su dulce y profunda voz rompiéndolo. Un impulso imposible de reprimir. Era todo i nada. Una apuesta arriesgada sobre ése primer paso que terminó llevándolo hasta su pecho.
-Déjame estar así un segundo… por favor…- Un esfuerzo sobrehumano por seguir conteniendo el llanto. ¿Lo odiaría?¿Se asustaría?¿Repudiaría su verdadero yo? ¿Sus sentimientos? Un tímido e inseguro abrazo que lo hizo sentir que estaba en el lugar más seguro del mundo. Una lágrima resbaló por cada una de sus mejillas como marcando el sendero para que se desbordara un río silencioso de sentimientos.

El tiempo perdió sentido e importancia hasta que las campanadas lejanas marcaron la media noche. No podía quedarse ahí por siempre, verdad? Se separó un paso para secar los rastros de agua salada que aún quedaba sobre su piel. Nuevamente aquel silencio. Tenía que recuperar la compostura. No quería parecer patético ante sus ojos, que seguían mirándolo llenos de preocupación.

Con una sincera expresión le dejó en claro que se preocupaba por él. ¿Llevarlo a casa?¿Por qué no? Sólo a su lado podía ser él mismo y sentirse bien consigo mismo por ello. Una mundana y simplona conversación que lograba arrancarle una sonrisa.

La música tranquila. El sonido de su voz. La calidez del calefactor encendido. El movimiento constante y suave del auto. Ni siquiera supo cuándo se quedó dormido. Sólo sintió que podía estar tranquilo y olvidarse de todo porque lo tenía a su lado, y cerró los ojos para escuchar cada nota de su voz mientras le hablaba de pasteles.

¿Cuánto tiempo se había quedado dormido? No tenía ni la más remota idea. Cuando abrió los ojos lo encontró mirando el cielo nocturno a través del cristal, apoyando un poco la cabeza en su antebrazo. En cuanto lo escuchó volteó. Eran las tres de la mañana y si bien no estaba muy convencido, lo hizo quedarse en su casa. Se moriría de preocupación si se iba a casa solo a esas horas, y ya tenía demasiado como para cargar con la culpa si algo le llégase a pasar.

Necesitaba relajarse. Un baño ayudaría. Dejó a Okura en la sala. Se dio prisa. Temía que terminara yéndose a casa si era real o que hubiera desaparecido cuando saliera si era producto de su traicionera imaginación.

Parecía agobiado por tantas cosas, ahí contra el sofá. ¿Eran acaso lágrimas? Se acercó y lo llamó en voz baja porque no sabía si dormía, al tiempo que secaba aquella pequeña gota que resbalaba desde su ojo. Abrió los ojos lentamente. Su mirada volvió evidente que no quería preocuparlo y por éso había estado a punto de decirle una mentira que calló de inmediato. Aún si no resultaba herido por su inocente acción, no quería que existiera. Él, todo él, representaba algo por demás valioso y preciado para Ryo. No quería que ese todo se viera manchado por una mentira piadosa. Para él, Okura representaba todo lo que había anhelado siempre y estaba dispuesto a cualquier cosa para protegerlo. Aún si éso significaba protegerlo de él mismo.

Las palabras y las emociones siguieron fluyendo cmabiando de colorers, alcanzando rincones olvidados dentro de su corazón, que de pronto le llevaron un rayo de luz a su habitual oscura y fría soledad interior.

¿Qúe le había dicho? ¿En verdad había dicho éso? Estaba tan feliz que no podía ni creerlo. Pero ahí estaba él diciéndole que quería estar a su lado, diciéndole que correspondía sus sentimientos. ¿Cómo podía ser posible? ¿En serio no estaba soñando? No. Él, su piel, el latido de su corazón, su rostro, sus ojos, todo le decía que era cierto. Dejó salir lo que guardaba en el pecho y sin más lo besó. Un beso entregado y sincero. El beso ajeno al tiempo y al espacio que se volvió el cimiento más fuerte de su relación.

Y los días pasaban y todo tomó el lugar que debía. Su mundo se volvió perfecto… a excepción de un pequeño inconveniente de nombre Ueda Tatsuya. Pero aún cuando siguiera temiendo que él fuese el único que podría arrebatarle el amor de Tadayoshi si se lo proponía, no le quedó más que aceptar que iba a seguir siendo parte de sus vidas… ¿por siempre? No era que lo odiara. Era simplemente que estaba perfectamente consciente de que era mucho mejor para Tadayoshi y viceversa, y éso lo hacía repudiar su sola existencia; porque sabía que su amado Okura alguna vez había estado profundamente enamorado de él y temía que esos sentimientos permanecieran latentes en algún lugar dentro de su ser; pero los detalles y los momentos habían empezado a convencerlo de que éso no sucedería.

Sí. Habían acordado guardarlo en secreto. Ryo por protegerlo, Tadayoshi por no contradecirlo aunque no entendía muy bien sus razones. Pero ante la egoísta actitud de Yamashita, Nishikido terminó gritandóselo un día a medio pasillo para que de una buena vez le quedara claro que él ya no era nada más que un compañero de trabajo.

Además no fue tan malo. Ya que el chisme había corrido en menos de diez minutos por toda la empresa, al menos pudieron asistir felizmente juntos a la fiesta de Navidad. Okura y Ueda, que fueron los menos ebrios ya que preferían no beber dada su poca resistencia al alcohol, se la pasaron tomando fotos a diestra y siniestra. La celebración había sido mejor de lo que habían planeado, incluso Akanishi y Takizawa habían comentado que era la mejor fiesta que se había dado hasta ahora. Y a pesar de que no era del tipo de los que se aferran a los recuerdos, esa noche jamás se borraría de su cabeza. Esa noche estuvo llena de su primera vez en muchos aspectos… La primera navidad celebrada entre amigos. La primera vez besándose en público. La primera fiesta a la que iban como pareja. La primera vez que Okura le cantó. La primera vez que se tomaban una foto juntos. La primera vez que Ryo recibió un regalo de navidad de alguien que no era su familia. La primera vez que Okura festejó navidad desde que era niño. Su primer paseo tomados de la mano por la madrugada de regreso. Su primer amanecer juntos mirando desaparecer las estrellas en el parque. La primera vez que hicieron el amor…

Y por vez primera sintió que todas esas fotografía no serían inútiles trozos de papel, pues le permitirían recordar lo más importante de aquella noche mágica, si es que algún día pudiera ser capaz de olvidarla.


No era mi intenció, pero terminé llorando al revivr tantos recuerdos. Pensando que sería mejor darme un respiro para seguir con mi regalo, salí a caminar. El viento frío al atardecer fue estrañamente agradable mientras estaba sentado en el parquecito cerca de mi casa donde solíamos hablar y ver la puesta del sol, y a veces también el amanecer, estando juntos.

De pronto todo se quedó en un oscuro silencio. ¿Un apagón? Las estrellas brillaban tenuemente entre los tono rosas y violáceos del cielo luchando contra la luz de los últimos rayos del sol. Suspiré como un idiota enamorado tan sólo por recordarlo. ¿Cómo demonios podía extrañarlo tanto? ¿La recordaría?… Aquella promesa de hace tres años… Miles de imágenes atravesaron velozmente mi cabeza. Seguí siendo muy feliz. ¿Qué estaría haciendo? Quería escuchar su voz. Amaba el tiembre de su voz.

¿Qué rayos hacía con él en un día tan especial para nosotros? ¿Acaso lo había olvidado? No pude evitar molestarme. Lo quería a mi lado. Me había salido con la mía pero Tacchon parecía no estar tan satisfecho como yo. Debía enfriar mis pensamientos. No quería arruinar la noche por mi mal genio. Sería mejor que fuera por provisones mientras aún quedaba luz. Nunca se podía estar seguro de cuánto duraría el apagó.

Caminaba sin prisa de regreso a casa. Lo más probable era que aún demoraras un par de horas en volver. Hacía mucho que no veías a tu mejor amigo, lo entendía perfectamente aunque no me agradara la idea. Desde que se había vuelto un famoso compositor, su agenda de trabajo le había dejado escaso o nulo tiempo incluso para Jin; así que a pesar de que me hacía feliz, me dolía que tampoco se había visto contigo en los últimos meses, simple y sencillamente porque sabía que lo extrañabas.

Sin las luces de la ciudad, el cielo se veía simplemente hermoso. ¿También lo estarías contemplando? Ver la luna resplandecer y todas esas estrellas, me recordó tanto a ti. Tú brillabas aún con más fuerza en mi mundo.

De vuelta en casa. ¿Qué hacer ahora? Tal vez no podría terminar mi regalo… ¿Había olvidado cerrar con llave? Dejé las bolsas con las compras sobre el desayunador de la cocina.

Un destello azulado bañaba el pasillo proveniente del ventanal de la recamara. ¿Había dejado la puerta abierta? No. Estaba seguro de que no. ¿Alguien estaba dentro? Traté de hacer el menos ruido posible y caminé hacia allá. Desde la puerta pude observar una escena tan perfecta que casi parecía irreal. Estabas de espaldas a mí sentado sobre la cama mirando las fotografías que había dejado regadas por la habitación. La luz de la luna te daba un aire casi celestial. Avancé silenciosamente hasta llegar a ti, envolviéndote con mis brazos.
-Lo siento, ¿te asusté?…- Susurré apenado en tu oído al tiempo que apoyaba mi barbilla en tu hombro.
-Si, tonto… casi me matas del susto… En verdad que no te escuché entrar…- Había brincado cuando me le acerqué. Aún sin verlo sabía que se había sonrojado.
-¿Qué haces aquí?… Creí que llegarías más tarde…- Esperaba que no me lo tomara a mal.
-Alguien muy sabio me aconsejó venir a cuidar lo más importante de mi vida…- Sabía lo que éso significaba así que guardé silencio. Sus largos y finos dedos se cerraron sobre mis antebrazos que seguían contra su pecho. -Además…- Giró un poco la cabeza y me besó la mejilla. -… tenía algo realmente importante que decirte…-
-¿Ah sí?… ¿Y qué es?…- Me emocioné como un tonto al escucharle decir aquello.
-Dije “tenía”… ya no quiero decirlo…- Se levantó y se quedó frente a mí un segundo antes de caminar hacia afuera dejándome confundido. Fui detrás de él. No entendía lo que pasaba por su loca cabeza. Su rostro inexpresivo me heló la sangre. Entró a mi estudio. Descorrió la cortina y sentó en el banquillo. Un par de notas salieron del piano.
-Tacchon… ¿qué sucede?…- No pude disimular la angustia que me recorría en mi voz. Me miró por un par de segundos y bajó la vista. Di tres pasos dentro de la habitación. Lo que tenía frente a mí era perfecto y hermoso. No iba a perderlo, ¿o sí? La incertidumbre y su silencio me mataban.
-Ryo-chan… ¿me amas?- Su sonrisa tímida me tomó por sorpresa. Comenzó a tocar una dulce melodía.
-Con toda mi alma…- Respondí sin pensarlo siquiera.
-¿A pesar de todo y sin importar qué?…- Su pregunta me extrañó.
-Sí… como ayer… como hoy… Por siempre…- Me daba miedo lo que decía por su expresión contradictoria. Otra vez permaneció callado. Las notas cesaron de golpe.
-Éso me hace feliz… Porque me sigues amando tanto como yo a ti…- Su sonrisa fue tan hermosa como la primera. No. Mil veces más hermosa. Comenzó a tocar una canción que no me sonó de nada. De pronto su voz se volvió una bella melodía con cada nota. Había tanto de él, de mí, de ambos en lo que cantaba, que inevitablemente comencé a llorar.

Tras la última nota se levantó y avanzó hasta mí abrazándome.
-Gracias… por todo lo que hemos vivido juntos… y por todo lo que nos queda por vivir… te amor…- Me besó con tanto amor que sentí que moriría de felicidad. Éste era el único amor de mi vida. El chico al que quería amar y proteger por el resto de mi vida. El que me amaba y me protegía cada día de su vida.

Correspondí su cálido abrazo. Quería un poco más de sus abrazos… un poco más de sus besos… mirarlo un poco más… amarlo un poco más… Un segundo… una eternidad… lo que fuera, daba lo mismo estando a su lado… sólo quería seguir sintiendo lo que sentía y no perderlo jamás.
-Te amo…-



“-Hoy no me dejaste decirlo… Pero… Si en tres años estamos nuevamente aquí y seguimos amándonos de este modo… te confesaré  mis sentimientos correctamente…-
-¿Es una promesa?…-
-Te lo prometo…”
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